viernes, 28 de diciembre de 2018

Mis series favoritas de 2018


30. Dear White People (Netflix) (-6)
Aunque Dear White People no tenga una gran legión de fans y sufra las consecuencias del modelo de exhibición de Netflix, es decir, que solo resulta visible en su fin de semana de estreno, es una serie a tener en cuenta. A través de una descacharrante y cínica sátira, construye y deconstruye algunos de los discursos más estimulantes sobre el grave problema racial que lastra Estados Unidos. Su gran virtud es que no es nunca complaciente y reparte hostias como panes.

29. Bodyguard (BBC 1) (N)
Jed Mercurio (Line of Duty) se ha ganado merecidamente su actual estatus de creador audiovisual de referencia en la industria británica actual. Esta historia sobre conspiraciones y terrorismo islamista lo confirma como un escritor que sabe manejar la tensión como pocos, pero carece de la hondura de su obra anterior. Los primeros capítulos de Bodyguard son excelentes, sin embargo, una vez que la historia da su gran giro, el espectador acaba descubriendo que Mercurio no va a construir un discurso robusto sobre la utilización del terrorismo islamista por parte de los poderes públicos y privados que quieren restringir nuestras libertades. Una pena, porque los elementos estaban ahí. Aún así, Bodyguard es muy recomendable porque es adictiva, algo que no se logra si no se es un narrador de primera división y Mercurio lo es.

28. GLOW (Netflix) (-1)
En un año en el que la unidad de acción de las mujeres feministas estuvo en el centro del debate público, GLOW ofrece, desde la dramedia, una visión bastante inspirada de lo que debe ser la fraternidad femenina y una reflexión más profunda de lo que podría parecer sobre los valores e inquietudes que nos mueven y cómo las relaciones que construimos nos marcan a fuego.

27. Arde Madrid (Movistar +) (N)
Anna R. Costa y Paco León han utilizado la estancia de Ava Gardner en Madrid para construir una relectura idealista de la España gris-oscura-casi-negra del franquismo. Casi como si estuvieran reescribiendo la historia apuestan por un relato feminista y de empoderamiento femenino en un país asfixiado por una dictadura profundamente machista, religiosa y antiliberal. Por todo ello, Arde Madrid es un experimento narrativo tan divertido y combativo como ahistórico. Pero esto último da completamente igual, la historia de Ana Mari (inmensa Inma Cuesta), una maestra reconvertida en criada-espía al servicio del régimen es una historia dirigida a las mujeres de hoy en día, la historia de una mujer hecha a sí misma, inteligente y, sobre todo, independiente. PD: Por favor, que alguien escriba un spin-off protagonizado por el personaje de Miren Ibarguren. 

26. Castle Rock (Hulu) (N)
Esta serie se enfrentaba al inmenso reto de reconstruir el inabarcable universo creativo de Stephen King sin adaptar ninguna de sus obras en concreto. Aunque le cuesta arrancar, Castle Rock retrata exitosamente alguna de las ideas-fuerza/obsesiones de King, contando, a través de un estimulante manejo del espacio/tiempo, la historia de un grupo de personajes acuciados por el Mal. El capítulo centrado en la gran Sissy Spacek es desgarrador y uno de los relatos de ciencia ficción mejor construidos de los últimos años.

25. El día de mañana (Movistar +) (N)
Las miserias del tardofranquismo y la Transición expuestas a la luz a través de la historia de un caradura netamente español. Eso es, en esencia, El día de mañana, la ficción más redonda que ha salido, hasta ahora, de la factoría Movistar +. En este país, para medrar desde las clases populares hay que mancharse las manos. Es la corrupción, siempre es la corrupción.

