25. Justified (FX)
Este western policíaco que buceaba en las miserias de lo
white trash, nunca tuvo la repercusión que se merecía. Ahora que ha terminado
nos queda tener fe en que el tiempo lo pondrá en el sitio que se merece. Hay
unos Estados Unidos que no salen en la televisión, pero que están ahí, en las
afueras del sistema, con el agua hasta el cuello. Justified los visibiliza a
través de su esfera criminal y su decadencia moral y económica.
24. BoJack Horseman (Netflix)
Una de las cosas más terribles de los seres humanos es
nuestra infinita capacidad para autodestruírnos. La segunda temporada de BoJack
Horseman ha confirmado que la serie ofrece una de las miradas más desoladoras,
cínicas y melancólicas a las relaciones humanas, a la fama, a la soledad y a la
frustración. BoJack Horseman te hace reír, pero también te puede hacer daño.
23. Shameless (Showtime)
Los Gallagher siguen siendo la familia más entrañable y
querible de la televisión. Sus vidas siguen siendo un desastre, pero mientras
se mantengan unidos seguirán a flote. Shameless es una de las series más
graciosas y agridulces de la televisión. Gracias por hacer que los inviernos
resulten menos gélidos.
22. House of Cards (Netflix)
La serie del dramaturgo Beau Willimon no es realista.
Tampoco lo pretende. De hecho es una hipérbole de las ciénagas de la política:
delirante (America Works, gracias por tanto), excesiva, fascinante y
divertidísima. Frank Underwood ha conseguido por fin lo que quería, pero no sabe
cómo mantenerlo. El poder, siempre tan corruptible y escurridizo.
21. The Good Wife (CBS)
La serie de Alicia Florick sigue siendo una de las ficciones
que más felices me hacen, una de las que más disfruto y espero todas las
semanas. Pero. Sí, pero, no está ya al nivel que alcanzó en cursos pasados.
Sigue siendo fantástica pero ha perdido ambición y su protagonista camina sin
rumbo. No siempre se puede ser la mejor.
20. Looking (HBO)
¿Por qué nos empeñamos una y otra vez en desear lo que no
nos conviene y ser incapaces de amar lo que sí lo hace? ¿Por qué? Looking no
aporta una solución a esta pregunta, pero profundiza en ella. Hurgando en la
herida. Ojalá tuviéramos un sistema emocional más avanzado. Si la segunda
temporada de Looking me ha gustado tanto es porque me ha permitido sentirme
identificado con las acciones y los sentimientos de este grupo de hombres
homosexuales en San Francisco. Y ser capaces de empatizar es una de las acciones más hermosas
que podemos desarrollar los seres humanos.
19. Broad City (Comedy Central)
Abbie e Ilana tienen traca para rato. Nuestra generación,
veinteañeros a la deriva que se asoman peligrosamente a la treintena, aún no ha
dado toda la pena que puede dar. O sí, pero aún no se ha exprimido del todo
nuestro patetismo. Ninguna serie actual me hace reír tanto como ésta. Bendita
locura. Broad City no necesita ser cínica para ser punzante, ni tener personajes odiosos para ser crítica.
18. Master of none (Netflix)
Podríamos definir a Master of none como un cruce entre Louie
y Girls. Una comedia dramática que sigue a un actor treinteañero fracasado que
no deja de luchar por su sueño mientras afronta su llegada a la madurez. Master
of none habla de forma brillante de las relaciones paterno-filiales, de las
dinámicas de pareja, del racismo y de cómo tratamos a nuestros mayores, por
citar alguno de los temas más relevantes que trató en su primera temporada.
Ansiar el poder es peligroso, aferrarte a él, más. Veep, esa
salvaje sátira política que nos hace más felices recordándonos que somos unos
desgraciados (y nuestros gobernantes unos ineptos), ha llegado a su cuarta temporada demostrando que no sólo no tiene
síntomas de cansancio sino que está en plena forma. Selina Meyer y su equipo
pueden arrastrarse mucho más por el fango. Mucho más.
