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jueves, 17 de septiembre de 2015

Emmysalternatives 14/15 XII: Series de Drama

10. Justified (FX)
¿Lo legal o lo correcto? Lo más apasionante de Justified es que desarrolla un código moral propio. Eso y que coge los códigos del western y los adapta al mundo actual. Todo en Justifed está ligado a las raíces. A un mundo que desaparece. A las minas y las peleas ancestrales entre familias. Esa es la base del relato. A partir de ese caldo de cultivo te cuentan la historia de dos chavales, uno es un US Marsahall y el otro un capo criminal. Ninguno de los dos es bueno. Ambos son conscientes de ello. Sobre Justified: Harlan en el retrovisor.

9. The Leftovers (HBO)
Los dos primeros episodios fueron dubitativos. El tercero una genialidad. A partir del sexto (inclusive) una serie sensacional y turbadora. Así fue la primera temporada de The Leftovers, un relato perturbador sobre lo que le pasa al mundo cuando de pronto desaparecen millones de personas. Una distopía escalofriante. A Lindelof lo que es de Lindelof, esta vez sí. Sobre The Leftovers: Sólo podíamos caer.


8. Halt and catch fire (AMC)
¿Cómo era la informática personal a principios de los 80? Como el lejano oeste, un territorio por descubrir. En la hipnótica Halt and catch fire seguimos a unos pioneros en la búsqueda del éxito personal y del progreso tecnológico. Inteligente, a ratos brillante, siempre interesante. Así es Halt and catch fire, una serie a la que la audiencia no ha sabido querer como se merecía. Es refrescante, sin duda alguna. Sobre Halt and catch fire: Destruir y construir

7. The Killing (Netflix)
¿The Killing? Sí, The Killing. Se emitió dentro del plazo de estos Emmys y sus últimos seis capítulos fueron sensacionales. Así de claro. Una historia terrible con un colegio militar en el punto de mira, concatenada con las peligrosas consecuencias del final de la tercera temporada. Linden y Holder se han despedido para siempre entregando su temporada más redonda y compacta. El último capítulo, dirigido por Jonathan Demme, es una excelente radiografía de sus rostros y de su amistad. Un regalo para los fans. Sobre The Killing: Aunque no para de llover.

6. Homeland (Showtime)
Y Homeland resurgió de sus cenizas. Tras la fallida tercera entrega (ojo, fallida, no mala), la serie de Gansa y Gordon volvió a ser un inmenso thriller de espías/terroristas. Con sus conspiraciones, dramas humanos, miserias políticas y dobles verdades. Crónica del estercolero que es la política internacional americana post-11 S (bueno, en realidad desde la II GM). Homeland es una serie necesaria, porque aborda temas muy espinosos en un país al que le gusta creer que siempre es el impoluto bueno de la película. Pakistán, uno de esos aliados líquidos de los estadounidenses era un escenario perfecto. Lo han vuelto a bordar. Una temporada adictiva e inteligente. Sobre Homeland: Formas distintas de bajar el telón.

5. House of Cards (Netflix)
Siempre describo al thriller político de Beau Willimon como un elefante en una cacharrería. Ocupa el quinto puesto en el ranking pero es la serie cuya presencia en el mismo podría ser más cuestionable. Muy pocas ficciones disfruto hoy en día como House of Cards. La devoro. Es diversión en estado puro para mí (repitamos: para mí). Tiene momentos brillantísimos y sin embargo está tan pasada de rosca que entiendo las críticas. La visión que tiene de la política americana es demasiado bestia. Tiene diálogos fabulosos pero las tramas se desparraman hasta puntos delirantes. Los dos grandes ejes de esta temporada han sido America Works (un completo sinsentido, aunque deliciosa) y la Paz en Oriente Próximo con Rusia como escollo. Ambas han sido muy divertidas pero completamente irreales. Si quieres observar la política estadounidense ves las obras de Simon (a no ser que seas un idealista y te pongas a Sorkin) y si quieres sumergirte en el conflicto entre Israel y Palestina, ponte The Honourable Woman. House of Cards entra en todos los conflictos a cañón, eso hace que sea un espectáculo total, pero también que no te la puedas tomar demasiado en serio. Sobre House of Cards: Los tres combates de Frank Underwood.

