viernes, 29 de agosto de 2014

10 años intentando arreglar el conflicto entre Israel y Palestina: De The West Wing a The Honourable Woman

Esta semana, Israel y Hamas han llegado a un acuerdo para establecer un alto el fuego indefinido en la Franja de Gaza. A la vez hemos leído que el presidente palestino, Mahmud Abbas, está trazando un plan para declarar unilateralmente el Estado de Palestina circunscribiéndolo a las fronteras de 1967: Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este como capital. De cara a obtener el apoyo de la comunidad internacional y el reconocimiento por parte de la ONU, salvando el veto de Estados Unidos que vería con buenos ojos esas fronteras.

La paz cuesta

En una de esas oportunas coincidencias que pasan de vez en cuando (por ejemplo, Masters of Sex hablando de racismo en Missouri a finales de los 50 mientras el racismo sigue muy vivo en el Missouri de 2014) BBC emitió The Honourable Woman mientras Israel invadía Gaza. Esta serie de 8 episodios, escrita y dirigida en su totalidad por Hugo Blick (vamos, como fusionar a Pizzolatto y Fukunaga en un solo hombre), entra de lleno en el conflicto entre Israel y Palestina, repartiendo ostias a diestro y siniestro. Sobre todo a Estados Unidos.

Precisamente, en el gran valedor de Israel, hace justamente 10 años la The West Wing post-Sorkin se atrevió a intentar arreglar el conflicto. La trama, que monopolizó el final de la quinta temporada y el arranque de la sexta, fue un fascinante juego de política ficción. Una década entre dos ficciones muy diferentes, un mismo e irresoluble conflicto. Si en The West Wing se plantea desde una dimensión política y militar y desde una óptica idealista. En The Honourable Woman se hace desde el mundo del espionaje y el terrorismo y con una visión cínica y pesimista del mundo.

Se encuentran dos hombres, un pesimista y un optimista, y el primero le dice al otro “el conflicto entre Israel y Palestina no puede ir a peor” y el optimista le contesta “sí, sí puede”. Esta “chiste” lo contaban en The West Wing en uno de los capítulos centrados en esa historia. Es el conflicto que siempre puede ir a peor y en el que más está involucrado occidente porque tanto Reino Unido como Estados Unidos son responsables del mismo.

En The Honourable Woman se propone una resolución del problema oscura, violenta, una conspiración truculenta para llegar a un fin puro: la paz. En The West Wing en cambio todo gira en torno al diálogo de paz, conversaciones, Camp David, cesiones de ambas partes. Sin embargo ambas lanzan una terrible hipótesis, para que deje de derramarse sangre, primero habrá que derramar más. Ambas presentan un ataque terrorista que hace que los actores en liza: Israel, Hamas, Fatah y Estados Unidos, tengan que posicionarse y resituarse en las coordenadas político-estratégicas. Ambas también sostienen que toda solución pasa porque Estados Unidos cambie su actual política con respecto a Oriente Próximo y su apoyo sin fisuras a todo lo que haga Israel. Si en The West Wing, una serie americana, el empeño del Presidente conducía hacia un proceso real de acuerdo entre ambos bandos; en The Honourable Woman, una serie británica muy oscura, el papel de Estados Unidos es mucho más complejo (y desagradable), llevando a su máxima expresión lo de “el fin justifica los medios”.

Un Presidente imposible, un Arafat ficticio

Como consecuencia de sus diferentes tonos y géneros, en The West Wing se aborda una resolución total del conflicto, una negociación sobre las fronteras, los ejércitos y sí… Jerusalén. Al final del proceso lo único que queda por acordar es que hacer con Jerusalén, la joya de la corona, objetivo irrenunciable para ambos bandos. Sin embargo, en estos 10 años el conflicto se ha complicado más. En estos 10 años Israel ha seguido expandiéndose y creando colonias por territorio Palestino con el beneplácito de unos Estados Unidos cuya única acción es decir que eso está mal, como si fuera una madre regañando a su hijo por obligación ante la mirada de desconocidos. Cada nueva colonia es una losa más de cara a llegar a una resolución. Si lo que por lo visto quiere proponer Abbas de volver a las fronteras del 67 se llevara a cabo, Israel tendría que desalojar de sus casas a más medio millón de colonos judíos. 600.000 para ser exactos. Esa acción implica un coste político (y económico también, ojo) inasumible para un gobierno israelí, no ya para este gabinete de derecha radical, para cualquiera, la sociedad israelí está demasiado obcecada, encerrada en sí misma como para darse cuenta de que se han convertido en algo que deberían odiar.

Quizás por todo esto, The Honourable Woman nos presenta a personajes idealistas a los que la vida, y la realpolitik, los va destrozando a lo largo de sus capítulos. Lente e inexorablemente vemos como la protagonista, Nessa, interpretada por una soberbia (mejor que nunca, me atrevería a decir) Maggie Gyllenhaal, va deshaciéndose por dentro mientras sólo es capaz de conservar la fachada de sí misma. Una mujer honorable agarrada a una idea, la paz, rodeada de lobos que la usan como a la Reina en el ajedrez, para cualquier cosa con tal de salvar al Rey. Showtime promocionó la segunda temporada de Homeland con el slogan “Why kill a man when you can kill an idea?” y en el caso de esta serie podríamos decir “¿Por qué no matar a un hombre para poder realizar sus ideas?”. Si en The West Wing, un hombre era lo suficientemente grande para arreglar uno de los conflictos más enconados del planeta, en The Honourable Woman nos dicen que por muy grande que sea una persona, este conflicto lo devora en su inmensidad.

El drama político de NBS presenta a la política exterior como arma de transformación ligada a los compromisos y los acuerdos. A la negociación. En cambio el thriller de espías de BBC, nos dice que la política exterior ahora, como en la Guerra Fría, se vuelve a jugar en el terreno de los agentes, las conspiraciones y las acciones encubiertas. Las palabras no producen actos, los actos producen palabras. La política exterior post-11S es una enorme ciénaga en la que te tienes que llenar de lodo hasta el cuello si quieres obtener éxitos. Este retorno a la escéptica y peligrosa Guerra Fría lo dibuja muy bien la serie de Blick gracias a los personajes que interpretan los fantásticos Stephen Rea, Janet McTeer y Eve Best, esos tres poderosos y oscuros actores del espionaje británico. De hecho el personaje de Rea es un trasunto transparente del George Smiley de John Le Carré: quemado, taciturno e inteligente. En The West Wing había unos héroes (los yankees) y unos cabezones (los israelís y los palestinos), en The Honourable Woman nadie es bueno ni malo, nadie tiene la razón absoluta, todos tienen sus motivos y sus métodos, a menudo muy oscuros. Sí, definitivamente estamos volviendo a la Guerra Fría.

