miércoles, 4 de febrero de 2015

La hora televisiva de las mujeres negras

EMPIRE/ SCANDAL/ HOW TO GET AWAY WITH MURDER


Frases y atuendos lapidarios non-stop

Los tres dramas con mejores datos en los demográficos de la televisión actual (más allá del fenómeno The Walking Dead) son tres series en abierto que combinan con astucia, thriller, culebrón y drama. Pero lo más llamativo de estas tres series es que sus protagonistas son mujeres. Y además negras. Estas tres ficciones son Empire, Scandal (Escándalo, para los amigos)  y How to get away with murder. Y sus protagonistas, Taraji P. Henson, Kerry Washington y Viola Davis, respectivamente. La mujer negra siempre ha sido una gran olvidada por parte del audiovisual americano. Lo cual es bastante lógico si tenemos en cuenta que tanto los negros por un lado, como las mujeres por el otro, han sido ninguneados históricamente, sobre todo en la televisión. Sin duda en los últimos años esto está cambiando a gran velocidad. Cuando en 2011 The Help, de Tate Taylor (y co-protagonizada por Davis), se convirtió en un éxito brutal de taquilla y de apoyo popular (nominaciones al Oscar incluidas), Hollywood pudo constatar que efectivamente el público estaba interesado en ver historias protagonizadas por mujeres afroamericanas. Lo que han hecho FOX y ABC, ha sido colarse por esa ranura y ampliarla hasta convertir a estas tres series en fenómenos de audiencia.

Pero la forma de presentarnos a la mujer afroamericana actual en estas tres series es muy diferente. Si en las series de Shondaland, Scandal y How to get away with murder, tanto la cuestión de género, como sobre todo la racial, están más diluidas, en Empire, ambos temas, sobre todo el racial, tienen una gran importancia narrativa. Esto no quiere decir que a Shonda Rhimes y sus asociados no les interesen estos temas, simplemente que han decidido que sus series no pivotarán sobre los mismos. Scandal y Murder serían completamente distintas si sus protagonistas fueran hombres, sobre todo en el caso de la primera, dónde el género es relevante en más de una ocasión. En cuanto al debate racial, en Scandal se ha apuntado en alguna ocasión, pero nunca ha sido relevante, y en Murder es inexistente. Scandal cambiaría un poco si su protagonista fuera blanca, Murder no, salvo por el recurso dramático de la peluca. Ambas series han seguido el modelo iniciado por la fundacional Grey’s Anatomy, “no hablemos de racismo, presentemos a negros en situación de poder”. No hace falta conocer mucho a Shonda Rhimes para saber que le preocupan tanto los problemas de género (y muchas veces relacionados con lo sexual) y el conflicto racial. Pero su aproximación a los mismos no es a través de la confrontación, sino del discurso normalizador.

Frente a esta postura, o visión, si se quiere, Lee Daniels y Danny Strong (un homosexual negro y un heterosexual blanco) han decidido articular su serie en torno a la cuestión racial. Y lo han hecho sin andarse con rodeos, de hecho Empire resulta refrescante porque muchas veces entra en sus dilemas como un elefante en una cacharrería. Para la historia ya ha quedado la secuencia en la que uno de los hijos de los protagonistas dice que Obama es un negro de mierda. Ese desparpajo, esa falta de vergüenza (incluso a veces a mí me la da ajena) la hacen muy divertida y muy provocativa, lo cual desde luego explica su enorme éxito, sobre todo entre la población afroamericana. Y dentro de todo el circo que es ese clan familiar muy turbio y muy pasado de rosca, brilla con luz propia Cookie, el personaje de P. Henson, esa madre manipuladora y desbocada que sacrificó casi veinte años de su vida yendo a la cárcel para que su marido pudiera crear el imperio musical que da nombre a la serie. 

Si en el universo de Shonda las mujeres negras son de clase alta, profesionales liberales de reconocido prestigio y que se han educado en la Ivy League, en Empire, su mujer protagonista es una chica del barrio ambiciosa, deslenguada, irreverente y brutalmente honesta y mal educada. Lo interesante de estos dos perfiles de mujeres tan diferentes es que ambas, tanto las pulcras chicas de Shondaland (aunque unas delincuentes de mucho cuidado, ojo) como la navajera de Daniels y Strong, pretenden llegar al mismo sitio: el éxito. Obviamente, cada una con sus armas, casi todas muy cuestionables moralmente, lo cual es también muy enriquecedor, ya que los anti-héroes siempre son hombres. A modo de conclusión, el éxito en audiencia de estas tres series, abiertamente generalistas y de masas, me parece algo de lo que nos debemos alegrar, más allá de la calidad de las mismas (las tres son bastante trash, yo las disfruto mucho, pero intento no tomármelas muy en serio). No sólo porque giren en torno a poderosas mujeres negras, sino también porque muestran el lado oscuro de las mismas. Algo está cambiando. A mejor.

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