martes, 25 de agosto de 2015

Emmysalternatives 14/15 I: Actores invitados

Todos los que me conocen saben lo mucho que me gusta hacer listas y lo freak que soy de la televisión. Por eso disfruto diseñando mis Emmys perfectos. Llevo varios haciéndolos, aunque el año pasado fue la primera vez que los hice en este santo hogar. Empleo mucho tiempo de mi vida viendo series y escribiendo sobre ellas, esto es, en mi opinión, lo mejor de la temporada 14/15 en la televisión americana. Un pequeño homenaje a todas esas personas que me han hecho la vida un poco más feliz en el último año. Las normas de estos Emmysalternatives son: sólo pueden ser elegibles aquellos que lo eran para los Emmys, es decir, que figuraban en sus papeletas; respeto las categorías de los Emmys con dos salvedades, en mejor comedia y en mejor drama nomino a 10 series, en vez de a 7, y fusiono dirección y guion en mejor capítulo. Dicho lo cual, here we go!

Actor invitado en serie cómica

6. Seth Rogen por Broad City
Rogen firmó esta temporada dos apariciones estelares fantásticas, por un lado en The Comeback, interpretándose a sí mismo, y por otro, en Broad City, como sudoroso ligue de Abbie. Me reí muchísimo con él y sus efluvios. Larga vida a Seth.




5. Paul Giamatti por Inside Amy Schumer
A estas alturas Paul Giamatti ha demostrado, sobradamente, que es uno de los mejores actores del mundo. En 12 Angry Men Inside Amy Schumer, esa parodia brutal que Schumer hizo de 12 Angry Men, tranformando el juicio en “¿estoy suficientemente buena para salir en la televisión?”, Giamatti brilla. Suyo es el papel de jurado más difícil de convencer de que Schumer está lo suficientemente buena y sus duelos con Hawkes son lo más divertido de un episodio que será recordado durante mucho tiempo. Un todoterreno.

4. John Hawkes por Inside Amy Schumer
Si Giamatti heredó el papel de Ed Begley, Hawkes tuvo que lidiar con el recuerdo de Henry Fonda, moldearlo y convertirlo en pura comedia. La operación se saldó con un mayúsculo éxito. Su personaje conduce el episodio, manteniendo siempre la entereza y salpicando sus intervenciones con momentos de comedia total. Jamás podré olvidarme de su arenga sobre el uso del consolador.

3. Jon Hamm por Unbreakable Kimmy Schmidt
Jon Hamm jamás ha ganado un Emmy, ya fuera por ser Don Draper o por sus apariciones en 30 Rock. Este año se encuentra, de nuevo, ante la ocasión de firmar un doblete gracias a Don Draper pero también a la nueva serie de Tina Fey, Unbreakable Kimmy Schmidt, dónde interpreta al perverso (a la par que encantador) líder de una secta. Es un personaje excesivo y Hamm lo clava. Su principal rival en esta categoría, a priori, es el hombre que encabeza esta lista.

2. Michael Rapaport por Louie
Las estrellas invitadas de Louie no han tenido el reconocimiento que se merecen por parte de los Emmys. Sólo Melissa Leo ha sido galardonada por la academia. Este año han nominado a Pamela Adlon, pero no han tenido en cuenta a Rapaport por interpretar el tarado y vulnerable ex – cuñado de Louie, en el que quizás fuera el mejor capítulo de la temporada, Cop Story. Una pena que no lo hayan nominado, es un trabajo sensacional tanto a nivel cómico como dramático.

1. Bradley Whitford por Transparent
Sí, Whitford es el gran rival de Jon Hamm en esta categoría. A su favor tiene el Critic’s Choice y brillar en una de las comedias del año, Transparent. Desde el final de The West Wing, Bradley Whitford no había tenido un personaje tan interesante en la televisión como esta compañera de proceso vital de la protagonista. Resulta entrañable, divertido y emotivo. Es un trabajo precioso.

Actriz invitada en serie cómica

6. Tina Fey por Unbreakable Kimmy Schmidt
Este personaje es el más paródico y menos denso de los que están en la lista. Lo que hace Tina Fey con esta abogada inepta no deja de ser un sketch de Saturday Night Live. Y claro, ella domina el terreno y el registro al dedillo. Por eso funciona a pesar de lo estridente que pueda resultar la inclusión de su personaje en la historia.