24. A Very English Scandal (BBC 1) (N)
A estas alturas, pocos podían prever que la carrera de Hugh Grant, antaño rey de la comedia romántica british, resucitaría. Es más, no solo ha resucitado, si no que este 2018 nos ha regalado al mejor Hugh Grant por partida doble, en la adorable Paddington 2 y, sobre todo, en la entretenidísima y corrosiva miniserie A Very English Scandal, donde Grant interpreta al ex-líder del partido liberal Jeremy Thorpe. Como todo buen relato político, la miniserie retrata el auge y caída de un político carismático corroído en primer lugar por su homosexualidad no aceptada por él mismo e inaceptable para la sociedad británica y, en segundo lugar, por su ambición desmedida de poder. A través de la batalla entre Thorpe y su ex-amante, interpretado por el siempre excelente Ben Whishaw, vemos un glosario de los más bajos sentimientos humanos y a pesar de ello, la obra no es nada oscura, gracias al negrísimo humor británico.

23. Atlanta (FX) (N)
Tras el éxito de la primera temporada, FX le dio libertad total a Donald Glover para que experimentara todo lo que quisiera con su creación. Como consecuencia de ello esta segunda temporada es mucho más arriesgada formal y narrativamente hablando. Y por ello, también, es menos redonda y más deshilvanada, casi como si fuese una antología más que una temporada que constituyera una unidad narrativa. Glover se confirma como uno de los autores más estimulantes del audiovisual actual.

22. Killing Eve (BBC America) (N)
La nueva serie de Phoebe Waller-Bridge es un thriller cómico que sigue a dos mujeres, una asesina a sueldo y una analista de seguridad, obsesionadas la una con la otra. Viendo la reacción que despertó en los espectadores, podemos afirmar que Killing Eve ha logrado algo muy peculiar: convertirse en una obra de culto instantánea. Y todo se lo debe a su peculiar manejo del humor negro y a dos protagonistas en permanente estado de gracia. Es imposible terminar la temporada y no tener ganas de ver más.

21. Counterpart (Starz) (N)
Aunque es de Starz, Counterpart tiene un ritmo narrativo propio de algunas de las mejores series de AMC (Mad Men, Rubicon, Halt and catch fire...), es, básicamente, una nueva aportación a eso que hemos dado en llamar la slow tv. Esta distopía sobre dos mundo paralelos pero interconectados, está a medio camino entre la literatura de espías de la Guerra Fría, al más puro estilo John Le Carré, y la paranoia terrorista, tan propia del S.XXI. El gran J.K. Simmons interpreta a dos hombres idénticos en lo físico pero inmensamente diferentes en su interior (¿o no?), que tendrán que hacer equipo (¿o no?) para evitar la guerra entre sus mundos. Es ambiciosa, es interesante y sí, es lenta. Y no se avergüenza de ello.

20. The Deuce (HBO) (-17)
Siempre digo que para mí es difícil hablar de David Simon tras haber escrito 400 páginas sobre sus obras anteriores. The Deuce no me entusiasma tanto como sus antecesoras, porque creo que se sale demasiado de los márgenes de su universo creativo sobre la ciudad y que eso genera una cierta falta de foco narrativo y discursivo. Aún así es estimulante. Simon siempre lo es. Finalizar The Deuce en su tercera entrega es una sabia decisión.

19. Wild Wild Country (Netflix) (N)
El inicio del año seriéfilo se vio sacudido por una obra que nadie vio venir, la miniserie documental Wild Wild Country sobre una secta de origen hindú que se instaló en medio de ningún sitio en el estado de Oregón. Lo que pasó después, efectivamente te sorprenderá. Una encarnizada guerra por el poder a nivel interno y externo que incluye desfalcos millonarios, terrorismo bacteriológico y manipulación electoral. Sheela, la mano que mecía la cuna de la secta, es una de las villanas más interesantes e inquietantes de los últimos años.

18. Star Trek: Discovery (CBS All Access) (N)
Estamos viviendo una época muy buena para la ciencia ficción audiovisual. El enésimo resurgir de Star Trek comenzó titubeante, para terminar ofreciendo este año una segunda parte de su primera temporada brillante y adictiva. Quizás no tenga la hondura moral de algunas de sus antecesoras, pero los engranajes narrativos de esta aventura son excelentes. Una de las series más divertidas de 2018 y que tiene las hechuras necesarias para dar un paso más y atreverse a construir un discurso socio-político relevante.

