Ahora sí, último post, mi top 10
de los mejores dramas de la temporada pasada. Fuera se quedan series como The Killing con su contundente tercera
temporada, dos clásicos de FX como Justified
y Sons of Anarchy o la siempre
brillante Boardwalk Empire.
10. The Newsroom
¿Si no defendemos los sorkinistas
a Sorkin quién lo va a defender ya, a estas alturas del partido? Lo único que
le falta es que lo arrojen a los cerdos, como harían en una de las series de la
que hablaré más abajo. The Newsroom
es Aaron Sorkin en estado puro, para bien y para mal, desmedido, un sermón
semanal de 50 minutos. En la segunda temporada aprendió de algún error cometido
en la primera: sus periodistas ya no son perfectos y las historias inventadas
hacen que no esté jugando con las cartas marcadas. Pero desde luego no cambió
el rumbo de la serie. The Newsroom es
el manifiesto de Sorkin sobre cómo debería ser su país. Idealista y maniqueo.
Excesivo. Capaz de escribir los diálogos más inteligentes y las situaciones más
sonrojantes. Así es Aaron Sorkin cuando nadie le pone cortapisas, incluido él
mismo. Entiendo todas las críticas que se la han hecho, pero no puedo evitar
que todo lo que escribe me fascine. Con pocas series los minutos se me hacen
más cortos, pocas ficciones me hacen más feliz. Por eso está aquí, aunque suene
a sacrilegio.
9. The Americans
Posiblemente The Americans sea todo lo contrario a The Newsroom, lenta, arrítimica, incluso anticlimática, moralmente
muy compleja, un magma de ideas en el que nada es blanco o negro. The Americans no tiene un discurso,
tiene múltiples elementos que le permiten al espectador formar un discurso
propio. El gran debate de esta temporada ha sido ¿patria o familia? Y todo ha
girado en torno a la nebulosa zona dónde ambas esferas se mezclan. También ha
hablado de la fe en tiempos convulsos, del sacrificio, de los fines y sobre
todo de los medios. Deja además un escenario apasionante de cara al año que
viene. Los protagonistas cada vez se acercan más al borde del precipicio.
8. Hannibal
Si en comedia le di el Most Improved Player a Veep, en drama se lo merece sin duda
alguna la Hannibal de Byan Fuller. La
serie más hipnótica, desagradable, barroca y enfermiza de la televisión. Tras
una buena primera temporada, Hannibal regresó
a NBC convertida en una serie superior, tan buena como para estar en el ranking
de los mejores dramas en antena. Con un arranque y una recta final
espectaculares, ha terminado por imponer un nuevo tipo de televisión: la
sensitiva. Esta serie es ante todo, una experiencia sensitiva trenzada por su
belleza visual y sus asfixiantes mundos sonoros. Cuando la forma es forma y
fondo.
7. Masters of Sex
El gran estreno del otoño pasado.
Esta serie sobre los pioneros de los estudios sexuales irrumpió en Showtime con
osadía, sensibilidad y sentido del entretenimiento. Conjugando elementos de
culebrón con drama de personajes de primera división creó una serie de
relaciones personales muy jugosas, abordó la sexualidad desde el punto de vista
de la mujer en los años 60, y trató con tacto y hondura la homosexualidad en la
misma época. Conjugar ciencia y sentimientos fue su gran acierto. Ése y fichar
a Allison Janney y Lizzy Caplan.
6. Game of Thrones
Otra temporada fantástica de Game of Thrones. Quizás un poco inferior
a la tercera, que estuvo mejor hilada, pero aún así maravillosa. Capitaneada
por los Lannister la serie siguió reflexionando sobre el poder como máquina de
devorarlo todo, empezando por los propios seres humanos que lo poseen o
pretenden conseguirlo. Además nos abrió la puerta a Dorne, nos ofreció a unas
chicas Stark que ya han madurado definitivamente, aumentó la tensión y la
oscuridad de las tramas del norte y nos dejó no pocas peleas (tanto físicas
como verbales) de gran altura. En el lado de los peros, no haber dado más
tiempo a los acontecimientos de la season
finale y sobre todo la trama de Daenerys, muy anquilosada.
5. House of Cards
No tiene pocos detractores la
adaptación USA de las novelas de Michael Dobbs. Sobre todo aquí. Entiendo
algunas críticas, y soy el primero en reconocer que desde luego no es una ficción
redonda. Más bien al contrario, está compuesta de múltiples y afiladas aristas.
Sin embargo me parece una serie adictiva. Una fascinante reflexión sobre el
cinismo y la podredumbre que rodea a la política de alto nivel. Y además es un
thriller negrísimo que te va envolviendo en sus trampas, como si fueras otra
víctima más de Frank Underwood en su ascenso a la cima del poder (o en su
descenso a los infiernos). En House of
Cards la escala de medir no está compuesta de grises. Todo en ella es
negro. Todo apesta. Y entiendo que a mucha gente eso la haga desconectar, que
no haya asideras emocionales o morales a las que se agarrarse, que todo el
mundo sea malo, que todo esté podrido. Además de un tratado sobre el cinismo
estamos ante un tratado sobre el pesimismo.
