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martes, 16 de junio de 2015

La estrategia del caos

GAME OF THRONES - Quinta Temporada


"¿Cómo he podido estar tan ciega todo este tiempo?" Spoilers a mansalva hasta el final del 5x10 de GoT



Como dice Alberto Nahum en su(genial) artículo sobre la quinta temporada de Game of Thrones, este año nos han dado un máster de cómo poner en marcha estrategias erradas. Ni Cersei, ni Jon, ni Daenerys, ni Stannis han acertado en las suyas. Quizás porque en realidad no han tenido una estrategia, sólo se han dejado llevar por el caos, o más bien, lo han creado ellos mismos con sus acciones. Por ello que tengamos la sensación de que la serie se ha convertido en un auténtico caos tiene sentido. Es narrativamente coherente. El hombre que ostenta el poder en Poniente es un adolescente sin malicia ni dotes de mando (Tommen, el rey miñaxoias), su gobierno está compuesto de personas incompetentes (su tío tontorrón consejero de la moneda) y controlado en las sombras por su madre, que no puede ser (por el hecho de ser mujer) su Mano, y las dos familias que lo sustentan (vamos, los partidos políticos que apoyan al gobierno) se odian mutuamente: los Lannister y los Tyrell. De hecho, es ese odio, unido a la sed de venganza y a esa terrible sensación de estar perdiendo el control de absolutamente todo lo que empuja a Cersei (digámoslo ya, ésta ha sido la temporada de Lena Headey, simplemente extraordinaria, descomunal) a demoler las propias dinámicas de poder sobre las que vive. O malvive. Intentando proteger a sus hijos, o más bien, intentando mantener el control sobre ellos, Cersei lapida sus apoyos. Por un lado, aleja a Jaime de su lado, enviándolo a Dorne para rescatar a su hija, prometida con el heredero del clan Martell. Sin duda la trama de Dorne (junto a la de Arya, demasiado alejada del hilo principal) ha sido el gran error de la temporada, tanto a nivel de entretenimiento inmediato como de construcción del relato. Por otro lado, llevó su tensa relación con Margaery (Natalie Dormer cada vez me gusta más) a la confrontación abierta, arrojándola a la boca de ese lobo con piel de cordero que es el Septón Supremo (Jonathan Pryce, sibilinamente fantástico). Esta táctica fue, desde el inicio, un error demasiado obvio como para que la pusiera en marcha una persona de la inteligencia de Cersei, que lleva demasiado tiempo moviéndose astutamente por las entrañas del poder. Sin embargo tiene sentido, porque esta Cersei ya no tiene nervios de acero, ni es mentalmente fría como el hielo. Esta Cersei es una mujer desesperada. Que ha perdido a 2 de los 3 hombres más importantes de su vida (para bien o para mal): su primogénito y su padre. Y que se siente traicionada por el tercero, su hermano y padre de sus hijos: Jaime.

Las consecuencias de esas malas decisiones se explicitan en el terrible paseo de la vergüenza al que se ve abocada en la season finale para salir de la prisión en la que la ha encerrado el Septón, tras acusarla de incesto y adulterio. Cersei, desnuda, totalmente expuesta, camina entre una muchedumbre enfurecida que la insulta, escupe y veja de múltiples formas. Siempre mirando al frente, impasible. No dejes que te vean llorar. Ni se te ocurra concederles eso. Cersei comienza la temporada controlando un reinado que se cae a pedazos y la termina con su hija muriéndose en un barco, y ella desnuda y vilipendiada, con sus alianzas destruidas y tras haberle entregado el poder de forma fáctica a un líder religioso que quiere imponer un estado teocrático regido por la ley divina, aplicada severamente por él mismo y sus seguidores.

