30. Una y otra vez (Filmin)
¿No sería fantástico poder resucitar e intentar cambiar los errores cometidos en la vida anterior? Esta preciosa miniserie de la BBC explora las mil vidas de una joven que llega a la adultez durante las II Guerra Mundial. Cada vez que muere, resucita sintiendo el peso de sus vidas pasadas, buscando alterar los acontecimientos para que ella y su familia puedan disfrutar de una vida feliz. Pero, ¿es posible encontrar un camino perfecto para vivir, uno en el que no haya que renunciar a nada?
29. El otro lado (Movistar Plus+)
Con la divertidísima Mira lo que has hecho, Berto Romero había demostrado que puede ser un narrador de primera en el panorama español. El otro lado, una serie más arriesgada e imperfecta, lo confirma. Un investigador de lo paranormal se adentra en un caso que puede sacarlo del ostracismo asesorado por el fantasma de su mentor. El otro lado reconstruye la televisión y la sociedad de los 90 con la precisión de una serie documental que no es y tira a dar contra el entretenimiento conspiranoico de Iker Jiménez.
La segunda temporada de Cardo, más oscura y madura que la primera, es la secuela bastarda perfecta de La Mesías. Son muchas las conexiones que se pueden hilar entre los personajes que interpreta Ana Rujas en una serie y en la otra. Tras su paso por la cárcel, María ha visto a Dios (o a una Santa) y quiere ser una buena cristiana, alejándose de los vicios del pasado y haciendo buenas acciones, pero la cabra siempre tira al monte. El road trip del quinto capítulo es extraordinario. Uno de los episodios más salvajes de este año.
27. Tiempo de victoria (HBO Max)
Una nueva obra enterrada en el cementerio de las series inconclusas. HBO Max ha decidido dejar la historia de los Lakers de los años 80 a medias. Ni las audiencias ni los premios acompañaron a una serie que no debía ser barata de hacer, precisamente. La segunda temporada de Tiempo de victoria arranque con pulso y se toma su tiempo para profundizar en las psiques de Paul Westhead, Pat Riley y Magic Johnson. Por desgracia, en la recta final pisa el acelerador y pierde el principal encanto de la serie: poner el foco en el quién y no en el qué.
26. Nolly (Filmin)
No vamos a descubrir a estas alturas que Russell T. Davies (Doctor Who, Years & Years) sabe hacer buenas series. Lleva tres décadas demostrando que es uno de los grandes creadores audiovisuales del Reino Unido. Nolly, un biopic crepuscular sobre una estrella de telenovelas en el ocaso de su carrera es la enésima clase maestra de un narrador sensacional que, en esta ocasión, nos envía imágenes de un mundo que ya no existe, en el que la vieja caja tonta ejercía una hegemonía en la cultura de masas que se ha diluido como un azucarillo. Un mundo, también, profundamente misógino e ingrato. Lo mejor de esta pequeña miniserie de tres capítulos de 40 minutos es una soberbia Helena Bonham Carter.
25. Star Trek: Strange New Worlds (SkyShowtime)
El trekkiverso sigue ofreciéndonos pequeños regalos. Aunque Discovery ha entrado en barrena, Strange New Worlds sigue planteando debates interesantes sobre la condición humana (paradójicamente). Lo que ha sido siempre la verdadera constante de las series y películas de Star Trek. Es fascinante cómo la serie puede saltar por los géneros y los tonos sin dejar de hacer pie. Esta temporada tuvimos desde una comedia absurda (el Spock humano del episodio 5), hasta un drama de juicios (el maravilloso capítulo 2), pasando por un musical (el episodio 9) o un thriller oscurísimo (el capítulo 3). Larga vida y prosperidad 🤘🏼.
Ha vuelto el mejor Noah Hawley. Fargo V vuelve a adentrarnos en ese país salvaje que es Estados Unidos, en el que hasta el más tonto del pueblo tiene la maldad necesaria para arruinarle la vida a alguien. Un país atravesado por parajes desolados, personajes macabros y personas deliciosamente ridículas. Juno Temple ha nacido para formar parte del retorcido universo de Fargo. Está soberbia logrando ese punto intermedio entre la candidez y el ingenio demoníaco. Una superviviente más en un país en el que es fácil ahogarse.
