20. Devs (FX on Hulu | HBO)
Alex Garland es, claramente, uno de los grandes autores de la ciencia ficción audiovisual de las últimas décadas. Su salto al formato seriado, tras firmar grandes películas como Ex Machina (2015) o Aniquilación (2018), se salda con un éxito rotundo. Devs no solo es una de las mejores series de ciencia ficción del año, sino también una reivindicación de la slow tv en unos tiempos cada vez más acelerados. El novio de una programadora que trabaja para un genio de las nuevas tecnologías se suicida. Ella sabe que no puede ser cierto y se sumerge en una peligrosa búsqueda de la verdad. Lo que hallará será, sobre todo, un drama filosófico sobre el determinismo.
19. The Mandalorian (Disney +)
The Mandalorian es una gozada de serie. Un entretenimiento total. Un híbrido sensacional entre el western y el fantástico. Una ampliación del canon de Star Wars, que huye de dogmatismos y que no renuncia ni a su vertiente más lúdica, casi hedonista, ni a construir un discurso sociopolítico mejor que el que Lucas apuntó en la trilogía de los 00 y que el que Johnson intentó en su película de la trilogía de los 10. Jon Favreau y Dave Filoni, sí, éste es el camino.
18. Normal People (BBC | Starzplay)
Como me dijo mi amiga Paloma, siempre tan certera, el título de la novela de Sally Rooney (y de su adaptación televisiva) es tan bueno porque lo que describen ambas son las roturas y las heridas que vamos acumulando a lo largo de la vida. Todos estamos un poquito rotos, por eso Marianne y Connell no dejan de ser gente normal. Desde el instituto hasta el final de la etapa universitaria los seguimos a ellos, a sus traumas y a su compleja relación de amor y amistad, embarcados a su lado en un viaje hacia la adultez. Lo más interesante de la serie es el retrato íntimo que compone sobre la incomunicación y el dolor que ésta nos causa. Las cosas que nos callamos, las cosas que malinterpretamos, las cosas que damos por supuestas... A estas alturas parece que es algo obvio pero hay que seguir repitiéndolo: con querer a alguien no llega. "La vida nos lleva por caminos raros".
17. Adult Material (Channel 4 | Filmin)
Esta obra de la siempre arriesgada Channel 4 complementa a la gran serie sobre la violencia machista de este año y de la que hablaremos un poco más abajo. Aquí, una mega-estrella del porno británico y madre de familia pone en jaque toda su, en apariencia, cómoda vida por defender a una debutante, que ella cree que no ha sido protegida por el director y el productor de la película que rodó. Al hacerlo, ataca los pilares básicos de la industria pornográfica y cuestiona la utilización de las mujeres ya no solo en esta industria, sino en los demás ámbitos de la sociedad. Lo que convierte a Adult Material en una serie especialmente interesante es que su protagonista, lejos de erigirse en una activista, es la primera en no ver esa violencia sistémica, en negarla y en condonarla. Su lucha se convierte así en un proceso de toma de conciencia pero también en una espiral de autodestrucción personal. Porque como decía Jack Nicholson en Algunos hombres buenos, nosotros no somos capaces de soportar la verdad.
16. Historias del bucle (Prime Video)
Esta miniserie aborda la vida de algunos de los habitantes de un pueblo situado encima de una empresa-laboratorio, el Bucle, en el que suceden todo tipo de acontecimientos que trascienden las leyes de la física y el espacio-tiempo tal cual lo conocemos. Hay muchas cosas en Historias del bucle que me gustan. Su aproximación íntima y sensible a la ciencia ficción, su construcción de un pequeño universo con sus reglas propias y sus modos de habitarlo, su exploración de algunas de las grandes cuestiones que ha abordado la ciencia ficción desde sus comienzos: los saltos y los bucles temporales, los cambios corpóreos, los mundos paralelos o los límites de la robótica. A este respecto, es curioso que en Historias del bucle lo importante no sean dichas cuestiones, o los artefactos narrativos que se emplean para afrontarlas, sino los efectos que tienen en las personas.
15. El último baile (ESPN | Netflix)
El último baile es un fantástico documental seriado, que ofrece a los espectadores un viaje retrospectivo a los Bulls de Michael Jordan, deconstruyendo, a partir del análisis de su última temporada, toda la historia del equipo más laureado de la NBA. Un chute de entretenimiento que dibuja un retrato lleno de claroscuros de una personalidad obsesiva, manipuladora y adicta al éxito, Michael Jordan, un hombre que no sabe perder, así que lo único que puede hacer es ganar. Era difícil prever que el antihéroe del año iba a ser el mejor jugador de baloncesto de la Historia.
