Cuando yo era pequeño en mi casa
sólo teníamos una cinta de VHS. Se7en (1995). Había venido un domingo de regalo
con el As. En aquellos lejanos tiempos en que mi padre compraba el As los
domingos para leer antes de ir a misa. Ahora ya no va a misa y en cambio lo lee
todos los días desde su móvil. Y quizás ahora haya saltado de Se7en a The Social Network sin solución de continuidad. Pero volviendo al
inicio, como era la única película que tenía en posesión, vi Se7en muchas
veces. De hecho profané mi infancia viéndola. Y profané las de mis primos
cuando alguna noche de verano se quedaron a dormir en mi casa. Era una película
hipnótica. No acababa de entenderla del todo, pero siempre me sentaba delante
de la tele y la veía como quién estuviera asistiendo a un espectáculo de magia.
Recuerdo incluso cómo olía la caja que resguardaba la cinta. Y el proceso de
rebobinar. Y asustarme siempre cuando llegaban al pecado de la gula. Yo,
obviamente, no sabía quién había dirigido aquello. De hecho creo que no tenía
ni la noción de dirección clara en mi cabeza. Pues bien, aquella película la
dirigió un tal David Fincher. Y casi
15 años después es uno de mis directores favoritos.
Por el camino disfruté de la
solvente (e infravalorada) Panic Room (2002), un entretenimiento de
primera a la vez que una reflexión sobre la obsesión con la seguridad que azota
a las ciudades contemporáneas. Vi Alien 3 (1992), y me llevé una ostia de
esas que no se olvidan. Me encanta la saga Alien (es decir, la 1 y la 2) y
cuando vi la tercera entrega me llevé un chasco. Muy poquito en ella hay del
David Fincher que yo conozco. Quizás las secuencias que comparten Ripley y la
criatura, muy bien planteadas, o un primer acto que funciona bastante bien. Más
allá de eso, la nada. Pero la historia nos ha contado (o más bien él
extendiendo la historia) que carecía de control creativo, que simplemente hacía
lo que le mandaban. Una ópera prima bajo el yugo.
Antes de su Alien, vi The
Game (1997), esa extraña película emparedada entre las dos obras más icónicas
de su filmografía, Se7en y Fight Club (1999). Quizás el eslabón débil de
la Trilogía del Giro Final porque es
un film descontrolado. Liberado de toda atadura, rabioso, incluso más que Fight Club. Una película que supura
frenesí y una apuesta visual absorbente. Pero no deja de ser una especie de
ensayo para la siguiente, ese retrato del hombre perdido en su propia miseria y
de una sociedad enferma en las inmediaciones del nuevo milenio. De todas las
películas de Fincher diría que hay dos que me han marcado mucho más que el
resto. Una es Fight Club, la otra, The Social Network. Y creo que ambas
capturan la esencia del hombre en un punto concreto de la historia. Y que de
esta forma retratan también los cambios y transformaciones que los condicionan,
que los atan a una especie de egocéntrica y cuasi-maniática soledad. Hay mucha
gente que odia su adaptación de la novela de Palahniuk. No yo, desde luego.
Toda esta divagación sobre mi
relación con el cine de Fincher, viene a cuento de que el maestro del thriller
americano contemporáneo (este título corre de mi cuenta y riesgo) regresa los cines (y posiblemente a los premios) este
año. Lo hace volviendo, una vez más, sus lugares comunes (muerte, podredumbre
moral, sociedades enfermas, miedo, secretos) con Gone Girl, adaptación de
un best-seller de Gillian Flynn (que se ha encargado también del guion), que
tiene como punto de partida la desaparición de una mujer (Rosamund Pike) el día de su quinto aniversario de boda.
Siendo pronto señalado su marido (Ben Affleck) como el principal sospechoso. La
historia está contada a través de saltos en el tiempo, siendo a la vez un
thriller psicológico y un policiaco. El film se estrenará en octubre en el New
York Film Festival (NYFF) y después en las salas de cine de medio mundo.
