jueves, 30 de diciembre de 2021

Mis series favoritas del 2021 II [del 20 al 1]

20. La sangre helada (Movistar +)

Andrew Haigh ha sobresalido en la última década como uno de los grandes creadores audiovisuales del Reino Unido. Desde Weekend hasta Lean on Pete, pasando por 45 años o su anterior serie, Looking, ha demostrado querencia por los dramas de personajes y por la relevancia del espacio en sus historias. Con La sangre helada confirma todo lo que ya podíamos pensar de él y añade al cóctel una capacidad inusitada para crear imágenes profundamente desasosegantes. El marco, desde luego, ayuda. Esta miniserie cuenta la historia de una ballenera al Ártico en el S. XIX. El protagonista, un médico expulsado del ejército de Su Majestad, va adentrándose en la maraña de relaciones insanas y objetivos perversos que articula el micro-mundo del barco. Como si fuera el protagonista de El corazón de las tinieblas o su libre adaptación fílmica, Apocalypse Now, en busca del enloquecido Kurtz río arriba. Con la pequeña diferencia de que su Kurtz, un cazador de ballenas salvaje y despiadado, viaja ya con él, acorralándolo milla a milla.


19. Arcane (Netflix)

Ponerse a ver una serie generada a partir del universo League of Legends, si no tienes ni idea "del LoL" puede sonar a una idea a todas luces pésima. Por suerte vencí mis reticencias iniciales. No hace falta saber nada sobre el LoL para entenderla (aunque supongo que se disfrutará más si sí conoces sus códigos y personajes). Porque, ante todo, Arcane es una gran historia sobre una ciudad dual carcomida por la discriminación y la avaricia. Una aventura maravillosamente ejecutada, con ciertas influencias estéticas y temáticas del steampunk, que es capaz de crear en 9 capítulos un universo riquísimo del que quieres saber más. Del que necesitas saber más. La ciencia y la magia se dan la mano para hablar, desde la fantasía, de la desigualdad y el progreso dos de los motores de la Historia. La animación es espectacular. Barroca, colorida, apabullante. Y todos los personajes son interesantes. Todos tienen un relato que deseas seguir leyendo.


18. Fragile (Filmin)

En el mundo se producen miles de series al año. Obviamente no todas se estrenan en España, donde mayormente llegan las series estadounidenses e inglesas. Filmin está haciendo una gran labor al traernos algunas series que se producen en otros países y que no se estrenaron en su día aquí. Una de estas obras es Fragile, una miniserie canadiense de 2019, que gira en torno a dos jóvenes, un ex-presidiario de familia rica y un mecánico de familia obrera, cuyas vidas se entrelazan, surgiendo entre ellos un espacio de amor y comprensión inesperado que les permite lidiar con sus respectivos problemas. Así, aunque Fragile se disfrace de thriller, no deja de ser un drama familiar sobre el amor y la compasión. Emocionante.


17. The Good Fight (Movistar +)

Con el paso de las temporadas, The Good Fight ha ido mudando desde el estilo de su serie madre, The Good Wife, un drama más sobrio, hacia el despiporre de otra creación de los King, Braindead. Siempre pegada a la actualidad, The Good Fight apuesta ahora por abordar la realidad social, política, económica y cultural desde el surrealismo hedonista, convirtiéndose en una gran fiesta. ¿Desbarra más que su predecesora? Sí pero también se toma menos en serio a sí misma y es igual de divertida. O incluso más. En esta temporada ha desarrollado varios temas importantes socialmente como la eterna herida racista que desangra Estados Unidos, los disensos entre minorías de poder o la cohabitación con la alt-right. Quizás el más interesante de todos ellos, por la forma narrativa de abordarlo, fue la lentitud y burocratización de la Justicia, que se representó a través de un juzgado ficticio puesto en marcha por un juez que no es jurista (divertidísimo Mandy Patinkin), a medio camino entre la mediación y el sistema judicial real. Aunque es justo (nunca mejor dicho) señalar que desbarra al final de la trama.