4. True Detective
Irrumpió, con justicia, como un vendaval
en el mundo seriéfilo. Una serie que cogía un género mil veces explorado como
el de la pareja de detectives a la caza de un asesino en serie, y lo llevaba a
territorios sin explorar. 8 capítulos pensados como un todo, escritos por el
mismo guionista, Nic Pizzolatto, estructurados en inicio, nudo y desenlace.
Fieles a un tempo narrativo particular, que jugaban con los saltos en el tiempo
y la verdad y la mentira como elementos narrativos. Y además de eso, un empaque
visual inusual para el medio televisivo, con Cary Fukunaga como único director
que desde el principio creó una atmósfera abrasiva y deprimente en que poner a
bailar a unos personajes hasta arriba de mierda. True Detective no ha inventado
nada, simplemente ha encontrado otra forma de contárnoslo… ¿simplemente? No,
tiene un mérito descomunal. Cuando veía True
Detective se apagaba el mundo a mi alrededor. Sólo había pantanos,
apellidos franceses (¡viva Louisiana!) y dos pobres diablos jodidos en el
pasado y el presente. Sin duda, qué bueno que llegaste… True Detective.
3. Mad
Men
No soy capaz de verle el desgaste
a Mad Men. Lo único que veo es
evolución lógica de los personajes, de la historia. Me sigue pareciendo un
brillante relato sobre las miserias de la vida. Creo que sigue golpeando el
corazón de la misma forma que lo hacía al inicio. Y además este año ha sido
pura melancolía. O más que melancolía, frustración por los errores cometidos.
También ha ahondado en la familia como trampa y como refugio. Y ha reflexionado
sobre como la vida profesional a veces se apodera de todo, quedándose con todos
nuestros sueños, nuestras aspiraciones. Todos estos temas los han soltado
Weiner y su equipo para hacer que nos cuestionemos nuestras propias
prioridades, que pensemos en qué nos quedará cuando ya no nos quede nada. No es
un mensaje de “el trabajo mata a las relaciones personales”, más bien va en la
dirección de que trascender, hacer algo importante, sentirse realizado, está
relacionado tanto con la ambición profesional como con los sentimientos
humanos. Como siempre… ouch.
2. The Good Wife
Como ha sido de lejos sobre la
serie que más he escrito en el blog este año, llego a la meta sin saber muy
bien qué añadir ya. Inteligente, incisiva, delicada, triste, crítica, valiente.
Todo eso es The Good Wife y sobre
todo esta quinta temporada tan redonda que nos ha ofrecido el matrimonio King.
Posiblemente tenga la maquinaria narrativa más precisa de la televisión actual.
Todo lo que en ella pasa está trabajado, no existe el deus ex machina, todo es natural, orgánico, todo va hacia una
dirección. Esta serie sobre una mujer de ambición y problemas sentimentales
crecientes, lo único que sabe hacer es ir hacia adelante. Y no le importa
meterse en los líos más espinosos, ya sea la vigilancia indiscriminada de la
NSA, la muerte y el sentimiento de pérdida o la corrupción política. Y su gran
acierto es que lo hace con un sentido del humor muy fino, que salpica las
situaciones más descorazonadoras con chascarrillos. Si a todo esto le sumamos
que ha construido a una de las protagonistas femeninas más complejas de la historia
de la televisión y a su alrededor ha ido creando una maraña de secundarios e
invitados fascinantes, lo que tenemos es la serie con el mejor reparto de la
televisión y posiblemente la que mejor nos habla del mundo en el que vivimos.
1. Breaking Bad
Que la serie de Vince Gilligan es
ya historia de la televisión es algo que no creo que nadie ponga en duda. Que
sus últimos 8 capítulos han sido uno de los mejores finales realizados por
cualquier serie espero que tampoco. Si los 8 anteriores que ganaron el Emmy el
año pasado funcionaron como introducción al final, como preparación, estos
últimos 8 han sido la traca final. Y me han dejado sin aliento de tanto
intentar contenerlo y fracasar, y sin palmas de tanto aplaudir. Cuando conoces
a la perfección la serie que haces, has construido a un grupo de personajes tan
ricos y has plantado durante años semillas tan poderosas, lo único que puedes
obtener al final son éxitos. Siempre termino hablando de Ozymandias pero todos
y cada uno de estos 8 capítulos es un éxito en sí mismo, una joya a revisionar
a lo largo de mi vida una y otra vez. El final de Breaking Bad me ha dolido y me ha encantado. Me ha dejado con la
boca abierta, a veces durante minutos, ha cerrado todo lo que tenía que cerrar
y les ha dado a los personajes todo lo que necesitaban. Así es como se cierra
una historia. Una de las más grandes jamás contadas en televisión.
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