17. Succession (HBO) (N)
El estilo narrativo de Adam McKay se traslada del cine a la televisión para ofrecer la, posiblemente, serie más cínica del año. Esta relectura posmoderna del King Lear de Shakespeare, explora las miserias del actual estadio del capitalismo, mostrándonos cómo una familia multimillonaria implosiona por la ambición de poder y dinero de todos y cada uno de sus miembros. Siempre nos ha gustado reírnos de los ricos y ver que realmente no son más felices que nosotros, sino que son más banales.

16. The Haunting of Hill House (Netflix) (N)
Si hay un género que se ha explorado poco en el terreno del audiovisual de largo formato es el terror. Quizás porque mantener una sensación de miedo y desosiego durante más de 2-3 horas es un reto demasiado complicado. Mark Flanagan que ya había dado muestras de conocer las claves del género y saber emplearlas para producir obras estimulantes (Hush, Gerald's Game) ha sido capaz de construir una serie de ficción apasionante y que da bastante miedo, ya no por los sustos, que tiene unos cuantos, o por la atmósfera, que está muy bien trabajada, si no porque habla de sentimientos humanos que todos hemos experimentado o experimentaremos. Como ha dicho gran parte de la crítica, si algo es The Haunting of Hill House es un drama familiar, una serie sobre las miserias de una familia y las relaciones entre sus miembros. Pero el terror o lo sobrenatural no son un mero vehículo, Flanagan quiere hacer audiovisual de terror de primer nivel. Y lo logra.

15. Homeland (Showtime) (N)
Aunque la mayoría de la audiencia se haya olvidado de que existe, Homeland aún existe y no solo eso, es tan pertinente como el primer día. Fake news, alt-right, interferencias rusas, amago de golpe de estado, exploración de los límites de la Constitución USA... todo eso y más ha tenido su penúltima entrega, una de las mejores, en opinión de un servidor. La idea más demoledora que ha ofrecido esta temporada es que, posiblemente, las democracias occidentales no se pueden cambiar ya a mejor. No queda otra que resistir. 

14. Homecoming (Amazon Prime) (N)
Sam Esmail, la mente pensante y la mano ejecutora detrás de Mr. Robot, esa serie a ratos deslumbrante, a ratos delirante, se limita a dirigir, que no es poco, la adaptación audiovisual de un podcast prestigioso. El resultado es uno de los mejores thrillers conspiranoicos de esta década. Inteligente, contenido y fabulosamente elaborado. Una pequeña obra de orfebrería. Julia Roberts pocas veces ha estado mejor y nunca tan natural.

13. Fariña (Antena 3) (N)
Fariña no es Narcos. Fariña es mucho mejor que Narcos. Porque Fariña no sólo es entretenida, que  lo es y mucho, Fariña es una obra política. Una serie que analiza las dinámicas de poder entre los líderes políticos y el crimen organizado. Una serie que analiza cómo el narcotráfico y la economía ilegal, cubrió el espacio dejado por la desindustrialización del país y las cuotas europeas al sector primario. Fariña es la crónica de una Galicia en eterno declive. La mejor serie española del año y una de las mejores de la historia.

12. L'amica geniale (HBO) (N)
La guerra de clases, la Italia post-fascista, el inicio de la (auto)liberación de las mujeres, la familia y, sobre todo, la amistad. De todo esto y de alguna cosa más, habla L'amica geniale, adaptación de la primera novela de la saga literaria de Elena Ferrante, Dos amigas. Dos niñas, una innatamente brillante, y la otra, esforzadamente brillante, se alían en un barrio pobre para medrar en un mundo dominado por hombres ricos y brutalmente machistas. Vestida con las formas del arte costumbrista, L'amica geniale construye un discurso sociopolítico robusto. Está más preocupada por mostrar e ilustrar, que por señalar. Una obra hermosa.

11. The Terror (AMC) (N)
Hay muchas cosas que me interesan en/de The Terror, la historia de una trágica expedición británica a través del Polo Norte. Pero sobre todo me interesa su capacidad de fascinación, de plasmar lo más terrible, hipnótico y sobrecogedor de la naturaleza y de retratar el interior de sus personajes a través de la larga noche y de elementos netamente fantásticos. Esta serie me dio mucho miedo, no solo por su vena netamente terrorífica, si no, sobre todo, por la crónica que hace del deterioro moral del ser humano. Es buenísima, de verdad.