5. Patricia Clarkson por Broad City
A Patricia Clarkson le das tres líneas de guion y te hace un personaje interesante. Esta sufriente madre es a la vez desternillante y trágica. Te hace reír y te da mucha pena. Clarkson se entregó a las locuras de Abbie e Ilana y demostró, una vez más, que es una actriz fabulosa.




4. Susie Essman por Broad City
Ser la madre de la chiflada de Ilana no es un reto fácil. Exige tener una gran vis cómica y nulo sentido del ridículo. La trama que comparten ambas, comprando mercancía a los chinos es hilarante. Essman está divertidísima.




3. Octavia Spencer por Mom
Tras el fracaso de la adaptación yankee de Polseres Vermelles, Spencer volvió a Mom, después de que su personaje saliera de la cárcel, reconvertida en sierva del señor. Esta nueva versión de sí misma en clave beata funcionó a la perfección. Cada duelo entre Spencer y Janney fue un placer. Es lo que tiene medir cara a cara a dos actrices tan buenas.

2. Rhea Perlman por The Mindy Project
Más allá de que la relación amorosa haya funcionado a las mil maravillas, uno de los elementos que han hecho a The Mindy Project ser una serie mucho mejor esta temporada es el personaje de Perlman, la posesiva y desconfiada madre de Danny Castellano. Perlman coge todos los tópicos de madre controladora y los convierte en pura comedia. Su contraste con Mindy fue pura comedia.

1. Pamela Adlon por Louie
El personaje de Pamela Adlon en Louie es quizás el más desternillantemente cruel de la televisión actual. Su humor negrísimo, su forma de jugar con los sentimientos del pobre Louie y su forma de auto-protegerse atacando a veces resultan hasta desagradables de ver, pero siempre es descacharrante. Algunas de mis mejores risas de este año se las debo a ella. No es una mala persona, simplemente está dañada y se niega a aceptarlo. Morir matando. Adlon tiene el carácter y el sentido de la comedia necesarios para este papel. No me imagino a nadie más haciéndolo. Sólo ella, que conoce muy bien a CK, podría interpretarlo.

Actor invitado en serie dramática

6. Cameron Monaghan por Gotham
A mí Gotham me acabó exasperando, tiene material para ser una buena serie pero se pierde en casos sin interés. Una de las mejores cosas que tuvo su primera temporada fue la irrupción de Cameron Monaghan interpretando al Joker antes del Joker. Ese chaval perturbado, moldeado a base de ostias de la vida. La secuencia del interrogatorio es tremenda, Monaghan da miedo de verdad.

5. Richard Schiff por Manhattan
Manhattan ha pasado más desapercibida de lo que merecía. Es una serie densa, oscura e interesante sobre cómo los americanos llegaron a desarrollar la bomba atómica. Pero sobre todo sobre las miserias de dicho proceso. En ella sale Richard Schiff, que es un actor por el que yo tengo devoción desde The West Wing, como un oscuro agente en busca de posibles topos dentro del campamento dónde los científicos estaban realizando sus investigadores. No es, desde luego, un trabajo agradable, pero sí muy hondo.

4. Reg E. Cathey por House of Cards
De los seis actores que hubiera nominado yo al Emmy el único que puede conseguirlo es Cathey, que un año más vuelve a dar vida a ese cocinero que tiene como mejor (o peor) cliente a Frank Underwood. Cathey compone un personaje incrédulo. Un auténtico superviviente que sabe que la vida es un valle de lágrimas en el que hay que luchar para no hundirse. Representa a todos aquellos que ya no creen en la política, porque conocen sus miserias de cerca.


3. David Hyde Pierce por The Good Wife
De todos los actores que figuran en esta categoría es el que tiene más minutos en pantalla y un arco más amplio y complejo. David Hyde Pierce encarna al rival electoral de Alicia Florick. Un hombre, al igual que Alicia, que se ve sumido en la espiral de basura que acompaña al mundo de la política profesional. A la vez astuto e inocente el personaje requería un actor de su tamaño, siempre tan sutil, tan agudo.

2. Oliver Platt por The Good Wife
Siempre es un placer ver a Oliver Platt, es un actor secundario descomunal. En la última temporada de The Good Wife interpreta a un multimillonario republicano al que le apasiona tener discusiones morales y/o ideológicas. Sus duelos con Christine Baranski fueron maravillosos.



