viernes, 17 de julio de 2015

Las grandes batallas de los Emmys 2015

El pasado jueves se anunciaron las nominaciones a los Emmys de este año, que premian a las series (y demás programas) emitidos en USA (y que han decidido presentarse) en la temporada 2014/2015. Empiezan ahora varias semanas de pronósticos y porras que terminarán el 20 de septiembre con la entrega de los premios. A continuación una selección de batallas que se producirán en unos Emmys muy abiertos, salvo para Jeffrey Tambor, que por fin ganará su primer Emmy gracias a Transparent.

Serie de Drama: ¿Quién bebe más: Don Draper o los Lannister?

No wine, no party

Vistas las nominaciones parece que esta categoría será un cara a cara entre Mad Men, que lograría su 6ª 5ª victoria, récord absoluto, y Game Of Thrones, que sería la primera serie fantástica en ganar en la categoría y devolvería a HBO la victoria en la misma, la joya de la corona de los Emmys, que no cata desde la última temporada de The Sopranos. Ambas han colado a tres actores (Mad Men: Hamm, Moss y Hendricks; Game of Thrones: Headey, Clarke, Dinklage), GoT cuenta con dos nominaciones en dirección y una en guion, mientras que Mad Men tiene dos en esta última categoría. Llegan, por lo tanto, en igualdad de condiciones a la batalla final. La serie de Weiner tiene a su favor el efecto despedida y haber cerrado por todo lo alto su relato; la de Benioff y Weiss, que hoy por hoy es la serie más importante e influyente del mundo, un fenómeno descomunal. Las apuestas se inclinan por Mad Men porque mucha gente cree que la Academia no reconocerá a una serie fantástica con su máximo galardón, pero quizás se equivocan, algún día tendrá que pasar y más cuando cada día se producen más series de calidad de género.

La tercera en discordia podría ser House of Cards, una serie que genera mucha expectación y seguimiento en Estados Unidos y que es el buque insignia de Netflix. Su principal hándicap es que no tiene el respaldo crítico que sí tienen sus rivales y esta tercera temporada ha recibido incluso más palos que de costumbre (hola America Works). A priori las otras cuatro nominadas no tienen opciones. A Downton Abbey le llega con seguir ahí, inamovible; a Orange is the new black con haber logrado pasar de comedia a drama con relativo éxito; a Homeland con que hayan reconocido que fue capaz de resurgir de sus cenizas y entregar una cuarta temporada sensacional; y a Better Call Saul con entrar por la puerta grande con nominaciones tan importantes. A continuación pronósticos para las 4 grandes categorías interpretativas de Drama. En verde quién creo que va a ganar y en naranja a los contendientes que veo con posibilidades.

Actriz en Drama: Davis vs. Henson (¿y Wright?)
Claire Danes por Homeland
Viola Davis por How to Get Away with Murder
Taraji P. Henson por Empire
Tatiana Maslany por Orphan Black
Elisabeth Moss por Mad Men
Robin Wright por House of Cards



Actor en Drama: Hamm vs. La Historia
Kyle Chandler por Bloodline
Jeff Daniels por The Newsroom
Jon Hamm por Mad Men
Bob Odenkirk por Better Call Saul
Liev Schreiber por Ray Donovan
Kevin Spacey por House of Cards




Actriz de reparto en Drama: Hendricks vs. Headey
Uzo Aduba por Orange Is The New Black
Christine Baranski por The Good Wife
Emilia Clarke por Game of Thrones
Joanne Froggatt por Downton Abbey
Lena Headey por Game of Thrones
Christina Hendricks por Mad Men


Actor de reparto en Drama: Banks vs. Mendelsohn
Jonathan Banks por Better Call Saul
Jim Carter por Downton Abbey
Alan Cumming por The Good Wife
Peter Dinklage por Game of Thrones
Michael Kelly por House of Cards
Ben Mendelsohn por Bloodline




Serie de Comedia: ¿Ya estamos listos para pasar página?