10. Westworld (HBO) (N)
Resulta fácil de entender por qué hay tantas personas que se sienten expulsadas por el estilo narrativo de Westworld. La serie, desde luego, no lo pone fácil y está muy lejos de ser redonda. Pero cuando Westworld es buena es simple y llanamente hipnótica. Por eso se le perdonan su irregularidad y sus constantes trampas. Es una obra de ciencia ficción tan ambiciosa y desmedida que los amantes del género están obligados a verla, aunque puedan llegar a odiarla. La segunda temporada profundiza en las reglas de su mundo distópico y ahonda en los debates ideológico-morales que ya se habían esbozado en la primera entrega. Progresa adecuadamente.

9. American Crime Story. The Assasination of Gianni Versace (FX) (N)
Era difícil estar al nivel de la brutal primera entrega de American Crime Story (el caso de OJ Simpson). Esta segunda edición no lo logra, pero se queda cerca. La historia del asesino en serie que mató al modisto Gianni Versace a los pies de su casa, Andrew Cunanan, es el turbador y conmovedor retrato de un hombre que cansado de sentirse superfluo se inventa una vida que no le pertenece. El (des)encaje entre la realidad y la ficción, entre lo que sucede y lo que desea que suceda, provoca que pierda la cabeza y que por el camino triture las existencias de todas las personas que lo rodean. Una de las historias de asesinos (y de sus víctimas) más trabajadas que he visto.

8. Black Earth Rising (BBC 2) (N)
Hugo Blick sigue explorando, gracias al dinero invertido por la cadena pública británica, las miserias de la política internacional y el rol perverso de las potencias occidentales en los conflictos que aún laten en el mundo. Si en The Honourable Woman entraba a degüello en las miserias del estado de Israel y la ocupación que el mismo lleva a cabo en Palestina, en Black Earth Rising disecciona la guerra civil ruandesa, el exterminio tutsi, la posguerra y el papel de Reino Unido, Francia y Estados Unidos en todo ello. Un thriller político brillante, profundamente humano e incansablemente crítico con Occidente.

7. The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon Prime) (+21)
La primera temporada de la señora Maisel era refrescante y divertida. Una reactualización del estilo narrativo del matrimonio Palladino (Gilmore Girls). Su segunda entrega es, simple y llanamente, sensacional. Quizás la serie más redonda del año. No tiene aristas. No hay arcos narrativos que no funcionan. Los diálogos de los Palladino son tan buenos como siempre y su construcción de personajes aún mejor. El reparto está en estado de gracia. Es una comedia pura de larga duración, algo bastante extraño en la televisión(/plataforma de streaming). Y funciona. Feminismo a golpe de risas y fina ironía.

6. Il Miracolo (Sky) (N)
La cinematografía italiana es una de las más interesantes del mundo. Desde Fellini, Rossellini, Pasolini o Visconti, hasta Sorrentino, Garrone o Rohrwacher, ha iluminado al mundo con propuestas arriesgadas, estimulantes y únicas. En los últimos años toda esa riqueza cultural audiovisual se ha expandido hacia la televisión (1992, Gomorra, The Young Pope... y antes Romanzo Criminale) para resituar a Italia en la vanguardia del audiovisual mundial. Il Miracolo del escritor Niccolò Ammaniti tiene como premisa la aparición de una figura de una virgen que llora litros y litros de sangre, de forma constante, sin que la ciencia lo pueda explicar. Tras este punto de partida, Ammaniti explora las relaciones Iglesia-Estado, la deriva política de Italia, un país en constante crisis institucional, el papel de Italia en Europa y en el mundo y, sobre todo, la importancia de la fe en un mundo descreído. Il Miracolo no se parece a nada de lo que ha ofrecido la televisión mundial este año. A nada.