PD: Me gustaría escribir sobre The Honourable Woman largo y tendido y entrando de lleno en ella. Por si no lo hago quiero decir que es una historia escrita con precisión y hondura, y dirigida con mucho estilo, clavando sus raíces en las formas del cine negro y el thriller político. Junto con True Detective, Fargo, Halt and catch fire y Gomorra, es uno de los 5 mejores estrenos televisivos de estos 2/3 de 2014 que ya hemos dejado atrás.

lunes, 25 de agosto de 2014

Emmysalternatives 13/14 y VIII: Series de Drama

Ahora sí, último post, mi top 10 de los mejores dramas de la temporada pasada. Fuera se quedan series como The Killing con su contundente tercera temporada, dos clásicos de FX como Justified y Sons of Anarchy o la siempre brillante Boardwalk Empire.


10. The Newsroom
¿Si no defendemos los sorkinistas a Sorkin quién lo va a defender ya, a estas alturas del partido? Lo único que le falta es que lo arrojen a los cerdos, como harían en una de las series de la que hablaré más abajo. The Newsroom es Aaron Sorkin en estado puro, para bien y para mal, desmedido, un sermón semanal de 50 minutos. En la segunda temporada aprendió de algún error cometido en la primera: sus periodistas ya no son perfectos y las historias inventadas hacen que no esté jugando con las cartas marcadas. Pero desde luego no cambió el rumbo de la serie. The Newsroom es el manifiesto de Sorkin sobre cómo debería ser su país. Idealista y maniqueo. Excesivo. Capaz de escribir los diálogos más inteligentes y las situaciones más sonrojantes. Así es Aaron Sorkin cuando nadie le pone cortapisas, incluido él mismo. Entiendo todas las críticas que se la han hecho, pero no puedo evitar que todo lo que escribe me fascine. Con pocas series los minutos se me hacen más cortos, pocas ficciones me hacen más feliz. Por eso está aquí, aunque suene a sacrilegio.


9. The Americans
Posiblemente The Americans sea todo lo contrario a The Newsroom, lenta, arrítimica, incluso anticlimática, moralmente muy compleja, un magma de ideas en el que nada es blanco o negro. The Americans no tiene un discurso, tiene múltiples elementos que le permiten al espectador formar un discurso propio. El gran debate de esta temporada ha sido ¿patria o familia? Y todo ha girado en torno a la nebulosa zona dónde ambas esferas se mezclan. También ha hablado de la fe en tiempos convulsos, del sacrificio, de los fines y sobre todo de los medios. Deja además un escenario apasionante de cara al año que viene. Los protagonistas cada vez se acercan más al borde del precipicio.



8. Hannibal
Si en comedia le di el Most Improved Player a Veep, en drama se lo merece sin duda alguna la Hannibal de Byan Fuller. La serie más hipnótica, desagradable, barroca y enfermiza de la televisión. Tras una buena primera temporada, Hannibal regresó a NBC convertida en una serie superior, tan buena como para estar en el ranking de los mejores dramas en antena. Con un arranque y una recta final espectaculares, ha terminado por imponer un nuevo tipo de televisión: la sensitiva. Esta serie es ante todo, una experiencia sensitiva trenzada por su belleza visual y sus asfixiantes mundos sonoros. Cuando la forma es forma y fondo.



7. Masters of Sex
El gran estreno del otoño pasado. Esta serie sobre los pioneros de los estudios sexuales irrumpió en Showtime con osadía, sensibilidad y sentido del entretenimiento. Conjugando elementos de culebrón con drama de personajes de primera división creó una serie de relaciones personales muy jugosas, abordó la sexualidad desde el punto de vista de la mujer en los años 60, y trató con tacto y hondura la homosexualidad en la misma época. Conjugar ciencia y sentimientos fue su gran acierto. Ése y fichar a Allison Janney y Lizzy Caplan.



6. Game of Thrones
Otra temporada fantástica de Game of Thrones. Quizás un poco inferior a la tercera, que estuvo mejor hilada, pero aún así maravillosa. Capitaneada por los Lannister la serie siguió reflexionando sobre el poder como máquina de devorarlo todo, empezando por los propios seres humanos que lo poseen o pretenden conseguirlo. Además nos abrió la puerta a Dorne, nos ofreció a unas chicas Stark que ya han madurado definitivamente, aumentó la tensión y la oscuridad de las tramas del norte y nos dejó no pocas peleas (tanto físicas como verbales) de gran altura. En el lado de los peros, no haber dado más tiempo a los acontecimientos de la season finale y sobre todo la trama de Daenerys, muy anquilosada.



5. House of Cards
No tiene pocos detractores la adaptación USA de las novelas de Michael Dobbs. Sobre todo aquí. Entiendo algunas críticas, y soy el primero en reconocer que desde luego no es una ficción redonda. Más bien al contrario, está compuesta de múltiples y afiladas aristas. Sin embargo me parece una serie adictiva. Una fascinante reflexión sobre el cinismo y la podredumbre que rodea a la política de alto nivel. Y además es un thriller negrísimo que te va envolviendo en sus trampas, como si fueras otra víctima más de Frank Underwood en su ascenso a la cima del poder (o en su descenso a los infiernos). En House of Cards la escala de medir no está compuesta de grises. Todo en ella es negro. Todo apesta. Y entiendo que a mucha gente eso la haga desconectar, que no haya asideras emocionales o morales a las que se agarrarse, que todo el mundo sea malo, que todo esté podrido. Además de un tratado sobre el cinismo estamos ante un tratado sobre el pesimismo.



