viernes, 28 de diciembre de 2018

Mis series favoritas de 2018


30. Dear White People (Netflix) (-6)
Aunque Dear White People no tenga una gran legión de fans y sufra las consecuencias del modelo de exhibición de Netflix, es decir, que solo resulta visible en su fin de semana de estreno, es una serie a tener en cuenta. A través de una descacharrante y cínica sátira, construye y deconstruye algunos de los discursos más estimulantes sobre el grave problema racial que lastra Estados Unidos. Su gran virtud es que no es nunca complaciente y reparte hostias como panes.

29. Bodyguard (BBC 1) (N)
Jed Mercurio (Line of Duty) se ha ganado merecidamente su actual estatus de creador audiovisual de referencia en la industria británica actual. Esta historia sobre conspiraciones y terrorismo islamista lo confirma como un escritor que sabe manejar la tensión como pocos, pero carece de la hondura de su obra anterior. Los primeros capítulos de Bodyguard son excelentes, sin embargo, una vez que la historia da su gran giro, el espectador acaba descubriendo que Mercurio no va a construir un discurso robusto sobre la utilización del terrorismo islamista por parte de los poderes públicos y privados que quieren restringir nuestras libertades. Una pena, porque los elementos estaban ahí. Aún así, Bodyguard es muy recomendable porque es adictiva, algo que no se logra si no se es un narrador de primera división y Mercurio lo es.

28. GLOW (Netflix) (-1)
En un año en el que la unidad de acción de las mujeres feministas estuvo en el centro del debate público, GLOW ofrece, desde la dramedia, una visión bastante inspirada de lo que debe ser la fraternidad femenina y una reflexión más profunda de lo que podría parecer sobre los valores e inquietudes que nos mueven y cómo las relaciones que construimos nos marcan a fuego.

27. Arde Madrid (Movistar +) (N)
Anna R. Costa y Paco León han utilizado la estancia de Ava Gardner en Madrid para construir una relectura idealista de la España gris-oscura-casi-negra del franquismo. Casi como si estuvieran reescribiendo la historia apuestan por un relato feminista y de empoderamiento femenino en un país asfixiado por una dictadura profundamente machista, religiosa y antiliberal. Por todo ello, Arde Madrid es un experimento narrativo tan divertido y combativo como ahistórico. Pero esto último da completamente igual, la historia de Ana Mari (inmensa Inma Cuesta), una maestra reconvertida en criada-espía al servicio del régimen es una historia dirigida a las mujeres de hoy en día, la historia de una mujer hecha a sí misma, inteligente y, sobre todo, independiente. PD: Por favor, que alguien escriba un spin-off protagonizado por el personaje de Miren Ibarguren. 

26. Castle Rock (Hulu) (N)
Esta serie se enfrentaba al inmenso reto de reconstruir el inabarcable universo creativo de Stephen King sin adaptar ninguna de sus obras en concreto. Aunque le cuesta arrancar, Castle Rock retrata exitosamente alguna de las ideas-fuerza/obsesiones de King, contando, a través de un estimulante manejo del espacio/tiempo, la historia de un grupo de personajes acuciados por el Mal. El capítulo centrado en la gran Sissy Spacek es desgarrador y uno de los relatos de ciencia ficción mejor construidos de los últimos años.

25. El día de mañana (Movistar +) (N)
Las miserias del tardofranquismo y la Transición expuestas a la luz a través de la historia de un caradura netamente español. Eso es, en esencia, El día de mañana, la ficción más redonda que ha salido, hasta ahora, de la factoría Movistar +. En este país, para medrar desde las clases populares hay que mancharse las manos. Es la corrupción, siempre es la corrupción.