5. The Americans (FX) (N)
Cuando volvamos la vista atrás y analicemos la ficción audiovisual de la década de los 10, The Americans será una de esas obras capitales en las que habrá que detenerse. La historia de un matrimonio de espías soviéticos en Estados Unidos a las puertas del colapso de la URSS exploró, básicamente, las principales preocupaciones humanas, en aquellos tiempos y en los nuestros: la familia, el amor, el matrimonio, la cultura, el sentimiento nacional, los valores, la ideología, la amistad... No se dejaron nada en el tintero. La última temporada fue demoledora. Profundamente lacónica.

4. BoJack Horseman (Netflix) (+1)
El actor caballo sigue deprimido. Mucho. Como en la vida misma, la depresión es un hondo pozo del que resulta muy difícil salir. Quizás nunca sea capaz de ser feliz, también, como en la vida misma. Una de las obras más demoledoras de la ficción audiovisual actual porque, al final, de lo que habla es... de la vida misma.

3. Sharp Objects (HBO) (N)
El gran logro de Sharp Objects radica en su capacidad de mezclar ingredientes propios de un melodrama trash digno de la peor Lifetime y presentar al espectador un melodrama classy sobre algo tan abstracto y a priori tan poco comercial como la memoria. Sharp Objects, bajo su apariencia de thriller de asesino en serie hibridado con drama familiar (cuasi)sureño, es, en realidad, un tratado sobre los recovecos de nuestra memoria, sobre lo que recordamos, cómo lo recordamos, cómo lo modificamos y cómo decidimos, consciente o inconscientemente dejar de recordarlo. Una de las mejores puestas en escena de Jean-Marc Vallée y tres actrices en estado de gracia saben llevar el material de Gillian Flynn (autora de la novela original) y Marti Noxon (showrunner) a un nivel de excelencia digno de las mejores miniseries de la casa.

2. The Good Fight (CBS All Access) (+11)
La radiografía más irónica, divertida y mordaz de la política USA actual. Eso y mucho más es The Good Fight, un spin-off que ha superado en ambición discursiva a su brillante predecesora, The Good Wife. En un país gobernado por un peligroso bufón sólo se pueden hacer dos cosas y son complementarias: combatir y reírse.



1. The Handmaid's Tale (Hulu) (+1)
Tras una primera temporada explosiva, alardeada por millones de personas y bendecida por los premios Emmy, había ganas de que The Handmaid' Tale fracasara. En parte por pura misoginia, en parte porque el listillo de la clase no está visto con muy buenos ojos en nuestras sociedades. Pero lo cierto es que esta segunda temporada no ha sido un fracaso, aunque sí ha tenido más problemas que la primera. Es verdad que los primeros tres capítulos no acaban de funcionar y que los últimos 5 minutos son muy criticables y, sobre todo, abren dudas de cara al futuro de la serie (¿sabrán cerrarla y no estirar el chicle?). Pero no es menos verdad que todo lo demás ha estado a la altura de la primera o, incluso, por encima de la misma. La relación que se construye entre June y Serena es una de las dinámicas entre personajes más importantes, sí, importantes, de esta década. Acuciados por el resurgir de los totalitarismos que casi destruyen occidente durante el siglo pasado, no nos queda más que prepararnos para lo peor y para dar la batalla. De eso va The Handmaid's Tale, de luchar en tiempos adversos.

domingo, 4 de marzo de 2018

Los No Oscar 2017 V: Película

10. Molly's Game
La cabra siempre tira al monte. Y esto vale tanto para Sorkin, que en su estreno como director, se emborracha de sí mismo, como para mí, que no puedo evitar sentirme fascinado por su forma de escribir. Molly's Game para bien y para mal es Sorkin en vena, con una puesta en escena frenética que puede recordar a la de otra película reciente que hablaba de dinero, The Big Short (Adam McKay, 2015), y un guion preñado de diálogos ingeniosos, vomitados por personajes no menos ingeniosos. Aunque no ahonda demasiado en el concepto de usura que late detrás de la crisis económica y santifica (moralmente) a su protagonista, Sorkin demuestra, una vez más, que sabe hacer entretenimiento de primera división, crear personajes interesantes y construir duelos dialécticos de altura. Todo en orden.