4. The Americans (FX)
Prácticamente sin hacer ruido, The Americans se ha convertido en uno de los dramas más densos y fascinantes de la televisión actual. Lenta pero segura. Cocinándose a fuego lento. Sin dar pasos en falso en su relato sobre dos espías rusos sumergidos en la América de Reagan. El matrimonio, la familia, la patria, la moral, la guerra o la política son temas fundamentales en la serie. De hecho es posible que sea la ficción actual más rica en debates morales. No existen el bien y el mal, sólo una resbaladiza escala de grises. Elizabeth y Philip están contra las cuerdas. Ya no sólo están amenazados por el mundo exterior, ya tienen a la amenaza en su propio hogar. Apasionante. Sobre The Americans: Los USA de The Americans y Reagan: nucleares, desiguales e intervencionistas y La verdad os hará prisioneros.

3. Game of Thrones (HBO)
El gran fenómeno televisivo se metía este año en terreno peligroso al comenzar a narrar los peores libros (o eso dicen sus lectores) de la saga. Si a ellos unimos el hecho de que en algunas tramas la serie ya ha adelantado al libro, el reto era mayúsculo. Podría haber salido muy mal y sin embargo Game of Thrones ha vuelto a ser una serie descomunal. Sí, siempre hay tramas que no funcionan tan bien como otras, pero aún así la amplia panorámica que pintan sobre esta lucha de poder es fascinante. Pocas series dejan a sus espectadores tantas veces con la boca abierta como ésta. Posiblemente estemos hablando del gran espectáculo televisivo del último lustro. Además de un sentido de la acción y la tensión brillantes, la serie se caracteriza por estar muy bien escrita e interpretada. No es perfecta pero a menudo es la más lista de la clase. Sobre Game of Thrones: La mayoría y La estrategia del caos.

2. The Good Wife (CBS)
A estas alturas nadie niega que la sexta temporada de The Good Wife no ha sido tan buena como la quinta. Dicho lo cual, a mí me ha vuelto a parece inmensa. Es cierto que la primera parte de la temporada, con Cary acorralado tuvo más tensión que la segunda, centrada en la carrera política de Alicia. Sin embargo la forma en que la serie retrató las esferas de poder en Chicago me pareció brillante, realista y dura. The Good Wife sigue siendo una de las series mejor escritas de la televisión y con más capas de lectura, mezclando con éxito la esfera personal y la profesional. Sobre The Good Wife: La respuesta, ¡No hagas bromas!, Cómo ser Alicia Florick y Los engranajes de la mente y del poder.

1. Mad Men (AMC)
Mad Men es una de mis series favoritas de todos los tiempos. Hemos pasado casi 10 años juntos. 10 años en los que me convertí en seriéfilo. He llegado a sentir los dramas de sus personajes como propios. La serie me ha inoculado la desasosegante sensación de estar perdido en la vida, de no saber quién eres y a dónde te diriges. Mad Men habla de lo duro que es no tener clara tu propia identidad y nadar en un mar de soledad. Lo duro que es sentirte vacío. La insatisfacción vital es un tema recurrente en el audiovisual de las últimas décadas. Y Mad Men, con sus guiones modélicos lo ha abordado como nadie. Quizás sea la serie más sensible de la televisión y una de las de mayor calado emocional. Esta última tanda de siete capítulos ha sido redonda. Siete episodios emocionantes, hermosos y devastadores. Un final redondo para un gran relato humano. Mad Men se ha acabo pero nos volveremos a ver. Las obras maestras son inagotables.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Emmysalternatives 14/15 IX: Actores de Drama

Actor de reparto

6. Ben Mendelsohn por Bloodline
¡Vaya show el del amigo Ben! Su interpretación de oveja descarriada de una familia llena de secretos es tan salvaje que por momentos se come la serie. Sobre todo en la primera mitad de la temporada Bloodline es ante todo la serie de Ben Mendelsohn. Da igual que comparta reparto con leyendas del cine como Sissy Spacek o Sam Shepard, y veterano actores televisivos del peso de Kyle Chandler y Linda Cardellini. Da igual. Cada vez que está en escena se apodera de los planos. Es un trabajo enorme, es capaz de generarte pena y repulsión al mismo tiempo. A priori el Emmy debería estar entre él y Jonathan Banks.

