30. Dear White People (Netflix) (-6)
Aunque Dear White People no
tenga una gran legión de fans y sufra las consecuencias del modelo de
exhibición de Netflix, es decir, que solo resulta visible en su fin de semana
de estreno, es una serie a tener en cuenta. A través de una descacharrante y cínica
sátira, construye y deconstruye algunos de los discursos más estimulantes sobre
el grave problema racial que lastra Estados Unidos. Su gran virtud es que no es
nunca complaciente y reparte hostias como panes.
29. Bodyguard (BBC 1) (N)
Jed Mercurio (Line of Duty) se
ha ganado merecidamente su actual estatus de creador audiovisual de referencia
en la industria británica actual. Esta historia sobre conspiraciones y
terrorismo islamista lo confirma como un escritor que sabe manejar la tensión
como pocos, pero carece de la hondura de su obra anterior. Los primeros
capítulos de Bodyguard son excelentes, sin embargo, una vez que la historia da
su gran giro, el espectador acaba descubriendo que Mercurio no va a construir
un discurso robusto sobre la utilización del terrorismo islamista por parte de
los poderes públicos y privados que quieren restringir nuestras libertades. Una
pena, porque los elementos estaban ahí. Aún así, Bodyguard es muy recomendable
porque es adictiva, algo que no se logra si no se es un narrador de primera
división y Mercurio lo es.
28. GLOW (Netflix) (-1)
En un año en el que la unidad de acción de las mujeres feministas
estuvo en el centro del debate público, GLOW ofrece, desde la dramedia, una
visión bastante inspirada de lo que debe ser la fraternidad femenina y una reflexión
más profunda de lo que podría parecer sobre los valores e inquietudes que nos
mueven y cómo las relaciones que construimos nos marcan a fuego.
27. Arde Madrid (Movistar +) (N)
Anna R. Costa y Paco León han
utilizado la estancia de Ava Gardner en Madrid para construir una relectura
idealista de la España gris-oscura-casi-negra del franquismo. Casi como si
estuvieran reescribiendo la historia apuestan por un relato feminista y de
empoderamiento femenino en un país asfixiado por una dictadura profundamente
machista, religiosa y antiliberal. Por todo ello, Arde Madrid es un experimento
narrativo tan divertido y combativo como ahistórico. Pero esto último da
completamente igual, la historia de Ana Mari (inmensa Inma Cuesta), una maestra
reconvertida en criada-espía al servicio del régimen es una historia dirigida a
las mujeres de hoy en día, la historia de una mujer hecha a sí misma,
inteligente y, sobre todo, independiente. PD: Por favor, que alguien escriba un
spin-off protagonizado por el personaje de Miren Ibarguren.
Esta serie se enfrentaba al
inmenso reto de reconstruir el inabarcable universo creativo de Stephen King
sin adaptar ninguna de sus obras en concreto. Aunque le cuesta arrancar, Castle
Rock retrata exitosamente alguna de las ideas-fuerza/obsesiones de King,
contando, a través de un estimulante manejo del espacio/tiempo, la historia de
un grupo de personajes acuciados por el Mal. El capítulo centrado en la gran
Sissy Spacek es desgarrador y uno de los relatos de ciencia ficción mejor
construidos de los últimos años.
Las miserias del
tardofranquismo y la Transición expuestas a la luz a través de la historia de
un caradura netamente español. Eso es, en esencia, El día de mañana, la ficción
más redonda que ha salido, hasta ahora, de la factoría Movistar +. En este
país, para medrar desde las clases populares hay que mancharse las manos. Es la
corrupción, siempre es la corrupción.
A estas alturas, pocos podían
prever que la carrera de Hugh Grant, antaño rey de la comedia romántica
british, resucitaría. Es más, no solo ha resucitado, si no que este 2018 nos ha
regalado al mejor Hugh Grant por partida doble, en la adorable Paddington 2 y,
sobre todo, en la entretenidísima y corrosiva miniserie A Very English Scandal,
donde Grant interpreta al ex-líder del partido liberal Jeremy Thorpe. Como todo
buen relato político, la miniserie retrata el auge y caída de un político
carismático corroído en primer lugar por su homosexualidad no aceptada por él
mismo e inaceptable para la sociedad británica y, en segundo lugar, por su
ambición desmedida de poder. A través de la batalla entre Thorpe y su
ex-amante, interpretado por el siempre excelente Ben Whishaw, vemos un glosario
de los más bajos sentimientos humanos y a pesar de ello, la obra no es nada
oscura, gracias al negrísimo humor británico.