9. The Lost City of Z
Las películas de James Gray suman la friolera de 0 nominaciones a los Oscar. Se podría argumentar que Gray no es el tipo de cineasta que los Oscar reconocen. Sin embargo en un año en el que está nominado Paul Thomas Anderson a mejor director es difícil seguir manteniendo esto. Los Oscar se han abierto a muchos cineastas alternativos estadounidenses, sin embargo a Gray aún no. Como dije en el primer artículo de esta serie es incomprensible que la fotografía de esta película no esté nominada al Oscar. The Lost City of Z es una película de aventuras durísima, una historia demoledora sobre los sacrificios que hay que hacer por perseguir tus sueños. No ha recibido, desde luego, el trato que se merecía.

8. The Florida Project
Sean Baker había explorado en su anterior película, Tangerine, la complicada (pero también hilarante) realidad de dos mujeres transexuales que ejercían la prostitución. En The Florida Project vuelve a seguir a dos mujeres marginalizadas por la sociedad, una madre y una hija que malviven en l periferia de Disney World, mediante trapicheos y hurtos. Baker confirma de esta forma que es un fabuloso cronista de la realidad social de grupos vulnerabilizados de la sociedad. Lejos de caer en el victimismo o en el dramatismo exacerbado, hace gala de un fantástico sentido del humor y de un acertado uso del poder de la imaginación, a través del retrato de una niña que se evade de la realidad en la que vive, demostrando que la infancia es una etapa mágica de constante descubrimiento. Podemos estar ante un cineasta capital del cine estadounidense de las próximas décadas.

7. A Ghost Story
Quizás ésta sea la masterpiece de este año de lo que antaño se llamaba cine de arte y ensayo. A Ghost Story reta intelectual y, sobre todo, emocionalmente al espectador, desde la comentada secuencia de Rooney Mara comiendo tarta durante 5 minutos. No da tregua. Si no entras, posiblemente la sufras, más allá de su hermosura visual. Pero si entras en el juego que plantea David Lowery, quedarás hipnotizado por una historia tristísima sobre el paso del tiempo, los avatares de la historia, el abandono, la pérdida y, sobre todo, la soledad. Lo densa y terrible que es la soledad. Y a pesar de todo esto, es una película llena de luz, extrañamente optimista: tras todas las fases del duelo llega la aceptación.


6. I, Tonya
La patinadora Tonya Harding lo podía haber tenido todo y sin embargo… I, Tonya es una mordaz sátira sobre el lado más oscuro del sueño americano, las relaciones personales tóxicas, la construcción de los relatos mediáticos y la autodestrucción humana. Una de las películas más divertidas y rabiosas del año. Inteligente hasta la carcajada, emocionante hasta el aullido. Desde luego es una gran película sobre una terrible (y fascinante) historia netamente americana. Siéntense y disfruten del espectáculo que ofrecen un puñado de personajes acostumbrados a apuñalar para sobrevivir, a veces hasta literalmente.

5. Blade Runner 2049
No era sencillo construir una buena película sobre los cimientos sagrados de un clásico de la historia del cine. Sin embargo, Blade Runner 2049 es una excelente obra de arte, un estimulante blockbuster y un interesantísimo ensayo metacinematográfico. La película de Denis Villeneuve funciona como un artefacto amplificador del universo creado por la película de Ridley Scott. Digna heredera de su antecesora, mantiene el rimo plúmbeo para deconstruir una distopía perturbadora. A ratos resulta hipnótica, casi siempre es interesante. Deja con ganas de saber más, de reflexionar más, de sorprendernos más.

4. Grave
En la categoría de mejor película en los Oscar está nominado un coming of age instantáneamente canónico, dirigido y protagonizado por mujeres, Lady Bird. La primera película dirigida por Julia Ducournau, Grave, se sitúa en las antípodas de la reconstrucción que hizo Greta Gerwig del final de su adolescencia. Grave no sólo no aspira a ser canónica, si no que viene a demoler las claves del género coming of age, fuertemente maniatadas por el cine estadounidense y por su visión de la adolescencia (y sus tradiciones: el prom, las candidaturas universitarias...). La obra de Ducournau arroja a una adolescente vegana a un entorno brutalmente carnívoro, donde debe luchar por sobrevivir física y emocionalmente. Incomodísima e hipnótica.