No les han ido mejor las cosas a los otros grandes jugadores del tablero. Daenerys (Emilia Clarke cumple) no ha sabido gestionar los conflictos sociopolíticos de Meereen. El resultado ha sido una guerra civil, haberse traicionado a sí misma y un intento de asesinato, que sólo impidió su forajido dragón, que termina por secuestrarla y llevarla de nuevo al punto de partida: los Dothraki. Su camino hacia Poniente se complica aún más, pero por suerte ha ganado un aliado valioso: Tyrion (Peter Dinklage, siempre sensacional), quizás el mejor estratega (junto a Meñique y Varys) que queda en la serie. El héroe improbable que nos queda en pie. ¿Cómo? Ah sí, que el último capítulo, (el salvaje) Mother’s Mercy (5x10) nos regaló como epílogo el asesinato de Jon Snow (este año sí me he creído a Kit Harington), justo ahora, que por fin era un personaje interesante. Pero pero… ¿cómo? ¿Jon Snow no era junto a Daenerys el auténtico protagonista de este relato, el hombre que iba a salvar a Poniente de los caminantes blancos? Por lo visto no. Digo por lo visto porque muchos nos mantenemos escépticos a la muerte de este personaje (la teoría más deliciosamente absurda es que Melisandre lo resucitará con un polvo mágico). Si al final Jon Snow muere habremos asistido al gran acontecimiento de toda la serie. Ni boda roja, ni boda púrpura, ni ningún otro regicidio. El asesinato de Jon Snow a manos de sus hermanos de la Guardia de la Noche (puro asesinato de César, con puñalada de Bruto final incluida), es el gran quiebro que ha dado el relato en estos cinco años. Básicamente porque ni Ned, Renly, ni Robb, ni Joffrey, ni Tywin estaban llamados a ser actores clave en el final de la serie. Tenían que morir. Para entendernos, mi personaje favorito de la serie es Cersei (bueno y Tyrion, claro), pero me parecería perfectamente lógico que Cersei muera la temporada que viene. Cersei Lannister ha de morir. Sin embargo que muera Jon Snow no lo entiendo. Tengo la sensación de que no sé qué serie he estado viendo durante estos cinco años. Lo cual es muy perturbador, pero por otro lado, estimulante. Definitivamente este ha sido el año del caos o como dice (el siempre acertado) Pol Morales, del desconcierto. Y sino que se lo digan al otro gran perdedor del curso, Stannis Baratheon (Stephen Dillane, con esa mirada enferma, atormentada), otro rey caído y van…

No hablo de Sansa en este artículo, pero su trama ha sido muy interesante

Stannis sustentó sus pretensiones al Trono de Hierro sobre el honor, era el rey legítimo por sangre y porque era un hombre que se guiaba por el honor y el bien común. Sin embargo, desde el mismo momento en que se entregó totalmente a Melisandre (Carice van Houten, pérfida y sexy) comenzó a extenderse por toda su alma una enfermedad terrible: la obsesión por el poder. Stannis lo sacrificó todo por el Trono, llegando a asesinar a su hija en The Dance of Dragons (5x09). Ahí cruzó el punto de no retorno. Un hombre capaz de matar a su propia hija, de terminar con su linaje, no podía ser rey. Todo lo que podía salir mal, salió mal. Los Bolton aplastan al maltrecho ejército de un Baratheon que mató a su hija, empujó al suicidio a su mujer y fue abandonado por la mujer que lo guió hacia la muerte de su alma. Al final termina pendiendo de la espada de Brienne (Gwendoline Christie), la última mujer de Poniente que cree en el honor sobre todas las cosas. Oh, qué cabrón y retorcido es el destino. Y en Game of Thrones, la serie dónde todo puede pasar, y todo el mundo puede morir, más.

miércoles, 27 de mayo de 2015

La mayoría

GAME OF THRONES - The Gift


Spoilers hasta el 5x07 de GoT

Curiosamente, la misma noche que el sistema político español se veía sacudido por el resultado de las elecciones locales, HBO emitía, unas horas después, el episodio 5x07 de Game of Thrones, The Gift. Un capítulo que nos ha dejado una frase para la historia de la serie: "You are the few, we are the many. And when de many stop fearing the few...". Que pone fin al duelo dialéctico entre el Septón Supremo (Jonathan Pryce, una elección perfecta) y Lady Olenna, matriarca de los Tyrell (Dianna Rigg, siempre incisiva). No es ninguna novedad, todos recordamos aún el discurso sobre la escalera de Meñique y la Araña. Entran aquí en juego muchas cosas. La demagogia, que es un concepto que a mí no me gusta usar. El juego entre mayorías y minorías. Y sobre qué plano las definimos,¿ número de personas, poder, ambos?. El Estado Religioso, en tiempos del ISIS o de una Irán cuyo líder supremo es el Ayatolá. A este último respecto es muy interesante que el relato haya entrado de lleno en ello, tras haber bordeado el tema religioso desde una perspectiva mágica. Es una forma muy estimulante de hablar del poder de la religión en nuestra historia, y lo perverso que resulta intentar imponer nuestro propio código moral.

