JUSTIFIED - Quinta Temporada
Spoilers sobre lo que se ha cocinado este año en Kentucky |
Este martes terminó en FX la
quinta y penúltima entrega de Justified, ese drama policial white trash ambientado en un metanfetamínico Kentucky (sobre todo en
Lexington y en el condado de Harlan). Ha sido una temporada impar y llegados a
este punto ya sabemos que significa eso. Nuestro marshall badass favorito, Raylan Givens ha tenido un año de que sí que no,
disperso, perdido entre varios malos, ninguno de ellos con las suficientes
entidad y carisma, con la trama de su antogonista, el gran Boyd Crowder (Walton Goggins es un animal
interpretativo) desconectada de la central hasta el final, y con otra trama que
se cayó con todo el equipo, el drama carcelario de Ava (Joelle Carter), muy mal
dibujado. ¿Todo esto quiere decir que ha sido una mala temporada? No, Justified no es capaz de firmar una mala
temporada, simplemente ha tenido demasiadas aristas este año. Como ya pasó en
la tercera temporada y en la demasiado procedimental primera, no ha tenido esa
redondez en el relato que sí tuvieron las temporadas pares.
La temporada empezó fuerte, sobre
todo con esa maravilla de capítulo que fue Shot all to hell (5x05), el de Art (siempre
tenemos poco de Nick Searcy) y la
espectacular secuencia en la cafetería. Sin embargo Detroit no nos dio lo que
prometía y México resultó ser muy flojito, sin ir más lejos en la propia FX en
The Bridge que es una serie muy por debajo de la liga de Justified presentaron
un mundo del narcotráfico mexicano mil veces más perturbador e interesante. El
tramo central se enredó en las cuitas familiares de los Crowe capitaneados por
ese Daryl (Michael Rapaport), con un código moral interesante sí, pero un tipo no
lo suficientemente carismático para ejercer de gran villano, y así acabamos
enredados en Whistle past the graveyard
(5x08), el capítulo de la búsqueda de Kendall (Jacob Lofland, el mejor amigo de
Tye Sheridan en Mud, un chaval a
seguir), un capítulo hueco. Justified
puede fallar, pero entregar un episodio sin ningún tipo de intención dramática,
sin nervio, sin frases embarradas en dobles sentidos y malicia paleta no. Por
suerte, la recta final con todos los protagonistas al borde del precipicio y
las tramas paralelas caminando hacia el punto de encuentro se elevó unos
cuantos tonos. Sí, los últimos 3 capítulos funcionaron la mar de bien. Sobre
todo gracias al Raylan de Timothy
Olyphant (vaya actorazo) un tipo cada vez más denso, más trágico, más
cansado.
El pasado es una pesadilla de la que estoy intentando escapar |
Puesto ya el dedo sobre las
llagas, quiero hablar ahora de lo bueno de esta temporada claramente de
transición de cara a la última en la que por fin se dirimirá el duelo entre
Raylan y Boyd. Lo que mejor ha funcionado en esta entrega han sido las
relaciones personales de Raylan. En primer lugar, su relación con Art, siempre
tan interesante y siempre tan en segundo plano, terminó por saltar por los
aires en forma de puñetazo. El baile de miradas desafiantes y palabras
masculladas que se han marcado ha sido una delicia. En segundo lugar, la
relación sexo-emocional de este año de Raylan ha sido interesante porque su
partenaire no tenía un pelo de inocente, y ha profundizado en esa soledad y en
esos impulsos autodestructivos que siempre han caracterizado a Raylan, el marshall
para el que el fin siempre justifica los medios, y que tanto unos como otros se
mueven en una escala de grises muy oscuros. Y en tercer y cuarto lugar dos
relaciones espejo. La primera, proyectada hacia el futuro en el agente Miller
de Memphis con el que Raylan trabaja (el notable 5x09) y en el que en su
alcoholismo e imprudencia podemos ver a un Givens otoñal, solo, muy solo. La
segunda en cambio mira hacia el pasado, hacia las raíces del protagonista,
hacia su infancia pisoteada por su padre Arlo. El joven, astuto pero en el
fondo inocente (esos cola-caos de la
máquina…) Kendall no deja de ser una especie de Raylan Givens cuando era niño.
Daryl es a él lo que Arlo a Raylan. Tipos abrasadores en su vida de
delincuencia y autoritarismo familiar. Si Miller es una amenaza de cómo puede
ser su futuro si sigue por este camino, Kendall es un recordatorio de su
pasado. Una jodida maravilla narrativa.
Más de esto, señalar en el
apartado del debe, la terrible infrautilización de esos dos interesantísimos personajes
que son Rachel (Erica Tazel) y Tim (Jacob Pitts). Cada vez que abrieron la
boca, estuvieron maravillosos, vamos, como siempre, personajes construidos en
torno a frases (y tiros) letales. En el haber, Dewey Crowe (Damon Herriman)
como el alivio cómico definitivo. Se pasó toda la temporada saltando de
estercolero en estercolero para terminar como siempre siendo la burla de todos.
Podría ser un personaje plano, y sin embargo Dewey es el perfecto retrato de un
tipo de hombre, bueno para nada, que habita en esos parajes turbios,
corrompidos de Harlan. La season finale, Restitution (5x13) deja claro la
vocación de prólogo de esta temporada y coloca las piezas sobre la mesa para la
batalla final. Ava, tan perdida en el naufragio presidiario será fundamental en
la partida entre Raylan y Boyd. Wynn Duffy (Jere Burns), con menos chispa que
de costumbre y sin mucho rumbo este año, también lo será. Estamos todos. La
sexta temporada de Justified será un polvorín, las expectativas son altas, un
drama de su pegajosa densidad tiene que acabar por todo lo alto. En la serie de
Graham Yost, no hay número par malo.
Qué reseña más interesante, Luis. Me ha gustado mucho lo de los dos espejos de Raylan: tal y como lo explicas queda cristalino. Yo había visto también la idea, pero no había sabido expresarla con esa precisión.
ResponderEliminarTodas las apuestas al número par, entonces, jeje.
Muchas gracias :)
EliminarSí, todo nuestro dinero al par, tienen todas las herramientas para hacerlo bien, espero que no nos defrauden :)