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jueves, 21 de febrero de 2019

Los No Oscar 2018 V: Dirección

5. Steven Spielberg por Ready Player One
A estas alturas, Steven Spielberg, uno de los directores más importantes de la historia del cine, no tiene nada que demostrar. Sin embargo en Ready Player One desata toda su imaginación, sale de la línea clásica de sus últimos dramas históricos y recupera la vitalidad que tenía su cine en los años 70 y 80. Lo hace, además, homenajeándose a sí mismo y a ese imaginario cultural ochentero que él ayudó, en gran medida, a construir. Así, Ready Player One es a la vez un blockbuster modélico, entretenido, veloz y visualmente imaginativo y un tratado sobre la cultura pop. Su brillante homenaje a The Shining de Stanley Kubrick es una de las secuencias más inspiradas del cine del año pasado. El tiempo la pondrá en el lugar que se merece dentro de su inabarcable filmografía.

4. Debra Granik por Leave no trace
En 2010, Debra Granik consiguió llevar a la categoría de mejor película en los Oscar a un film indie, Winter's Bone, rodado a las afueras del sistema, que esbozaba la vida de los white trash en el rural estadounidense, es decir, de los desheredados. Tantos años después, Granik ha conseguido levantar un nuevo proyecto igual de estimulante que aquel. Leave no trace, otra panorámica del rural americano y de la fuerza insondable de la naturaleza aborda la vida de un hombre que temeroso del sistema decide criar a su hija en medio del monte, alejándola completamente de la forma de vivir de nuestras sociedades capitalistas. Granik sabe capturar la inmensidad del espacio natural, así como su vertiente más intrigante, terrible y sobrecogedora. En su cine espacio y personajes se fusionan hasta confundirse. Las personas se adaptan a su entorno. Y así el retrato que se hace de éste, permite entender la psique de los protagonistas. Ojalá no vuelvan a pasar tantos años hasta ver otra película de Granik.

3. Lee Chang-dong por Burning
En Burning hay algunas de las secuencias más puramente cinematográficas del 2018. Desde el atardecer hasta el final, pasando por el primer encuentro entre el protagonista y la mujer con la que se obsesiona. Cuando digo que estas secuencias, y algunas más, son cine en estado puro me refiero a que en las mismas una forma sobresaliente, casi irreal de lo mágica que resulta, está al servicio de la narración, siempre. Chang-dong antes que esteta es narrador. A través de la plasticidad de las imágenes que crea, construye la psicología de sus tres personajes y resuelve una trama que nunca es explicitada a través del diálogo y propone un discurso socio-económico profundamente crítico sin necesitar grandes frases. Muestra lo inmostrable. Por eso Burning es cine.

2. Barry Jenkins por If Beale Street Could Talk
El mayor piropo, y el más evidente, que se le puede hacer a Barry Jenkins es que sus películas dejan claro que tiene un estilo narrativo y visual propio. Si uno ha visto Moonlight, llegará rápidamente a la conclusión de que If Beale Street Could Talk fue rodada por el mismo cineasta. La plasticidad de sus imágenes, la recreación en los rostros y, en especial, en la mirada de los personajes, el ritmo, casi de vals, que tienen las secuencias... Todos los elementos de la puesta en escena llevan un sello autoral muy marcado. Esta película confirma a Jenkins como uno de los cineastas más delicados de la actualidad, un poeta de la vida cotidiana en las ciudades, pero, o más bien por ello, también un cronista de las injusticias sociales y de la lucha de las personas por vivir su vida.


1. Paul Schrader por First Reformed
Schrader es uno de los autores más maltratados del cine estadounidense de los últimas 50 años. Este año, más de 40 años después del estreno de Taxi Driver, su guion más importante, ha logrado su primera nominación al Oscar como guionista. Sin embargo, la nominación a mejor director sigue resistiéndosele, a pesar de tener a sus espaldas films tan importantes para entender el thriller americano como Affliction o Light Sleeper. A la sombra de su socio Martin Scorsese, Schrader se ha labrado una de las carreras más peculiares, antisistema y caótica de la cinematografía estadounidense. First Reformed es su mejor película desde los 90, una brutal y descarnada denuncia de las miserias del mundo y del colapso de la fe. Es una película importante rodada con la brillantez de un maestro con estilo narrativo e iconográfico propio. Para la historia del cine queda ya la secuencia final del film. Apabullante y profundamente inquietante.

martes, 19 de febrero de 2019

Los No Oscar 2018 III: Actores

Actor de reparto

5. Alessandro Nivola por Disobedience
Disobedience es la historia de dos mujeres enamoradas cuya relación es imposible porque pertenecen a una comunidad judía muy ortodoxa. Nivola encarna al marido de una de ellas. No está, por lo tanto, en el centro del relato. Sin embargo logra construir un personaje tremendamente conmovedor. Lejos de ser un arquetipo, destruye todos los tópicos y muestra a un hombre frágil y compasivo. Cala hondo.