Yendo de lleno a la trama de King's Landing, a Cersei Lannister (Lena Headey, una de las actrices más imponentes del panorama actual) no la ha derrocado una mayoría oprimida, esa mayoría irreal de la que habla el Septón Supremo, la ha derrocado su propia vanidad. Creer que aún estando en una situación tan precaria como en la que se hallaba, podía controlarlo todo, gestionar las relaciones aliados/enemigos (ojo: el eterno problema de las coaliciones entre partidos) tirando de odio y venganza, no prestar atención a los verdaderos problemas (el Norte), y disgregar a sus propias fuerzas (Jamie en Dorne). Cersei ha intentado retener el poder por mera inercia, confiándolo todo a la ausencia de oposición. Y se equivocó, porque ella misma alimentó a la oposición. Algunas personas, por eso de aplicar los relatos que consumimos a nuestra vida diaria, dirán que es lo que está haciendo Rajoy con Ciudadanos. Alimentar a un mal menor para destruir a tus rivales, y que ese mal menor te devore. Es una extrapolación bastante patillera, pero algo de ello hay. A Rajoy lo que le pierde es la parálisis, y Cersei será muchas cosas, pero desde luego siempre está poniendo en marcha alguna táctica o estrategia. El vino y los juegos de poder son sus formas de vida.


Mucha gente ha ligado también el discurso del Septón Supremo frente a la matriarca de los Tyrell, a la dialéctica de la mayoría oprimida por una minoría poderosa. Y lo ha asociado a Podemos y los procesos de confluencia de la izquierda. Ayer en un debate en el que estuve, la ponente decía que nos resulta difícil vernos a nosotros mismos como oprimidos y que terminamos por ver el mundo desde la propia óptica de aquellos que nos oprimen, desde el discurso hegemónico. Mi problema con el concepto de mayoría social es que no creo que exista. Somos un conjunto de minorías, y en la posibilidad de tejer bloques entre ellas reside la capacidad de ejercer el poder. Como bien nos han demostrado las candidaturas de unidad municipales (Madrid, Barcelona, A Coruña, Santiago, Zaragoza...). Somos minorías en términos de poder y minorías también en el plano social. No existe la mayoría, a todos nos gusta creer que formamos parte de algo mayor, de ese terrible concepto de "la gente normal", pero lo cierto es que no es así. De hecho, solemos formar parte de diversas minorías a la vez. Y en cuántas más estemos incluidos más oprimidos estamos. Una mujer, negra, migrante y lesbiana, es una persona sin voz en el mundo en el que vivimos, completamente subalternizada. 

Por ello hablar de una mayoría que no es un bloque de intereses minoritarios, sino un concepto abstracto al servicio de los intereses de su líder carismático no es más que fascismo. No estamos unidos per se, tenemos que unirnos en función de lo que queremos. Un neonazi de un barrio obrero que no llega a fin de mes y yo estamos igualmente oprimidos por un sistema controlado por élites financieras. Bien. Pero no podemos formar parte de la misma mayoría. Básicamente porque es posible que él deseara que yo estuviera muerto. El Septón, como muchos líderes carismáticos y dictatoriales, tiene unas ideas prehistóricas y llama al poder atacando a las minorías a las que pretende sustituir en el ejercicio del mismo, y, sobre todo, atacando a minorías clásicas oprimidas (mujeres, gays...). El discurso del Septón no es el de un revolucionario, es el de un fascista dogmático. Es el regreso a la Inquisición. Cersei Lannister ha alimentado a este monstruo como ella se alimenta del vino. Y el monstruo ha venido a devorarla, porque oh, sorpresa, no sólo forma parte de la minoría rica y poderosa, sino que también es una mujer, con una vida amoroso/sexual repudiada por la moral impuesta, y sin aliados a la vista. Los tres capítulos que le quedan a esta temporada prometen ser dinamita. Quizás el relato no haya avanzado demasiado en los capítulos anteriores, pero ahora, definitivamente estamos en la recta final del curso, y va a ser apasionante.