LOUIE - Quinta temporada
Divertirse y ser feliz no es lo mismo |
En los últimos meses hay una
frase que se ha repetido de forma recurrente en mi vida: “estoy viejo para esta
mierda”. Como si fuera Clint Eastwood en un thriller policíaco, justo antes de
escupir contra el suelo. Estoy viejo para salir, para ligar, para estar de
resaca, para beber como bebía antes, para vivir dónde vivo. Estoy en ese punto
en el que quiero saltar a otro paso vital (un piso pequeñito para mí solo, un
trabajo en el que cobre más que 290 euros, pareja, un gato para comenzar a ser
el loco de los gatos, invitar amigos a cenar a casa, aprender de vino, etc.)
pero la realidad dice que no. Que siga esperando. Y en esa disociación es
cuando siento que estoy viejo para toda esa mierda, esa mierda llamada “mi
vida”. Teniendo en cuenta todo esto a lo mejor he tergiversado la gran
idea-fuerza de la última temporada de Louie, que ha terminado esta semana,
pero para mí en estos 8 capítulos, CK ha
hablado de que Louie (el personaje) está viejo para esa mierda. Para una
novia que lo trata como a un colega, para fingir que alguien le cae bien cuando
no es así, para el humor de pedos y pollas, para ponerse chaqueta en una
actuación, para los sucios moteles de carretera. Para todo eso y mucho más.
Louie necesita una vida que no tiene. Louie se siente muy solo. Si en la
(descomunal) cuarta temporada habló de la incomunicación en la vida urbana, en
esta nos ha mostrado las consecuencias que ella acarrea: la frustración.
No es que Louie tenga una mala
vida, de hecho tiene una buena vida de clase media holgada. Vive en un buen piso
en Nueva York, es un artista y tiene dos hijas inteligentes. Pero está solo y
frustrado. Quizás porque a veces nos imaginamos una vida para nosotros mismos y
la realidad nos noquea abocándonos a otra bien distinta. No ayuda a todo ello que vivamos en una sociedad que oculta lo que más
le gusta. En el penúltimo capítulo, The Road. Part 1 (5x07), Louie traza un
monólogo sobre ello. Hemos convertido el
sexo en tabú aunque sea una de las cosas que más disfrutamos. Pero… ¡si el
sexo está en todas partes! Sí y no. En todas partes está una reproducción
banalizada del sexo. Tetas, pollas y
culos. Le echaba un buen polvo. Pero no el sexo de verdad como acción en la
que se acumulan una cantidad sin fin de sentimientos y emociones. Del placer a
la felicidad. No sé en qué punto la humanidad decidió que el sexo giraba en
torno a los genitales y que nos íbamos a sumergir en una espiral de
exhibición/ocultación de los mismos. En dicho monólogo Louie dice que si nos
pusiéramos una cinta adhesiva que tapara nuestros genitales podríamos entrar
sin ropa en la Casa Blanca. Es una coña pero tiene mucho de verdad. Los genitales son el enemigo. Los soviets
de nuestro cuerpo. Y a la vez todo nuestro mundo parece girar alrededor de
ellos. Cuando el deseo va mucho más allá de la carne y el pellejo. ¿Por qué
ocultar o disfrazar nuestros deseos? Eso no hace más que crearnos una insatisfacción
que nos abrasa lentamente. Ese miedo a exponernos a los demás y que estos vean
nuestras debilidades. Lo que hay detrás del - ¿Qué tal te va la vida? - Pues no me puedo quejar.
Precisamente de ello habla el que
quizás sea el capítulo más comentado de
esta temporada, Cop Story (5x03), en el que Louie se encuentra con su excuñado,
un policía fracasado de Nueva York, al borde del colapso emocional,
interpretado por un soberbio Michael Rapaport. ¿Qué pasa cuando llegas a
una edad en la que todo el mundo a tu alrededor parece que ha llegado más lejos
que tú? Y así volvemos al principio de este artículo. Esta temporada de Louie
habla de lo difícil que es asumir que no tienes la vida que deseas, que las
cosas no han salido como esperabas, y que ello te duele, obviamente, y te hace
daño. La serie de Louis CK es tan
poderosa porque es capaz de capturar los sentimientos de los adultos de nuestra
época y hacer arte a partir de ellos. Hacer arte con nuestras miserias, sin perder
el sentido del humor. Quizás reírnos de nosotros mismos es la mejor forma que
tenemos de sobrellevar nuestras frustraciones diarias. De combatir aquello
que no nos gusta de nosotros o de nuestras vidas. De seguir en pie otro día
más. Louie me conmueve y me hace
daño, pero también me hace reír a mandíbula abierta y me da ganas de vivir.
Nadie tiene la vida que le gustaría, no existe la vida perfecta, tampoco somos
completamente dueños de nuestro destino, simplemente debemos de jugar con las
cartas que tenemos. A veces pierdes, a veces ganas, unas veces sufres, otras
disfrutas, pero lo importante es seguir en la partida. Y reírte de tus miserias. Sobre todo reírte, porque hacer cosas para sentirte mal contigo mismo es destrozarte desde las entrañas. Y disfrutar de los chistes
de pedos, porque efectivamente, nunca fallan.
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