BEFORE SUNRISE / STOCKHOLM
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La información es poder... poder enamorarte |
Hace un año vi Before Sunrise (Linklater,
1995), tras haberla visto mucho tiempo atrás y guardar un gran recuerdo de
ella, ya que la trilogía Before… de Richard Linklater, Julie Delpy y Ethan Hawke se caracteriza por
producir un gran impacto emocional si el espectador entra de lleno en la
historia. La vi, esa segunda vez, acompañado (o algo así), y eso también condicionó
mi visionado. No sólo pensaba en qué me estaba pareciendo a mí, sino que además
me preguntaba todo el rato a mí mismo, ¿qué estará pensando la otra persona?,
¿en esta secuencia verá lo mismo que yo? ¿verá que ella es una bomba siempre a
punto de explotar? ¿que él no sabe dónde se está metiendo, que es un puto
inconsciente?. Y así todo el rato. Cómo y con quién ves una película obviamente
altera tu percepción de la misma. Para mí Before Sunrise dejó de ser la misma película
que había conocido en su día. Tampoco yo era la misma persona, quiero pensar
que ahora soy un tipo un poco más maduro, sobre todo emocionalmente, que 7 años
atrás, cuando aún estaba saliendo de la pubertad.
La primera vez que vi la película me fascinaron su romanticismo
y su osadía aventurera, sus ansias de exploración. La segunda vez, en cambio, fue la
sensación de complementariedad que transmiten esos dos desconocidos que se
encuentran en un tren y deciden pasar una noche juntos surcando Viena. El amor
tiene que ver más con estar a gusto con una persona que con vivir una gran
aventura. Nos acabamos de conocer pero siento que te conozco de toda la vida.
Más confianza y complicidad que frenesí.
Se cometieron errores |
El año natural que siguió a ese día, con sus altos y sus bajos, por
ese orden, lo completé, con un día de retraso, y esta vez solo, con el visionado
de Stockholm de Rodrigo Sorogoyen, la película española de 2013 que más ganas
tenía de ver. El espontáneo encuentro en una fiesta entre dos jóvenes con amigos en común entre los que va surgiendo una química especial según avanza la película. Llegaba advertido (es difícil llegar virgen tras un año de run
run) de que llegado un momento su aire de comedia romántica se cargaría hasta
evolucionar en otra cosa. Y aún así cuando llegó el giro yo no estaba
emocionalmente preparado. El amanecer en Before Sunrise era un canto a la
esperanza (y también a la inconsciencia), en Stockholm es un crujido, una
decepción, un desencuentro. El desencuentro entre una persona que quiere
demasiado pronto y otra que quiere demasiado tarde. Ouch. Ahora ya estoy
preparado para quererte. Pues yo ahora ya no quiero. Y del constante
desencuentro lo único que surge es dolor. Dolor y rabia. Y en última instancia también una honda angustia.
Así, ese piso madrileño de azotea con vistas maravillosas,
se convierte en una cárcel en la que no sabemos muy bien quién es el carcelero
y quién el prisionero. Al final de Before Sunrise todo eran promesas. En
Stockholm en cambio, nos hablan de promesas que no valen nada, quizás porque nunca valieron nada o quizás porque han caducado
de mero cansancio, por no ser tomadas en serio a su debido momento. Debe ser el espectador, en todo caso, el que decida, si es capaz de hacerlo. El
quizás es algo común a ambas películas, sin embargo en el film de Linklater los quizás se proyectan hacia el futuro, en cambio en el de Sorogoyen danzan noqueados entre los dos protagonistas (Aura Garrido y Javi Pereira, brillantes, sobre
todo ella) anclados al pasado, a los errores cometidos.
Es normal en películas que giran en torno a un duelo entre
dos personajes tomar partido por el que crees que te identifica mejor. Yo lo hice
con las dos primeras películas de Before… y en cambio en la tercera, en la que
justamente el conflicto es el eje central aprendí a no hacerlo. Ahí sí que
supongo que jugó la madurez, o más que la madurez la experiencia sentimental.
Uno no puede quedarse parapetado en sus propios sentimientos, tiene que
intentar entender los de la otra persona. Eso quizás sea querer a alguien. Obviamente es algo complicado. Y lo que pasa cuando no lo consigues, cuando te quedas solo, únicamente acompañado de tu dolor, es que te haces daño a ti mismo en una espiral sin fin y acabas
haciéndole daño a la otra persona. Lo que pasa en esos casos es Stockholm. El deterioro de
una relación entre dos personas que a priori sí funcionan juntas, dos personas
que empiezan siendo como los protagonistas de Before Sunrise, adecuadas (no es
una palabra romántica, pero creo que es la más acertada) la una para la otra, “las
personas” y terminan por no ser, a pesar de ellas mismas, de sus deseos. Stockholm es una
película que quema, no como ese café al viento en la azotea, que abre una puerta a la posibilidad de corregir los errores, pero que con su final acaba por cerrárnosla en las narices. Quizás esos tres minutos finales sería lo que cambiaría de la película. Sí, quizás.
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