THE NEWSROOM - Run
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¡Y yo que pensaba que Danny Boyle me hacía la vida imposible! |
Ayer tuve que montar (= a cargar
una pértiga durante 2 horas) un grupo de discusión con periodistas para hablar
de la vulnerabilidad en los medios de ciertos grupos sociales (mujeres,
migrantes, infancia/juventud y personas con diversidad funcional). Al arranque
de la sesión los cuatro periodistas (una de radio pública, otro de radio
privada, otra de prensa y otra de medio digital) reconocían que en sus medios
no existen manuales de buenas prácticas. No hay un librito que te diga como
debes tratar ciertas cuestiones peliagudas, ni como debes informar, por
ejemplo, sobre cuestiones de infancia, para evitar vulnerar los derechos de las
personas. Quiero suponer que en las empresas mediáticas grandes sí que hay este
tipo de manuales ético-operativos.
Puedo haber algún que otro spoiler sobre el 3x02 de la serie que le dio el Emmy a Jeff Daniels
Precisamente sobre cuestiones éticas gira el
último capítulo de The Newsroom. De
hecho, si dejamos de lado la trama romántica entre Sloan y Don (y el buffet libre),
las otras cuatro giran en torno a qué debe hacer un periodista en momentos
complicados, cómo de relevante es el derecho a la información y cómo se
gestiona el mismo cuando los derechos de otras personas entran en juego. Por un
lado tenemos a Maggie grabando la conversación privada (pero en lugar público)
de un alto cargo de la EPA (si habéis visto la peli de Los Simpson ya sabréis
que es la agencia medio ambiental yankee); por otro lado tenemos a la hija de
Meryl Streep cometiendo una clásica metedura de pata en twitter; en tercer lugar,
la negociación sobre la venta de la compañía y el concepto de televisión como
servicio público; y en el centro de la acción, la trama principal: el acto de
espionaje en el que colaboró Neal y el debate entre el derecho a la información
y el sacrificio personal.
En el fondo, Aaron Sorkin aboga por una
ennoblecimiento del periodismo (y de la política) norteamericana, por un restablecimiento de las buenas prácticas. Este vendría
a ser en gran tema de The Newsroom,
que junto a Studio 60 constituyen una
enmienda a la totalidad a la América post 11-S, esa de la Patriot Act, la NSA,
etc. La legislación es pos del control 24 horas del ciudadano y la basura que
escupen las tertulias políticas han secuestrado al país, reteniéndolo en
tiempos oscuros. Por eso Sorkin cree que es pertinente hablar del
restablecimiento de la ética en el centro de la vida pública. El capítulo
funciona porque está muy bien hilado, y está cargado de significados. 50
minutos de reflexión. ¿Estamos dejando que las normas aprobadas por el miedo
estén secuestrando la democracia? ¿A los medios les interesa más el escándalo
que los acontecimientos realmente relevantes? ¿Tiene la libertad de expresión
barreras infranqueables? ¿Hacia dónde nos dirigimos como sociedad? Quizás, gran
parte de las críticas a Sorkin vienen de que no se limita a hacer estas
preguntas, si no que muchas veces las contesta. En la trama de Maggie, por ejemplo,
nos deja claro qué se debería hacer. Nos alecciona. Y a mucha gente no le gusta
que la aleccionen. Creo que es pertinente que lo haga, pero también entiendo
que es injusto, que el mundo es más complejo que lo que el idealismo sorkiniano (conceptaco) quiere reconocer, más banalmente
complejo, añadiría. Sin embargo, las demás tramas quedan en esta ocasión más
abiertas. El debate legalidad vs. información sigue en pie. Al fin y al cabo
estamos jugándonos si queremos una sociedad controlada por el poder o un poder
(poderes, más bien) controlado(s) por la sociedad.
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