16. La delgada línea azul (Filmin)

Aterricé en este fresco sobre los policías de la ciudad de Mälmo cargado de desconfianza. En primer lugar, porque me olía un lavado de cara de la policía, en segundo, porque los primeros capítulos resultan áridos narrativamente. No hay muchas tramas dentro de una serie centrada total y absolutamente en sus personajes, que por otra parte son un grupo de personas normales, sin características extraordinarias. Sin embargo, el realismo visual y narrativo con el que está hecha la serie termina por ser su gran baza. Una vez que el espectador se familiariza con los personajes y con las dinámicas entre ellos y las comunidades locales, la serie es una delicia. Reivindica la actividad policial (bien hecha) como servicio público; al igual que hacía Antidisturbios, exculpa (parcialmente) a las personas (aunque muestra todas sus imperfecciones); y ataca a la institución en particular y a la deriva neoliberal en general: desigualdad urbana, desmantelamiento de lo público, recorte de medios, dejadez de funciones y abandono de espacios y personas. 


15. La directora (Netflix)

El departamento de Literatura inglesa de una universidad, antaño prestigiosa, está en crisis. Las humanidades son para los viejos, la programación informática es el futuro. En este contexto accede a la dirección del departamento la primera mujer y, por encima, asiática. La nueva directora tiene grandes planes para revitalizar el departamento y garantizar su supervivencia en medio de un proceso de recortes en la educación superior y la investigación en humanidades y lo que se viene en llamar ciencias sociales. Sin embargo, rápidamente se encuentra con la oposición de los profesores más veteranos, anquilosados en sus privilegios y del rectorado, dispuesto a desmantelar el departamento. Así dicho, podría parece que estamos ante un drama, sin embargo, La directora también acierta en apostar por los códigos de la dramedia, para aligerar su tono y abordar sus temas desde la ironía.


14. Pongamos que Nueva York es una ciudad (Netflix)

Más allá de sus películas de ficción, Martin Scorsese tiene una larga carrera como director de documentales, generalmente centrados en personalidades del ámbito cultural, como los Rolling Stones o Bob Dylan. En su segunda colaboración con Netflix, tras El irlandés, ha creado una miniserie documental en torno a la escritora y cronista urbana Fran Lebowitz, abordando tanto la personalidad fascinante de la autora como la relación de ésta con la ciudad en la que vive, Nueva York y su personalísima forma de ver un mundo en constante cambio. Cada secuencia evidencia la veneración que Scorsese siente por Lebowitz y ofrece a la audiencia alguna idea interesante sobre las ciudades y sociedades occidentales. Deliciosa.


13. 22 de julio (Filmin)

El 22 de julio de 2011, Anders Breivik, un terrorista de extrema derecha, asesinó a ocho personas en Oslo y a 69 jóvenes de las juventudes socialdemócratas en la isla de Utoya. Este acontecimiento ya ha sido abordado por el audiovisual en una película noruega y en una estadounidense, centradas en el acto criminal en sí, en la carnicería de Breivik. Sin embargo, 22 de julio saca el foco del asesino para ponerlo en los servicios públicos: policías, médicos, educadores; en los medios de comunicación y en los propagadores de los discursos de la extrema derecha. De esta forma, 22 de julio no se limita a ser la crónica de una masacre, sino que se erige en un documento audiovisual que pone en valor lo público y señala los errores cometidos en la gestión de la crisis.


12. Solo asesinatos en el edificio (Disney +)

Steve Martin, Selena Gómez y Martin Short son tres vecinos de un inmenso edificio de Nueva York en el que se comete un asesinato. Los tres, solos y a la deriva en medio de la gran ciudad, son amantes de los podcasts de true crime, así que acaban uniéndose para hacer su propio podcast sobre la investigación del crimen. Solo asesinatos en el edificio es una comedia criminal llena de giros inteligentes y personajes escritos con mucho cariño, que hace una defensa cerrada de la construcción de espacios de encuentro entre generaciones distintas, justo en un momento en el que las diferencias socioeconómicas, culturales y políticas entre las diversas generaciones adultas, nos empuja al enfrentamiento. Una de esas escasas obras que le recomendaría a todas y cada una de las personas que conozco. 


