miércoles, 13 de mayo de 2015

Los engranajes de la mente y del poder

THE GOOD WIFE - Sexta temporada


¡Spoilers sueltos!

Ha terminado la sexta temporada de The Good Wife, uno de los dramas más fascinantes y complejos del último lustro televisivo. Con la ansiada renovación garantizada por CBS para un séptimo año que empieza a oler a que será el último, es hora de hincarle el diente a la sexta entrega de la historia de Alicia Florick (Julianna Margulies, la mejor actriz de la televisión), escrita por el matrimonio King, los guionistas más incisivos e inteligentes de la televisión actual. En mi humilde opinión, claro.

The Good Wife siempre giró en torno al poder. Desde sus inicios tuvimos equilibrios de poder dentro de los bufetes y refriegas políticas. Sin embargo, esta temporada ha sido la que más se ha aproximado al mismo, radiografiándolo y vomitándonos una imagen del poder que da mucho miedo. El poder en su dimensión más abrasiva. El viaje de empoderamiento personal de Alicia desde ser la buena esposa, madre amantísima, dueña de su hogar, a presentarse para Fiscal del Estado, ha sido apasionante, y algo más importante que eso, consecuente y lógico. Alicia Florick no dejó de ser la buena esposa de un día para otro, si no que se zambulló en las aguas del poder poco a poco. Dejándose mecer por las mismas. Sin embargo, llegados al punto clave, su asalto a un cargo público, se desmoronó por un crimen, amañar las elecciones, que no había cometido. Alicia Florick, como tantos otros ciudadanos con buenas intenciones chocó contra un muro que separa, en nuestras democracias representativas, a la ciudadanía de sus instituciones. Un muro llamado El Partido. Los intereses de Alicia y de los ciudadanos que la votaron, cayeron ante los intereses del Partido Demócrata por encubrir el amaño masivo de las elecciones legislativas, usando a Florick como carnaza para las hienas, a modo de distracción y encubrimiento.

Por ello, y por el terrible arranque de temporada, en el que nos zambulleron en el via crucis judicial de Cary Agos (Matt Czuchry nunca estuvo mejor), esta temporada de The Good Wife ha sido, posiblemente, la más oscura de todas. Si la anterior fue la más triste y desoladora en el plano sentimental, ésta lo ha sido en el plano profesional, en una Alicia Florick sufrió el dolor de sentirse sola, del amor perdido, y en la otra ha sufrido como personaje público, como ciudadana que pretendía cambiar las cosas, y como mujer ambiciosa que pretendía alcanzar mayores cotas de poder. Tanto el sufrimiento ligado a la pérdida de un ser querido, como la violencia con la que están plagadas las relaciones de dominación, son cuestiones que se escapan a nuestro control. Nos mantenemos en un equilibrio cada vez más imposible en las manos del azar y del sistema. Poca esperanza nos ofrece The Good Wife. Muy poca. Y aún así la season finale, Wanna Partner? (6x22), nos recuerda una idea-fuerza muy de los King: aún cuando parece que no hay salida, siempre se abre una puerta. ¿Louis Canning (Michael J. Fox) es el futuro de Alicia Florick para mantenerse en pie un día más, para luchar un día más? Quizás sí, quizás no, pero lo importante es que aunque ya no esté Will y aunque le hayan robado su cargo de Fiscal del Estado, siempre hay una salida. Una nueva oportunidad.

Un último chupito con Kalinda

Más allá de este doloroso cuadro que están pintando los King sobre cómo funciona el poder, cómo son sus mecanismos, sus engranajes, sus puntos ciegos, cómo se articula, cómo nos manipula en nuestra vida diaria. Más allá de todo ello, que desde luego no es poco, están contándonos el recorrido vital de una persona, Alicia Florick, y cómo ella reacciona ante los acontecimientos que van sacudiendo su vida. Además de una amplia reflexión sobre el poder, The Good Wife se ha convertido en un estudio sobre la mente humana. ¿Por qué hacemos lo qué hacemos? Nadie escribe, hoy por hoy, en televisión, con la sutileza y capacidad de aproximación a nuestra psique que exhiben Michelle y Robert King. Nadie. Tampoco nadie bucea en el pasado como ellos. Ni muchos menos interrelaciona tan bien nuestros pensamientos con nuestros recuerdos. Mind’s Eye (6x14) fue un capítulo muy polémico, sin embargo, a mí me pareció un ejercicio narrativo apasionante. Ese viaje a la tumultuosa cabeza de Alicia Florick fue toda una exhibición de escritura. Pero más allá de ese episodio, The Good Wife ha estado jugando toda la temporada con los pensamientos de Alicia, como por ejemplo en el penúltimo capútuo, Don’t Fail (6x21), en el que Alicia se confrontaba mentalmente con su yo del pasado, con la Buena Esposa.

Es precisamente ese retrato psicológico tan hondo que realiza esta ficción sobre sus personajes el que permite que los dilemas morales-éticos-ideológicos-personales a los que estos se enfrentan sean tan ricos. The Good Wife ha descuidado los casos este año, es algo tan evidente que no creo que nadie vaya a negarlo. Sin embargo, los dilemas han seguido ahí. Sobre todo en la recta final con la introducción del republicano hiper-millonario interpretado por Oliver Platt y que mantuvo apasionantes enfrentamientos con Diane Lockhart (Christine Baranski, esa diosa). A veces, cuando nos enfrentamos a un tema peliagudo, nos traicionamos a nosotros mismos, o más bien, una esfera de nuestra mente piensa una cosa, y otra, la contraria. Y de ese dilema interno surge nuestra postura para lidiar con los dilemas externos. A pesar de lo dura que ha sido la temporada, The Good Wife sigue siendo una serie que cree en el ser humano. Dije antes que poca esperanza nos ofrecía la serie este año, pues quizás me equivoqué, quizás que Alicia Florick siga en pie y dispuesta a dar guerra es la mayor de las esperanzas. Otra temporada soberbia más. Gracias por todo Kings. 

Sobre esta temporada de The Good Wife:


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