4. True Detective
Irrumpió, con justicia, como un vendaval en el mundo seriéfilo. Una serie que cogía un género mil veces explorado como el de la pareja de detectives a la caza de un asesino en serie, y lo llevaba a territorios sin explorar. 8 capítulos pensados como un todo, escritos por el mismo guionista, Nic Pizzolatto, estructurados en inicio, nudo y desenlace. Fieles a un tempo narrativo particular, que jugaban con los saltos en el tiempo y la verdad y la mentira como elementos narrativos. Y además de eso, un empaque visual inusual para el medio televisivo, con Cary Fukunaga como único director que desde el principio creó una atmósfera abrasiva y deprimente en que poner a bailar a unos personajes hasta arriba de mierda. True Detective no ha inventado nada, simplemente ha encontrado otra forma de contárnoslo… ¿simplemente? No, tiene un mérito descomunal. Cuando veía True Detective se apagaba el mundo a mi alrededor. Sólo había pantanos, apellidos franceses (¡viva Louisiana!) y dos pobres diablos jodidos en el pasado y el presente. Sin duda, qué bueno que llegaste… True Detective.



3. Mad Men         
No soy capaz de verle el desgaste a Mad Men. Lo único que veo es evolución lógica de los personajes, de la historia. Me sigue pareciendo un brillante relato sobre las miserias de la vida. Creo que sigue golpeando el corazón de la misma forma que lo hacía al inicio. Y además este año ha sido pura melancolía. O más que melancolía, frustración por los errores cometidos. También ha ahondado en la familia como trampa y como refugio. Y ha reflexionado sobre como la vida profesional a veces se apodera de todo, quedándose con todos nuestros sueños, nuestras aspiraciones. Todos estos temas los han soltado Weiner y su equipo para hacer que nos cuestionemos nuestras propias prioridades, que pensemos en qué nos quedará cuando ya no nos quede nada. No es un mensaje de “el trabajo mata a las relaciones personales”, más bien va en la dirección de que trascender, hacer algo importante, sentirse realizado, está relacionado tanto con la ambición profesional como con los sentimientos humanos. Como siempre… ouch.



2. The Good Wife
Como ha sido de lejos sobre la serie que más he escrito en el blog este año, llego a la meta sin saber muy bien qué añadir ya. Inteligente, incisiva, delicada, triste, crítica, valiente. Todo eso es The Good Wife y sobre todo esta quinta temporada tan redonda que nos ha ofrecido el matrimonio King. Posiblemente tenga la maquinaria narrativa más precisa de la televisión actual. Todo lo que en ella pasa está trabajado, no existe el deus ex machina, todo es natural, orgánico, todo va hacia una dirección. Esta serie sobre una mujer de ambición y problemas sentimentales crecientes, lo único que sabe hacer es ir hacia adelante. Y no le importa meterse en los líos más espinosos, ya sea la vigilancia indiscriminada de la NSA, la muerte y el sentimiento de pérdida o la corrupción política. Y su gran acierto es que lo hace con un sentido del humor muy fino, que salpica las situaciones más descorazonadoras con chascarrillos. Si a todo esto le sumamos que ha construido a una de las protagonistas femeninas más complejas de la historia de la televisión y a su alrededor ha ido creando una maraña de secundarios e invitados fascinantes, lo que tenemos es la serie con el mejor reparto de la televisión y posiblemente la que mejor nos habla del mundo en el que vivimos.



1. Breaking Bad



Que la serie de Vince Gilligan es ya historia de la televisión es algo que no creo que nadie ponga en duda. Que sus últimos 8 capítulos han sido uno de los mejores finales realizados por cualquier serie espero que tampoco. Si los 8 anteriores que ganaron el Emmy el año pasado funcionaron como introducción al final, como preparación, estos últimos 8 han sido la traca final. Y me han dejado sin aliento de tanto intentar contenerlo y fracasar, y sin palmas de tanto aplaudir. Cuando conoces a la perfección la serie que haces, has construido a un grupo de personajes tan ricos y has plantado durante años semillas tan poderosas, lo único que puedes obtener al final son éxitos. Siempre termino hablando de Ozymandias pero todos y cada uno de estos 8 capítulos es un éxito en sí mismo, una joya a revisionar a lo largo de mi vida una y otra vez. El final de Breaking Bad me ha dolido y me ha encantado. Me ha dejado con la boca abierta, a veces durante minutos, ha cerrado todo lo que tenía que cerrar y les ha dado a los personajes todo lo que necesitaban. Así es como se cierra una historia. Una de las más grandes jamás contadas en televisión. 

domingo, 24 de agosto de 2014

Emmysalternatives 13/14 VII: Episodios de Drama

Al igual que en comedia, escogí 10 capítulos en lugar de nominar en guion y en dirección. Pero mi en los Emmys sería para Walley-Beckett por Ozymandias de Breaking Bad en la categoría de guion, y a Cary Fukunaga por el capítulo 4 de True Detective (sí, el del plano-secuencia) en dirección.

10. Six Minutes de The Killing
Dirigido por Nicole Kassell. Escrito por Veena Sud
El audiovisual americano ha explotado con mucha sabiduría el sub-género carcelario, ya sea haciendo films de acción como sobre todo de corte dramático. Este maravilloso capítulo de The Killing coge la clásica premisa de “un condenado a muerte está a punto de ser ejecutado a no ser que alguien consiga evitarlo” y la convierte en uno de los capítulos más tensos de la temporada televisiva 2013-2014. Triste, demoledor, turbador. Tiene un ritmo asfixiante y permite que tanto el preso como los dos detectives protagonistas ahonden en sus miedos y frustraciones.


9. Tome-wan de Hannibal
Dirigido por Michael Rymer. Escrito por Chris Brancato, Bryan Fuller y Scott Nimerfro
Ha habido grandísimos capítulos en esta temporada de Hannibal, como por ejemplo el 2º, también dirigido por Rymer que comenzaba con la asfixiante secuencia de persecución entre el maíz. Pero yo me quedo con este penúltimo episodio, el más barroco, el más excesivo, el que tiene el momento más truculento y salvaje, el más desenfrenado. Michael Pitt, Mads Mikkelsen y Hugh Dancy dan un recital de golpes, amagos… y otras cosas.


8. Chapter 17 de House of Cards
Dirigido por James Foley. Escrito por Laura Eason
Dudé entre el 16, con sus maniobras para aprobar una ley y sus trampas típicas del funcionamiento del Senado americano, y este 17. Al final opté por este episodio porque tiene dos de mis tramas favoritas de la temporada, por un lado Frank encerrado con un hombre al que le ha arruinado la carrera política en su despacho, encontrándose y desencontrándose todo el rato, mintiéndose, odiándose, entendiéndose. Y por otro lado, la famosa entrevista de Claire. Es un capítulo que te engancha y no te suelta hasta al final. 100% adictivo.