Tras el éxito de la primera
temporada, FX le dio libertad total a Donald Glover para que experimentara todo
lo que quisiera con su creación. Como consecuencia de ello esta segunda
temporada es mucho más arriesgada formal y narrativamente hablando. Y por ello,
también, es menos redonda y más deshilvanada, casi como si fuese una antología
más que una temporada que constituyera una unidad narrativa. Glover se confirma
como uno de los autores más estimulantes del audiovisual actual.
La nueva serie de Phoebe
Waller-Bridge es un thriller cómico que sigue a dos mujeres, una asesina a
sueldo y una analista de seguridad, obsesionadas la una con la otra. Viendo la
reacción que despertó en los espectadores, podemos afirmar que Killing Eve ha
logrado algo muy peculiar: convertirse en una obra de culto instantánea. Y todo
se lo debe a su peculiar manejo del humor negro y a dos protagonistas en
permanente estado de gracia. Es imposible terminar la temporada y no tener
ganas de ver más.
Aunque es de Starz, Counterpart
tiene un ritmo narrativo propio de algunas de las mejores series de AMC (Mad
Men, Rubicon, Halt and catch fire...), es, básicamente, una nueva aportación a
eso que hemos dado en llamar la slow tv. Esta distopía sobre dos
mundo paralelos pero interconectados, está a medio camino entre la literatura
de espías de la Guerra Fría, al más puro estilo John Le Carré, y la paranoia
terrorista, tan propia del S.XXI. El gran J.K. Simmons interpreta a dos hombres
idénticos en lo físico pero inmensamente diferentes en su interior (¿o no?),
que tendrán que hacer equipo (¿o no?) para evitar la guerra entre sus mundos.
Es ambiciosa, es interesante y sí, es lenta. Y no se avergüenza de ello.
Siempre digo que para mí es
difícil hablar de David Simon tras haber escrito 400 páginas sobre sus obras
anteriores. The Deuce no me entusiasma tanto como sus antecesoras, porque creo
que se sale demasiado de los márgenes de su universo creativo sobre la ciudad y
que eso genera una cierta falta de foco narrativo y discursivo. Aún así es
estimulante. Simon siempre lo es. Finalizar The Deuce en su tercera entrega es
una sabia decisión.
El inicio del año seriéfilo se
vio sacudido por una obra que nadie vio venir, la miniserie documental Wild
Wild Country sobre una secta de origen hindú que se instaló en medio de ningún
sitio en el estado de Oregón. Lo que pasó después, efectivamente te
sorprenderá. Una encarnizada guerra por el poder a nivel interno y externo que
incluye desfalcos millonarios, terrorismo bacteriológico y manipulación
electoral. Sheela, la mano que mecía la cuna de la secta, es una de las
villanas más interesantes e inquietantes de los últimos años.
Estamos viviendo una época muy
buena para la ciencia ficción audiovisual. El enésimo resurgir de Star Trek
comenzó titubeante, para terminar ofreciendo este año una segunda parte de su
primera temporada brillante y adictiva. Quizás no tenga la hondura moral de
algunas de sus antecesoras, pero los engranajes narrativos de esta aventura son
excelentes. Una de las series más divertidas de 2018 y que tiene las hechuras
necesarias para dar un paso más y atreverse a construir un discurso
socio-político relevante.
El estilo narrativo de Adam
McKay se traslada del cine a la televisión para ofrecer la, posiblemente, serie
más cínica del año. Esta relectura posmoderna del King Lear de Shakespeare,
explora las miserias del actual estadio del capitalismo, mostrándonos cómo una
familia multimillonaria implosiona por la ambición de poder y dinero de todos y
cada uno de sus miembros. Siempre nos ha gustado reírnos de los ricos y ver que
realmente no son más felices que nosotros, sino que son más banales.
Si hay un género que se ha
explorado poco en el terreno del audiovisual de largo formato es el terror.
Quizás porque mantener una sensación de miedo y desosiego durante más de 2-3 horas
es un reto demasiado complicado. Mark Flanagan que ya había dado muestras de
conocer las claves del género y saber emplearlas para producir obras
estimulantes (Hush, Gerald's Game) ha sido capaz de construir una serie de
ficción apasionante y que da bastante miedo, ya no por los sustos, que tiene
unos cuantos, o por la atmósfera, que está muy bien trabajada, si no porque
habla de sentimientos humanos que todos hemos experimentado o experimentaremos.
Como ha dicho gran parte de la crítica, si algo es The Haunting of Hill House
es un drama familiar, una serie sobre las miserias de una familia y las
relaciones entre sus miembros. Pero el terror o lo sobrenatural no son un mero
vehículo, Flanagan quiere hacer audiovisual de terror de primer nivel. Y lo logra.