Qué duro es liderar el mundo libre

Es cierto que llevamos un par de años (sobre todo el año pasado) creyendo que Modern Family dejará de ganar el premio a la mejor comedia del año pero al final nunca ocurre. 5 victorias consecutivas después parece que este año sí que perderá la sitcom de ABC. ¿Por qué? Por un lado, la sexta temporada ha sido, con mucha diferencia, la peor de todas las que ha tenido hasta el momento. Yo nunca creí mucho en la idea de que Modern Family estaba bajando el nivel año tras año, sin embargo esta temporada sí que he notado esa pérdida de calidad. Además las audiencias de la serie en USA también han sufrido un notable retroceso. Por otro lado, su presencia en los Emmys de este año ha menguado considerablemente. Por primera vez Modern Family no tiene ni una sola nominación en las categorías de guion y dirección. Mientras que en las interpretativas sólo se mantienen en pie los dos grandes motores de la serie: Julie Bowen y Ty Burrell. Es muy difícil que una serie que no está nominada ni en guion ni en dirección se imponga en los Emmys. Muy difícil. Aún así no conviene dar por muerta a Modern Family, que tiene a su favor que no tiene una rival clara, sino varias rivales con posibilidades diversas. Quizás las dos series que llegan más fuertes a la contienda son Veep y Transparent. La comedia negra ambientada en la política de HBO ya parecía ser el año pasado la serie capaz de destronar a Modern Family. Este año ha vuelto a firmar una temporada modélica y los Emmys han rubricado su calidad nominándola en guion y dirección, además de las menciones a Julia Louis-Dreyfuss, Anna Chlumsky y Tony Hale. Por su parte, la dramedia de Amazon lleva generando apoyos desde su estreno en otoño, ha pasado con éxito por los premios previos a los Emmys y su calidez puede conquistar a muchos votantes. Por el momento ha logrado estar nominada en dirección, guion, actor (Tambor) y secundaria (Gaby Hoffman). ¿Mi apuesta? Quizás me decantaría por una victoria de Veep.

Si estas tres son las series favoritas para ganar, en segunda línea nos encontraríamos con otras dos niñas bonitas de la crítica (y de servidor) Silicon Valley y Louie. Ambas están nominadas también tanto en dirección como en guion, sin embargo a la primera le pesa no tener ningún intérprete nominado y a la segunda ser una obra demasiado autoral. La victoria de cualquiera de las dos sería muy sorprendente. Y en último lugar tendríamos a Parks and Rec. que ha logrado con su última temporada su segunda nominación a mejor comedia en toda su historia y a Unbreakable Kimmy Schmidt, cuya nominación reconoce el acierto de Netflix al expandirse a diversos géneros. No creo que tengan opciones reales, estar nominadas ya es un bonito reconocimiento para ambas, sobre todo para Parks, una de mis comedias televisivas favoritas de siempre.

Actriz en Comedia: Julia Louis-Dreyfus busca rival
Edie Falco por Nurse Jackie
Julia Louis-Dreyfus por Veep
Lisa Kudrow por The Comeback
Amy Poehler por Parks and Recreation
Amy Schumer por Inside Amy Schumer
Lily Tomlin por Grace and Frankie
  


Actor en Comedia: Jeffrey Tambor
Anthony Anderson por black-ish
Don Cheadle por House of Lies
Louis C.K. por Louie
Will Forte por The last man on earth
Matt LeBlanc por Episodes
William H. Macy por Shameless
Jeffrey Tambor por Transparent



Actriz de reparto en Comedia: 7 mujeres contra Allison Janney
Mayim Bialik por The Big Bang Theory
Julie Bowen por Modern Family
Anna Chlumsky por Veep
Gaby Hoffmann por Transparent
Allison Janney por Mom
Jane Krakowski por Unbreakable Kimmy Schmidt
Kate McKinnon por Saturday Night Live
Niecy Nash por Getting On

Actor de reparto en Comedia: Sálvese quien pueda
Andre Braugher por Brooklyn Nine-Nine
Adam Driver por Girls
Keegan-Michael Key por Key & Peele
Ty Burrell por Modern Family
Tituss Burgess por Unbreakable Kimmy Schmidt
Tony Hale por Veep

viernes, 3 de julio de 2015

Hacer buena televisión

UNREAL y MASTERCHEF


Spoilers de todo Masterchef 3 pero sólo del piloto de Unreal



Resulta curioso que en la vorágine de estrenos seriéfilos veraniegos una de las series que más ruido esté generando sea Unreal, una ficción de la denostada (por méritos propios) Lifetime, el canal trash para señoras del cable americano. Unreal es la serie que muchos no sabíamos ni que existía hasta que fue estrenada y en menos de un mes se ha convertido en un visionado obligatorio. Pero ¿qué es Unreal? Un drama (con tintes de comedia negra y/o sátira) de 40 minutos sobre el rodaje de un programa al estilo The Bachelor (programa en el que trabajó una de sus creadoras, Sarah Shapiro), que extrapolándolo a España vendría a ser una especie de QQCCMH blandito. La serie tiene como protagonista a una productora (una sólida Shiri Appleby) atormentada e inestable piscológica y emocionalmente, y como personajes relevantes a la productora ejecutiva (una genial Constance Zimmer) y al candidato que va a buscar esposa (risas) (Freddie Stroma). Unreal es, antes que nada, una serie divertidísima, con un ritmo endiablado y que maneja muy bien los dilemas de la protagonista, sus dramas personales y las más terribles miserias de la televisión de entretenimiento en particular y de los mass media en general. Pero además de eso es una clase maestra de cómo funciona el medio, de cómo se producen los formatos, de cómo se moldean y de cómo se construyen relatos.