7. The watchers on the wall de Game of Thrones
Dirigido por Neil Marshall. Escrito por David Benioff y D.B. Weiss
En realidad este capítulo fue ganando para mí con el tiempo. En caliente hubiera escogido sin duda alguna el capítulo del juicio o el del combate, o incluso la atropellada (pero impresionante) season finale. Pero lo cierto es que el capítulo que realmente destaca sobre el resto es este The watchers on the wall, un episodio que se sale de la fórmula habitual de la serie al centrar la acción en un solo escenario y que tiene una dirección y un empaque visual acojonantes. Una clase maestra de cómo rodar acción, de cómo crear atmósfera.


6. Catherine de Masters of Sex
Dirigido por Michael Apted. Escrito por Michelle Ashford y Sam Shaw
Había otras opciones, sobre todo a final de temporada, como Fallout (1x10), pero el primer gran capítulo de la serie, el primero que se marca a fuego es este Catherine. Un estudio sobre la personalidad del críptico Bill Masters. Un capítulo dramáticamente muy poderoso por el tema que trata en su recta final y en el que todas las tramas funcionan como un reloj. Para el recuerdo, sobre todo, la conversación entre Masters y su madre, cruda no, lo siguiente.


5. Secret Fate of all Life de True Detective
Dirigido por Cary Fukunaga. Escrito por Nic Pizzolatto
Éste es el capítulo que envió Pizzolatto a los Emmys y por el que está nominado. Narrativamente fascinante, relata el asalto a la casa, mezclando la realidad de lo que pasó con la historia que cuentan Martin y Rust en el presente. Un juego de espejos deformados. Tenso, críptico, fascinante. Vamos, como toda la serie. Y, obviamente un prodigio de dirección tanto en la forma de rodar la acción como a la hora de crear tensión y ambientes insanos, casi fantasmagóricos.


4. Granite State de Breaking Bad
Dirigido y escrito por Peter Gould
Los restos del naufragio. Tras la cima de la serie, Ozymandias, y su efecto devastador, llegó este lacónico Granite State. Ahogado en la más absoluta de las tristezas. La historia de una derrota. Y de repente, cuando parecía imposible ya… Walter White volvió a ser humano. Y en 50 minutos nos contaron cómo se produjo esa transformación, cómo se volvió a levantar para intentar arreglar un poco de todo lo que había destrozado. Es un capítulo que arde.


3. The last call de The Good Wife
Dirigido por Jim McKay. Escrito por Michelle y Robert King
En todo listado de los mejores capítulos de la temporada lo lógico sería encontrarse en este puesto (o más arriba) a Hitting the fan (aka La Boda Roja de The Good Wife). Y obviamente Hitting the fan es una obra maestra, un capítulo explosivo, un cambio de las piezas del tablero demoledor. Y también es el capítulo que más me enfureció este año. Pero… The last call es el que más me conmovió. El capítulo narra lo que te pasa, lo que sientes, o lo que no sientes, o lo que no te pasa, cuando te arrean el golpe más fuerte de tu vida. Así, seguimos a Alicia Florick a través de la ciudad persiguiendo un fantasma, una frase que nunca se terminó… una posibilidad que como tantas otras se perdió en los océanos de decisiones no tomadas. Precioso.


2. The Strategy de Mad Men
Dirigido por Phil Abraham. Escrito por Semi Chellas
El gran capítulo de esta primera mitad de la última temporada de Mad Men fue sin duda The Strategy. El regreso de Don y Peggy a las coordenadas por las que transitaron en la cumbre de la serie, sí, The Suitcase. Esa secuencia que comparten con Sinatra de testigo es la más dulce y dura que he visto este año. Un capítulo modelo que funciona como catarsis casi silenciosa para sus protagonistas. La vida, como siempre, rompiendo las ventanas de la serie de Weiner.


1. Ozymandias de Breaking Bad
Dirigido por Rian Johnson. Escrito por Moira Walley-Beckett

"A su lado, en la arena, semihundido, yace un rostro hecho pedazos" 

No tengo un listado de mis capítulos favoritos de todas las series que he visto. Sé que en él estaría Two Cathedrals de The West Wing, o el arriba mentado The Suitcase de Mad Men, y también sé que estaría Ozymandias. O cómo el capítulo cumbre de una de las grandes series de la historia se hiló a través de un poema homónimo de Percy Shelley. ¡Hay que tener una osadía sin límites! Coger un poema del romanticismo y a partir de él contar la caída de Heisenberg. La bomba atómica narrativa de la serie. El resultado fue un capítulo que hace que el corazón se te salga por la boca todo el rato (no diriges bien tú ni nada, Rian Johnson), cargado de adrenalina, poético, hermoso en su fatalidad, viscoso, desagradable, árido y ácido como muy pocos que yo haya visto. Ozymandias es pura devastación.

“Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia
de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas
se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas”

Emmysalternatives 13/14 VI: Actores de Drama

Actor de reparto

6. Dean Norris por Breaking Bad
Tras todo este tiempo en segundo plano, por fin Dean Norris tuvo ocasiones para lucirse. Y las saldó con nota. Con Hank convertido en el bueno de la historia, el hombre “solo ante el peligro” se echó a sus espaldas ser el centro moral de la serie. El héroe imposible ante una panda de desalmados. Un héroe trágico. Y Norris le imprime ese carácter obstinado e indignado que el personaje necesitaba. Una cara que derrocha frustración, incredulidad y derrota.


5. Peter Sarsgaard por The Killing
Un preso en el corredor de la muerte es un personaje muy goloso. Si además tienes el enorme acierto de fichar a un actor de primera división como el siempre eficiente Peter Sarsgaard lo que consigues es una interpretación poderosa, lucida, intensa. Sarsgaard consigue que dudes de este presunto asesino salvaje tanto a su favor como en su contra. Que te perturbe pero que también te enternezca. Que sea siniestro pero que a la vez sea frágil, débil. Un trabajo lleno de matices. Una auténtica gozada.