23. Somewhere Boy (Filmin)
La vida tiene estas casualidades. En el mismo año se han estrenado dos series sobre niños encerrados en sus casas por los delirios de sus progenitores. La primera de ellas es la inglesa Somewhere Boy. La historia de un chaval que se ve forzado a salir al mundo tras el suicidio de su padre-carcelero. A caballo entre el presente y el pasado vamos descubriendo la fábula de ciencia ficción en la que vivía y lo duro que resulta comenzar a aprender a vivir cuando ya se es un adolescente. Turbadora y extrañamente emotiva.
22. Samurái de ojos azules (Netflix)
Esta serie de anime sobre una samurái que emprende un camino de venganza en un mundo que cree que es un monstruo es un absoluto festival. Está plagada de secuencias de acción deliciosas, pero, además, no renuncia a contar una historia hermosa sobre el dolor, el amor y el odio. Si el capítulo 6 es la mejor demostración de lo primero, el quinto, profundamente bello y triste, es un ejemplo apabullante de lo segundo. El viaje del héroe sigue siendo una estrategia narrativa imbatible.
21. Las gotas de Dios (Apple TV+)
Un prestigioso crítico vinícola fallece y su millonaria herencia (un compendio de los mejores vinos del mundo) deberán disputársela a través de diferentes pruebas su hija y su aprendiz. Este es el punto de partida de una serie entretenidísima sobre el mundo del vino y las relaciones entre padres e hijos. Rodada con elegancia, Las gotas de Dios sabe moverse con fluidez entre Francia y Japón para mostrar que el vino, entre otras muchas cosas, es un documento de memoria. Si tuviera que escoger, me quedaría con el episodio italiano (el sexto).
20. Rapa (Movistar Plus+)
Si la primera temporada de Rapa era buena, la segunda es mejor. Poner el foco sobre los tejemanejes de la Armada en una ciudad donde ha ejercido su poder durante décadas como Ferrol y, en paralelo, plantearnos un dilema moral en torno a si es justo o no apresar a un asesino que actuó empujado por motivos razonables hace muchos años, no es tan fácil como pudiera parecer a simple vista. Entretejer ambas tramas a través de dos personajes protagonistas fantásticos y sacarle partido a una ciudad mucho más interesante (y bonita) de lo que a menudo se le reconoce tiene mucho mérito. Sobre todo, teniendo en cuenta que la obsesión por el rural imposibilita las ficciones audiovisuales urbanas en Galicia. Deseando ver la tercera y última temporada.
19. Bronca (Netflix)
En el mundo actual vivimos al borde de un ataque de nervios y no están Julieta Serrano y María Barranco para desestresar la situación a golpe de comicidad. Bronca es un fiel retrato de una época extraña en la que la gente acumula ingentes cantidades de frustración. Lo que puede parecer una comedia, rápidamente se convierte en un drama psicológico en el que dos personas se boicotean e intentan arruinarse sus respectivas vidas aunque eso signifique inmolarse. Quizás sea una de las series más oscuras del curso.
Quizás sea la serie más disfrutona de esta lista. Si algo saben hacer en el Reino Deprimido son novelas, películas y series sobre espías. Los estadounidenses no les llegan a la suela de los zapatos. La tercera temporada de Slow Horses es tan dinámica, entretenida y maliciosa como las anteriores. Gary Oldman y Kristin Scott Thomas se lo pasan en grande con dos personajes que son un regalo. Pura ironía british. Más allá de la diversión que nos regala una trama de espías inteligente e inquietante, Slow Horses nos salpica con algunas ideas relevantes sobre cómo la voracidad capitalista llega hasta las sucias tuberías del Estado.