Hasta ahora, además de todas las
críticas positivas de la gente que ha leído el libro que adapta, hemos visto
dos tráilers. Yo, que soy más de que me sugieran que de que me muestren, me quedo
con el primero. Un teaser de montaje desenfrenado y con She de Elvis Costello
de hilo conductor. No eres nada retorcido ¿eh David? Plantear la historia de la
desaparición de una mujer en su aniversario de bodas siendo su marido el
principal sospechoso, y poner de fondo She. Cuadrados los tiene el cabrón. Y
claro, funciona. Llevo todo el verano deseando ver la película. Sé que la veré
en octubre y la defenderé a capa y espada. Con todos los ingredientes que
maneja, ¿cómo no voy a defenderla? Es imposible. No es hype, es otra cosa, es
simple y llanamente devoción. Me pueden fallar muchas personas en la vida. De
hecho lo hacen. Pero Fincher dirigiendo un thriller es imposible que lo haga.
No quiero vivir en un mundo en el que no me guste una película de David
Fincher. Soy capaz de hasta defender un poquito su Alien 3 (como hice antes). O cómo ser más fincherista que Fincher.
El cineasta texano tiene el don
(uno de los múltiples dones que tiene) de parir los mejores trailers del mundo
cinéfilo actual. Así de rotundo me pongo. En 2010, yo ya amaba The
Social Network (2010) desde que comenzó el rodaje. Uno de mis directores
favoritos dirigiendo un guion de uno de mis escritores audiovisuales favoritos
(Aaron Sorkin) sobre el nacimiento de Facebook. ¿Cómo no iba a amar esa
película? Después llegó el primer teaser con Creep de Radiohead (una de mis
canciones favoritas) de banda sonora. Y el amor se hizo fanatismo. Y después vi
la película, y gocé de todos y cada uno de sus segundos. Desde el teaser hasta
que Hooper venció a Fincher en los premios del sindicato de directores (DGA),
viví en una nube, y con el móvil anclado en Creep todo el otoño. The Social Network, como dije antes, es
el retrato del hombre hiperconectado
y a la vez radicalmente solo. De una época de capitalismo salvaje,
globalización, redes sociales, ambición desmedida y desconexión en cuanto a las
relaciones afectivas se refiere. Dentro de 50 años la película de Fincher y
Sorkin seguirá siendo relevante porque será una panorámica de cómo éramos en
los primeros años de la Era Global.
Mientras que un año después, Fincher
regresó al thriller puro y duro, con una adaptación de la primera novela de Millenium (2011).
El primer teaser, era básicamente la cámara recorriendo el camino hasta llegar
a la casa de la familia protagonista. Pura nieve, pura atmósfera. Y sonaba una
versión del Inmigrant song de Led Zeppellin. Y volvió a pasar lo mismo. Me
obsesioné todo el otoño con la canción. Disfruté de la película y eché sapos
contra su no-nominación a mejor film en los Oscar. No es que Millenium sea una de sus mejores
películas, pero es un thriller en clave nórdica de primer nivel, rodado con una
elegancia y una sabiduría que muy pocos directores poseen. Es además, y como
casi todas sus películas, adictiva. Necesitas seguir hacia adelante, entrar con
la cámara en la boca del lobo.
Tanto The Social Network como Millenium
las vi en el cine, sumido en la oscuridad. Antes, tuve la suerte de hacer lo
mismo con sus dos anteriores películas, The
curious case of Benjamin Button y Zodiac.
De hecho Zodiac (2007) fue el primer film de Fincher que vi siendo adulto, y
por lo tanto también el primero que vi en el cine. Encerrado en una sala
pequeña, de asientos incómodos. Atrapado también en su tela de araña, en ese
thriller asfixiante. Zodiac es quizás
la película más autoral de Fincher, no tanto porque sea más él de lo habitual,
sino porque es una película que no hace concesiones, que tiene un estilo
narrativo pausado que no es habitual en su cine, que siempre va a la carrera.
En cambio, la segunda película suya que vi sentado en una butaca, fue la que
todo el mundo señala como su película más impersonal. The curious case of Benjamin
Button (2008), una película-río, un cuento fantástico, sobre un hombre que
nació viejo y rejuvenece a cada segundo que pasa. Más que impersonal, yo diría
que es una película que está muy lejos de las coordinadas habituales en su
cinematografía. Todas sus películas son agrias, oscuras, cínicas incluso. En
cambio Benjamin Button es tierna,
dulce, optimista a pesar de ser un dramón. Una película sobre el amor parida
por un director especialista en la frustración o el miedo humanos.
Pd: He escrito esta entrada
durante varios días haciendo, destruyendo y rehaciendo, con She en bucle
sonando a todo trapo. Lo ha vuelto a conseguir. Ya tengo melodía mental para
este otoño.
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