14. El colapso (Canal + | Filmin)
El sistema social, político y económico colapsa y comienza una carrera desesperada por sobrevivir. El colapso lleva la barbarie neoliberal hasta sus últimas consecuencias. Con todas las instituciones derrumbadas, el individuo, solo y asustado, tiene que conseguir mantenerse con vida. Cada capítulo de El colapso representa, mediante un único plano-secuencia, la historia de una persona o grupo de personas en espacios muy concretos y especialmente interesantes: una gasolinera, un aeródromo, una central nuclear, una residencia de ancianos. La utopía hobbsiana da mucho miedo. Y sí, el sistema colapsa, pero las clases sociales no.
13. Patria (HBO) y El Desafío: ETA (Prime Video)
Estas dos obras, una de ficción y la otra documental, maridan a la perfección para ofrecernos una panorámica del horror y el dolor que provocó el terrorismo durante décadas en todo el estado pero, en especial, en Euskadi. Y a pesar de su impacto sociopolítico a nivel macro, ambas brillan, sobre todo, cuando se convierten en relatos humanistas sobre personas cuyas vidas saltaron en mi pedazos.
En el caso de El Desafío: ETA, los testimonios de las víctimas y de las familias de los asesinados huyen de la sensiblería para componer miradas llenas de dolor pero también de clarividencia sobre el Horror pero también sobre la sociedad vasca. En el de Patria, las relaciones humanas entre esas dos familias separadas y aniquiladas por el terrorismo son el centro del relato y lo que hace a la serie tan poderosa y compleja, mucho más que un retrato sociopolítico más simplista. Al final, lo importante son las personas. Siempre.
12. Territorio Lovecraft (HBO)
Quizás de todas las series de esta lista, Territorio Lovecraft sea la más divisiva y la que más críticas ha recibido. Esta adaptación literaria traslada el terror cósmico lovecraftiano a los Estados Unidos de las Jim Crow para hablar del racismo sistémico de un país fundado sobre la podredumbre moral y socioeconómica de la esclavitud. La serie no es precisamente sutil en su discurso, pero su uso del género (el fantástico, el terror, la ciencia ficción) es soberbio, logrando no parecerse a nada de lo que hemos podido ver este año en nuestras pantallas. Una obra radical y que fuerza los límites del arte audiovisual de masas. Ahí es nada.
11. Veneno (Atresplayer Premium)
Los Javis están en pleno proceso de maduración artística. Afrontar la reconstrucción de la vida de un icono de los años 90 tan complejo como La Veneno requiere mucha valentía. La tienen. A pesar de su tendencia natural hacia la sensiblería, en Veneno, la serie, logran capturar, de verdad, la esencia de aquella década en un país que se creía más moderno de lo que era, de una democracia que se pensaba más madura de lo que estaba. Contar la historia de colectivos invisibilizados o representados de forma injusta por el sistema mediático es un acto político loable. Veneno contribuye a la reconstrucción de una cierta memoria de los otros.
10. Homeland (Showtime | Movistar +)
La crisis del coronavirus ha puesto fin a las dos primeras décadas del siglo marcadas, primero, por la war on terror post-11 S y, después, por la crisis económica y el auge de la ultraderecha nacionalista en las democracias representativas occidentales. Homeland, una de las series más importantes de la década de los 10, ha llegado a su fin ofreciendo una mirada inteligente a estas décadas peligrosas. Salvo por su tercera temporada, la serie ha sido extraordinariamente regular. Un análisis brillante de los enemigos exteriores e interiores del decadente imperio americano. El mundo es un lugar muy muy muy peligroso.
9. The Crown (Netflix) y Des (BBC | Movistar +)
The Crown es la serie que más disfruto de toda la televisión(ish). En su cuarta temporada la obra de Peter Morgan viaja a los 80, la década de Margaret Thatcher, los años oscuros a los que debemos mirar para entender cómo hemos llegado a este punto, a este desmantelamiento de nuestro Estado del Bienestar, a este individualismo exacerbado. En su segundo episodio, ambientado en el refugio escocés de Isabel II, la serie tiene que decidir en cual de las dos protagonistas recién llegadas a la serie, Diana Spencer y Margaret Thatcher, se va a centrar y Morgan escoge a la primera. Para muchos ha sido un acierto priorizar lo familiar sobre lo político, sin duda la representación de Diana es exquisita (¿qué no lo es en The Crown?), pero al final queda la sensación de que ha desperdiciado una de las figuras políticas más importantes del último medio siglo y, junto a Angela Merkel, la mayor líder política mujer de la historia de las democracias. Aún así, cuando la serie opta por poner el foco en Thatcher (el último episodio), en sus políticas (el quinto) o en su conflicto con la Reina (el octavo), es brillante.