24. A Very English Scandal (BBC 1) (N)
A estas alturas, pocos podían prever que la carrera de Hugh Grant, antaño rey de la comedia romántica british, resucitaría. Es más, no solo ha resucitado, si no que este 2018 nos ha regalado al mejor Hugh Grant por partida doble, en la adorable Paddington 2 y, sobre todo, en la entretenidísima y corrosiva miniserie A Very English Scandal, donde Grant interpreta al ex-líder del partido liberal Jeremy Thorpe. Como todo buen relato político, la miniserie retrata el auge y caída de un político carismático corroído en primer lugar por su homosexualidad no aceptada por él mismo e inaceptable para la sociedad británica y, en segundo lugar, por su ambición desmedida de poder. A través de la batalla entre Thorpe y su ex-amante, interpretado por el siempre excelente Ben Whishaw, vemos un glosario de los más bajos sentimientos humanos y a pesar de ello, la obra no es nada oscura, gracias al negrísimo humor británico.

23. Atlanta (FX) (N)
Tras el éxito de la primera temporada, FX le dio libertad total a Donald Glover para que experimentara todo lo que quisiera con su creación. Como consecuencia de ello esta segunda temporada es mucho más arriesgada formal y narrativamente hablando. Y por ello, también, es menos redonda y más deshilvanada, casi como si fuese una antología más que una temporada que constituyera una unidad narrativa. Glover se confirma como uno de los autores más estimulantes del audiovisual actual.

22. Killing Eve (BBC America) (N)
La nueva serie de Phoebe Waller-Bridge es un thriller cómico que sigue a dos mujeres, una asesina a sueldo y una analista de seguridad, obsesionadas la una con la otra. Viendo la reacción que despertó en los espectadores, podemos afirmar que Killing Eve ha logrado algo muy peculiar: convertirse en una obra de culto instantánea. Y todo se lo debe a su peculiar manejo del humor negro y a dos protagonistas en permanente estado de gracia. Es imposible terminar la temporada y no tener ganas de ver más.

21. Counterpart (Starz) (N)
Aunque es de Starz, Counterpart tiene un ritmo narrativo propio de algunas de las mejores series de AMC (Mad Men, Rubicon, Halt and catch fire...), es, básicamente, una nueva aportación a eso que hemos dado en llamar la slow tv. Esta distopía sobre dos mundo paralelos pero interconectados, está a medio camino entre la literatura de espías de la Guerra Fría, al más puro estilo John Le Carré, y la paranoia terrorista, tan propia del S.XXI. El gran J.K. Simmons interpreta a dos hombres idénticos en lo físico pero inmensamente diferentes en su interior (¿o no?), que tendrán que hacer equipo (¿o no?) para evitar la guerra entre sus mundos. Es ambiciosa, es interesante y sí, es lenta. Y no se avergüenza de ello.

20. The Deuce (HBO) (-17)
Siempre digo que para mí es difícil hablar de David Simon tras haber escrito 400 páginas sobre sus obras anteriores. The Deuce no me entusiasma tanto como sus antecesoras, porque creo que se sale demasiado de los márgenes de su universo creativo sobre la ciudad y que eso genera una cierta falta de foco narrativo y discursivo. Aún así es estimulante. Simon siempre lo es. Finalizar The Deuce en su tercera entrega es una sabia decisión.

19. Wild Wild Country (Netflix) (N)
El inicio del año seriéfilo se vio sacudido por una obra que nadie vio venir, la miniserie documental Wild Wild Country sobre una secta de origen hindú que se instaló en medio de ningún sitio en el estado de Oregón. Lo que pasó después, efectivamente te sorprenderá. Una encarnizada guerra por el poder a nivel interno y externo que incluye desfalcos millonarios, terrorismo bacteriológico y manipulación electoral. Sheela, la mano que mecía la cuna de la secta, es una de las villanas más interesantes e inquietantes de los últimos años.

18. Star Trek: Discovery (CBS All Access) (N)
Estamos viviendo una época muy buena para la ciencia ficción audiovisual. El enésimo resurgir de Star Trek comenzó titubeante, para terminar ofreciendo este año una segunda parte de su primera temporada brillante y adictiva. Quizás no tenga la hondura moral de algunas de sus antecesoras, pero los engranajes narrativos de esta aventura son excelentes. Una de las series más divertidas de 2018 y que tiene las hechuras necesarias para dar un paso más y atreverse a construir un discurso socio-político relevante.