1. Lars Mikkelsen por House of Cards
Mikkelsen afronta en la tercera temporada de la excesiva House of Cards un personaje tan goloso como peligroso, ese brillantemente nauseabundo presidente Petrov, álter ego de Vladimir Putin. Desde luego no es una interpretación sutil, pero sí es una de esas que no se olvidan fácilmente. El resultado es de una viscosidad muy turbadora.


Actriz invitada en serie dramática

6. Patricia Arquette por Boardwalk Empire
La ganadora del Oscar Patricia Arquette, volvió a Boardwalk Empire para darle un cierre a su personaje, esa mujer fuerte y manipuladora con la que se identifica un Nucky Thompson contra las cuerdas. No pudo brillar tanto como la temporada anterior, pero aún así siguió siendo magnética. Es lo que tiene ser una gran actriz.


5. Elizabeth Reaser por Mad Men
Don Draper está tan perdido en sí mismo que se enamora de un fantasma del pasado, de una camarera que ha huido de su familia, de su pueblo, para empezar una nueva vida. Se enamora de los recuerdos del hombre que fue. Esa camarera es Elizabeth Reaser. Sexy, trágica, huidiza y en última instancia, atrapada. Brillante.



4. Diana Rigg por Game Of Thrones
Rigg ha logrado su tercera nominación consecutiva al Emmy en esta categoría y es la única de las nominadas de este año que incluyo en mi lista. Su Lady Olenna es un personaje delicioso, con sus pullas, su retorcido sentido del humor y sus caras de estupor. Este año la han puesto contra las cuerdas y Rigg pudo dar rienda suelta a su registro dramático en la sensacional conversación con el Septón Supremo, aquella de “vosotros sois la minoría y nosotros la mayoría”.

3. Lois Smith por The Americans
Todas las actrices de esta lista, salvo Smith, tienen arcos que trascienden durante varios capítulos. De hecho, cuatro de ellas son personajes que han aparecido en más de una temporada de sus series. Por eso tiene tanto mérito lo que hace Lois Smith en The Americans, que en apenas unos minutos, durante un único capítulo, dibuja a toda una mujer fascinante. Esta señora mayor que ha padecido la muerte por culpa de la guerra y que ayuda voluntariosamente en el negocio familiar es lo más entrañable de la televisión de la última temporada. La conversión entre Smith y Keri Russell fue sensacional.

2. Julianne Nicholson por Masters of Sex
Si algo se salvó de la caída en picado que sufrió Masters of Sex en su segunda entrega fue la descomunal Julianne Nicholson, que encarnó con entereza y sensibilidad a una doctora moribunda que se aferraba a su trabajo y a su dignidad para seguir en pie. Confirmando así que es una actriz que a la menor ocasión que le dan, brilla.



1. Kiernan Shipka por Mad Men
A lo largo de estas listas insistiré bastante en mis loas al reparto femenino de Mad Men. Shipka era una niña pequeña cuando entró en la serie de Matthew Weiner, a lo largo de estos 8 años se ha transformado en una mujer y también en una actriz con aura. Ha sido capaz de plasmar con credibilidad una catarata de sentimientos enterrados en una constante pose de desidia. En esta última temporada la trama la ha empujado a madurar, y de pronto, dejó de ser una niña enfadada, para ser una mujer responsable. Su última secuencia, fregando los platos, es preciosa. Y su cara. Su cara.

martes, 18 de agosto de 2015

Las series del verano 2015

Ahora que ya estamos a mediados de agosto, y por lo tanto ya tenemos 2/3 del verano a nuestras espaldas, es el momento de repasar cuales han sido (o están siendo) las series más interesantes de la estación más desahogada del año en cuanto a consumo de ficciones televisivas se refiere. Mi noción del verano es amplia, así que tengo en cuenta una serie que se puso a disposición de los espectadores a principios de junio, cuando el calor ya apretaba. Si hubiera unos Emmys del verano, éstas serían mis nominadas a mejor serie:

7. Hannibal (NBC)
La serie moribunda más ilustre de la televisión americana. Desde que NBC anunció su cancelación, estamos asistiendo al via crucis de una ficción que estaba condenada a morir desde sus inicios. Demasiado esteta para este mundo. Este año, además, parece que Fuller, Natali y demás implicados se hayan empeñado en que esa condena se llevara a cabo. La tercera temporada del drama psicológico entre Will Graham y el doctor Hannibal Lecter ha sido un “para lo que me queda en el convento, me cago dentro” en toda regla. Hannibal ya no es una ficción narrativa, ha ido un paso más allá, simplemente es una experiencia sensitiva. Ya da igual el relato, lo único que importa es la cruel belleza de sus imágenes. No hay nada igual en la televisión, por eso es tan terrible que se vaya a terminar, no ya sólo para sus espectadores, sino también para el medio, para las series de televisión como arte y como producto cultural.