3. Columbus
El artista visual Kogonada debuta en el cine con Columbus, una oda a una pequeña ciudad del medio oeste estadounidense. Y lo hace ofreciendo una sentido de la sensibilidad especial, acariciando las emociones de sus personajes a través de los espacios públicos urbanos. Es a la vez un ensayo urbanístico y una sinfonía de sentimientos humanos. Esta historia de amistad entre una mujer joven y un hombre de mediana edad que se encuentran en sus soledades es hermosa y triste.

2. Visages Villages
Cuando se amplió la categoría de mejor película a hasta 10 nominadas se argumentó que de esta forma se daría visibilidad a películas independientes, historias de minorías, obras con gran éxito crítico, films animados y/o cintas extranjeras. Si bien este año tenemos un amplio abanico de historias que dan cabida a colectivos generalmente invisibilizados, así como películas producidas en los márgenes del sistema, las películas de animación, los documentales y las obras de habla no inglesa siguen sin tener visibilidad. Sólo dos películas de animación han sido nominadas a mejor película desde la ampliación (Up y Toy Story 3), una de habla no inglesa (Amour, The Artist era muda) y ningún documental. Visages Villages la enésima reflexión de Agnès Varda sobre su país y sus gentes, sobre el poder de la memoria y sobre las relaciones emocionales que tejemos, no sólo es un documental excelente, si no que es, ante todo, una película hermosa, cargada de sentimientos e ideas. Los documentales también existen.


1. 120 battements par minute
La argumentación anterior vale también para 120 battements par minute, una durísima, militante y emotiva historia sobre la lucha político-social contra el SIDA, las farmacéuticas y el Estado en la Francia de los años 80. No pretendo que una película tan pequeña como Visages Villages esté nominada al Oscar a mejor película, pero una obra como 120 bpm, que viene respaldada desde Cannes y es relevante tanto en términos artísticos como sociales sí debería estar en los premios de la Academia, teniendo en cuenta la vocación de premios universales que tienen y más en los últimos años, en los que han dado cabida a más votantes extranjeros. A aquellos que no la hayan visto aún se la recomiendo encarecidamente. Como drama político es brillante, incisivo y devastador. Como drama intimista hace una exploración de los cuerpos y las relaciones (de amor, de amistad, materno-filiales) excelente. En ambas áreas resulta innovadora y emotiva. Mi película favorita de 2017. Y la que más me impactó intelectual y sentimentalmente.

sábado, 3 de marzo de 2018

Los No Oscar 2017 IV: Actores


ACTOR DE REPARTO

5. Steve Carell por Battle of the Sexes
A estas alturas poco le queda por demostrar ya a Steve Carell y menos en el terreno cómico. En Battle of the Sexes coge a un potencial villano y lo dota de humanidad y complejidad. Su Bobby Riggs no es un mero machista, es un tipo que paga todas sus inseguridades e insatisfacciones con las mujeres, buscando llamar la atención y volviendo a ser una estrella. Carell lo dota de un carisma retorcido logrando que sea un personaje interesante, a pesar de que como espectador deseas con todas tus ganas que le cierren la boca.

4. Barry Keoghan por The Killing of a Sacred Deer
Keoghan ha sido, sin duda alguna, una de las revelaciones del 2017. Si en Dunkirk, la epopeya bélica de Christopher Nolan, interpretaba a lo que en Galicia llamamos miñaxoia, un pobre chaval torpe e inofensivo; en la última película de Yorgo Lanthimos encarna a un pequeño monstruo: inquietante, atrevido, bestial e insufrible. Menuda demostración de talento. Ojalá Keoghan nos aterrorice durante muchos años.

3. Arnoud Valois por 120 battements par minute
La interpretación de Valois está cargada de emoción. Aunque su personaje es central en 120 bpm, porque al fin y al cabo a través de sus ojos el espectador se sumerge en el mundo de la lucha (activista) contra el SIDA, posiblemente sea el que tiene menos momentos de lucimiento. Sin embargo, aporta corazón, lucidez y templanza. Es imposible no encariñarse de Valois y del compromiso con el que aborda un personaje tan sencillo y tan plausible. Un buen actor para interpretar a un buen hombre.

