MASTERS OF SEX
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El duro despertar |
Puede haber algún spoiler del 2x03 de Masters of Sex
Tras todo el hype generado a su alrededor, este último domingo Showtime emitió el tercer capítulo de la
segunda temporada de Masters of Sex, Fight. Una especie de bottle
episode encerrado en su mayor parte en una habitación de hotel, en el que
sus dos protagonistas, Masters y Johnson, se embarcan en una pelea psicológica
llena de golpes, amagos, verdades… y mentiras. Para estructurar la batalla, los
guionistas de la serie escogieron anclar el episodio en un acontecimiento
histórico, la pelea por el título mundial de peso semipesado entre el campeón
Archie Moore y el aspirante Yvon Durelle. De este recurso narrativo, Mad Men, una serie que arrancó en los
mismos años que ésta, ha hecho un fructífero uso a lo largo de sus temporadas.
Aún esta temporada en su season finale
contó la llegada del hombre a la luna. Pero sin duda es en The Suitcase (para muchos el mejor capítulo de la serie, yo
incluido) dónde mejor y de una forma más profunda usó la mezcla entre ficción y
realidad histórica, al contraponer el combate entre Liston y Clay, con la unión
de soledades entre Peggy Olson y Don Draper, como si estuviéramos en un juego
de espejos.
Por todo esto no creo que sea casual
que Bill pronuncie la palabra “suitcase” cuando está sumergiéndose en su
infancia. Bill Masters es un hombre que quiere romper los tabúes sociales en
cuento al sexo, sin embargo él carga un saco lleno de tabúes, de secretos, de
habitaciones inexpugnables, y casi todos tiene
su origen en el mismo sitio, su truculenta infancia marcada a fuego por su
terrible padre. Tras contar una historia muy breve de su infancia relacionada
con el boxeo, cierra el grifo. Ante las preguntas de Virginia, se vuelve, como
siempre, agrio, desagradable, incluso mezquino. Todo hombre destruye lo que más
quiere. Masters es tan críptico, vive tan dentro de sí mismo que lo único que
hace es dañar a todo el que se acerca a él. Volviendo a Mad Men, Betty le dice a Don en un capítulo de la sexta temporada
una frase lapidaria: “pobre chica, no sabe que la peor forma de llegar a ti, es
amándote”. Masters tiene miedo de ser un monstruo como su padre y por eso
aparta a la gente a la que ama de sí mismo. Porque él sabe, como nosotros, que
es un tipo tan brillante como nocivo. Cuando al inicio de esta temporada no
coge a su bebé que llora desconsoladamente y pone la música a todo volumen para
no oírlo, todos pensamos lo mismo, “es un padre terrible, un hombre vacío por
dentro”, y sin embargo en su cabeza él cree que actúa bien porque si coge a su
hijo puede inyectarle su ira macerada durante décadas. Un hombre que vive entre
penumbras.
Y la luz que irrumpe en su vida,
no es otra que Virginia Johnson, la colma de su zapato, básicamente porque no
se resigna a mantener la oscuridad que lo gobierna todo dentro de él. Ella sabe
que al seguirlo se está metiendo en la boca del lobo, sin embargo no tiene miedo
a ello porque se siente tan fascinada y atrevida que está dispuesta a correr el
riesgo. Está dispuesta a jugar, por eso este capítulo es una partida de
ajedrez, en la que los dos juegan con la cabeza, el corazón y las entrañas,
intentando equilibrarse a sí mismos todo el rato para desestabilizar al otro.
Este Fight es casi casi un thriller psicológico (como un Polanski para todos los estómagos), en el que dos personajes
juegan a no ser ellos para ser más ellos que nunca. El matrimonio inventado
como coartada cobra vida, mezclando la realidad con los deseos, los reproches
con los anhelos. Juguemos a ser un matrimonio perfecto para no asumir que
nuestra relación no es ni será nunca meramente profesional. Juguemos y mientras
jugamos, destrocémonos. Y desde que él la sorprende por la espalda en el baño y
tienen esa escena de sexo tan sucia, tan árida, todo lo que hay en este
capítulo son dardos. Incluso en los momentos felices, dulces, se están
devorando. Básicamente porque esa felicidad artificial les recuerda a la vez
que es una felicidad imposible. Y aquí ella, como casi siempre, es más lista
que él, por eso se marcha de la habitación en el momento adecuado, cuando sabe
que o se va, o caerá en la trampa mortal que él le ha tendido. Yo no soy tu
mujer, tu mujer está en casa esperándote con tu hijo recién nacido. Casi como
el propio Monroe que estuvo a punto de perder el combate al inicio del mismo,
pega el golpe final en el último round y se mantiene en pie. Masters y Johnson
son tan interesantes porque como diría Muhammad Ali (aka Cassius Clay), Virginia
Johnson vuela como una mariposa y pica como una abeja. Es la chispa adecuada al
valle de hienas que él tiene por alma.