4. Charles Dance por Game of Thrones
No hubo actor en la televisión americana del año pasado que tuviera tanta presencia como el británico Charles Dance interpretando a Tywin Lannister. Lo que el compone es un villano fascinante, un hombre para lo que lo más importante es la historia, el legado, la tradición familiar. Un hombre apegado a sus valores, aunque los medios para imponerlos sean crueles. Cada frase que saliera de su boca tenía que parecer una sentencia, dar miedo, imponer respeto. Y sí, lo logra. Es una delicia ver y escuchar a Dance intercambiar golpes verbales. A sus pies, mi lord.


3. Aaron Paul por Breaking Bad
Jesse Pinkman es uno de los personajes más sufridores de la televisión. Un alma en suplicio. Sin embargo en esta traca final su martirio ha pasado de ser puramente interno, psicológico, a ser también físico. Más que nunca Paul ha tenido que emplear todo su cuerpo para transmitir el enorme sufrimiento de un hombre muerto en vida. Sin rastro del Paul que de vez en cuando nos regalaba destellos de su comicidad, hemos visto su vertiente más trágica. Para la mayoría de analistas el Emmy está entre él y Peter Dinklage, ambos ya han ganado anteriormente, y desde luego merecen una nueva victoria.


2. Josh Charles por The Good Wife
La furia y el tormento. El amigo Josh Charles ha firmado este año en The Good Wife su mejor temporada, también la más llamativa y en la que su personaje ha estado mejor focalizado. Ha sabido conjugar la rabia sin límites de un hombre herido en su orgullo pero también en sus sentimientos, con la debilidad del que a pesar de todo, sigue amando lo que ha perdido. Ese dilema doble entre fustigar y perdonar, lo dibujó Charles pasando de capítulos muy intensos a otros más introspectivos. De Hitting the fan a The Decision Tree, para entendernos. Se nota que su interpretación este año le ha salido de las entrañas, que fue puro magma volcánico interpretativo. Su victoria el 25 sería un bonito reconocimiento.


1. Peter Dinklage por Game of Thrones


No hay nada más lucido para un actor que un buen monólogo, y Dinklage tiene el monólogo más icónico, comentado y aplaudido de esta temporada televisiva: el del juicio. Además tiene otras secuencias brillantes con los miembros de su familia, como la conversación sobre el primo que mataba escarabajos por el mero hecho de que podía. Irónico y emotivo a partes iguales, los méritos de Dinklage son en primer lugar, dotar de una impresionante hondura trágica a Tyrion, en segundo lugar, convertirlo en un personaje 100% empático, y en tercer lugar, clavar la amplia escala de sentimientos en las que se mueve a lo largo de esta temporada. Y por todo eso me sumo a la gente que está a favor de un segundo Emmy para él.


Actriz de reparto

6. Bellamy Young por Scandal
Me había prometido a mí mismo que no haría esto, pero… no pude evitarlo. Aquí va mi nominación 100% trash. Bellamy Young, la actriz que interpreta a la primera dama de USA más pasada de rosca y más gozosamente enferma de poder y hasta el coño de su marido de la historia. Young es, además, la única persona que aparece en ese desternillante y adictivo despropósito que es Scandal que da la impresión de que sabe actuar. Entre sus miradas de asco u odio y su forma de deslizar los diálogos sibilinamente se ha ganado mi corazón.


5. Betsy Brandt por Breaking Bad
Me parece muy injusto que no nominaran a Brandt al Emmy este año. Muy injusto. Ella fue el corazón, la parte más emocional, con la que más fácil era conectar de esta tanda final de Breaking Bad. Y estuvo soberbia. Fue capaz de expresar la desesperación, el miedo, la incredulidad de una mujer que de la noche a la mañana descubre que estaba rodeada por lobos.


4. Michelle Monaghan por True Detective
De todas las nominaciones en los Emmys posibles/esperables a True Detective sólo se le escapó una, la de Michelle Monaghan. Algo parecido a lo que le ocurrió a la primera temporada de Homeland cuando no se coló en las nominaciones Mandy Patinkin. Y cómo en aquel caso, su ausencia es difícil de comprender. Cada vez que aparece en una secuencia la ilumina y le añade una dosis de dramatismo y fatalidad muy interesantes. El suyo es el retrato de una mujer desesperada enganchada a un hombre que la arrastra en su caída. Y la cara de Monaghan es capaz de transmitir toda la frustración y la tristeza del mundo. A mí su trabajo en esta serie, me duele.


3. Lena Headey por Game of Thrones
A la cuarta fue la vencida. Por fin los Emmys reconocen el enorme trabajo que lleva a cabo Lena Headey dando vida (y humanidad) a Cersei Lannister. Entregada madre, política cínica, rencorosa mujer, víctima de los entramados de poder tejidos por su padre. Headey consigue que podamos odiar y admirar a Cersei a partes iguales. Todos sus monólogos son oro. Y sus enfrentamientos verbales… diamantes. Headey está inmensa. A mí me parece una actriz fascinante.


2. Anna Gunn por Breaking Bad
Anna Gunn es capaz de pasar de la frialdad y la inexpresividad más absolutas a la pasión y el desenfreno fácil más alucinantes. Quizás ese sea su mayor mérito, la capaz de mutar, de adherirse a un personaje tan rico, tan complejo como Skyler White que a la vez es víctima y verdugo. La ya histórica secuencia del rapto de Ozymandias vale un Emmy, y dos… y tres. El año pasado ganó y yo se lo hubiera dado por ese retrato de una mujer paralizada por el miedo. Si este año gana me parecerá bien, pero en esta ocasión… voy con otra rubia.


1. Christine Baranski por The Good Wife


Hay dos Diane Lockhart en esta última temporada de The Good Wife. La primera, una mujer al ataque, segura de sí misma, ambiciosa. La segunda, una mujer a la defensiva, tocada, perdida en sí misma. Baranski las clava a las dos con esa elegancia que muy pocas actrices tienen. Éste ha sido el año en el que más peso le han dado los King, y en el que más posibilidades de lucirse dramáticamente ha tenido. Y las ha aprovechado, vaya si lo ha hecho. Fue capaz de pintar a una roca que se resquebraja por dentro, de transmitir fortaleza en la debilidad más absoluta, de plasmar el constante debate interno de su personaje entre seguir luchando o rendirse. Inteligente y comedida, Christine Baranski se ha ganado ya, tras 5 años, este Emmy. Y si todo esto no fuera suficiente, también tiene, como diría Poliptoton, la risa más hermosa del mundo.