Toda la ficción audiovisual americana del último medio siglo que gira en torno a la televisión bebe de Network, el clásico de Sidney Lumet y Paddy Chayefsky de 1976. Toda, y sino que se lo pregunten a Aaron Sorkin que plagió/homenajeó su inicio abiertamente en Studio 60 y de una forma un poco más disimulada (sólo un poco) en The Newsroom. Unreal, que por cierto es todo lo contrario a la última serie de Sorkin, no iba a ser menos y hace suya la representación de la industria televisiva como una ciénaga inmunda. Además lo hace tirando de humor y personajes incapaces de diferenciar su vida personal y su vida laboral. La televisión es ese monstruo que lo devora todo. Empezando por las propias personas que la hacen. Ese engranaje (de poder) que pervierte los códigos morales. La protagonista no es una mala persona pero comete malas acciones. Las circunstancias del medio la empujan a ello. Cuando su jefa habla de hacer buena televisión no está hablando de servicio público, sino de entretenimiento salvaje, sin barreras, sin moral. Hacer buena televisión es, para ella, manipular a una chica para que confiese su infancia traumática, escupa a una productora y se largue llamando hijos de puta a todo el mundo. Un versión completamente narrativizada de la realidad. Un relato que engancha porque tiene el elemento más importante: un villano.

La figura del villano es tan importante a nivel narrativo que casi todos los productos narrativos que consumimos tienen uno. Da igual que sea ficción o no-ficción. Si lees El País estos días verás a Alexis Tsipras y Pablo Iglesias como terribles villanos. Si ves uno de los documentales más relevantes de la última década, The Act of Killing, te encontrarás con Anwar, ese hombre que te cuenta entre risas y representaciones que mató a miles de personas él solito. De hecho, la figura del villano es tan relevante que cuando no la hay, la echamos de menos. Por ejemplo, la ausencia de una gran mala ha sido, para mí, el gran problema de la tercera temporada de Orange is the new black. Nos encanta amar, pero más nos encanta odiar, sobre todo en tiempos tan cínicos como los que vivimos (leer El País, vuelve a ser útil para demostrar esto). Por eso cuando el protagonista del reality sobre el que gira Unreal, Everlasting, elimina a la villana que la productora ejecutiva había planificado para su relato, ésta arde de rabia y empieza a buscar a una nueva víctima. No eres tú, es la historia.


Es tal la importancia de contar con un gran villano que hasta los productores/montadores de Masterchef España cuidan ese elemento. En las tres ediciones del programa ha habido un villano, este año le tocó el turno a Sally y ella con sus miradas de odio, su ego desmedido y sus discursos de pena baratos, fue lo único que se salvó del completo desastre, a nivel narrativo, de esta tercera edición. Tras tocar la gloria con ese hit inesperado que fue “León Come Gamba” el programa se precipitó al vacío y sólo Sally, o más bien la pasión de los espectadores por odiarla, mantuvo cierto interés. Carlos era el ganador claro desde el segundo o tercer episodio, la duración del programa se fue inflando hasta llegar a límites insospechados, los invitados siempre son los mismos, la prueba central se ha convertido definitivamente en un publirreportaje casposo (hoy vivan las bodas, mañana viva el ejército, pasado vivan los restaurantes surrealistas de precios demenciales)… Todo lo que podía salir mal este año en Masterchef ha salido mal. Entonces ¿por qué lo seguimos viendo? Yo, particularmente, porque me gustan los programa de cocina (que son en sí mismos anti-televisión porque no puedes juzgar lo que se hace en ellos), disfruto viéndolo y comentándolo con mis amigos reales y con mis “amigos” virtuales, y porque sí, odiar Masterchef y rajar de TVE, su publicidad encubierta y sus horarios, me relaja.


Odiar me relaja, es catártico, las noches de los martes eran esas 3 horas del día (3 horas sin bloques publicitarios puros, 3 horas señores) en las que podía odiar libremente. Como un día del apaleamiento en Los Simpson. Odiar tanto a los concursantes como, sobre todo, a las personas que hacen un programa que ni es un buen servicio público, ni es buena televisión. Y ese es el drama de Masterchef, no cumple el papel que debería cumplir como exponente de la gastronomía y la diversidad cultural y culinaria de España, y tampoco lo hace como entretenimiento, como narración, como relato. Es un quiero y no puedo. O más bien es un no quiero, prefiero mataros a duración hasta dejaros exhaustos. Unreal es buena televisión, ácida y divertida, Masterchef no. Sin embargo veo ambas cosas. Pero Unreal la veo porque la disfruto en mi soledad y la veo concentrado, para no perderme nada, ni un solo chascarrillo, sin que ello impida que después pueda comentarla con amigos o recomendarla, cosa que ya he hecho. En cambio Masterchef lo veo porque disfruto hablando de él en directo, no sería capaz de verlo solo, es un programa incapaz de captar tu atención más de 5 minutos, no tiene ritmo alguno.