6. BoJack Horseman (Netflix)
Vi la primera temporada de BoJack Horseman a finales de mayo, por recomendación de un amigo que me aseguró que me iba a encantar. Y sí, lo hizo. A otro amigo se la ha definido esta mañana como “una The Comeback más oscura”. O más que oscura, pesimista. BoJack Horseman es una de esas series, como Mom, por ejemplo, con la que me río muchísimo pero que a la vez me hace mucho daño. Su protagonista es un actor caballo que triunfó en los 90 con una sitcom familiar tipo Padres forzosos o Los problemas crecen, y que ahora, emocionalmente devastado, vive rodeado de alcohol e insatisfacción. Pero no nos llevemos a engaño, BoJack Horseman es una gran comedia, cínica, meta, oscura y retorcida, pero una comedia al fin y al cabo. Una crítica a la totalidad del lado más oscuro de Hollywood, o en el mundo de la serie, Hollywoo. Es la pareja perfecta de la serie de la que hablo a continuación.

5. Unreal (Lifetime)
Quizás ésta haya sido la serie más comentada del verano. Y no me extraña. Unreal es lo que podríamos llamar una devastadora y descacharrante “ensalada de ostias”. La serie gira en torno al rodaje de un programa tipo ¿Quién quiere casarse con mi hijo?. Está basada en The Bachelor, un programa de ABC en el que trabajó una de sus dos creadoras. Las protagonistas son dos mujeres, la productora ejecutiva (la jefa de todo esto que diría Lars von Trier) y una productora con problemas de conciencia (y de crisis mental y emocional), interpretadas, magistralmente, por Constance Zimmer y Shiri Appleby. En medio de sus diversos juegos de manipulación de la realidad, el teórico creador del programa, el “tronista”, las pretendientas y el cámara. A veces Unreal parece ¡Qué ruina de función! con sus enredos de cama y su comedia disparatada, y otras un despiadado drama sobre las vergüenzas de la televisión que grita ¡Network vive!

4. Mr. Robot (USA Network)
¿Una serie de USA Network con Christian Slater? No me acerco a “eso” ni con un puntero láser. Error. Craso error. Mr. Robot no sólo es buena, sino que ha venido a sacudir el panorama de la ficción televisiva actual. Además de brillante es imaginativa. Un informático con serios problemas de conexión emocional y para relacionarse socialmente acaba metido en una conspiración de hackers que pretenden destruir a una macro-corporación que se dedica a corromper todo lo que toca, de ahí que se llame, sin ambages, Evil Corp. Entre el drama íntimo y el thriller psicológico, Mr. Robot es una serie en la que cada capítulo aporta una cara nueva a los diversos personajes y conflictos de la serie. Lejos de resolver nada, cada vez sus personajes están más atrapados. Ya sea el héroe imposible, su mejor amiga o su némesis, ese delicioso y perturbado directivo de Evil Corp. Al igual que Nightcrawler (Gilroy, 2014), Mr. Robot parece la evolución natural de los thrillers urbanos oscurísimos que produjo el cine americano en los 70. Palabras mayores.

3. Halt and catch fire (AMC)
Tras lograr una renovación in extremis, este verano volvió a AMC este drama sobre los pioneros del PC en la década de los 80. Precisemos, Halt and catch fire ya no tiene esa premisa, ahora habla sobre emprendedores en los albores de la era de internet. Y si el año pasado sus protagonistas eran los hombres, pegados al hardware, este año lo fueron las mujeres, y su control del software y de las potencialidades de la red. En esencia Halt and catch fire se ha rebooteado a sí misma. Algo que ya es, per se, muy novedoso. El resultado ha sido otra temporada sensacional, inteligente, vibrante y magnética. A pesar de ello, seguimos en vilo a la espera de saber si AMC le dará una tercera entrega a pesar de sus pésimas audiencias. Donna y Cameron son una de las parejas femeninas más fascinantes de la televisión. Si el año pasado Kerry Bishé y McKenzie Davies fueron capaces, desde sus puestos de secundarias, de robarles la serie a Lee Pace y Scott McNairy, este curso, como protagonistas se han adueñado completamente de la misma. Lo mejor de esta temporada han sido ellas y sus momentos compartidos en esa selva caótica que fue Munity. Lo peor las tramas de un McNairy desconectado de la trama principal y desaprovechado. Halt and catch fire es una de las series con más personalidad de la televisión actual.