5. Peter Dinklage por Game of Thrones
Hoy por hoy no hay en la televisión un intérprete con mejor oratoria que Dinklage. Sí, los monólogos y diálogos de Tyrion están muy bien escritos, pero sin un orador tan bueno como él no resultarían tan poderosos. Estoy completamente convencido de ello. Por eso, aunque esta temporada su personaje no ha tenido una trama tan poderosa como en las anteriores entregas, ha seguido siendo un placer verlo en pantalla. Este año lo coloco en el último puesto de la terna, pero que nadie dude de que pienso que es uno de los 5 mejores actores de la televisión actual.

4. Walton Goggins por Justified
Se ha terminado Justified y con ella se ha ido uno de esos villanos que marcan escuela, el escurridizo, brillante, astuto y carismático Boyd Crowder. Un villano al que amar. Y sin el aura de dandy sureño de vuelta de todo que tiene Goggins esto no hubiera sido posible. Cómo masca las palabras, cómo dibuja las sonrisas, cómo escupe las amenazas. Qué enorme festival. A tus pies, Walton.

3. Matt Czuchry por The Good Wife
A Matt Czuchry le persigue la maldición de ser “un chico demasiado mono como para tomarlo en serio”. Si uno es capaz de ir más allá, descubrirá la enorme evolución que ha experimentado en las 6 temporadas que lleva The Good Wife en emisión. Es más, tendrá que caer rendido a la evidencia de que Czuchry estuvo brillante en el primer tramo de la última temporada de la serie de los King. Por fin le dieron una gran trama de lucimiento y no decepcionó. Nos enseñó al Cary Agos más vulnerable, frágil y desesperado.

2. Jonathan Banks por Better Call Saul
A priori es el principal favorito a alzarse con el Emmy y recoger el testigo de su compañero de reparto en Breaking Bad, Aaron Paul. Precisamente Banks repite nominación por interpretar al mismo personaje, el impasible Mike, pero por una serie diferente, Better Call Saul. Y si en Breaking Bad brillaba, aquí se luce aún más, con un capítulo, el sensacional Five-O, entero para él solito. El gran mérito de Banks es expresar mucho desde una brutal contención.

1. Vincent Kartheiser por Mad Men

Es de juzgado de guardia que Vincent Kartheiser no haya logrado ni una sola nominación al Emmy por su Pete Campbell. Creo que es una de las mayores tropelías que han hecho los Emmys. No digo ya que le dieran uno, y eso que se merecía unos cuantos, una mera nominación bastaba. Pues no, ni eso. Está muy infravalorado interpretar a un hombre tan nocivo, tanto para los demás como para sí mismo. Pete es un hombre carcomido por sus frustraciones. Y por eso mismo, aunque resulte repulsivo, también es posible conectar con él. Es un trabajo muy sutil. Que bordea lo desagradable para llegar a lo emotivo. Además en esta temporada Weiner y compañía le regalaron una catarsis vital. Kartheiser es un actor capaz de transmitir cualquier sentimiento humano, por terrible que sea.

Actor

6. Justin Theroux por The Leftovers
Además de ser el hombre que mejor maneja el complejo arte de llevar un chándal, Theroux es capaz de transmitir la paranoia que se apodera de su personaje. Un hombre carcomido por sus miedos que se va desmoronando ante nuestros ojos, lenta e inexorablemente. Una fantástica interpretación digna de un thriller psicológico de primera división que, en definitiva, es el género predominante en The Leftovers.

5. Timothy Olyphant por Justified
Siempre digo que el Raylan Givens de Olyphant es uno de los trabajos más físicos de la televisión. No es tanto lo que hace con el rostro o como masculla sus diálogos, que también, sino sobre todo su forma de andar, su forma de apoderarse del espacio. Tiene algo mágico. No sé muy cómo explicarlo pero es un actor capaz de crear atmósfera él solito. Su presencia es subyugante.

4. Kevin Spacey por House of Cards
Spacey es uno de los actores más voraces de las últimas décadas. Dicho eso, su Frank Underwood es una gozada. Perverso, desesperado, oportunista, cínico. Spacey lo llena, lo hace suyo y da un recital. Así de simple.