Precisamente, los vacíos dejados por The Crown, sobre la década thatcheriana, los llena, con sordidez y pesadumbre, Des, la historia de un asesino en serie que se dedicaba a matar a víctimas del sistema político, social y económico neoliberal, a personas sin hogar, sin trabajo, sin esperanza. Y ahí es cuando Des pasa de ser un thriller sobre uno de los grandes criminales de la historia del Reino Unido para convertirse en un alegato contra el neoliberalismo, la destrucción de los servicios públicos y la creación de grandes bolsas de población arrojadas por el estado a la pobreza.
8. Vamos Juan (TNT España)
La Veep española ha crecido en su segunda temporada. Javier Cámara pocas veces ha estado mejor que aquí interpretando a ese político mediocre prototípico español. Manejar la vergüenza ajena no es sencillo, pero Vamos Juan ha hecho de ello un arte. El suyo. Por ello y por muchas otras cosas es la serie con la que más me reí este año. Una enmienda a la totalidad a la clase política y a las miserias partidarias. De ambas cosas habla la siguiente ficción, pero en un país vecino y con un tono bien diferente.
7. Baron Noir (Canal + | HBO)
¿Hacia dónde va la izquierda europea? ¿Es capaz de afrontar la amenaza doble que suponen el neoliberalismo hegemónico de las últimas décadas y el fascismo que se ha abierto paso en todos los parlamentos del continente? ¿Lo hará unida o disgregada? A estas preguntas busca responde la tercera y sensacional temporada de Baron Noir, el drama político francés que sigue a un oscuro, corrupto y, a la vez, idealista político socialista en su incansable esfuerzo por alcanzar el Poder. Surcando las turbulentas aguas de un partido en descomposición (el PS) y de otro que no termina de consolidarse (LFI), se va abriendo paso cara a su objetivo, no sin ahorrarse traiciones y no sin escatimar en riesgos políticos y personales. Adrenalítica y fascinante.
6. Antidisturbios (Movistar +)
Más allá del asfixiante estilo de dirigir de Rodrigo Sorogoyen, tan brillante como de costumbre, lo que él e Isabel Peña logran en Antidisturbios es extraordinario, sobre todo, por el contenido. Por ese retrato de las cloacas del Estado en las que se ven inmersos un grupo de policías antidisturbios y la encargada de investigar, desde Asuntos Internos, si cometieron o no alguna imprudencia en el desalojo de una vivienda. Lo que podría ser un mero thriller policiaco, se convierte en un retrato certero de un país con profundos problemas en la gestión de los servicios públicos y del aparato coercitivo del Estado. La corrupción es la gangrena que se extiende por todos los ámbitos de nuestro sistema social, político y económico.
5. Podría destruirte (BBC | HBO)
Michaela Coel ha firmado una de las obras audiovisuales más apabullantes, imaginativas y valientes del año. A través de un género (o más bien de un tono, de un enfoque) tan delicado y difícil de equilibrar como la dramedia, aborda la violencia machista contra las mujeres, el consentimiento y el horizonte del feminismo de una forma que nadie había hecho hasta ahora en el audiovisual. Lo hace mediante la construcción de un minucioso estudio de la psicología de una mujer violada, que tiene que luchar (sobre todo consigo misma) para encontrar la forma de lidiar con el trauma y hallar una especie de reparación personal frente a la agresión. Una obra fundamental en la era del #MeToo. Un tratado feminista inteligente, profundo y complejo. Televisión de vanguardia.
4. BoJack Horseman (Netflix)
Se podrían decir muchas cosas sobre BoJack Horseman, una mirada aguda no solo a la industria del entretenimiento, sino a la vida contemporánea en general. Pero, para mí es, ante todo, una crónica de la desazón, de la insatisfacción como estadio vitado permanente, del dolor que sentimos dentro y no tenemos claro de dónde viene y, sobre todo, como extirparlo. BoJack, Diane, Princess y los demás personajes de la serie han tenido a lo largo de estos años muchos bajos y algún que otro alto. Quizás en estos últimos radique la felicidad, en asumir la derrota global y disfrutar de las pequeñas victorias. Vivir duele. Como dijo la gran filósofa del 2020 (¡chúpate esa Žižek!): "es mejor eso que morirse".