Aunque la mayoría de la
audiencia se haya olvidado de que existe, Homeland aún existe y no solo eso, es
tan pertinente como el primer día. Fake news, alt-right, interferencias rusas,
amago de golpe de estado, exploración de los límites de la Constitución USA...
todo eso y más ha tenido su penúltima entrega, una de las mejores, en opinión
de un servidor. La idea más demoledora que ha ofrecido esta temporada es que,
posiblemente, las democracias occidentales no se pueden cambiar ya a mejor. No
queda otra que resistir.
Sam Esmail, la mente pensante y
la mano ejecutora detrás de Mr. Robot, esa serie a ratos deslumbrante, a ratos
delirante, se limita a dirigir, que no es poco, la adaptación audiovisual de un
podcast prestigioso. El resultado es uno de los mejores thrillers conspiranoicos
de esta década. Inteligente, contenido y fabulosamente elaborado. Una pequeña
obra de orfebrería. Julia Roberts pocas veces ha estado mejor y nunca tan
natural.
Fariña no es Narcos. Fariña es
mucho mejor que Narcos. Porque Fariña no sólo es entretenida, que lo es y
mucho, Fariña es una obra política. Una serie que analiza las dinámicas de
poder entre los líderes políticos y el crimen organizado. Una serie que analiza
cómo el narcotráfico y la economía ilegal, cubrió el espacio dejado por la
desindustrialización del país y las cuotas europeas al sector primario. Fariña
es la crónica de una Galicia en eterno declive. La mejor serie española del año
y una de las mejores de la historia.
La guerra de clases, la Italia
post-fascista, el inicio de la (auto)liberación de las mujeres, la familia y,
sobre todo, la amistad. De todo esto y de alguna cosa más, habla L'amica
geniale, adaptación de la primera novela de la saga literaria de Elena
Ferrante, Dos amigas. Dos niñas, una innatamente brillante, y la otra,
esforzadamente brillante, se alían en un barrio pobre para medrar en un mundo
dominado por hombres ricos y brutalmente machistas. Vestida con las formas del
arte costumbrista, L'amica geniale construye un discurso sociopolítico robusto.
Está más preocupada por mostrar e ilustrar, que por señalar. Una obra hermosa.
Hay muchas cosas que me
interesan en/de The Terror, la historia de una trágica expedición británica a
través del Polo Norte. Pero sobre todo me interesa su capacidad de fascinación,
de plasmar lo más terrible, hipnótico y sobrecogedor de la naturaleza y de
retratar el interior de sus personajes a través de la larga noche y de
elementos netamente fantásticos. Esta serie me dio mucho miedo, no solo por su
vena netamente terrorífica, si no, sobre todo, por la crónica que hace del
deterioro moral del ser humano. Es buenísima, de verdad.
Resulta fácil de entender por
qué hay tantas personas que se sienten expulsadas por el estilo narrativo de
Westworld. La serie, desde luego, no lo pone fácil y está muy lejos de ser
redonda. Pero cuando Westworld es buena es simple y llanamente hipnótica. Por
eso se le perdonan su irregularidad y sus constantes trampas. Es una obra de
ciencia ficción tan ambiciosa y desmedida que los amantes del género están
obligados a verla, aunque puedan llegar a odiarla. La segunda temporada
profundiza en las reglas de su mundo distópico y ahonda en los debates
ideológico-morales que ya se habían esbozado en la primera entrega. Progresa
adecuadamente.
Era difícil estar al nivel de
la brutal primera entrega de American Crime Story (el caso de OJ Simpson). Esta
segunda edición no lo logra, pero se queda cerca. La historia del asesino en
serie que mató al modisto Gianni Versace a los pies de su casa, Andrew Cunanan, es el turbador y
conmovedor retrato de un hombre que cansado de sentirse superfluo se inventa
una vida que no le pertenece. El (des)encaje entre la realidad y la ficción,
entre lo que sucede y lo que desea que suceda, provoca que pierda la cabeza y
que por el camino triture las existencias de todas las personas que lo rodean.
Una de las historias de asesinos (y de sus víctimas) más trabajadas que he
visto.
Hugo Blick sigue explorando,
gracias al dinero invertido por la cadena pública británica, las miserias de la
política internacional y el rol perverso de las potencias occidentales en los
conflictos que aún laten en el mundo. Si en The Honourable Woman entraba a
degüello en las miserias del estado de Israel y la ocupación que el mismo lleva
a cabo en Palestina, en Black Earth Rising disecciona la guerra civil ruandesa,
el exterminio tutsi, la posguerra y el papel de Reino Unido, Francia y Estados
Unidos en todo ello. Un thriller político brillante, profundamente humano e
incansablemente crítico con Occidente.