2. Sense8 (Netflix)
La inclusión de Sense8 es la trampa que he colado en esta lista (por no perder las buenas tradiciones). Netflix la puso a disposición de sus clientes a principios de junio, por lo tanto, técnicamente no es una serie veraniega. Sin embargo su sentido del espectáculo, su tono y sus reflexiones sobre el amor la convierten en un producto 100% veraniego. Además, gran parte de sus espectadores la han consumido durante los últimos meses, extendiendo el impacto de la misma hasta el anuncio de su renovación, el 8 de agosto (la misma fecha en la que nacieron los protagonistas de la serie). Sense8 es una serie a ratos fascinante y a ratos delirante. Un producto en el que sus creadores, J. Michael Straczynski y los Wachowski, volcaron toda su creatividad, sin filtros, lo cual lo dota de una vitalidad y una pasión desmedidas. Cuatro mujeres y cuatro hombres, cada uno en un lugar del mundo, están conectados mentalmente entre sí. Todos ellos tienen muchos problemas, pero esa conexión les permite ayudarse los unos a los otros a hacerles frente. No me digáis que no es bonita la premisa. Sense8 no es una serie de matices, es un tren que circula destrozándolo todo a su paso, sin detenerse. Más allá de sus fallos (sobre todo los diálogos, el abuso de tópicos y la trama conspiranoica), estamos ante una serie que es puro hedonismo, diversión sin límites, y que además ha construido un grupo de personajes con los que el espectador puede conectar. Un grupo de personajes que te hacen sentir. Y eso es hermoso.

1. Rectify (Sundance Channel)
La semana pasada se emitió el último episodio de esta temporada de Rectify, la serie con la que Ray McKinnon está llevando el paradigma de la slow tv a un nuevo nivel. Este drama sigue la salida de presión de un condenado a muerte por un crimen que no sabemos si cometió, y la repercusión en forma de terremoto emocional que todo ello provoca en su familia. Tras 3 años podemos decir que Rectify es mejor cuanto más se centra en el plano emocional y en las relaciones entre sus personajes, y peor cuanto más insiste en desvelar la verdad tras el crimen por el que fue culpado el protagonista. Brilla con luz propia cuando habla del rabioso presente, pero no deslumbra tanto al analizar el pasado. Es un drama sensible pero también oscurísimo. Me recuerda en la aproximación que hace a sus personajes, a su alma, a In treatment, otra obra fundamental de la slow tv. Un auténtico placer. Está renovada ya para una cuarta temporada.

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Sobre Unreal S01: Hacer buena televisión
Sobre Sense8 S01: Sensibilidad y ¡acción!


martes, 11 de agosto de 2015

Nic Pizzolatto, un hombre devorado por su ego

TRUE DETECTIVE - Segunda temporada


Sin spoilers

Ha terminado ya la segunda entrega de True Detective, la serie-antología que dejó con la boca abierta a muchas personas a principios de 2014. Yo soy una de esas personas. Un año y medio después, su autor, Nic Pizzolatto, dilapidó todo el crédito que había acumulado con la primera temporada de su ficción detectivesca. Auge y caída de un hombre devorado por su ego.

Tras el éxito conseguido por la primera temporada, aquel drama denso, malsano, interpretado por Matthew McConaughey, Woody Harrelson y Michelle Monaghan; dirigido por Cary Fukunaga y escrito por el novelista Nic Pizzolatto; HBO quería una entrega más. En una cadena para la que la marca lo es todo, True Detective era, más allá de sus defectos (fue de más a menos, por ejemplo), una serie fundamental. Una obra de culto instantánea, con sus fans enfebrecidos y sus críticos con ganas de sangre. Por ello la decisión de pedirle a Pizzolatto una segunda entrega era una decisión lógica. Tras el anuncio de la renovación nos embarcamos en meses de especulación sobre el hipotético nuevo reparto (#TrueDetectiveSeason2 es la mejor no-campaña promocional de la historia), sobre el argumento, sobre el peso de las mujeres y sobre la dirección.