17. Succession (HBO) (N)
El estilo narrativo de Adam McKay se traslada del cine a la televisión para ofrecer la, posiblemente, serie más cínica del año. Esta relectura posmoderna del King Lear de Shakespeare, explora las miserias del actual estadio del capitalismo, mostrándonos cómo una familia multimillonaria implosiona por la ambición de poder y dinero de todos y cada uno de sus miembros. Siempre nos ha gustado reírnos de los ricos y ver que realmente no son más felices que nosotros, sino que son más banales.

16. The Haunting of Hill House (Netflix) (N)
Si hay un género que se ha explorado poco en el terreno del audiovisual de largo formato es el terror. Quizás porque mantener una sensación de miedo y desosiego durante más de 2-3 horas es un reto demasiado complicado. Mark Flanagan que ya había dado muestras de conocer las claves del género y saber emplearlas para producir obras estimulantes (Hush, Gerald's Game) ha sido capaz de construir una serie de ficción apasionante y que da bastante miedo, ya no por los sustos, que tiene unos cuantos, o por la atmósfera, que está muy bien trabajada, si no porque habla de sentimientos humanos que todos hemos experimentado o experimentaremos. Como ha dicho gran parte de la crítica, si algo es The Haunting of Hill House es un drama familiar, una serie sobre las miserias de una familia y las relaciones entre sus miembros. Pero el terror o lo sobrenatural no son un mero vehículo, Flanagan quiere hacer audiovisual de terror de primer nivel. Y lo logra.

15. Homeland (Showtime) (N)
Aunque la mayoría de la audiencia se haya olvidado de que existe, Homeland aún existe y no solo eso, es tan pertinente como el primer día. Fake news, alt-right, interferencias rusas, amago de golpe de estado, exploración de los límites de la Constitución USA... todo eso y más ha tenido su penúltima entrega, una de las mejores, en opinión de un servidor. La idea más demoledora que ha ofrecido esta temporada es que, posiblemente, las democracias occidentales no se pueden cambiar ya a mejor. No queda otra que resistir. 

14. Homecoming (Amazon Prime) (N)
Sam Esmail, la mente pensante y la mano ejecutora detrás de Mr. Robot, esa serie a ratos deslumbrante, a ratos delirante, se limita a dirigir, que no es poco, la adaptación audiovisual de un podcast prestigioso. El resultado es uno de los mejores thrillers conspiranoicos de esta década. Inteligente, contenido y fabulosamente elaborado. Una pequeña obra de orfebrería. Julia Roberts pocas veces ha estado mejor y nunca tan natural.

13. Fariña (Antena 3) (N)
Fariña no es Narcos. Fariña es mucho mejor que Narcos. Porque Fariña no sólo es entretenida, que  lo es y mucho, Fariña es una obra política. Una serie que analiza las dinámicas de poder entre los líderes políticos y el crimen organizado. Una serie que analiza cómo el narcotráfico y la economía ilegal, cubrió el espacio dejado por la desindustrialización del país y las cuotas europeas al sector primario. Fariña es la crónica de una Galicia en eterno declive. La mejor serie española del año y una de las mejores de la historia.

12. L'amica geniale (HBO) (N)
La guerra de clases, la Italia post-fascista, el inicio de la (auto)liberación de las mujeres, la familia y, sobre todo, la amistad. De todo esto y de alguna cosa más, habla L'amica geniale, adaptación de la primera novela de la saga literaria de Elena Ferrante, Dos amigas. Dos niñas, una innatamente brillante, y la otra, esforzadamente brillante, se alían en un barrio pobre para medrar en un mundo dominado por hombres ricos y brutalmente machistas. Vestida con las formas del arte costumbrista, L'amica geniale construye un discurso sociopolítico robusto. Está más preocupada por mostrar e ilustrar, que por señalar. Una obra hermosa.