11. La asistenta (Netflix)

El año pasado Netflix cosechó un éxito aplastante con Gambito de dama. Más allá de ciertas conexiones temáticas entre aquella miniserie y ésta: ambas están protagonizadas por dos mujeres muy interesantes con problemas materno-filiales y traumas infantiles a las que la vida no trata demasiado bien. Lo que las acerca es la forma en la que están contadas. Tanto Gambito de dama como La asistenta son dos dramas adultos al estilo del mejor Hollywood de antaño, impecablemente escritos, dirigidos con oficio, llenos de personajes interesantes, claros narrativamente, pelín manipuladores emocionalmente, profundamente entretenidos. La asistenta es la historia de una madre coraje que lucha por sacar adelante a su hija mientras lidia con la violencia y el abandono que ha ido sufriendo a lo largo de su vida y con el desmantelamiento neoliberal del Estado del Bienestar. Es, también, la confirmación definitiva de Margaret Qualley como una de las mejores actrices de su generación. Qué mirada.


10. Station Eleven (HBO Max)

Si no está más alta en la lista es porque solo he podido ver media temporada. Aclarado esto, vamos al lío: ¿qué es Station Eleven? Una especie de mosaico sobre personas cuyas vidas se ven sacudidas por una pandemia mucho más peligrosa que la nuestra. La serie, cuyos capítulos van saltando del pasado al presente post-pandémico, centrándose en diferentes personajes pero con una protagonista como hilo conductor, muestra el colapso de la civilización desde un territorio casi mágico. La covid nos ha enseñado que en el apocalipsis no habrá zombies, solo dolor y extrañeza. La serie de Patrick Somerville está plagada de imágenes hermosas, arrebatadoras y profundamente emotivas. En el tercer episodio, dirigido por Hiro Murai, me atrapó definitivamente. Por si todo esto fuera poco, me recuerda, por tono, puesta en escena y discurso, a una de las series capitales de la década pasada: The Leftovers. Palabras mayores.


9. Hacks (HBO Max)

Una cómica en decadencia, con un show fijo en un casino de Las Vegas, ficha a una guionista de comedia millenial "cancelada" y a la deriva, para ayudarle a renovar sus chistes. Durante 10 capítulos se odian mutuamente y, poco a poco, van construyendo un espacio de confianza, sinceridad hiriente y comprensión. Hacks es una serie divertidísima y una de las mejores dramedias de los últimos años, plagada de diálogos brillantes y que, al igual que Solo asesinatos en el edificio, aboga por las relaciones intergeneracionales como lugares desde los que crear cosas poderosas. Y a pesar de todo lo dicho, lo mejor de Hacks son sus dos actrices protagonistas, la revelación Hannah Einbinder y la dama de la televisión Jean Smart, frescura y grandeza.


8. Small Axe (Movistar +)

El cineasta Steve McQueen debuta en la ficción seriada con una obra que pone en cuestión, por enésima vez, las fronteras cada vez más líquidas entre el cine y la televisión o, más bien, entre el formato película y el formato serie. Así, su Small Axe es una miniserie compuesta por cinco episodios de duración variable (de las 2 horas a los 50 minutos), independientes narrativamente pero cohesionados temáticamente. A través de estas cinco historias, McQueen recupera la memoria colectiva de la comunidad afrocaribeña londinense, poniendo el foco en el racismo y en la lucha contra el mismo, pero también en la cultura de esta comunidad. A destacar, los capítulos Mangrove y Lovers Rock.


7. Anna (Disney +)

Al comienzo de la serie, un cartel indicativo nos señala que la misma comenzó a rodarse antes de la covid y que está basada en un libro homónimo del propio creador que tiene más de un lustro de antigüedad. Es la forma que tiene Niccolò Ammaniti de alejarse de la pandemia global para que no intentemos trenzar similitudes con la plaga mortífera de la que habla Anna. El personaje que da nombra a la obra y su hermano pequeño sobreviven escondidos en su casa, en una isla italiana, después de que una extraña enfermedad haya matado a todos los adultos del planeta. En el mundo de Anna no existe ni vacuna, ni esperanza. La humanidad será exterminada, puesto que los niños al crecer también desarrollan la enfermedad. Una premisa tan salvaje le permite a Ammaniti explorar, como ya hizo en El milagro, las miserias humanas, el fin de la civilización y algunas de sus obsesiones personales (la religión, la filosofía, la iconografía). Está muy lejos de ser perfecta pero es, quizás, la serie más especial y diferente de la lista.


