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miércoles, 20 de febrero de 2019

Los No Oscar 2018 IV: Actrices

Actriz de reparto

5. Jun Jong-seo por Burning
La actriz empieza ofreciendo una interpretación que se ajusta perfectamente a las características de las mujeres del mundo de Murakami, pizpireta, ingeniosa, enigmática, escurridiza... Pero pronto muta en otra cosa, hasta volverse una mujer casi intangible en aquella casa donde los tres protagonistas de este thriller ven el atardecer mientras sus almas se fusionan en una especie de trance. No son ni un personaje ni una interpretación al uso.

4. Tilda Swinton por Suspiria
La interpretación es en sí misma una performance, un show, una realidad fingida. Swinton es una de las actrices más espectaculares del cine actual en su sentido más literal y lúdico. Las performance que se marca en Suspiria hacen que resulte imposible no aplaudirla y celebrarla como lo que es: un regalo para los amantes del cine y del show must go on.

3. Claire Foy por First Man
El papel de la esposa del protagonista ha encerrado a lo largo de los años a maravillosas actrices y a maravillosas mujeres en el corsé de la irrelevancia narrativa y discursiva. En First Man, Foy logra que su drama personal: un matrimonio y una familia que penden de un hilo, no quede eclipsado por la centralidad del personaje protagonista, su marido y padre de sus hijos. Si First Man sigue funcionando fuera de la aventura espacial es, en gran parte, por el talento de Foy para transmitir sentimientos, frente a la imperturbabilidad de Gosling/Armstrong.

2. Zoe Kazan por The Ballad of Buster Scruggs
Qué hermosa y delicada es la historia que protagoniza Kazan en la antología de relatos del Oeste de los Coen. Y qué tierna y sentida está ella. Uno de sus mejores trabajos hasta la fecha, sencillo y lacónico, casi como si fuese una brisa que se levanta al atardecer, cuando el sol comienza a desaparecer en el horizonte. Está maravillosa.

1. Rachel McAdams por Disobedience
A McAdams, convertida en icono gracias a su villana de Mean Girls, nadie le ha regalado nada. Alcanzó la fama y el éxito con The Notebook y desde ahí se labró una carrera como actriz versátil, ducha en la comedia y en el drama. Con Spotlight le llegó la primera nominación al Oscar y el reconocimiento general de la cinefilia. En Disobedience roba directamente la película, imponiéndose con claridad a una actriz del calibre de Rachel Weisz. Con su expresividad logra trasmitir la fragilidad, el miedo y la impotencia de una mujer atrapada en una vida que no es la que desea, pero sí la que conoce, una vida segura, una vida asequible. McAdams no desaprovecha uno de los mejores papeles de su carrera y le exprime cada gota de ansiedad y frustración.

Actriz

5. Charlize Theron por Tully
Theron es una estrella y sin embargo logra resultar creíble en el papel de esta madre de mediana edad, que siente que ha fracasado en su vida y que se ve superada por su labor de cuidadora 24 horas. Más allá de la transformación física, Theron consigue captar el alma de su personaje y combinar un buen punch cómico con su indudable talento para el drama. Emociona. Ojalá haga más películas con Jason Reitman y Diablo Cody.

4. Toni Colette por Hereditary
Hasta última hora se teorizó con la posibilidad de que Colette, una de las mejores actrices del cine estadounidense de los últimos 20 años, diera la sorpresa y se colara en la terna de nominadas al Oscar. Al final no pudo ser, pero este trabajo ha pasado directamente a ser uno de los mejores de su carrera. Es muy complicado moverse en el terreno de la histeria y el pánico sin caer nunca en la sobreactuación o el ridículo. Toni Colette lo consigue. Dota a su personaje de alma, de tal forma que su sufrimiento y su miedo resultan palpables. Es una interpretación brutalmente física, en la línea de la que llevó a cabo Jennifer Lawrence en mother!

3. Maggie Gyllenhaal por The Kindergarten Teacher
A Gyllenhaal nunca le han faltado redaños para atreverse con personajes muy complicados, Secretary o The Deuce lo atestiguan. Pero en The Kindergarten Teacher va un paso más allá. Esta profesora que se obsesiona con las dotes poéticas de un niño pequeño al que da clase, es uno de sus personajes más extremos. Gyllenhaal compone un viaje, cotidiano, anodino, a la locura, un retrato salvaje de la obsesión y la desesperación. Está inmensa. Hay que ser una actriz muy buena y tener mucha presencia para salir airosa de un personaje tan borderline. Está, otra vez más, gloriosa.