¿Y si el estado habitual del ser humano en su fase adulta es
saltar de crisis vital en crisis vital? La familia que protagoniza Transparent está
muy perdida. Todos y cada uno de ellos están perdidos en sus vidas. Pero lejos
de hundirse en la miseria, continúan de pie, buscando la felicidad. Y eso me
resultaba admirable. Yo no soy capaz de seguir hacia adelante. Ellos jamás se
atascan. Y la serie de Jill Solloway tampoco. La autora confirma que tiene una
de las miradas más especiales de la televisión actual. Transparent hace que la
televisión sea un lugar mejor y que todos nos podamos sentir identificados con
problemas y sentimientos complicados.
Si tuviera talento como escritor la serie que me gustaría
guionizar sería Please Like Me. Una dramedia llena de dulzura y diálogos
ingeniosos y retorcidos. Me gusta el sentido del humor de Josh Thomas porque se
parece al mío y me gusta el cariño con el que trata a sus personajes, porque a
mí me gustaría que me trataran así. Es una serie especial para mí. Una serie
que siento muy cerca. Este año han buceado con tacto, gracia y emotividad en
cómo funcionan las relaciones amorosas y en qué significa la amistad. ¿Cómo
queremos a los demás?
El padre de una de las personas más importantes de mi vida dijo lunes tras lunes de este otoño que “Homeland es una serie de rabiosa actualidad”. En realidad Homeland es más actual y más rabiosa que la información que nos trasmiten los poderes públicos y las empresas mediáticas. Y más crítica. Esta temporada ha buceado con agilidad por las embarradas aguas de la relación entre Occidente, Rusia y Oriente Próximo y Medio.
Dos hombres se enamoran. Uno de ellos desaparece. Comienza
así una apasionante búsqueda de la verdad. ¿Por qué ha desaparecido? ¿Quién era
realmente? ¿Quién lo hizo desaparecer? ¿Qué hay detrás de este misterio? London
Spy es a la vez un thriller de espías y un drama romántico. Una serie brillante
y terrorífica.
Los Wachowski han expandido su universo a la televisión, creando una serie que recuerda, irremediablemente, a Cloud Atlas, lo mejor que han hecho desde Matrix. El resultado ha sido sensacional. Esta historia sobre 8 personas conectadas mentalmente es divertida, emotiva y adictiva. No es perfecta pero tampoco pretende serlo, son sus aristas la que la hacen tan especial. Funciona mejor en el terreno de los sentimientos de cada uno de sus protagonistas, que en el de la trama central conspiranoica.
11. Mr. Robot (USA Network)
11. Mr. Robot (USA Network)
¿Y si un grupo de hackers fuera capaz de borrar de un
plumazo todas las deudas que tiene la ciudadanía con los bancos? Sam Esmail nos
plantea la promesa de una utopía, rehogada con drogas y thriller psicológico.
El resultado es, en primer lugar, novedoso, en segundo lugar, impactante. Una
(polémica) obra de culto en potencia. Lejos de ser redonda, Mr. Robot es una apología de la imperfección y de las trampas narrativas. Muchos espectadores se han sentido engañados, otros maravillados. Quizás sus referentes sean demasiado obvios, pero aún así, es muy poderosa, quizás la serie actual que más pasión transmite. Pasión de su equipo por lo que están haciendo, y rabia por lo que están contando.
La gran obra de la slow tv actual es, seguramente, la mejor
aproximación a las relaciones familiares desde Six Feet Under. Reflexiva, dura,
sensible e inteligente. El protagonista salió por fin de la cárcel, pero tanto
él como su familia están destrozados en mil pedazos. En Rectify son más interesantes las relaciones personales y la psique de sus personajes, que la investigación criminal que pretende esclarecer si Daniel Holden violó y asesinó a su novia. Por eso, pocas series me han
impactado tanto en el plano emocional en 2015.
El esquema él dijo/ ella dijo, salta por los aires en esta
segunda temporada sobre una pareja de amantes que engañan a sus respectivos
cónyugues. Lo hace ofreciéndonos los cuatro puntos de vista de los principales
implicados en el relato. La serie ha logrado mantener su esencia amplificando
su impacto. The Affair es adictiva (por su misterio) pero sobre todo emocionante y desoladora (por sus conflictos). Es difícil encontrar cuatro personajes mejor construidos e interpretados en la televisión actual.