3. La conjura contra América (HBO)
En sus obras precedentes, David Simon fue construyendo un aparataje discursivo en confrontación directa con el aparato conceptual neoliberal. Denunciando una a una todas las líneas maestras del estado neoliberal centauro (Wacquant, Harvey). La conjura contra América, una adaptación extremadamente fiel (salvo en el punto de vista, lo cual no es baladí) de la novela homónima de Philip Roth llega en un momento histórico muy distinto al de sus obras más celebradas (The Wire, Treme): el auge del nacionalismo ultraconservador en Occidente y, especialmente, en los Estados Unidos de Donald Trump. Esta obra, una ucronía en la que el aviador Lindbergh derrotó a Roosevelt en las elecciones de 1940, USA no entró en la II Guerra Mundial y se comenzó a perseguir a los judíos en territorio estadounidense, dialoga de forma tan nítida con nuestro presente que es imposible no leerla como una advertencia. Nos dirigimos a un escenario de persecución al diferente, envueltos en la bandera nacional. El neoliberalismo destroza vidas, el fascismo es, en sí mismo, una negación de la vida, un elogio de la muerte.
2. La amiga estupenda (RAI-HBO | HBO)
La historia de Lena y Lila es uno de los grandes relatos (literarios y audiovisuales) de nuestro tiempo. Dos amigas, dos mujeres de clase obrera, de un barrio empobrecido, de una ciudad estigmatizada (Napoli), que habitan un pasado reciente salvajemente misógino y que cometen el pecado capital de ser ambiciosas, brillantes e independientes, se parten la cara contra el estado de las cosas para lograr lo que desean. Por el camino se quieren y se hacen daño, componen un frente común y estallan en una guerra civil. Por el camino, un viaje a la madurez. La magia de las cosas nuevas, de los descubrimientos. Los veranos en los que todo parece posible y en los que cualquier desgarro parece incurable. Por el camino, la vida. Dura, fascinante, inescrutable. Hermosa.
1. Mrs. America (FX on Hulu | HBO)
Mrs. America es un crisol de historias en torno a la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Y un haz de derrotas. La Enmienda a la Constitución estadounidense que defendía la igualdad de género (Equal Rights Amendment, ERA) fracasó a pesar de que parecía tenerlo todo de cara en términos de estrategia política y el respaldo moral de estar en el lado correcto de la Historia. Y sin embargo, el viaje de todas aquellas mujeres que se implicaron ideológica y personalmente para lograr su éxito valió la pena, porque elevó la lucha feminista al corazón mismo de la opinión pública. Pero Mrs. America no es, solo, la historia de las feministas de vanguardia, sino también de las mujeres que creían que la igualdad de derechos amenazaba lo que ellas consideraban sus privilegios, su estatus de amas de casa y su modo de vida, cimentado sobre la institución familiar y la dirección por parte del pater familias de ésta. Estas mujeres, azuzadas convenientemente por los grupos de poder conservadores, estaban lideradas por Phillys Schlafly, una ambiciosa y brillante mente del Partido Republicana a la que los hombres taponan en su ascenso en la jerarquía del partido, paradójicamente (o quizás no tanto), por ser mujer. De tal forma que encuentra en la lucha contra la ERA la plataforma perfecta para hacerse con un espacio de poder dentro del GOP y del sistema político del país. Del otro lado, como decíamos, algunas de las líderes feministas más importantes de la historia de Estados Unidos, Gloria Steinem, Bella Abzug, Betty Friedman o la primera aspirante a presidenta de la federación, Shirley Chisholm. Teniendo en cuenta este tablero de ajedrez, Mrs. America podía tomar partido deliberadamente por el bando feminista, a la hora de construir la psique y los mundos de la vida de sus protagonistas. Sin embargo, tanto las feministas como las mujeres anti-ERA son representadas de forma rica y compleja, mostrando tanto su personalidad y vida personal, como su acción política, porque, sí, no hay que olvidarlo nunca, lo personal también es político. El resultado es una obra narrativamente justa y discursivamente abiertamente feminista, que no cae en la trampa de reducir a las mujeres conservadoras a meros maniquís sin cerebro. Menospreciar al enemigo, ridiculizarlo, infantilizarlo y demonizarlo no lleva a la victoria. Solo a ser incapaz de comprender por qué se perdió. PD: En el día en el que se publica este texto, la República Argentina ha legalizado el aborto. Seguimos.