4. Alex Wolff por Hereditary
La prometedora carrera de Wolff casi se va por el retrete por culpa de la espantosa adaptación que hizo Netflix del anime Death Note y su delirante interpretación del protagonista. Por suerte, Ari Aster lo rescató de sí mismo y consiguió exprimirle todo su potencial. Este adolescente maldito y torturado se te clava en el cerebro, porque Wolff sabe retratar la angustia, la locura y la turbación de una persona empujada más allá de sus límites.

3. Michael B. Jordan por Black Panther
Desde su irrupción en Friday Night Lights, Michael B. Jordan no ha dejado de crecer, como masa musculosa, como actor y como estrella. En su tercera película con Ryan Coogler, Jordan ha logrado, por fin, que todo el mundo se fije en él y lo ha hecho entregando la mejor interpretación que ha dado el Marvel Cinematic Universe (MCU) hasta la fecha. Su villano está dotado de capas de profundidad y Jordan aprovecha todas y cada una de sus secuencias para afianzar el discurso de la película con convicción y para devorar al protagonista. Sin duda alguna gana en el cuerpo a cuerpo.

2. Steven Yeun por Burning
Yeun se ha marcado un año sensacional entre Burning y Sorry to bother you. En la película coreana está sobresaliente encarnando a uno de los villanos más fascinantes del cine reciente y también uno de los más enigmáticos. Detrás de cada sonrisa hay un cadáver en su armario. Detrás de cada gesto teóricamente desinteresado una trampa. Construye desde la naturalidad un personaje terrorífico, por lo que esconde, más que por lo que hace.

1. Jake Gyllenhaal por Wildlife
Una vez más Gyllenhaal muda la piel y se adapta a un hombre que poco tiene que ver con él. Un marido y padre ausente, perdido en la vida, compungido y fracasado, irascible. Su personaje tiene muchas caras, casi todas angulosas y Gyllenhaal las clava todas y cada una. Da miedo y pena. Firma una radical deconstrucción de la peor vertiente del clásico hombre blanco heterosexual. Uno de los mejores actores de su generación y de los más arriesgados e interesantes.

Actor

5. Ryan Gosling por First Man
Gosling y Armstrong se parecen bastante, celosos de su vida privada, impasibles y enigmáticos. Es por ello que Gosling era una elección perfecta para encarnar al primer hombre que pisó la Luna. Y no defrauda. Logra reconstruir a ese hombre que llevaba a sus espaldas el inmenso dolor de perder a una hija y los sueños de la humanidad. Ahí es nada. Gosling construye su trabajo desde la gravedad, que transmiten sus gestos, sus movimientos y su mirada triste. Aunque pueda resultar frío, en realidad logra conmoverte, porque consigue transmitir los sentimientos de ese hombre normal, antiheroico, que no sabe comunicarse mejor.

4. Andrew Garfield por Under the Silver Lake
David Robert Mitchell usa a Andrew Garfield para efectuar una reformulación del loser, de ese chaval bueno para nada, sin ganas de vivir, que sale de su anodina vida para lanzarse a una aventura conspiranoica por Los Angeles. Entre la incredulidad, la frescura, la inocencia y la frustración, Garfield compone un personaje potencialmente icónico. Dota al pagafantismo de carisma para convertir al geek en mainstream. Se entrega totalmente a la causa y se echa la película a los hombros. Este chico tiene talento.

3. Ben Foster por Leave no trace
Foster siempre trabaja en los márgenes del sistema. Tiene a sus espaldas ya un buen puñado de grandes papeles y películas independientes. En Leave no trace encarna a un padre conspiranoico que cría a su hija en el monte, alejados del mundanal ruido. Su personaje, rudo y desconfiado, habla poco, pero Foster es capaz de decir mucho, de visibilizar todos los conflictos que lo consumen, de contextualizar todas las decisiones que el personaje toma. Y lo hace usando su rostro. Es un espectáculo.

2. Stephan James por If Beale Street Could Talk
2018 nos ha enseñado que necesitábamos a Stephan James aunque no lo supiéramos. Si en Homecoming estaba sensacional como un soldado torturado por la Guerra, aguantándole la conversación a una estrella (y excelente intérprete) como Julia Roberts, en If Beale Street Could Talk compone a un joven enamorado, joven y esperanzado, atrapado en la madeja del sistema judicial estadounidense, brutalmente racista. El resultado es tremendamente conmovedor. James tiene una de las miradas más puras, transparentes y emotivas que he visto en mucho tiempo. Ojalá esté mirándonos durante muchos años. Aquí hay una estrella.

1. Ethan Hawke por First Reformed
Tras 30 años en el disparadero, Hawke se ha ganado un estatus de actor importante y respetado dentro de la industria cinematográfica. Ha hecho de todo. Películas buenas y películas malas, cine de autor, cine radical y cine comercial. Por todo ello no se entiende que no esté nominado este año al Oscar. Posiblemente First Reformed sea la interpretación más brillante de su carrera, más allá de la importancia y la valentía que implican afrontar su Jesse de la trilogía Before. Su párroco corroído por las dudas metafísicas e ideológicas viene a ser una versión estadounidense del San Manuel Bueno Mártir de Miguel de Unamuno. Un hombre ahogado en sus propias incertezas. Una interpretación salvaje, entregada y espectacular. El mejor trabajo interpretativo del 2018.