2. Carey Mulligan por Wildlife
Tras irrumpir en el universo cinematográfico con su maravillosa y refrescante interpretación en An Education, Mulligan ha parecido estar siempre a la defensiva, con la necesidad de demostrar que es buena actriz. Y sí, lo es. No tiene el carisma para ser una estrella pero sí el talento para ser una de las mejores actrices del mundo. En Wildflife da otra demostración de poderío interpretativo. Pocas actrices manejan mejor los silencios que ella. Frágil y tormentosa al mismo tiempo, esta mujer ambiciosa, cansada de un marido bueno para nada, resulta fascinante. Y en gran parte es mérito de una Mulligan que sabe adaptarse a cada vaivén de su personaje, dotándolo de una entidad brutal. Me recuerda a la mejor Kate Winslet (Revolutionary Road, Little Children...).

1. Joanna Kulig por Cold War
Los personajes que se desarrollan a lo largo de varios años suponen un reto extra para los intérpretes, puesto que los obliga a mutar con ellos, a adaptar su intepretación a los cambios vitales de los personajes. La cantante autoritaria, caprichosa, mágica, sexy e inconsciente que interpreta Kulig es uno de esos personajes y, ante todo, es una mujer fascinante y terriblemente compleja. No puedes apartar la vista sobre ella en todos y cada uno de los planos en los que sale. Es una actriz hipnótica. Bella, triste y peligrosa. Una actriz de la vieja escuela, del Hollywood clásico, del cine de autor europeo de antaño. Expresiva pero impenetrable.

lunes, 18 de febrero de 2019

Los No Oscar 2018 II: Guiones

Guion adaptado

5. Ian McEwan por On Chesil Beach
El sexo juega un papel importante en las relaciones. Hablar sobre sexo también. El sexo no puede ser nunca un tabú o una carga. En On Chesil Beach, McEwan, uno de los novelistas vivos más importantes de la literatura inglesa, explora como el sexo puede dinamitar una pareja que a priori se ama. On Chesil Beach es una película que escama y que está escrita con la precisión de un cirujano que abre en canal a su paciente para encontrar donde se encuentra el problema, qué es lo que provoca que el cuerpo esté a punto de colapsar.

4. Alex Garland por Annihilation
Tras triunfar con su ópera prima, Ex Machina, Alex Garland, uno de los guionistas de ciencia ficción más reputados y solventes de las últimas décadas, se enfrenta a un reto aún mayor en esta adaptación de la novela homónima de Jeff VanderMeer. Una obra ambiciosa narrativamente y exigente visualmente, que aborda cuestiones netamente metafísicas sobre la creación, la evolución, la destrucción y la reconstrucción de los seres vivos. Garland siempre se ha movido bien en el terreno de la reflexión ética en el ámbito científico y aquí es capaz de convertir un survival en un tratado, si bien, hubiera hecho falta más desarrollo de la historia, puesto que la idea central es tan poderosa que aún podría crear más reflexiones.

3. Zoe Kazan y Paul Dano por Wildlife
Que una pareja afronte la adaptación de una novela como Wildlife tiene algo de suicida. La historia de un matrimonio condenado a romperse porque está conformado por dos personas que no se entienden, no se hablan y no se respetan, es muy agria y muestra demasiadas taras de la vida en pareja y de los sacrificios que la misma exige. Kazan y Dano logran construir una historia comedida pero compleja, en la que los tres personajes centrales, la madre, el padre y el hijo, tienen aristas y son comprensibles. No esa película agradable, pero sí una película verdadera.

2. Lee Chang-dong y Jungmi Oh por Burning
Adaptar a un escritor tan conocido y reconocible como Murakami no es fácil. Sin embargo, Chang-dong y Oh han salido airosos gracias, en parte, a un guion que maneja con maestría los discursos de sus personajes y, lo que es más importante, sus silencios. Así, este thriller atípico logra dosificar la información, generando con el paso de los minutos una sobrecogedora sensación de desasosiego y fascinación. Ni siquiera en su final se permite resultar obvia o explicativa. Este guion, huidizo y atmosférico, deja al espectador jugar con su propia imaginación.

