OLIVE KITTERIDGE
![]() |
Quiéreme si te atreves |
Entre el final de Boardwalk Empire y el de The Newsroom (y la resurrección de The Comeback), HBO emitió, a comienzos de noviembre, su miniserie de lujo de este 2014, Olive Kitteridge. La ficción, que adapta la novela homónima de Elisabeth Strout, pasa a engrosar la espectacular lista de miniseries propias de HBO, compuesta por obras de la dimensión de Band of Brothers, Angels in America, John Adams o Mildred Pierce. La miniserie aspira a cosechar no pocos premios, sobre todo para su protagonista, Frances McDormand. La actriz firma su mejor interpretación desde Fargo (por la que ganó el Oscar), y está a llamada a completar la carrera de premios perfecta (Golden Globe, SAG, Critic’s Choice y Emmy), como ya hizo anteriormente Julianne Moore (Game Change). Este drama ambientado en un pueblo de Maine, está cuidado al detalle, desde la preciosa BSO del gran Carter Burwell hasta la melancólica fotografía de Frederick Elmes (Blue Velvet). Cuenta con un reparto espectacular liderado por McDormand y Richard Jenkins, en el que nos encontramos a actores veteranos del nivel de Bill Murray, Peter Mullan o Rosemarie DeWitt, y a jóvenes promesas como John Gallagher Jr. (The Newsroom), Brady Corbett (Simon Killer), Zoe Kazan (What If) o el fantástico Cory Michael Smith (Gotham) . Mientras que el guion corre a cargo de Jane Alexander y la (sutil y emocionante) dirección, la firma Lisa Cholodenko (The kids are all right), ambas especializadas en estudios de personajes femeninos.
Después de ese primer párrafo
informativo (o algo así), me lanzo a hablar, espero que de la forma más
emocional posible, de una de las obras audiovisuales que más me han conmovido
en los últimos tiempos. Conmovido y entristecido. Olive Kitteridge cuenta la historia de una profesora atormentada
por los problemas psicológicos de sus padres, incapaz de expresar sus
sentimientos y encadenada a un hombre
demasiado dulce para su cinismo. La miniserie aborda 25 años en la vida de Olive Kitteridge y su marido, Henry,
interpretado sensacionalmente por Richard Jenkins, y nos cuenta básicamente
como se va apagando la vida. Como con el paso de los años vamos firmando
nuestra derrota, precipitándonos lenta e inexorablemente hacia la muerte. No es
una serie en la que pasen acontecimientos extraordinarios (quizás sólo uno, en
el tercer capítulo, que funciona como catarsis emocional del matrimonio), sin
embargo sí que habla extraordinariamente de los sentimientos que nos invaden,
de los miedos y de los deseos que vamos acumulando. También habla de las
oportunidades perdidas, de lo que vale el amor más allá de la pasión, de lo
difícil que es transmitir lo que uno siente, y de lo complejas que son las
relaciones matrimoniales y las paterno-filiales.
Justamente la gran virtud de Olive Kitteridge es abordar de forma
compleja situaciones normales en la vida de los seres humanos. Hablar de las
conexiones que vamos haciendo (y perdiendo) a lo largo de nuestra existencia
como personas en este planeta tan hermoso y a veces tan doloroso. El último
capítulo, además, es un retrato de la más honda y triste soledad. De qué
esperar cuando parece que tu vida ya no da más de sí. Y aunque parece que toda
la miniserie nos lleva hacia una reflexión final de corte pesimista, al final,
casi como un tenue y fugaz rayo de sol en un día encapotado, hay una ligera
esperanza en ese abrazo en la cama que sellan eses dos supervivientes de la
vida.
La aportación más extraordinaria
de esta miniserie, es acercarse a un personaje, Olive (repito, McDormand firma
una interpretación que no creo que vaya a olvidar jamás), encerrado en sí
mismo, que se protege con un escudo de ironía, cinismo y rectitud, e ir
desenvolviéndolo ante nuestros ojos, quitándole cada una de sus capas, hasta
dejar a esta mujer desnuda, expuesta, llena de sentimientos, rota. Es de una
belleza demoledora el retrato que hace la miniserie de su protagonista. Que no
expreses tus sentimientos no significa que no los tengas, si no, seguramente,
que eres incapaz de sacarlos a la luz porque el miedo te atenaza. Además de ser
un alegato a favor de sumergirnos en las entrañas de las personas a las que
queremos, Olive Kitteridge sostiene
que más allá del romanticismo, lo que importa, sobre todo llegados a la última
fase de nuestras vidas, es el cariño, el querer a una persona de verdad. Le
recomiendo estas 4 horas de televisión a todas las personas que les gusten las
historias de personajes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.