¿Qué es más importante: contar una historia divertida o
producir imágenes poderosas? Mmm ¿Por qué tengo que elegir si Fargo me da ambas
cosas? La segunda temporada de Fargo no ha sido tan buena como la primera
porque no ha tenido a personajes tan memorables, pero ha vuelto a ser una de
las mejores producciones televisivas del curso porque por sí misma ha sido
memorable. Muerte por todas partes. Muerte y humor negrísimo.
Constantemente nos vomitan a la cara la frase “la realidad
supera a la ficción”. En este caso la realidad es tan escalofriante que la
ficción (porque sí, hay mucha espectacularzación narrativa) no es más que un
mero aderezo de la primera. Un multimillonario neoyorkino es acusado del
asesinato de un hombre en un motel de mala muerte en un pueblo perdido de
Texas. Y a partir de ahí descubrimos la mente de un monstruo... O no.
No hay hoy por hoy serie más relevante culturalmente en las sociedades occidentales que
Game of Thrones. Es el gran fenómeno televisivo de la actualidad.
Su quinta temporada ha adelantado, en no pocos momentos, al relato literario
padre, y no solo no se ha estrellado sino que ha sido capaz de mantener el
nivel de las temporadas anteriores. Veas o no GoT, algún amigo te habrá hecho
un “Shame Shame Shame” en lo últimos meses. Y no, Dorne no moló.
Dos espías rusos en los Estados Unidos de Reagan intentan
conciliar su compromiso con su país con el amor por la familia que han
construido juntos. The Americans es una de las series más sutiles de la
televisión. Y también una de las más inteligentes. Y lo que es más importante, es la que en más alta estima tiene a sus espectadores: antes que consumidores
somos seres ciudadano inteligentes, capaces de desarrollar nuestras propias ideas y juicios morales. Apasionante.
Las relaciones humanas no son fáciles, por eso Louis CK
bucea en ellas hasta lograr que nos perdamos con él en su complejidad. Todos
tenemos miedo a quedarnos solos. A sentirnos solos. A no poder comunicarnos. La
ciudad y la madurez dan miedo. Louie, a veces da miedo, otras veces da risa,
siempre resulta interesante. Louie es capaz de leerme, o más bien yo soy capaz de leerme a mí mismo a través de ella. No soy un cuarentón solitario y frustrado, pero casi.
De repente un 2% de la población mundial desaparece. Y todo
estalla en mil pedazos. Todas nuestras mentiras, nuestros miedos, nuestros
equilibrios imposibles. Estamos rotos. Y no somos capaces de pegarnos. La
primera temporada de The Leftovers fue sensacional, la segunda ha sido
prodigiosa. Dolorosa y letal. Preñada de dolor. La serie más hipnótica del año. También la más fascinante. Sus 10 capítulos se apoderaron de mi cabeza durante el otoño. De la mía y de las cabezas de miles de personas.
Dos años después del final de Treme, David Simon (The Wire)
volvió a la televisión para contarnos un caso real acaecido en una ciudad de la
periferia de NYC a finales de los 80 y principios de los 90. La historia de una
ciudad partida en dos ante la decisión judicial de obligar al Ayuntamiento a
construir viviendas protegidas por todo el espacio urbano, luchando contra la
existencia de ghettos. Comunicación, ciudad, política, espacio y poder se
mezclan a lo largo de 6 episodios escritos con precisión y complejidad por uno de los mejores escritores del mundo.
Este año hemos despedido a una de las series de televisión
más importantes, fascinantes y profundas de la historia. El relato sobre la
caída de un hombre corroído por sus mentiras, Don Draper, un icono, ha
permitido a Matthew Weiner consagrarse como uno de los grandes autores
audiovisuales de la última década. “Sólo quiero dejar de sufrir, sólo eso”. ¿Y
quién no? Los últimos 7 capítulos
de Mad Men fueron prodigiosos. Así se cierra un relato. Pocas veces me he
sentido tan vacío como cuando vi el anuncio de Coca-Cola que puso punto y final
a una de las series de mi vida.
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