17. Fellow Travelers (SkyShowtime)
Mientras Estados Unidos se vanagloriaba de ser el faro que iluminaba al mundo libre frente a la opresión soviética, el aparato represor del Estado perseguía y destruía a cualquier persona que fuese comunista, homosexual o se consideraba que iba en contra del canon social predefinido. El mccarthysmo infectó a toda una sociedad emparanoiada con la amenaza rusa y temerosa de lo diferente. La fantástica Fellow Travelers relata el miedo y el dolor causados por los autodenominados defensores de la democracia y el modo de vida americanos. Esta historia de amor en tiempo hostiles entre dos trabajadores gubernamentales adopta las formas de un drama clásico y canónico, a medio camino entre el cine de espías y el melodrama, pero en su interior hay inoculados pequeños espacios para la irreverencia y la provocación, sobre todo en el plano sexual.
16. The Architect (Filmin)
Oslo en un futuro próximo. Los problemas de vivienda llevan a una arquitecta a vivir en un parking subterráneo y a plantear un proyecto urbanístico para convertir este tipo de infraestructuras en edificios residenciales. The Architect hace gala del extraño e incómodo humor negro nórdico para hablarnos de uno de los problemas más acuciantes de cualquier ciudad europea. Todo en ella es perfectamente aséptico y frío. Desde la puesta en escena hasta el diseño de arte pasando por los diálogos o las interpretaciones.
15. Para toda la humanidad (Apple TV+)
Mi happy place. En la realidad alternativa de Para toda la humanidad, la perestroika fracasó y el régimen soviético sobrevivió. La cuarta entrega quizás ha sido la temporada menos estimulante de la serie y, sin embargo, sigue siendo vibrante cuando quiere. No es fácil mezclar con tanto acierto multitud de tramas apenas conectadas en torno a la carrera espacial. ¿Lo mejor? Margo Madison en Houston, Moscú y hasta en la China popular que diría Carod-Rovira.
14. Justified: Ciudad salvaje (Disney+)
Ocho años después del final de Justified vuelve el marshal Raylan Givens. Sin embargo, Ciudad salvaje, esta suerte de secuela y expansión del universo cinemático del novelista Elmore Leonard no transcurre en West Virginia, sino en Detroit. Otro escenario más de los Estados Unidos post-industriales que se ahogan en pobreza y delincuencia. Timothy Olyphant sigue dominando un personaje irresistiblemente irónico y, a la vez, noble. El caso central es entretenidísimo y el encanto de la serie reside, como ya sucedía con la original, en una galería de personajes secundarios sublime.
13. El jurado (Prime Video)
Una persona es elegida para participar en un jurado popular en un juicio que será grabado por un equipo de documentalistas. El pequeño detalle que no le han contado al protagonista de El jurado es que el juicio es una farsa y todas las personas involucradas, salvo él, son actores. El resultado es tan divertido como podría esperarse de esta premisa. O incluso más. Este falsísimo documental está plagado de momentos descacharrantes en los que el absurdo se apodera completamente de la situación. Los actores lo dan todo para moverse en el difícil equilibrio entre llevar al protagonista a situaciones límites y evitar que destape la pantomima.
12. Poker Face (SkyShowtime)
Donde Glass Onion, la continuación de Puñales por la espalda, fracasó, Poker Face triunfa. Es una serie de crímenes estimulante en la que no importa quién mató a quién, porque eso nos lo dicen en los soberbios prólogos de cada episodio, sino cómo lo descubre la protagonista y cómo de estúpidas y perdidas pueden ser y estar las personas. Esta primera temporada tiene muchos capítulos fantásticos, pero destaco, sobre todo, el octavo y el noveno. El primero, un homenaje al fantástico de serie B y a los artesanos del cine. El segundo, una truculenta mirada a esos hombres que creen que todo en el mundo les pertenece por derecho propio.
Todo lo que somos está en Amanece que no es poco. Déjate ver lo comprende y actualiza ese realismo mágico en el que el absurdo sirve para explicar los sinsentidos de nuestra sociedad. Una joven artista comienza a desaparecer (literalmente), tras pasar años alimentando de ideas a un creador posmoderno similar a Bansky. Para intentar evitarlo se embarcar en un redescubrimiento del mundo. En la era de las apariencias, qué fácil es desaparecer. Déjate ver puede resultar un poco machacona (la metáfora Van Gogh), pero tiene tantas ideas y es tan ingeniosa que resulta imposible no disfrutarla. Una auténtica joya con un capítulo extraordinario: el quinto, contado de adelante a atrás.