3. Matthew Rhys por The Americans
Philip está cansado. Su propio sistema moral no puede soportar más las oscuras tareas que la URSS le encomienda. Ya no. Y Rhys logra que veamos en su cansado rostro que se repugna a sí mismo. Que el juguete se ha roto. Ese striptease facial que hace frente a Martha podría haber resultado ridículo y sin embargo es estremecedor. Es un actorazo.

2. Bob Odenkirk por Better Call Saul
Es muy difícil interpretar a un personaje que ya has encarnado anteriormente pero retomándolo en una fase vital completamente diferente. El Jimmy de BCS no es la misma persona que el Saul de Breaking Bad. Odenkirk lo llena de matices para que entendamos dicha diferencia pero que a la vez seamos capaces de entender el proceso que llevó al buenazo e inocente Jimmy a convertirse en el cínico y egoísta Saul. Odenkirk es desternillante cuando lo pretende y emotivo cuando lo necesita. En un trabajo completísimo.

1. Jon Hamm por Mad Men
¿Qué decir ya tras casi una década? Si Hamm no gana el Emmy en un año tan fácil, la Academia habrá cometido un error mayúsculo que la perseguirá siempre. Don Draper es uno de los personajes más icónicos de la historia de la televisión. Y Don Draper es Jon Hamm. Sin sus andares, sus gestos, sus movimientos corporales, su mirada cansada, su sonrisa de galán y su forma de beber whisky no podríamos concebir al Draper que Weiner y sus guionistas escribieron para que quedara marcado a fuego en la historia. Interpretar a un hombre que desde el segundo uno de la serie se resquebraja lentamente pero que sigue manteniendo la fachada intacta es un reto titánico. En esta última temporada, Hamm ha estado aún más inmenso, más trágico, más desesperanzado. La caída ha terminado. Hemos tocado suelo.

jueves, 16 de abril de 2015

Harlan en el retrovisor

JUSTIFIED - Última temporada





El condado de Harlan, Kentucky, es como el salón de El ángel exterminador de Luis Buñuel, o como casi cualquier espacio cerrado del cine de Roman Polanski. Necesitas salir de él para poder respirar, para poder ser libre, y sin embargo, no puedes abandonarlo, eres un prisionero condenado a cadena perpetua. Por muy lejos que se vaya Raylan Givens (Timothy Olyphant, en uno de los trabajos más sutiles de la TV) siempre volverá a Harlan, básicamente porque nunca se ha ido de allí, porque su pasado lo atenaza. Dado que según Eugene O’Neill “no existen ni el presente ni el futuro, sólo el pasado repitiéndose una y otra vez”, Raylan está condenado a habitar Harlan (aunque sea de forma meramente espiritual o emocional) hasta el mismo momento de su muerte. Si tuviera que señalar cuáles han sido los principales hitos de Justified, la serie de Graham Yost, que terminó tras 6 temporadas esta semana en FX, y que adaptaba las novelas del prestigioso Elmore Leonard, diría que han sido los siguientes: el uso del espacio, el dibujo de la América white trash, la reflexión sobre la paternidad, la relación entre ley y crimen como una escala de grises muy oscuros.

El espacio
Estamos acostumbrados a que el audiovisual americano se centre en el espacio urbano. Sobre todo en el espacio urbano poblado por la clase media. Sin embargo, gran parte de la última generación de cineastas americanos que ha irrumpido en el último lustro (gente como Jeff Nichols o Behn Zeitlin) ha puesto a la América rural en su punto de mira. Frente al cristal y el hormigón, la madera y el paisaje salvaje. Justified camina también por esa línea, que en el terreno televisivo aún está menos explotada, si cabe. Harlan es la metáfora de una América desaparecida, literalmente agotada, la que bajaba a la mina y vivía de la tierra. De ahí que las montañas inaccesibles del condado hayan tenido tanta importancia a lo largo de la serie, y sobre todo, en esta última temporada, en la que los protagonistas se han dedicado a intentar capturar un tesoro enterrado en sus entrañas (o más bien, a capturarse los unos a los otros).