Actor

6. Matthew Rhys por The Americans
Ya estaba muy bien el año pasado Rhys en The Americans, pero daba siempre la sensación de que Keri Russell se lo comía. En cambio este año se le ha notado más seguro en el papel, más denso, más metido por debajo de su piel. Su espía ruso es un hombre de múltiples caras y ámbitos vitales. Marido de una espía, padre de adolescentes americanos, marido de una inocente secretaria y servidor de la patria. Y Rhys ha conseguido retratarlas todas con coherencia y solvencia, transmitiendo perfectamente los mil conflictos que embadurnan a su personaje. La secuencia con el párroco hiela la sangre.


5. Kevin Spacey por House of Cards
Su excelencia Kevin Spacey sigue componiendo a un personaje que será un icono de la televisión americana de calidad durante décadas, el astuto y maquiavélico Francis Underwood. Y lo hace dotándolo de esa aura de diablo capaz de todo para conseguir sus objetivos, pero a la vez humanizándolo, mostrando sus debilidades, sus taras, sus miedos. Underwood se mueve siempre al filo del alambre, y Spacey, uno de los mejores actores de su generación, es capaz de transmitir tanto la confianza como el temor que presiden las oscuras maniobras de este artista del engaño de múltiples caras. Mostrarnos como es el poder cuando se convierte en carne y huesos. Eso, precisamente eso, es lo que hace que el trabajo de Spacey sea descomunal.


4. Woody Harrelson por True Detective
Tener a una bestia a tu lado en un personaje más fascinante e hipnótico que el tuyo y sobrevivir para contarlo tiene mucho mérito per se. Pero es que Woody Harrelson en True Detective no sólo sobrevive como actor, sino que crece, progresa. Construye al típico hombre americano blanco de clase media que ve el fútbol los domingos, hace barbacoa, bebe cerveza y si además es atractivo echa una canita al aire de vez en cuando. No tanto porque quiera o pueda, sino porque lo necesita, es su válvula de escape y también su perdición, su vena autodestructiva. Todo hombre daña a lo que más quiere. Harrelson coge a este tipo normal y ahonda en él hasta encontrar petróleo, hasta que todos los conflictos en los que se zambulle nos interesen. Si McConaughey interpreta desde lo más oscuro de las entrañas, Harrelson lo hace desde la convicción de un hombre al que todo en lo que cree se le comienza a resquebrajar.


3. Matthew McConaughey por True Detective                
Rust Cohle es desde el primer capítulo de True Detective un icono de la televisión. Está claro que los diálogos y las diatribas nihilistas, el pesimismo crónico que carcome al ser humano, ya estaban en el guion de Pizzolatto. Pero, McConaughey hace el personaje tan suyo, dándole esos movimientos, esas poses, ese acento tan suyo, tan marca de la casa, que al final Cohle es ante todo McConaughey llevando su estilo interpretativo hasta la última consecuencia. Verlo es casi como un tratado, y a la vez como una obra de arte. Es la cima de su carrera. Sí, más que Dallas Buyers Club, porque aquí no interpreta al personaje, lo devora, lo mastica y nos lo escupe a la cara. Es asombroso ver lo que puede hacer un gran actor cuando es libre pero a la vez tiene diálogos exquisitos y compañeros a su nivel. Es el claro favorito a alzarse con el premio el día 25. Y su victoria además de merecida tendrá todo el sentido del mundo, ese sentido, que Cohle no le encuentra hasta la catarsis final.


2. Jon Hamm por Mad Men
Lo que hace Hamm en esta temporada de Mad Men es un pequeño milagro. Si no ha ganado el Emmy es sobre todo porque hace mucho con poco, porque no es un Cranston, un McConaughey o un Spacey, él no es un monstruo interpretativo, no tiene esa voracidad de mala bestia. Es un actor limitado, pero ¿y lo certero que es en esa limitación? Contenido, profundo, grave. Hacía varias temporadas de Mad Men que no estaba tan bien. La evolución definitiva de Don Draper le ha permitido mostrar otra cara del mismo, y otra cara de sí mismo. Una menos magnética pero más melancólica, más profunda en su enorme soledad. Este ha sido el año del Hamm de cara triste, cansada. El del cambio de tercio. Ha estado perfecto, ha hecho lo que tenía que hacer. Todo lo que tenía que hacer.


1. Bryan Cranston por Breaking Bad


A estas alturas poco queda por decir sobre Bryan Cranston y su Walter White. Bastaría con ver Ozymandias y Granite State para entender el talento inagotable de un monstruo de la interpretación. De la derrota más amarga y humillante al ataque más depravado y pérfido. Y en el medio de todo eso, mil y un matices. Cranston no sólo ha creado a un monstruo, ha creado al hombre que se convierte en el mal más absoluto, y después, cuando cae rendido, lo trae de vuelta a la humanidad. El proceso entero de auge, supervivencia y caída de un hombre enfermo de ambición más que de cáncer. Pocos trabajos interpretativos, ya sea en cine o en televisión, he visto más inmensos, más grandilocuentes, más perfilados, que éste. En el debate ¿quién fue más grande, Gandolfini y su Soprano o Cranston y su White? Empiezo a decantarme por el segundo. Y con esto, creo que ya lo he dicho todo.


Actriz

6. Tatiana Maslany por Orphan Black
Maslany hace la mayor exhibición interpretativa de la televisión. Punto. Dar vida a un montón de personajes, conseguir dotar a todos y cada uno de ellos de personalidad, de alma, de vida y triunfar en la misión, es desde luego una exhibición. Una de descomunal tamaño. En su contra tiene que este año su serie pegó un bajón de calidad importante y que alguno de sus mejores personajes (léase Alison) estuvo muy a la deriva y desconectada de las tramas centrales. Por eso la pongo en el sexto lugar, pero aún así, me quito el sombrero ante su talento.