10. Blue Lights (Movistar Plus+)
Irlanda del Norte ya no sale en las noticias, pero el conflicto sociopolítico entre unionistas y republicanos sigue vivo. La brecha entre las dos comunidades y las secuelas de décadas de terrorismo y discriminación supuran a lo largo de la vibrante Blue Lights, un drama policial en la estela de los grandes clásicos de la BBC (se la ha comparado con Line of Duty). Durante seis maravillosos episodios seguimos el día a día de un grupo de policías de Belfast. A través de sus ojos vemos los sinsabores de la actividad policial, la relevancia de las mafias y los tejemanejes de los servicios de espionaje británicos. Lo más emocionante de Blue Lights es que en medio de tanta miseria hace una defensa rotunda de las personas y su capacidad de ayudar a otras.
9. Poquita fe (Movistar Plus+)
¿Y si no solo los protagonistas de un mockumentary hablaran a cámara para comentar las secuencias de la serie? Ahora que está de moda el verbo democratizar, podríamos decir que Poquita fe ha democratizado este formato. En esta serie interviene dando su opinión hasta un señor que simplemente pasaba por allí y que jamás volveremos a ver. De esta forma, la anodina vida de una pareja aburrida de sí misma se transforma en una comedia costumbrista descacharrante. Cada secuencia es replicada por las opiniones y versiones más variadas. Poquita fe nos recuerda que lo mejor que podemos hacer es huir del relato neoliberal de que todos podemos ser extraordinarios, acumular experiencias únicas y construir vidas apasionantes. El barrio, con sus tapas de bar, sus amigos pueriles y sus parientes pesados, es el mejor refugio frente a un mundo cada vez más acelerado e incomprensible.
8. Colegio Abbott (Disney+)
Si Poquita fe lleva al mockumentary hacia nuevos territorios, Colegio Abbott se consagró en su segunda temporada como una nueva obra maestra del formato, al nivel de las mejores temporadas de The Office o Parks and Recreation. Es difícil conseguir que en una serie todos los personajes sean soberbios, pero la obra creada y protagonizada por Quinta Brunson convierte lo complejo en fácil, sin temer nunca enfrentarse a temas sociales de primer orden. El desmantelamiento de los servicios públicos puede abordarse desde el terreno de la comedia sin perder un ápice de crítica. Por seguir trazando conexiones, ha sido, junto con Poquita fe, la serie que más me ha hecho reír en 2023.
7. La noche que Logan despertó (Filmin)
Vuelve el Xavier Dolan de siempre, esta vez en formato seriado. Y lo hace volviendo a sus temas habituales (la madre, la familia, el amor homosexual prohibido, las heridas del pasado que supuran en el presente...) y a sus formas características. Bastan 5 minutos de La noche que Logan despertó para saber que se trata de una obra del québécois. Tras muchos años de auto-exilio, una mujer regresa a casa por el fallecimiento de su madre. Al llegar, descubre que ni los fantasmas del pasado se han ido, ni sus hermanos se encuentran mucho mejor que ella. Dolan nos conduce por un sinuoso camino en el que presente y pasado se confunden para contarnos qué pasó en aquella noche en la que Logan se levantó en medio de la noche. La secuencia final de la serie es, quizás, la que más me ha sobrecogido este año.
6. Fleishman está en apuros (Disney+)
Una enmienda a la totalidad a la Generación X brillante y que rebosa mala hostia desde su casting: la protagonista de My So-called Life (Claire Danes), la serie de instituto xer por antonomasia, y el actor que encarnó a uno de los xers más famosos de la Historia en La red social (Jesse Eisenberg). Un día, de repente, una mujer desaparece dejando atrás a sus hijos. La narradora nos cuenta la trágica historia desde el punto de vista del padre, un buen médico carcomido por una mujer fría y ambiciosa... O quizás no. Una de las mejores obras audiovisuales sobre lo importante que es el punto de vista o, como habría dicho mi abuela, sobre la verdad ineludible de que "cada un fala da feira, como lle foi nela".
