THE NEWSROOM - What kind of day has it been?
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Y ¡corten! |
En el final de The West Wing, Abbie Bartlet le
preguntaba a Jed Bartlet “¿en qué piensas?” y él contestaba “en mañana”. Y lo
que siguió a esa frase final, que miraba hacia el futuro, fue un fundido a
negro que cerraba siete años de una de las mejores series de la historia de la
televisión. Aaron Sorkin, su
creador, se había ido de la misma al final de la cuarta temporada. Por lo
tanto, ese diálogo no es suyo. Pero podría haberlo sido. The Newsroom echó el
cierre el pasado domingo en HBO
mirando, también, hacia el futuro con optimismo. Termina así una serie que
nunca estuvo a la altura de las expectativas creadas a su alrededor, que
siempre caminó sumida en un mar de críticas furibundas y que generó numerosos y
encendidos debates. Quizás ese sea el gran legado de The Newsroom, habernos empujado a tratar temas relevantes del mundo
en el que vivimos, de los medios de “comunicación” que padecemos, del tipo de
ciudadanos que somos. Para mucha gente en casi todas las ciénagas en las que Sorkin
se zambulló lo hizo de la forma equivocada. Sobre todo en lo relacionado con la
mujer. La mujer como tema. Yo creo que a veces acertó y otras muchas,
efectivamente, no fue capaz de leer el mundo en el que vivimos. Sorkin cree en
un mundo que ya no existe, o lo que es peor, en un mundo que posiblemente nunca
existió. No tuvo la sensibilidad y la agudeza necesarias para hablar sobre las
discriminaciones que sufren las mujeres, y en cambio le sobró condescendencia
para hablar de lo que hacen mal los medios. Más allá de todo ello, quizás el
gran problema de The Newsroom fue la
ausencia de grises. En un mundo tan convulso como el actual el “esto es bueno y
esto es malo” ya no sirve. The Newsroom
no debió habernos gritado su discurso, debió habernos germinado con el bien de
la duda. Generó enormes debates, pero si hubiera sido menos obvia, más sutil,
más compleja, hubiera generado muchos más.
El final feliz
Estaba claro que The Newsroom iba a terminar con un final
esperanzador. Daba igual lo torcidas que estuvieran las cosas. Tenía que acabar
bien. El humanismo idealista/buenista
de Sorkin se iba a imponer. Y así sucedió. No se molestó demasiado en trabajar
la resolución de los conflictos. Ha sido su último “porque lo digo yo”. En el
mundo real MacKenzie no sería ascendida y ACN no volvería a ser una cadena que
cree en la televisión como servicio público. Esas cosas no pasan. Las grandes empresas
mediáticas caminan irreversiblemente hacia la banalización total. Leed El País,
ved la CNN. El viejo periodismo ya no es periodismo. Sinceramente no sé lo que
es. Y lo peor es que los que lo practican tampoco lo saben. Pero Sorkin nos
dice que sí. Que hay esperanza. Que una gran televisión puede ejercer su
función de servicio público, que puede facilitar el ejercicio del derecho a la
información de los ciudadanos. Ojalá yo pudiera ser tan optimista. Sí creo que el
periodismo no está muerto. Simplemente se ha refugiado en otros medios.
Entendiendo medios no como empresas mediáticas sino como herramientas,
plataformas, espacios. Un debate que organiza una asociación sobre vulneración
de los derechos de los jóvenes, por ejemplo, puede ser gran periodismo, pegado
a la realidad. Una revista cimentada sobre reportajes y entrevistas en
profundidad a expertos en diversas áreas puede ser gran periodismo. Una web con
artículos bien documentados e ideas atrevidas sobre política, sobre cultura,
sobre economía… puede ser gran periodismo. Y así hasta el infinito. En estos
tiempos en los que el ciudadano se ve bombardeado por una cantidad inasumible
de información, la profundización y la especialización son las salidas. Ésta,
obviamente, es mi opinión. Lo bueno de vivir en un mundo con tantas
posibilidades comunicativas a nuestro alcance es, precisamente, que cada uno
podemos lanzar nuestras ideas y confrontarlas con las de los demás.
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Devoto fan de esta pullita final |
Había empezado a escribir este
texto nadando en pesimismo y, sin embargo, aquí estoy, diciendo que no todo es
negro. Supongo que al final, todos tendemos hacia el optimismo. Por eso le
perdono a Sorkin lo inocente que ha sido este 3x06, What kind of day has
it been (título de capítulo que está en todas sus series). Will (Jeff Daniels) y MacKenzie (Emily Mortimer) van a tener un hijo. Maggie (Alison Pill) y Jim (John Gallagher Jr.) por fin van a estar juntos y los dos haciendo
lo que quieren en el terreno profesional y Sloan (Olivia Munn) y Don (Thomas Sadoski) también están encantados con sus vidas compartidas. Los informativos van a seguir siendo profundos.
La web de ACN también volverá incidir en esa profundidad. Y un largo etc. El sacrificio de Charlie (Sam Waterston) valió la pena. Al
final, todo ha salido bien. La magia de la ficción. Sorkin no ha pretendido
nunca ser realista, aunque la masilla con la que construyera su serie fuera la
realidad. Pretendía, y consiguió, ser idealista. Hablar de la realidad desde
una visión idealizada de la misma. Puede ser criticable. Sin duda. De hecho yo
prefiero a un David Simon (The Wire, Treme)
que es capaz de imprimirle a la realidad optimismo, que a un Sorkin que intenta
bañar el optimismo en realidad. Pero posiblemente ambos sean necesarios. Sorkin
no tiene por qué ser Simon. Me da mucha pena el final de The Newsroom, porque
me gustaba que me recordara que el mundo podía ser mejor, que la profesión periodística
podía ser mejor. Me gustaba, además, que azotara con tanta vehemencia a las
empresas mediáticas, aunque al final acabara siendo bastante dócil con las
mismas. Me gustaba porque a pesar de los mil y un defectos, me gusta que Sorkin
sea optimista, ya que yo no lo soy por lo menos que lo sea él. Let Sorkin be Sorkin.
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