6. Para toda la humanidad (Apple TV)

¿Cómo habría transcurrido la Historia si los soviéticos hubieran llegado a la Luna antes que los yankees? De eso va Para toda la humanidad, la gran serie de la plataforma de streaming de Apple y que, al igual que todas las obras de la plataforma salvo Ted Lasso y The Morning Show, no está teniendo el impacto social que se merece. Quizás en parte porque su primer capítulo resulta demasiado plomizo e inconexo o porque en su primera temporada la ucronía no se despega demasiado de la Historia tal como la conocemos o, quizás, porque a diferencia de otras series de la plataforma, Para toda la humanidad no tiene ni una sola estrella en su reparto. Sea como fuere, la segunda temporada de la space opera de Ron D. Moore (Battlestar Galactica), el gran maestro del género, es brillante, adictiva y espectacular. Sí, está contada desde el punto de vista estadounidense. Y se nota. A pesar de todas sus malas decisiones siempre son los buenos de la historia. Si uno perdona el ultranacionalismo yankee (es tan burdo que es fácil esquivarlo), que permea toda su cultura, la serie es fabulosa y está plagada de ideas, tanto narrativas como discursivas, estimulantes. 


5. It's a sin (HBO Max)

Russell T. Davies (Queer as FolkCucumberYears and Years) es uno de los grandes autores televisivos actuales y, quizás, el gran narrador queer del medio. Y no, no me estoy olvidando de Ryan Murphy, un creador en declive por inflación creativa. Su última obra, la miniserie It's a sin, ofrece un retrato duro pero vibrante, paradójicamente lleno de vida, de la pandemia de VIH que asoló a las comunidades queer en los años 80. A través de un grupo de amigos cuyas vidas se ven marcadas definitivamente por el VIH, Davies explora el dolor, la rabia y la frustración que provoca la expansión del virus y como va segando la vida de miles de jóvenes, así como la lucha contra un sistema político-social profundamente homófobo, compatibilizando lo sentimental con lo activista, porque desde luego el cuerpo es político. Como siempre con las series de Davis, hay que ir preparado para llorar. 


4. Mare of Easttown (HBO Max)

Antes de que las miniseries (o series limitadas) se pusieran de moda hasta convertirse en el formato más en forma de la "televisión" actual, HBO era la única cadena que apostaba por ellas. De ahí que tenga en su catálogo algunas de las mejores miniseries jamás hechas, desde Hermanos de sangre hasta Ángeles en América, pasando por Olive Kitteridge o la anterior obra televisiva protagonizada por Kate Winslet para la cadena, Mildred Pearce. Mare of Easttown, escrita por Brad Ingelsby y dirigida por Craig Zobel se une a este grupo de obras importantes. La serie, partiendo de un planteamiento de whodunnit, en el que una pareja de policías dispares, interpretados por una inmensa Winslet y un gran Evan Peters liberado de la afectación del Murphyverso, tiene que investigar un asesinato y un par de desapariciones de adolescentes es una pequeña ciudad de los Estados Unidos postindustriales. Lo que hace que Mare of Easttown se eleve es la decisión narrativa de situar a la investigación policial al servicio de los personajes y del paisaje social que construye. Vidas segadas por la drogadicción o el desempleo en ciudades abandonadas por los poderes públicos, que no ofrecen salidas a sus jóvenes para construir buenos proyectos de vida. El otro elemento que convierte a Mare of Easttown en una obra relevante (directamente ligado al anterior) es un reparto en estado de gracia, con unas Kate Winslet, Julianne Nicholson y Jean Smart descomunales.


3. Venga Juan (HBO Max)

Desde hace mucho tiempo tengo la teoría de que la historia de España es, en gran medida, la historia de un estado corrompido desde sus orígenes. Puede sonar a eso que se ha dado en llamar "la leyenda negra". No es mi intención. De hecho podría esbozar la idea sin acritud. Mires por dónde mires en la historia, encontrarás a alguien corrupto de por medio. La corrupción ha sido moneda de pago habitual, auténtico motor de crecimiento y decadencia. No hay que irse a las grandes corruptelas. De los validos a los tesoreros de partidos políticos. La corrupción forma parte de nuestra sociedad. Está ahí cuando el fontanero te pregunta si quieres factura. O cuando en un comercio te dicen que mejor pagues en efectivo. Todos somos corruptos, en mayor o menor medida. 