5. The Last of Us (HBO Max)
Aunque parezca que el año nos ha triturado, a principios del curso pudimos disfrutar de esta maravillosa y expansiva adaptación de uno de los juegos más icónicos de lo que va de siglo. Tras escribir la increíble Chernobyl, Craig Mazin ha salido triunfante de un reto tan complejo como el de volver a contarnos la historia de Joel y Ellie siendo a la vez respetuoso con el juego e innovando en la construcción del relato. El gran éxito de The Last of Us reside en el espacio que le otorga a los personajes con los que los protagonistas se van encontrando en su caminar. De ahí que el capítulo más icónico sea el tercero (Bill), el mejor, en mi opinión, sea el quinto (Kansas City) y el más oscuro sea el octavo (David). Es una pena que el ritmo pausado de los ocho episodios iniciales se vea alterado por un capítulo 9 demasiado precipitado. Aún así, el comienzo del viaje ha sido fascinante.
4. Power Play (Filmin)
Ante el empuje del discurso neoliberal y sus promesas fantasiosas, la socialdemocracia europea prefirió perder sus ideas para intentar no perder sus votos. El resultado, para sorpresa de nadie, es que los autodenominados partidos socialdemócratas abandonaron su ideología para apostar por un constante programa de mínimos frente a un capitalismo voraz. Y en el trayecto, se fueron haciendo cada vez más pequeños. De esto es lo que nos habla Power Play, una joya de la televisión pública de Noruega que disecciona la decadencia del Partido Laborista, su abandono de la conciencia de clase, la metástasis producida por el abuso de poder y la mutación hacia un discurso y una práctica liberal. El detalle más perverso (y estimulante) de Power Play es que la heroína, Gro Harlem Brundtland, la primera mujer en liderar el gobierno de Noruega, una política rodeada de machistas hambrientos de poder, representa el éxito definitivo de las ideas-fuerza del neoliberalismo: la meritocracia, las paguitas del Estado, la desindustrialización... La serie brilla en su retrato cínico de los tejemanejes partidarios, en su sutil discurso político y en su recreación de la textura de los 70 y la hibridación entre imágenes ficticias y documentales. En cambio, le sobra el elemento meta-ficcional, en la línea de los peores dejes del cine de Adam McKay. Apasionante. Que nos den la segunda temporada ya.
3. The Bear (Disney+)
Si hay una serie que ha estado de moda este año ha sido The Bear. Hasta el punto que despedimos 2023 con su protagonista, Jeremy Allen White, emparejado con la gran estrella de la cultura pop española actual, (La) Rosalía. Más allá de la crónica rosa, resulta sorprendente constatar cómo una serie sobre un grupo de perdedores empeñados en abrir un restaurante de alta cocina en un barrio empobrecido de Chicago ha podido convertirse en un fenómeno global. ¿Los motivos? En primer lugar, porque Christopher Storer ha conseguido que The Bear sea una serie con una acentuada personalidad tanto en lo relativo a sus historias como a su puesta en escena. En segundo lugar, porque en esta segunda temporada ha sido aún más original que en la primera entrega, atreviéndose con capítulos focalizados en personajes (qué bonito el cuarto episodio centrado en Marcus) y, sobre todo, con capítulos que desbordaban los márgenes de la serie (los episodios 6 y 7). En tercer lugar, The Bear ha tenido tanto éxito porque ha cuidado la construcción, demolición y reconstrucción de sus personajes desde el segundo uno. Y por eso acabas empatizando con personas que nada tienen que ver contigo y apoyando a Carmy en sus mil y un errores.
2. Succession (HBO Max)
Mi niña, qué decirte que no sepas. Un final soberbio para la gran serie del último lustro. Hay muchos detalles sobresalientes en la última temporada de Succession. Podría hablar de esa despedida de soltero tragicómica cantando Famous Blue Raincoat en un karaoke (episodio 2), loar las bondades del shockeante capítulo 3, aplaudir el retrato que hace el episodio 8 de esa democracia en vías de desaparición que es Estados Unidos o destacar el descomunal funeral del capítulo 9, pero si tengo que quedarme con algo de esta soberbia temporada es con el final. Esos últimos 10 minutos de los hermanos Roy. Ese desolador retrato de la derrota más absoluta y de la nada más honda.