1. Armando Iannucci, David Schneider, Ian Martin y Peter Fellows por The Death of Stalin
Primero, Armando Iannucci desnudó a la política británica (The Thick of It, In the Loop), luego arrastró por el suelo a la estadounidense (Veep) y ahora se atreve a reírse de los tejemanejes y las salvajes guerras de poder en la extinta URSS tras el fallecimiento del todopoderoso Iósif Stalin. Si el thriller político es un género a reivindicar, la sátira política es uno a bendecir. Nadie en el audiovisual de hoy en día es capaz de mostrar con tanta mordacidad e ingenio la banalidad e insustancialidad de la alta política. Es el poder. Todo por okuparlo. Aunque luego no se sepa qué hacer con él.

Guion original

5. Tamara Jenkins por Private Life
La ternura con que Jenkins retrata a sus personajes no se ve todos los días. El ansiado regreso de la cineasta, tras la excelente The Savages, es otra dramedia emotiva y honesta sobre dos personajes en crisis existencial. En este caso, un matrimonio de mediana edad a la deriva, que no consigue tener un hijo. La premisa permite a Jenkins explorar las frustraciones que vas acumulando con el paso de los años y cómo éstas afectan a las personas a las que queremos. Private Life es una clase maestra de construcción de diálogos y personajes.

4. Boots Riley por Sorry to bother you
El momento estelar de Riley en esta carrera de premios fue su polémica con Spike Lee, al que acusó de haberse adocenado al adaptar la historia real en la que está basada BlacKkKlansman. No es un conflicto baladí. Porque es verdad que la película de Lee ofrece una reflexión domesticada (ergo apta para blancos no especialmente concienciados) sobre el conflicto racial que arrastra Estados Unidos. En cambio, Sorry to bother you, no contenta con entrar a degüello en la cuestión, se mete en el fango de la guerra de clases, de la lucha entre las grandes corporaciones y los trabajadores precarizados y la (des)unión de estos. Todo ello encapsulado en un thiller cómico de ciencia ficción. Este guion es una patada en la boca y una bocanada de aire fresco. Habrá que seguirle la pista a Riley.

3. Diablo Cody por Tully
Cody es una de las guionistas que más pasiones enfrentadas levanta hoy en día. Su nueva colaboración con el director Jason Reitman y la actriz Charlize Theron se aproxima, de una forma distinta, más dulce, más cariñosa, al tema central de su antecesora, la corrosiva Young Adult: la madurez. ¿Cómo lidiamos con la madurez? o más bien ¿cómo lidiamos con el fracaso de nuestras expectativas vitales? ¿nos hemos traicionado a nosotros mismos? Todas estas preguntas y muchas más pululan sobre la historia de una madre de familia colapsada y que se siente (y está) profundamente sola. Más allá de las trampas que nos tiende Cody, es innegable el talento que tiene para manejar los conflictos humanos y para sacar humor de situaciones dramáticas. Para bien o para mal, es una guionista importante.

2. David Robert Mitchell por Under the Silver Lake
La segunda película de Mitchell, tras el enorme éxito cosechado por It Follows, lo ratifica como uno de los cineastas más interesantes del panorama actual. Poniéndonos en la piel de un nini, un chaval sin presente ni futuro, Mitchell nos sumerge en un viaje lisérgico por la cultura pop, una deconstrucción de Los Angeles como ciudad-símbolo del capitalismo cultural y una aproximación delirante a la pulsión conspiranoica que mueve nuestras sociedades. El resultado es una película profundamente irregular, críptica y tremendamente estimulante. Una de las obras más extrañas y personales del año, un bukkake metarreferencial inabarcable.

1. Hirokazu Koreeda por Shoplifters
A estas alturas, el papel central que ha jugado Koreeda en el cine del nuevo milenio es incontestable. Este año, además, ha ganado el premio más importante al que puede aspirar un autor: la Palma de Oro y ha conseguido su primera nominación al Oscar (en la categoría de mejor película de habla no inglesa). Todo ello gracias a Shoplifters, la historia de una familia pobre que sobrevive como puede en la inmensa e impersonal Tokyo. Al igual que su maestro y referente más obvio, Yasujiro Ozu, Koreeda ha dedicado su filmografía a reflexionar sobre la familia, institución social básica para entender nuestro mundo de la vida. Y al igual que Ozu, la ha escrutado desde un humanismo militante, desde la calidez y la bondad, dos de las mejores virtudes que podemos tener los seres humanos. El guion de Shoplifters no es perfecto, pero retiene entre sus líneas algunos momentos de poderosa belleza.