MUCHOS HIJOS, UN MONO Y UN CASTILLO de Gustavo Salmerón
THE DISASTER ARTIST de James Franco

Mientras The Disaster Artist se proyecta hacia el futuro: persigue tus sueños, una idea-fuerza que ha marcado para siempre a la generación millenial o Y. Muchos hijos lo hace hacia el presente y hacia el pasado: vive siendo consciente de quién eres, de dónde vienes y a quién (y qué) tienes. Esto provoca que la película de los Salmerón (está claro que es una obra familiar) tenga alcance universal, no tanto en el espacio (es una obra muy española y mucho española), como en el tiempo, porque es, sin duda, un film transgeneracional. A través del discurso, a ratos delirante, a ratos brutalmente lúcido, de Julita Salmerón, Muchos hijos deconstruye a la señora bien española, explica los últimos 100 años de nuestro país y entrelaza la generación de la guerra con la generación X. España es así, caótica, peculiar, apasionante, morriñenta de un país que nunca existió y familiar. Somos personas brutalmente familiares, aún a día de hoy. La institución sobre la que se sustenta toda la sociedad. En cambio The Disaster Artist habla de la familia que eliges (ese concepto): tus amigos. Reivindica así que ante las adversidades la amistad es un refugio impenetrable. Greg Sestero no duda, ni por un segundo, en abandonar a su madre en San Francisco y lanzarse a la aventura con su nuevo mejor amigo, Tommy Wiseau. En The Disaster Artist no existe el pasado, de hecho nada sabemos del de Wiseau, ni de dónde ha sacado todo el dinero que malgasta en The Room, ni de dónde viene, ni cuantos años tiene. En la película de Franco sólo existe un potencial futuro en el que puedes alcanzar tus sueños y enmendar un presente en el que no lo haces. Puro discurso para millenials. Y sí, funciona, es una dosis lisérgica de esperanza.
En última instancia, ambas obras son dos manifiestos sobre la pulsión irrefrenable de hacer cine. En una extraña, pero bien hilada, reflexión meta-cinematográfica circular (puesto que comienza a esbozarla al inicio del film y la continúa al final del mismo), Julita Serrano le explica a su hijo Gustavo, a la postre director de la obra, lo que a los espectadores realmente les interesa. Ellos (Nosotros) no quieren saber las historias de una vieja loca, que un día se vuelve millonaria y unos años después acaba siendo desahuciada de su castillo. Lo que desean es una película bien hecha, con un buen guion, una buena dirección y una buena fotografía. Lo que Tommy Wiseau, el personaje y el cineasta, definiría como "una película como se hace en Hollywood". Es decir, una película con dinero. Sin embargo, el éxito imposible de The Room y los esforzados éxitos de The Disaster Artist y Muchos hijos, demuestran lo contrario. El público quiere una buena historia. Las de dos personajes tan fascinantes (y fascinados) como Wiseau y Salmerón lo son. Las películas de Franco y Salmerón son dos relatos apasionantes sobre los sueños, sobre la obligatoriedad emocional de seguirlos y sobre el cine, sobre el arte de hacer cine.