La gente
Como consecuencia del colapso de su sistema económico, el condado de Harlan acabó poblado de white trash dedicados a explotar actividades ilegales, aprovechándose de su terreno laberíntico y alejado de la vida urbana, y por lo tanto del foco de las autoridades, de la vigilancia y el control (o del simulacro de ambas). Desde la producción y distribución de droga hasta el asalto de bancos, pasando por la prostitución o cualquier otro tipo de crimen (incluido el asesinato, claro) que se nos pueda llegar a ocurrir. Harlan no sólo se está muriendo, sino que lo está haciendo de la peor forma posible: gangrenándose. Entre mafiosos locales capaces de desarrollar estrategias dignas de Maquiavelo y paletos de poca monta, vamos buceando a través de las entrañas de esa condado camino de la perdición. Boyd Crowder (Walton Goggins, descomunal), el antagonista de todo el relato, o más bien, la cruz de la moneda en la que la cara es Raylan, y Mags Bennett (Margo Martindale en el trabajo de su vida) son dos de los villanos más interesantes que ha dado la ficción televisiva. Delinquir o desaparecer.

El padre
Empecé este artículo (¿?) diciendo que Raylan no puede librarse de Harlan porque no puede deshacerse de su pasado. Su pasado es, básicamente, una infancia y una adolescencia marcadas a fuego por la brutalidad de su padre, Arlo, un criminal curtido a base de ostias. Raylan se pasa toda Justified peleando contra la figura de Arlo. El Raylan del presente intenta enmendar el pasado y evitar un futuro que lo atormenta: convertirse en su padre, esa idea que sobrevuela a todo hijo, sobre todo con el paso de la vida, y de las experiencias, y la constatación de la repetición de determinados comportamientos. Arlo nunca fue un padre para Raylan, y sin embargo su sombra lo emborrona todo. Arlo y Boyd representan aquello en lo que Raylan no quiere convertirse: criminales (auto)destructivos. Habiéndose forjado en el mismo caldo de cultivo, el protagonista intenta ser un hombre de la ley, aunque para ello decida vulnerarla una y otra vez. No importan los medios, sólo los fines.

La ley
En Justified la única ley es la personal. Es decir, el código moral propio. Raylan Givens es un US Marshal y por lo tanto debe cumplir y hacer cumplir la ley, sin embargo, se dedica a bordearla y manipularla para conseguir cumplirla, por lo menos en esencia. Él cree que no puedes luchar contra el crimen en un espacio netamente criminal con normas legales. Sería como pelear con piedras en una guerra nuclear. Una respuesta proporcional, que dirían los estrategas militares americanos. Raylan usa métodos criminales (amenaza, ostia, disparo) para conseguir fines lícitos (“acabar con los malos”). ¿Hasta qué punto el fin justifica los medios? es la pregunta que recorre toda la serie. Justified, como la gran serie que es, no da una respuesta, deja que el espectador se la cocine en su cabeza. Por todo lo esbozado aquí, y por muchas otras cosas (el uso de la comedia, la galería de secundarios e invitados, etc.) Justified está llamada a convertirse en una serie de culto. No es una ficción glamurosa, pero sí letal.


viernes, 11 de abril de 2014

Un año disperso

JUSTIFIED - Quinta Temporada


Spoilers sobre lo que se ha cocinado este año en Kentucky

Este martes terminó en FX la quinta y penúltima entrega de Justified, ese drama policial white trash ambientado en un metanfetamínico Kentucky (sobre todo en Lexington y en el condado de Harlan). Ha sido una temporada impar y llegados a este punto ya sabemos que significa eso. Nuestro marshall badass favorito, Raylan Givens ha tenido un año de que sí que no, disperso, perdido entre varios malos, ninguno de ellos con las suficientes entidad y carisma, con la trama de su antogonista, el gran Boyd Crowder (Walton Goggins es un animal interpretativo) desconectada de la central hasta el final, y con otra trama que se cayó con todo el equipo, el drama carcelario de Ava (Joelle Carter), muy mal dibujado. ¿Todo esto quiere decir que ha sido una mala temporada? No, Justified no es capaz de firmar una mala temporada, simplemente ha tenido demasiadas aristas este año. Como ya pasó en la tercera temporada y en la demasiado procedimental primera, no ha tenido esa redondez en el relato que sí tuvieron las temporadas pares.

