10. Obvious
Child
El film de Gillian Robespierre me
hizo reír a carcajadas pero también me emocionó de una forma muy extraña.
Pensaba que iba a ver una comedia ácida y me encontré con un film que me dejó
tocado durante un par de días. Una comedia que subvierte las normas de la
romcom, para acabar construyendo un film rotundamente romántico y optimista. El
problema no es el género, es cómo lo usas, ¡estúpido! Además es a la vez una
mirada crítica a los veinteañeros sin rumbo entre los que me incluyo, y en
cierta forma un film que denuncia ciertos valores conservadores que pululan por
los productos culturales que consumimos, de forma aparentemente inofensiva.
9. Pride
Teniendo en cuenta el actual clima sociopolítico,
Pride es una película muy pertinente.
No porque hable de los derechos de los homosexuales o de la lucha por su
supervivencia de los mineros. Sino porque afronta ambas cuestiones desde una
óptica casi de clase. O más que de clase, de poder. La unión de los actores que
actúan en los márgenes del sistema, de cara a construir una mayoría que pueda
defenderse contra los actores que actúan en los centros de poder. En ese
sentido la dulce, amorosa y combativa Pride,
parece ideada por el mismísimo Gramsci. Más allá de la dimensión política del
film, estamos ante una película tierna, que maneja muy bien las emociones y los
elementos cómicos y que, sobre todo, crea una maravillosa galería de
personajes.
8. Winter
Sleep
Hay películas que cuando las
estás viendo, las disfrutas intensamente, pero que al salir del cine y empezar
a correr las horas, se diluyen en la memoria, hasta quedar reducidas a pequeños
y borrosos recuerdos. En el otro extremo, estarían situadas aquellas películas
que mejoran con el paso de los días, de las semanas, de los meses. Un buen
ejemplo de estas últimas es Winter Sleep.
Estar durante 3 horas y 15 minutos sentado en una butaca incómoda hizo que
mirara muchas veces el reloj e intentara que mi escoliosis no me diera
demasiado la lata. Cuando salí del teatro (durante 10 min antes de meterme
entre pecho y espalda otras 2 h y 15’ de Mr. Turner) estaba un poco
decepcionado. Me había gustado, tenía conversaciones realmente fascinantes y
era un tratado de lo terrible que es ser pasivo-agresivo con las personas a las
que quieres. Pero se me había hecho pesada, creía que le sobraban bastantes
minutos y alguna trama (los hermanos endeudados). Sin embargo con el paso del
tiempo me gusta más. No sólo porque he olvidado el dolor de espalda, sino sobre
todo porque es una película que he necesitado madurar para poder apreciar en
toda su grandeza. Los seres humanos muchas veces queremos lo que no podemos
tener y dañamos lo que tenemos, y en ese proceso nos desgastamos lentamente,
consumiéndonos en nuestra propia frustración. Somos terrible y mágicamente
incomprensibles, incluso (o sobre todo) para nosotros mismos.
7. A
most violent year
Comenzó con muy buenas críticas,
pero rápidamente se disolvió en la carrera de premios. Quizás apurar su estreno
no fue una buena idea. Quizás Cannes 2015, como hizo este año la película de la
que hablaremos a continuación hubiera sido una buena idea. Pero más allá de esto,
A most violent year es una película
muy interesante, oscura, seca, fría. Un relato preciso de cómo funciona la
corrupción, de cómo nuestras ciudades languidecen sumidas en el crimen. Su
discurso era válido para los años 80 y sigue siendo válido hoy. JC Chandor se
confirma como uno de los nuevos cineastas americanos más interesantes.
6. Foxcatcher
Tras su exitoso paso por Cannes, Foxcatcher se convirtió, de inmediato,
en una favorita clara de cara a los Oscar, pero en otoño comenzó a desaparecer
de las apuestas y al final, aunque está presente en las grandes categorías, no
logró colarse en Mejor Película. No será porque no tenga nivel para estarlo. Es
un gran drama psicológico de autor, rodado con mucha personalidad (y
autoconsciencia, ojo), frío, asfixiante, hipnótico. La caída de tres hombres
que se van destrozando mutuamente hasta precipitarse irremediablemente hacia la
tragedia. La tragedia de la ambición, de la necesidad de triunfar, aunque te
lleve a la locura (Whiplash y Nightcrawler van, precisamente por esta
misma línea). El sueño americano abrasa.