La primera temporada de la
señora Maisel era refrescante y divertida. Una reactualización del estilo
narrativo del matrimonio Palladino (Gilmore Girls). Su segunda entrega es,
simple y llanamente, sensacional. Quizás la serie más redonda del año. No tiene
aristas. No hay arcos narrativos que no funcionan. Los diálogos de los
Palladino son tan buenos como siempre y su construcción de personajes aún
mejor. El reparto está en estado de gracia. Es una comedia pura de larga
duración, algo bastante extraño en la televisión(/plataforma de streaming). Y
funciona. Feminismo a golpe de risas y fina ironía.
La cinematografía italiana es
una de las más interesantes del mundo. Desde Fellini, Rossellini, Pasolini o
Visconti, hasta Sorrentino, Garrone o Rohrwacher, ha iluminado al mundo con
propuestas arriesgadas, estimulantes y únicas. En los últimos años toda esa
riqueza cultural audiovisual se ha expandido hacia la televisión (1992,
Gomorra, The Young Pope... y antes Romanzo Criminale) para resituar a Italia en
la vanguardia del audiovisual mundial. Il Miracolo del escritor Niccolò
Ammaniti tiene como premisa la aparición de una figura de una virgen que llora
litros y litros de sangre, de forma constante, sin que la ciencia lo pueda
explicar. Tras este punto de partida, Ammaniti explora las relaciones
Iglesia-Estado, la deriva política de Italia, un país en constante crisis
institucional, el papel de Italia en Europa y en el mundo y, sobre todo, la
importancia de la fe en un mundo descreído. Il Miracolo no se parece a nada de
lo que ha ofrecido la televisión mundial este año. A nada.
Cuando volvamos la vista atrás
y analicemos la ficción audiovisual de la década de los 10, The Americans será
una de esas obras capitales en las que habrá que detenerse. La historia de un
matrimonio de espías soviéticos en Estados Unidos a las puertas del colapso de
la URSS exploró, básicamente, las principales preocupaciones humanas, en
aquellos tiempos y en los nuestros: la familia, el amor, el matrimonio, la
cultura, el sentimiento nacional, los valores, la ideología, la amistad... No
se dejaron nada en el tintero. La última temporada fue demoledora.
Profundamente lacónica.
El actor caballo sigue
deprimido. Mucho. Como en la vida misma, la depresión es un hondo pozo del que
resulta muy difícil salir. Quizás nunca sea capaz de ser feliz, también, como
en la vida misma. Una de las obras más demoledoras de la ficción audiovisual
actual porque, al final, de lo que habla es... de la vida misma.
El gran logro de Sharp Objects
radica en su capacidad de mezclar ingredientes propios de un melodrama trash
digno de la peor Lifetime y presentar al espectador un melodrama classy sobre
algo tan abstracto y a priori tan poco comercial como la memoria. Sharp
Objects, bajo su apariencia de thriller de asesino en serie hibridado con drama
familiar (cuasi)sureño, es, en realidad, un tratado sobre los recovecos de
nuestra memoria, sobre lo que recordamos, cómo lo recordamos, cómo lo
modificamos y cómo decidimos, consciente o inconscientemente dejar de
recordarlo. Una de las mejores puestas en escena de Jean-Marc Vallée y tres
actrices en estado de gracia saben llevar el material de Gillian Flynn (autora
de la novela original) y Marti Noxon (showrunner) a un nivel de excelencia
digno de las mejores miniseries de la casa.
La radiografía más irónica,
divertida y mordaz de la política USA actual. Eso y mucho más es The Good
Fight, un spin-off que ha superado en ambición discursiva a su brillante
predecesora, The Good Wife. En un país gobernado por un peligroso bufón sólo se
pueden hacer dos cosas y son complementarias: combatir y reírse.
Tras una primera temporada
explosiva, alardeada por millones de personas y bendecida por los premios Emmy,
había ganas de que The Handmaid' Tale fracasara. En parte por pura misoginia,
en parte porque el listillo de la clase no está visto con muy buenos ojos en
nuestras sociedades. Pero lo cierto es que esta segunda temporada no ha sido un
fracaso, aunque sí ha tenido más problemas que la primera. Es verdad que los
primeros tres capítulos no acaban de funcionar y que los últimos 5 minutos son
muy criticables y, sobre todo, abren dudas de cara al futuro de la serie
(¿sabrán cerrarla y no estirar el chicle?). Pero no es menos verdad que todo lo
demás ha estado a la altura de la primera o, incluso, por encima de la misma.
La relación que se construye entre June y Serena es una de las dinámicas entre
personajes más importantes, sí, importantes, de esta década. Acuciados por el
resurgir de los totalitarismos que casi destruyen occidente durante el siglo
pasado, no nos queda más que prepararnos para lo peor y para dar la batalla. De
eso va The Handmaid's Tale, de luchar en tiempos adversos.
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