5. Keri Russell por The Americans
Russell se confirma como una actriz de desbordante talento para crear incomodidad y tensión a su alrededor. Una actriz turbia, digamos. Acostumbrada a lidiar con situaciones muy peligrosas, su personaje se muestra frágil cuanto más íntima es la trama. De la calculadora espía a la atormentada madre. De la energía al temor. Es capaz de hacernos ver que detrás de una mujer ya sobre el papel muy compleja, hay aún mayor complejidad, un abismo aún más grande. Nadie pinta caras de preocupación como Keri Russell. Ni nadie construye, tampoco, momentos más desasosegantes. Camaleónica.


4. Robin Wright por House of Cards
A priori la clara favorita para imponerse el lunes. La Dama de Hielo. La madurez de Robin Wright es de las que quita el hipo. Encarnando un papel mucho mejor escrito que el año pasado, el de la ambiciosa y peligrosa Claire Underwood, se ha movido como pez en el agua. Verla es como cuando ves a un hielo caer en el vaso y escuchas como se resquebraja. Gélida, poderosa, complicada, llena de traumas pero también de armas. Robin Wright es hipnótica. Y este año, además, ha tenido un capítulo prodigioso, sí, el de la entrevista.


3. Lizzy Caplan por Masters of Sex
Lizzy Caplan llegó a nuestras vidas como un soplo de aire fresco. O más bien como un vendaval de aire cálido. Es la actriz con más chispa, más carisma, más magia del momento. Desprende una vitalidad y un encanto que a mí, particularmente, me emboban. Logra darle a su Virginia Johnson ese aire decidido, esa determinación y ese empecinamiento, que nos hacen creer que puede llegar a ser lo que ella quiera ser. Que no puede vender un trasatlántico para recorrer Suiza. Caplan ha calado al personaje y está tan entregada a él que su trabajo en Masters of Sex transmite una pasión desbordante. Y por eso me gusta tanto, porque me implica en su amor por lo que hace.


2. Elisabeth Moss por Mad Men
Increíble que tras el via crucis que le escribieron Weiner y su equipo este año, Moss no esté nominada al Emmy. Increíble e indignante. Otra temporada más y otra demostración de que no conoce límites. Recogió a una Peggy perdida en sí misma, asqueada, enfadada con el mundo pero que en realidad estaba enfadada consigo misma, y poco a poco, con calma, sin prisas, con toda la naturalidad del mundo, nos la fue explicando, y a la vez que nos la explicaba la fue llevando hacia territorio seguro. Y al final Peggy vio la luz al final del túnel, se encontró a sí misma y yo, en cierta forma, no sólo me reencontré con ella sino que también aprendí algo sobre mí mismo. Y por todo esto, por hacerme sentir, por involucrarme tanto, otro año más se ha ganado mi admiración sin límites.


1. Julianna Margulies por The Good Wife


Tengo la sensación de que año tras año digo “esta ha sido la mejor temporada de Julianna Margulies” pero es que no puedo evitarlo. Lo que hizo este año, sobre todo a partir de “lo que no debe ser spoileado” no fue de este mundo. El retrato de una mujer rota, sumida en una tristeza infinita como el cielo. Que se fustiga en la culpa, en el “¿y si…?”, en todas las decisiones vitales que tomó y que quizás no debió haber tomado. Contenida, volcada hacia adentro, consiguió justo lo contrario, transmitirlo todo hacia afuera. Transmitir la impotencia y el dolor, pero también eso de “la vida sigue”. Las ganas de no hacer nada, de acurrucarse en la cama y ver pasar los días, las semanas, los meses, la vida que se ha vuelto gris de repente. Pero también el momento en que uno recupera de nuevo las energías, las ganas de pelear. En definitiva, ha construido uno de los retratos más precisos que he visto sobre la pérdida, fase por fase, sentimiento por sentimiento.

viernes, 22 de agosto de 2014

Emmysalternatives 13/14 V: Series de Comedia

En los Emmys sólo nominan a 6 series, pero teniendo en cuenta que ellos no ven nada y yo veo muchas cosas, me voy a poner en modo Oscar, y hacer una lista de 10. Mis 10 comedias (y "comedias") favoritas del año.

10. Parks and Recreation

No fue, desde luego, la mejor temporada de Parks and Recreation, tuvo bastantes capítulos muy olvidables. Y aún así sigue siendo mi happy place por excelencia. Esa serie que me abriga como si fuera una manta suavecita y me hace feliz durante 20 minutos semanales. Y aún así tuvo capítulos muy buenos como el de la despedida de Ann y Chris o lo season finale doble con twist a lo bestia de cara a la séptima y última temporada. Quizás el problema de este sexto año en Pawnee fue que al estar Leslie muy perdida profesionalmente la serie se resintió, careciendo de la dirección hacia adelante que siempre le imponía su protagonista.



9. Community

Había muchas expectativas puestas en el regreso de Dan Harmon a Community, y quizás por ello mucha gente se sintió decepcionada. Estoy de acuerdo con que quizás pasado el ecuador de la temporada se sintió muy fatigada la serie. Sin embargo volvió a ser la Community que era antaño, con los mismos logros y los mismos problemas. Vamos, sublime en su irregularidad, pasando de capítulos soberbios (el de Fincher, el de la lava, el de la red social…) a otros que no aportaban nada. Ya se sabe, Community es mejor cuanto más experimental y meta se pone. Al final sí… habrá Six Seasons… y posiblemente And A Movie.



8. Brooklyn Nine-Nine

La nueva serie del hombre detrás de Parks and Recreation, Michael Schur, fue la gran perjudicada en el terreno de la comedia de las nominaciones a los Emmys. No entró ni en la categoría reina ni en mejor actor protagonista, dos premios que logró en los últimos Globos de Oro. Más alla de eso, Brooklyn Nine-Nine es el mejor estreno de una sitcom de network desde la temporada de Modern Family y Community. Tuvo unos primeros capítulos a los que les faltaba cocción, que quemaban demasiado a su protagonista y no terminaban de perfilar a los secundarios. Sin embargo pronto lograron que la dinámica grupal (elemento clave de toda comedia) funcionara como el mecanismo de un reloj perfectamente calibrado. Y a partir de ahí la serie fue una gozada. Divertida, original, entrañable, traviesa. Muchas ganas tengo de ver como sigue en su segundo año.