La temporada empezó fuerte, sobre todo con esa maravilla de capítulo que fue Shot all to hell (5x05), el de Art (siempre tenemos poco de Nick Searcy) y la espectacular secuencia en la cafetería. Sin embargo Detroit no nos dio lo que prometía y México resultó ser muy flojito, sin ir más lejos en la propia FX en The Bridge que es una serie muy por debajo de la liga de Justified presentaron un mundo del narcotráfico mexicano mil veces más perturbador e interesante. El tramo central se enredó en las cuitas familiares de los Crowe capitaneados por ese Daryl (Michael Rapaport), con un código moral interesante sí, pero un tipo no lo suficientemente carismático para ejercer de gran villano, y así acabamos enredados en Whistle past the graveyard (5x08), el capítulo de la búsqueda de Kendall (Jacob Lofland, el mejor amigo de Tye Sheridan en Mud, un chaval a seguir), un capítulo hueco. Justified puede fallar, pero entregar un episodio sin ningún tipo de intención dramática, sin nervio, sin frases embarradas en dobles sentidos y malicia paleta no. Por suerte, la recta final con todos los protagonistas al borde del precipicio y las tramas paralelas caminando hacia el punto de encuentro se elevó unos cuantos tonos. Sí, los últimos 3 capítulos funcionaron la mar de bien. Sobre todo gracias al Raylan de Timothy Olyphant (vaya actorazo) un tipo cada vez más denso, más trágico, más cansado.

El pasado es una pesadilla de la que estoy intentando escapar

Puesto ya el dedo sobre las llagas, quiero hablar ahora de lo bueno de esta temporada claramente de transición de cara a la última en la que por fin se dirimirá el duelo entre Raylan y Boyd. Lo que mejor ha funcionado en esta entrega han sido las relaciones personales de Raylan. En primer lugar, su relación con Art, siempre tan interesante y siempre tan en segundo plano, terminó por saltar por los aires en forma de puñetazo. El baile de miradas desafiantes y palabras masculladas que se han marcado ha sido una delicia. En segundo lugar, la relación sexo-emocional de este año de Raylan ha sido interesante porque su partenaire no tenía un pelo de inocente, y ha profundizado en esa soledad y en esos impulsos autodestructivos que siempre han caracterizado a Raylan, el marshall para el que el fin siempre justifica los medios, y que tanto unos como otros se mueven en una escala de grises muy oscuros. Y en tercer y cuarto lugar dos relaciones espejo. La primera, proyectada hacia el futuro en el agente Miller de Memphis con el que Raylan trabaja (el notable 5x09) y en el que en su alcoholismo e imprudencia podemos ver a un Givens otoñal, solo, muy solo. La segunda en cambio mira hacia el pasado, hacia las raíces del protagonista, hacia su infancia pisoteada por su padre Arlo. El joven, astuto pero en el fondo inocente (esos cola-caos de la máquina…) Kendall no deja de ser una especie de Raylan Givens cuando era niño. Daryl es a él lo que Arlo a Raylan. Tipos abrasadores en su vida de delincuencia y autoritarismo familiar. Si Miller es una amenaza de cómo puede ser su futuro si sigue por este camino, Kendall es un recordatorio de su pasado. Una jodida maravilla narrativa.

Más de esto, señalar en el apartado del debe, la terrible infrautilización de esos dos interesantísimos personajes que son Rachel (Erica Tazel) y Tim (Jacob Pitts). Cada vez que abrieron la boca, estuvieron maravillosos, vamos, como siempre, personajes construidos en torno a frases (y tiros) letales. En el haber, Dewey Crowe (Damon Herriman) como el alivio cómico definitivo. Se pasó toda la temporada saltando de estercolero en estercolero para terminar como siempre siendo la burla de todos. Podría ser un personaje plano, y sin embargo Dewey es el perfecto retrato de un tipo de hombre, bueno para nada, que habita en esos parajes turbios, corrompidos de Harlan. La season finale, Restitution (5x13) deja claro la vocación de prólogo de esta temporada y coloca las piezas sobre la mesa para la batalla final. Ava, tan perdida en el naufragio presidiario será fundamental en la partida entre Raylan y Boyd. Wynn Duffy (Jere Burns), con menos chispa que de costumbre y sin mucho rumbo este año, también lo será. Estamos todos. La sexta temporada de Justified será un polvorín, las expectativas son altas, un drama de su pegajosa densidad tiene que acabar por todo lo alto. En la serie de Graham Yost, no hay número par malo.