11. The Terror (AMC) (N)
Hay muchas cosas que me interesan en/de The Terror, la historia de una trágica expedición británica a través del Polo Norte. Pero sobre todo me interesa su capacidad de fascinación, de plasmar lo más terrible, hipnótico y sobrecogedor de la naturaleza y de retratar el interior de sus personajes a través de la larga noche y de elementos netamente fantásticos. Esta serie me dio mucho miedo, no solo por su vena netamente terrorífica, si no, sobre todo, por la crónica que hace del deterioro moral del ser humano. Es buenísima, de verdad.

10. Westworld (HBO) (N)
Resulta fácil de entender por qué hay tantas personas que se sienten expulsadas por el estilo narrativo de Westworld. La serie, desde luego, no lo pone fácil y está muy lejos de ser redonda. Pero cuando Westworld es buena es simple y llanamente hipnótica. Por eso se le perdonan su irregularidad y sus constantes trampas. Es una obra de ciencia ficción tan ambiciosa y desmedida que los amantes del género están obligados a verla, aunque puedan llegar a odiarla. La segunda temporada profundiza en las reglas de su mundo distópico y ahonda en los debates ideológico-morales que ya se habían esbozado en la primera entrega. Progresa adecuadamente.

9. American Crime Story. The Assasination of Gianni Versace (FX) (N)
Era difícil estar al nivel de la brutal primera entrega de American Crime Story (el caso de OJ Simpson). Esta segunda edición no lo logra, pero se queda cerca. La historia del asesino en serie que mató al modisto Gianni Versace a los pies de su casa, Andrew Cunanan, es el turbador y conmovedor retrato de un hombre que cansado de sentirse superfluo se inventa una vida que no le pertenece. El (des)encaje entre la realidad y la ficción, entre lo que sucede y lo que desea que suceda, provoca que pierda la cabeza y que por el camino triture las existencias de todas las personas que lo rodean. Una de las historias de asesinos (y de sus víctimas) más trabajadas que he visto.

8. Black Earth Rising (BBC 2) (N)
Hugo Blick sigue explorando, gracias al dinero invertido por la cadena pública británica, las miserias de la política internacional y el rol perverso de las potencias occidentales en los conflictos que aún laten en el mundo. Si en The Honourable Woman entraba a degüello en las miserias del estado de Israel y la ocupación que el mismo lleva a cabo en Palestina, en Black Earth Rising disecciona la guerra civil ruandesa, el exterminio tutsi, la posguerra y el papel de Reino Unido, Francia y Estados Unidos en todo ello. Un thriller político brillante, profundamente humano e incansablemente crítico con Occidente.

7. The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon Prime) (+21)
La primera temporada de la señora Maisel era refrescante y divertida. Una reactualización del estilo narrativo del matrimonio Palladino (Gilmore Girls). Su segunda entrega es, simple y llanamente, sensacional. Quizás la serie más redonda del año. No tiene aristas. No hay arcos narrativos que no funcionan. Los diálogos de los Palladino son tan buenos como siempre y su construcción de personajes aún mejor. El reparto está en estado de gracia. Es una comedia pura de larga duración, algo bastante extraño en la televisión(/plataforma de streaming). Y funciona. Feminismo a golpe de risas y fina ironía.