Sin embargo, nos hemos auto-protegido a través de una disociación. La corrupción es algo terrible. Un acto deleznable que solo cometen las malas personas. Una buena persona no puede ser corrupta. O, por salirnos del terreno moral, una persona corriente, simple, sin grandes dotes ni intelectuales, ni empresariales, ni afectivas, no puede ser corrupta. Vota/Vamos/Venga Juan de Diego San José ha venido a sostener lo contrario. La corrupción está en todas partes y los que la ejercen a menudo no son ni conscientes de estar haciéndolo o de que están haciendo algo realmente malo. Así de interiorizados tenemos sus mecanismos.

Más allá de la chapa, la tercera entrega de la historia del profesor de instituto Juan Carrasco, reconvertido en político de altos vuelos y directivo empresarial está siendo, al igual que sus hermanas, un festival. La comedia más graciosa, inteligente y desvergonzada del año y la confirmación de esta trilogía como una de las mejores y más certeras series españolas. Javier Cámara, en la mejor interpretación de su carrera, que ya es decir, es capaz de dotar de un patetismo entrañable a ese "buen" (las comillas no volverán a ser las mismas tras esta serie) hombre, ese tonto inútil, ese arquetipo de lo español. Tan histórico que nadie lo describió mejor que Antonio MachadoEste hombre no es de ayer ni es de mañana, sino de nunca; de la cepa hispana, no es el fruto maduro ni podrido, es una fruta vana. 


2. Misa de medianoche (Netflix)

El señor Mike Flanagan (La maldición de Hill House, Doctor Sueño) entrega su obra más personal en este drama fantástico protagonizado por una pequeña comunidad isleña y la Iglesia católica. Un ex-convicto vuelve al hogar de sus padres, tras salir de la cárcel, atormentado por lo que lo llevó a ella. Un nuevo párroco llega al mismo pueblo, casi a la vez, para cubrir la baja por enfermedad del cura autóctono. Ambos se encuentran con un grupo de personas emocionalmente destruidas, arrasadas por los sinsabores de unas vidas difíciles. A partir de ahí, la serie pasa del drama intimista al terror fantástico, combinando lo que mejor sabe hacer Flanagan: el minucioso estudio de personajes y la construcción del horror desde la emoción. Los tiempos difíciles son terreno abonado para que crezcan los discursos fascistas que niegan la vida misma. 


1. Succession (HBO Max)

Una de las personas cuyas ideas más estimo de esa otra gran familia de miserables que es Twitter, @Poliptoton, escribió, a rebufo de uno de los primeros capítulos de esta temporada, que una de las cosas que más le gustaba de Succession es que los guionistas dejan que los personajes hablen, siempre, un par de minutos más de lo que se haría en otra serie. Y en esos dos minutos caen en el total ridículo. En este sentido, Succession es una serie implacable para con sus protagonistas. No los juzga, hace algo mucho peor: deja que se retraten. Una mirada cínica, despiadada y divertidísima al Poder. Es increíble el don que tiene la serie para escribir diálogos que no dicen nada pero que son brillantes. El arte de la oquedad.

Es verdad que a diferencia de la temporada anterior, en esta tercera entrega la trama empresarial ha sido bastante floja. Solo en los últimos episodios se volvió interesante. Por el contrario, el retrato de los hermanos Roy ha sido apabullante. Una construcción y deconstrucción de personajes demoledora. A Kendall le regalaron el via crucis más obvio. A Shiv, el despertar más amargo. A Roman, el desengaño más hondo y sutil. Y con Tom hicieron algo similar a lo que cocinaron Coppola y Puzo en El Padrino con Michael Corleone, pero desde el territorio de la sátira salvaje, no del drama importante.

En el último episodio de la temporada, el mejor escrito y dirigido del año, hay dos juegos de planos impresionantes. Por un lado, los tres hermanos juntos, primero con Kendall en el suelo y luego con Roman. Por otro, y volviendo a El Padrino, Shiv mirando a Tom al otro lado de la puerta. En un diálogo brillante con el final de la película de Coppola, en el que una puerta separa para siempre a Michael de Kay. Succession nos viene a decir que había algo peor que que tu marido reconvertido en monstruo te cerrara la puerta en las narices: que la dejara abierta y te envolviera en su oscuridad. Como diría Rafa Méndez: supercoreografía amazing que te cagas energy.

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