5. Relatos
Salvajes
Hacer de la corrupción una
comedia descacharrante, de la desesperación, carcajada. Esa es la idea básica
de Relatos Salvajes. Su ambicioso
objetivo que cumple con creces. Tan crítica, inteligente y ácida como divertida
y graciosa. Necesitamos más comedias de nivel y necesitamos más cine crítico. Relatos Salvajes, una demostración
retorcida de cine social en clave de thriller y comedia negra, es todo esto y
más. Una de las grandes películas del año a nivel mundial. Una demostración de
que desde lo local se puede hablar de lo universal, de que en el mundo
globalizado casi todos tenemos los mismos problemas sistémicos.
4. Deux
jours, une nuit
Una mujer tiene un fin de semana
para salvar su puesto de trabajo convenciendo a sus compañeros para que
renuncien a su bonus, recomponerse a sí misma y curar a su malherido
matrimonio. Todo ello durante dos días y una noche tortuosas en las que los
Dardenne, a través de la mejor Marion Cotillard que yo ha haya visto, nos
escupen a la cara lo terrible que se ha vuelto el mundo en el que vivimos. Pero
el encanto del film está justamente en su humanismo. Podría dibujar este
sistema como una opresión constante en la que comes o te comen. Podría ser
Hobbes y no lo es. A pesar de todas las cosas malas que le pasan a la
protagonista, hay esperanza, hay gente buena que se cruza en su camino. No todo
es negro. No todo está perdido. Aún podemos tener fe en el ser humano.
3. Interstellar
Pongo a Interstellar en esta posición porque más allá de los problemas que
tiene (para mí, como siempre en Nolan el principal son los personajes), o de
que haya sido una ligera decepción, la disfruté muchísimo. Fueron casi 3 horas
en el cine de puro gozo. Este año hubo 5 películas que vi en el cine que me
hicieron muy feliz. Dos se van a jugar el Oscar (Boyhood y Birdman) y las
otras tres ocupan este pódium. De todas ellas, Interstellar me parece la peor, o más bien la más criticable, la
que teniendo metas más altas, comete más fallos o llega menos lejos en sus
objetivos. Pero eso no quiere decir que el viaje interestelar de Christopher
Nolan no me parezca puro cine. Diversión en estado puro. La película tiene esas
ansias de impresionar, de maravillar, de innovar. Y a mí esas ansias me lo compensan
todo. El cine como evasión, como un viaje trepidante por mundos que jamás veré.
2. Mommy
La quinta película de Xavier
Dolan fue el film de 2014 con el que más conecté emocionalmente. A pesar de que
en absoluto cuenta historias que me hayan pasado a mí o presente
personajes que pueda reconocer en mi vida. Conecté con ella porque está cargada
de sentimientos muy bien presentados y explicados. Es una película de una rabia
y una sensibilidad especiales. He hablado (y escrito) tanto sobre ella que ya
no sé qué añadir. Es una película que radiografía con mucho tacto y
personalidad lo que implica ser adolescente e hijo, pero también adulta y
madre, en un mundo cada vez más desconectado y volátil. Un mundo en el que
nuestras conexiones se debilitan, en el que hemos dejado de vivir en nuestras
calles y casas, para vivir dentro de nosotros mismos, intentando escapar de
nuestros problemas nos hemos obligado a vivir parapetados en ellos. Mommy es un canto a la esperanza porque
nos dice que no hay que tener miedo a vivir.
1. Gone
Girl
Frente a la sensibilidad de Mommy, David Fincher y Gillian Flynn
proponen un viaje a un mundo en el que nos hemos vuelto insensibles. En el que
la frustración nos ha corroído, y lo único que nos hacemos es daño a nosotros
mismos y a los que nos rodean. Al calor de la crisis económica, la
superficialidad de los barrios suburbiales, la telebasura y la corrupción
moral, nos presentan la historia de un matrimonio que se hace daño mutuamente,
desangrándose en una guerra sin final a la vista, permaneciendo encadenados el
uno al otro, odiando a las personas en las que se han convertido. Gone Girl nos relata cuán perdidos
estamos, pero no nos propone ninguna salida. Por eso es una película tan agria,
tan pesimista. Fincher se confirma como el cronista de un mundo occidental cada
día más oscuro, lastrado por problemas sistémicos irresolubles. Nos susurra,
otra vez más, que estamos rotos por dentro.
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