El reparto final y la decisión de contar con varios directores para rodar los 8 episodios enfriaron en cierta forma las expectativas. Yo creía que ni uno, ni lo otro, era a priori malo. Colin Farrell y Taylor Kitsch no son, obviamente, McConaughey y Harrelson, pero apostar por extender la historia a través de más personajes les iba a quitar peso sobre sus espaldas y ambos podían cumplir, sin duda. Vince Vaughn era una elección extraña como (teórico) villano, pero ¿por qué no? Y para Rachel McAdams era una oportunidad de oro, la posibilidad de reivindicarse. Vista la serie las tres elecciones masculinas fueron un error rotundo, sin paliativos. Aún así el problema fundamental no fueron los intérpretes sino sus personajes, escritos con desidia, a los que se le fueron colgando dramas personales mal presentados, banales, artificiosos. En cuanto a lo relativo a la dirección, que hubiera varios responsables de la misma no tenía que restarle personalidad a la propuesta visual. Ahí está la primera temporada de Fargo para demostrarlo. Rodada por varios directores tiene, aún así, una personalidad visual apabullante. El problema de la segunda temporada de True Detective es que ha carecido de eso, de personalidad. Ha sido rodada de forma eficiente, sin más. Ha tenido alguna secuencia poderosa (los finales de los capítulos 2 y 4), pero no ha sido capaz de crear una atmósfera poderosa, inmersiva. Ambas decisiones me llevan a pensar que Pizzolatto decidió enfrentarse él solo al mundo y fracasó. Buscó, premeditadamente, ser la estrella de la función, confiarlo todo a sus guiones y se estrelló. Básicamente porque, ante todo, la segunda temporada de True Detective está mal narrada. La serie camina sin rumbo durante todo el relato, moviéndose sólo a base de fogonazos esporádicos, aturdida. Si la primera temporada de True Detective era hipnótica, la segunda es caótica. Como si a Pizzolatto no le llegara con expulsar a los fantasmas de Fukunaga, McConaughey y Harrelson sino que nos quisiera también expulsar a nosotros, espectadores, haciendo que nos perdiéramos constantemente en tramas que no iban a ningún sitio, carreteras sin salida. Pizzolatto quiso demostrar que era un genio, que ni los actores  ni la apabullante apuesta audiovisual de la primera temporada tenían el mérito de la grandeza de la misma. Y no pudo. Una pena, porque los temas sobre los que pivota la historia son muy interesantes. Corrupción, crimen organizado, violencia, explotación sexual, especulación urbanística… Había buen material, falló la escritura. Por encima, HBO ha programado Show me a hero, el regreso de David Simon (The Wire, Treme), 7 días más tarde, una miniserie que vendrá a hablar de lo mismo, aunque situándose en otra época. Conociendo a Simon, va a doler, Nic.


A la luz de los acontecimientos, está claro que HBO y Pizzolatto se equivocaron. Tomada la (obvia) decisión de continuar con la serie, escogieron la peor de las opciones que tenían sobre la mesa. La antología podría haber contado con otro escritor para su segunda temporada. Hay muchos autores de novela negra, como Pizzolatto, que matarían por tener a HBO produciéndoles sus historias. Podrían haber creado así una antología de narradores contemporáneos, bajo la supervisión del creador de la serie. Descartada esa opción, básicamente porque Pizzolatto no iba a ceder una marca que lo ha catapultado al éxito, podría haberse rodeado de un equipo de guionistas si, como finalmente sucedió, tenía que escribir todos los capítulos en un corto periodo de tiempo para que la serie regresara pronto a las pantallas. O podría haberle dicho a HBO que necesitaría tiempo para concebir una nueva historia en su totalidad. El impacto de True Detective ha sido tan grande que aunque hubieran pasado dos años, la serie seguiría generando unas enormes expectativas. También podrían, HBO y el autor, haber optado por adaptar alguna de las historias presentes en las obras literarias de Pizzolatto (Galveston y Between Here and the Yellow Sea), así éste no tendría que construir de cero toda la historia. Sin embargo, decidieron acelerar los plazos, optar por un relato completamente original y que todo el peso de la ficción recayera sobre Pizzolatto, que tras haber tenido problemas con Fukunaga decidió, además, contratar a varios directores, para que la forma no eclipsara al fondo que él estaba escribiendo. Se equivocó. El ego lo cegó. No se dio cuenta de que empeorar su serie para resaltar su escritura era boicotearse a sí mismo y a su obra. Si aprende de los errores cometidos, True Detective puede volver a ser una serie de referencia. El concepto es poderoso, los temas que sobrevuelan su cabeza son interesantes y tiene a su disposición los mejores medios para llevarlos a cabo.