6. Il Miracolo (Sky) (N)
La cinematografía italiana es una de las más interesantes del mundo. Desde Fellini, Rossellini, Pasolini o Visconti, hasta Sorrentino, Garrone o Rohrwacher, ha iluminado al mundo con propuestas arriesgadas, estimulantes y únicas. En los últimos años toda esa riqueza cultural audiovisual se ha expandido hacia la televisión (1992, Gomorra, The Young Pope... y antes Romanzo Criminale) para resituar a Italia en la vanguardia del audiovisual mundial. Il Miracolo del escritor Niccolò Ammaniti tiene como premisa la aparición de una figura de una virgen que llora litros y litros de sangre, de forma constante, sin que la ciencia lo pueda explicar. Tras este punto de partida, Ammaniti explora las relaciones Iglesia-Estado, la deriva política de Italia, un país en constante crisis institucional, el papel de Italia en Europa y en el mundo y, sobre todo, la importancia de la fe en un mundo descreído. Il Miracolo no se parece a nada de lo que ha ofrecido la televisión mundial este año. A nada.

5. The Americans (FX) (N)
Cuando volvamos la vista atrás y analicemos la ficción audiovisual de la década de los 10, The Americans será una de esas obras capitales en las que habrá que detenerse. La historia de un matrimonio de espías soviéticos en Estados Unidos a las puertas del colapso de la URSS exploró, básicamente, las principales preocupaciones humanas, en aquellos tiempos y en los nuestros: la familia, el amor, el matrimonio, la cultura, el sentimiento nacional, los valores, la ideología, la amistad... No se dejaron nada en el tintero. La última temporada fue demoledora. Profundamente lacónica.

4. BoJack Horseman (Netflix) (+1)
El actor caballo sigue deprimido. Mucho. Como en la vida misma, la depresión es un hondo pozo del que resulta muy difícil salir. Quizás nunca sea capaz de ser feliz, también, como en la vida misma. Una de las obras más demoledoras de la ficción audiovisual actual porque, al final, de lo que habla es... de la vida misma.

3. Sharp Objects (HBO) (N)
El gran logro de Sharp Objects radica en su capacidad de mezclar ingredientes propios de un melodrama trash digno de la peor Lifetime y presentar al espectador un melodrama classy sobre algo tan abstracto y a priori tan poco comercial como la memoria. Sharp Objects, bajo su apariencia de thriller de asesino en serie hibridado con drama familiar (cuasi)sureño, es, en realidad, un tratado sobre los recovecos de nuestra memoria, sobre lo que recordamos, cómo lo recordamos, cómo lo modificamos y cómo decidimos, consciente o inconscientemente dejar de recordarlo. Una de las mejores puestas en escena de Jean-Marc Vallée y tres actrices en estado de gracia saben llevar el material de Gillian Flynn (autora de la novela original) y Marti Noxon (showrunner) a un nivel de excelencia digno de las mejores miniseries de la casa.

2. The Good Fight (CBS All Access) (+11)
La radiografía más irónica, divertida y mordaz de la política USA actual. Eso y mucho más es The Good Fight, un spin-off que ha superado en ambición discursiva a su brillante predecesora, The Good Wife. En un país gobernado por un peligroso bufón sólo se pueden hacer dos cosas y son complementarias: combatir y reírse.



1. The Handmaid's Tale (Hulu) (+1)
Tras una primera temporada explosiva, alardeada por millones de personas y bendecida por los premios Emmy, había ganas de que The Handmaid' Tale fracasara. En parte por pura misoginia, en parte porque el listillo de la clase no está visto con muy buenos ojos en nuestras sociedades. Pero lo cierto es que esta segunda temporada no ha sido un fracaso, aunque sí ha tenido más problemas que la primera. Es verdad que los primeros tres capítulos no acaban de funcionar y que los últimos 5 minutos son muy criticables y, sobre todo, abren dudas de cara al futuro de la serie (¿sabrán cerrarla y no estirar el chicle?). Pero no es menos verdad que todo lo demás ha estado a la altura de la primera o, incluso, por encima de la misma. La relación que se construye entre June y Serena es una de las dinámicas entre personajes más importantes, sí, importantes, de esta década. Acuciados por el resurgir de los totalitarismos que casi destruyen occidente durante el siglo pasado, no nos queda más que prepararnos para lo peor y para dar la batalla. De eso va The Handmaid's Tale, de luchar en tiempos adversos.

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