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Benioff, Weiss y la tropa de Game of Thrones |
La pasada madrugada, hora
española, se entregaron en Los Ángeles los Emmys, los grandes premios de la televisión
estadounidense. Una gala en la que las
grandes triunfadoras fueron el drama Game
of Thrones (Drama, Guion, Dirección y Actor de reparto), la comedia Veep (Comedia, Guion, Actriz y Actor de reparto) y la
miniserie Olive Kitteridge (Serie limitada, Guion, Dirección, Actriz, Actor y Actor de reparto). Todas
ellas producidas por HBO. Por ello la 68 edición de los Emmys pasará al recuerdo (además de por la reinvindicaciones raciales y de género) como el año en que la Academia se rindió ante la obviedad de que HBO, por
muchas rivales que tenga, sigue siendo la gran cadena de referencia en el
terreno de la ficción televisiva de calidad. Ya no vivimos en los tiempos de “It’s
no TV, it’s HBO”, pero aún así estos Emmys nos han recordado que siguen estando
un peldaño por delante del resto, tienen una marca y un aparato de producción y
promoción sin igual.
El arrase de HBO en los Emmys ha
llegado en un momento curioso. Justo cuando las plataformas de streaming (Netflix,
Amazon…) están ganando cada vez más fuerza y la televisión de calidad en el
cable se está expandiendo por nuevos canales (USA Network y Mr. Robot, por ejemplo). A sus rivales
clásicas en la lucha por los premios y el reconocimiento crítico (AMC, Showtime
y FX) se le han sumado una retahíla de canales y plataformas que amenazan su
reinado, sobre todo en el terreno que más importa, el económico, puesto que
Netflix ha ido sumando suscriptores de forma inexorable. Precisamente esta victoria aplastante en los Emmys le sirve a HBO para
reivindicar su marca frente a la principal plataforma de streaming. Netflix
se tuvo que contentar con el Emmy a mejor actriz de reparto de serie dramática
para Uzo Aduba por Orange is the new
black. Justo el único galardón que se le escapó a Game of Thrones, que se coronó como el gran drama de la temporada, trasladando
al terreno de los premios el inmenso fenómeno planetario que es. No hay, hoy
por hoy, serie más comentada, analizada y admirada en el mundo. Un drama de
calidad consumido masivamente.
Game of Thrones, Veep y Olive Kitteridge representan
fantásticamente las tres patas sobre las que se ha cimentado la marca HBO.
Dramas de calidad con un nivel de producción inalcanzable para cualquier otro
canal. Comedias/dramedias de autor. Miniseries y telefilmes que adaptan grandes
obras literarias o trasladan la vida de importantes figuras de la cultura o la
sociedad americanas. Los grandes dramas son el principal reclamo de HBO. The Sopranos, Six Feet Under, The Wire o Game of Thrones son sus emblemas. Son hondos, son oscuros y son
una demostración de fuerza en el terreno técnico. Hay series mejor escritas que
GoT, pero ninguna es más
espectacular.
El equipo de Selina Meyer al completo |
Las comedias/dramedias de la casa son menos recordadas y/o
valoradas, sin embargo son una parte fundamental de su parrilla. Sex and the city es uno de los grandes
iconos del canal, Curb your enthusiasm es
una obra de culto (The Comeback si no
lo es, lo será), Girls genera un gran
ruido mediático y Veep es una de las
ficciones más rabiosamente actuales del momento. La victoria de la negrísima comedia de Armando Iannucci nos recuerda,
además, que el canal sigue siendo una enorme casa de acogida para grandes
autores televisivos. Hay grandes autores en otros canales, pero ninguno
tiene la cartera de HBO con nombres como David Simon o Terence Winter (que tras
el final de Boardwalk Empire regresa
en invierno con Vynil). Por último
lugar, y aunque no tengan tantos seguidores, las miniseries son un pilar
fundamental, también, de la marca HBO.
Frances McDormand, una mujer empeñada en levantar un proyecto |
Mientras que en la producción de dramas
y comedias HBO tiene innumerables rivales, en la gestación de miniseries está
prácticamente sola en Estados Unidos. Y si eso está empezando a cambiar es por
la proliferación de series-antologías (Fargo,
True Detective, American Horror Story, American Crime…). De hecho, las
rivales históricas de HBO en esta área han sido grandes miniseries británicas,
como las dos enormes obras a las que derrotó Olive Kitteridge este año: The
Honourable Woman y Wolf Hall. Sólo HBO se ha tomado en serio la tarea de
producir miniseries y telefilms de prestigio. Band of Brothers, Angels in America o John Adams son obras fundamentales para la marca HBO. La
victoria aplastante de la maravillosa e intimista Olive Kitteridge viene a redimir, además, el desastre que ha sido
True Detective 2. Si la primera temporada de la ficción de Pizzolatto
fortaleció la idea de que nadie puede hacer lo que HBO hace, la segunda nos ha
demostrado que la cadena también se equivoca. De hecho muchas series de HBO
pasan desapercibidas o resultan fallidas. Pero la marca sigue intacta, porque
está cimentada sobre una filosofía artístico/empresarial muy inteligente. HBO
sigue estando a la vanguardia de la ficción televisiva. Los Emmys han venido a
reconocer el hecho bañando al canal en premios. Y ninguno ha sido inmerecido,
aunque yo hubiera premiado a otras obras como Mad Men. Veep ha sumado la segunda victoria de
una comedia de HBO en la historia, 14 años después de que lo lograra Sex and the city. Mientras que Game of Thrones ha cogido el testigo de The Sopranos, tras 8 años de sequía (5
victorias de Mad Men, 1 de Homeland y 2 de Breaking Bad), coronándose como el mejor drama de la televisión
actual. Por fin HBO ha logrado recuperar el trono, veremos qué le depara el
juego el año que viene.
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