2. Armie Hammer por Call Me By Your Name
Si la historia de amor de entre Elio y Oliver (o viceversa) funciona es gracias a la química que desprenden cuando están juntos y a la construcción naturalista que hacen Timothée Chalamet y Armie Hammer de sus personajes. Una de las grandes virtudes de Hammer es el magnetismo que desprende, es imposible no mirarlo. Pero quizás sea su forma de mirar la que dota de tanta personalidad a su personaje. Sus ojos muestran alegría, cansancio, deseo y tristeza. Su mejor trabajo hasta la fecha.


1. Michael Stuhlbarg por Call Me By Your Name
El único que podría rivalizar con Michael Stuhlbarg por el título de actor del año es su compañero de reparto e hijo en la ficción, Timothée Chalamet. Si éste ha sido la gran revelación del curso, Stuhlbarg ha reafirmado su estatus de secundario de lujo que mejora todas las películas en las que aparece. En The Post tiene un papel breve, en The Shape of Water saca oro de un personaje bastante secundario y en Call Me By Your Name firma un trabajo de los que se recuerdan durante mucho tiempo. Ese padre liberal, intelectual y cariñoso pide a gritos una película para sí mismo o una trilogía entera. En su rostro, Stuhlbarg logra capturar toda la experiencia vital de un hombre que vive su vida sin sobresaltos, alejado ya de la pasión propia de la juventud, quemado por la vida, por sus insatisfacciones. Todas sus secuencias son interesantes, Stuhlbarg hace un trabajo encomiable.

ACTOR

5. Robert Pattinson por Good Time
La carrera que se está labrando Robert Pattinson encadenando proyectos con autores de prestigio es digna de estudio. En Good Time, la historia de un atraco fallido, encarna a un delincuente que intenta sobrevivir mientras lucha por liberar a su hermano. Pattinson lo da todo, tanto física como emocionalmente.


4. Jeremy Renner por Wind River
No soy un especial fan de Jeremy Renner, pero en Wind River está soberbio, encarnando a un hombre que ayuda a una agente del FBI a investigar el asesinato de una chica en una reserva india. Un hombre tranquilo lleno de dolor por dentro. Consiguió llegarme como nunca lo había hecho hasta ahora.


3. James Franco por The Disaster Artist
Franco se lanzó sin red a interpretar a un personaje tan indescifrable y ridículo como Tommy Wiseau. Su mérito, más allá de conseguir una imitación perfecta del actor/cineasta más vapuleado de la historia, reside en su capacidad de humanizarlo, de lograr transmitir la pasión de Wiseau por la idea de hacer cine. Además Franco hace gala de su sensacional vis cómica. Descacharrante.

2. James McAvoy por Split
Asumir el reto de interpretar a un personaje con más de veinte personalidades distintas (aunque no las vemos todas) y resultar a ratos gracioso, a ratos escalofriante, a ratos entrañable y a ratos terrorífico, sin caer en la parodia o el ridículo, tiene un mérito descomunal. Lo que hace James McAvoy es, ni más, ni menos, que una de las grandes exhibiciones interpretativas de la década. La crítica estadounidense falló a la hora de reivindicar este trabajo, de ahí que ni oliera la nominación al Oscar.


1. Nahuel Pérez Biscayart por 120 battements par minute
Si tuviera que elegir una palabra para definir el trabajo de Pérez Biscayart sería pasión, porque eso es lo que desprende en pantalla. La pasión con la que su personaje maneja su vida y la pasión que el actor transmite por su trabajo y por la obra que está ayudando a levantar. Cada vez que hace acto de presencia en 120 bpm, una película bastante coral, concentra la atención del resto de personajes, en el plano interno y de los espectadores en el externo. Una interpretación rabiosa y vitalista de un hombre enfermo de SIDA que se niega a rendirse fácilmente y lucha por seguir viviendo a su manera, fiel a sí mismo.