7. Modern Family

Parece que este año sí, que este año termina la dictadura de Modern Family en los Emmys y no logrará su quinta victoria consecutiva. De las favoritas a destronarla hablaré más abajo. Aún así, quizás esta haya sido la mejor temporada que ha tenido la serie en los últimos 3 años. Los personajes y los actores siguen funcionando a las mil maravillas (sobre todo sus interrelaciones) y ha tenido un par de golpes dramáticos que le han dado mayor profundidad a la serie sin restarle comicidad. Además de Under pressure del que ya hablé ayer, hay que destacar su maravilloso viaje a Las Vegas (¡ese juego de puertas!) o la season finale doble con la boda de Mitch y Cam.


6. Broad City

Alguien me preguntó cuáles fueron las series con las que más me reí en la temporada 13/14 y mi respuesta fue “Veep y Broad City”. Llegué a esta serie tras leer muchas cosas buenas de ella en Twitter y con la temporada ya finalizada. Me la ventilé en 2 días, intentando no devorarla de un tirón. Por lo tanto fracasé estrepitosamente. Broad City es la serie que más se aproxima al tipo de humor que yo tengo: negro, sucio, absurdo y muy autoparódico. Por eso ya en el segundo capítulo estaba totalmente enamorado de la serie y recomendándola a varias amigas. Mi frase-slogan para venderla era: es como sería Girls si fuera una comedia de verdad. Estas dos chicas piden a gritos cruzarse con las de la serie de Lena Dunham e ir a perrear todas juntas una noche. Y que en el transcurso de la misma pasen una sucesión incalculable de desventuras ligadas a la maría, el sexo y la vergüenza ajena.


5. Orange is the new black

Primera candidata que suena con fuerza para destronar a Modern Family tras su victoria en los Critic’s y el buzz obtenido gracias al estreno de su segunda temporada. Sin duda OITNB sería una gran vencedora si se impone el próximo día 25. Es una serie contundente, adictiva, muy entretenida. Se consumen sus capítulos como si fueran pipas. Ha dado una gran visibilidad a las actrices negras y latinas y ha construido una galería de personajes femeninos descomunal. No es una serie redonda, tiene sus aristas, al fin y al cabo ha salido de la mente de Jenji Kohan (Weeds). Pero está hecha con mucho corazón y con un gran sentido del espectáculo. Su enorme fandom la avala. Necesitaba una serie como ésta.


4. Shameless

Es curioso ver como justo en su temporada más dramática, Shameless salta a las categorías de comedia (tras una excepción de las “normas” de la Academia). Nos hizo pasar el invierno con el corazón en un puño. Si Fiona cae, caemos todos, y Fiona esta temporada no hizo otra cosa más que precipitarse hacia el abismo. También Ian o Debbie tuvieron tramas muy tristes, además de que V y Kev, que siempre son un alivio cómico, tuvieron menos peso. Aún así entre las tragedias de los Gallagher si coló ese humor tan gamberro, con tanta mala baba, típico de la serie. Mickey, Hank moribundo, la aventura universitaria de Lip… fueron tramas que ayudaron a relajar la tensión cuando la serie se volvía cada vez más oscura. Una cuarta temporada sensacional que deja un terreno bien abonado para que la quinta entrega sea igual de sólida.


3. Girls

No por ser previsible es menos indignante, en su temporada más sólida hasta la fecha Girls se ha caído de la lucha por el Emmy a mejor comedia del año. Frente a la irregularidad de los dos años anteriores este año la progresión de la serie ha sido más consistente yendo de menos a más según los personajes iban profundizando en sus conflictos. Tener a la relación entre Hannah y Adam como pilar maestro le permitió a Dunham perfilar una temporada que tratara temas bastante serios como la muerte, la familia, la amistad con el paso del tiempo, o cómo evolucionan las relaciones de pareja serias. Y aún así quizás sea el año de Girls con el que más me he reído, Hannah tuvo en su trabajo y antes con la publicación de su ebook momentos realmente hilarantes. Tan oscura y retorcida como siempre, Girls volvió a salir al ruedo para no dejar títere con cabeza de esta generación nuestra que va a la deriva.



2. Veep

Si hay que otorgarle el título de Most Improved Player este año a una serie sin duda sería a Veep. ¡Vaya salto de calidad ha pegado! Ya la segunda temporada fue mucho mejor que la primera, pero es que esta tercera ha sido descomunal. Negrísima, cínica hasta límites insospechados e hilarante. Tiene los diálogos más lapidarios de la televisión. Es una crítica mordaz a la política, o más bien a la basura que corrompe la política. Hace una radiografía de Washington como una enorme cloaca que ni House of Cards. Tiene un fantástico grupo de secundarios a cada cual más incompetente y peculiar. Y… además, tiene a Selina Meyer, el retrato más certero de político vacío por dentro y que es todo sonrisa por fuera. Todo el mundo debería ver Veep, aunque sólo sea por ver como reparte ostias a diestro y siniestro. Si hubo una serie de la que no hice reflexión de final de temporada y se lo merecía, fue esta serie, pero no tuve tiempo material aquellos días. PD: Veep es la otra gran candidata a desplazar a Modern Family.


1. Louie



No sé muy bien qué decir de Louie que no haya dicho ya antes de ayer, ayer, o cualquier vez anterior. La conexión emocional que entablo con esta serie no la consigo entablar con ninguna otra. No hay serie que me rompa los esquemas tanto y de una forma tan devastadora. Cuando una serie te hace reír a carcajadas y a la vez te deja noqueado durante días, pensando en qué tipo de persona eres, cómo es tu vida o hacia dónde te diriges, entonces… es que esa serie es especial. Y Louie lo es. No es una serie que haya recomendado mucho, porque no es una serie al uso, es pura libertad creativa, a veces onírica, otras hiperrealista, a veces tiene historias que se alargan 6 capítulos (véase Elevator) en cambio otras un mismo capítulo de 20 minutos cuenta 2 historias diferentes. Cuando uno se sienta a verla lo único que debe esperar es que C.K. le sorprenda. Nada más. No hay moldes, no hay reglas, es un genio dando rienda suelta a su creatividad, a sus sentimientos y a sus ideas. Este año reflexionó más que nunca sobre la incomunicación urbana, sobre la familia y sobre el amor. Fueron los 3 temas que recorrieron todos los capítulos. Quizás por eso esta cuarta ha sido la mejor temporada de la serie, porque ha estado mejor hilada, más condensada. Muchas gracias por todo Louis C.K., muchas gracias por ayudarme a comprenderme un poco mejor a mí mismo.