viernes, 27 de diciembre de 2013

Las rookies de 2013 (II)

5. Rectify

Nunca se olvida como andar en bici

Sundance Channel ha irrumpido en el mundo seriéfilo con Top of the lake y Rectify, difícil edificar una imagen de marca tan nítida con tan poco. Profundizando en ese género-concepto-corriente-estilo narrativo que es la slow tv, esta serie sigue los pasos de un chico que sale del corredor de la muerte tras muchos años. Es una serie contemplativa, casi conceptual. Magnética.

4. Orange is the new black

Yo de mayor quiero ser negra

La reina del bing watching televisivo de 2013 fue Orange is the new black, que además aprovechó la escasez seriéfila veraniega. La serie femenina coral más interesante y poliédrica de la televisión. Es en su retrato de este grupo de criminales dónde la amiga Jenji Kohan da el do de pecho. El equilibrio entre drama y comedia es digno de aplaudir. Y después, claro, el capítulo de la gallina y la secuencia que pone fin a la temporada.

3. Masters of Sex

Johnson y Masters

Para salvar a Showtime de sí misma llegó Masters of Sex, o cómo investigar, hablar y vivir en torno al sexo en los años 50. Delicada, moderna (en muchos sentidos), graciosa y muy accesible (los elementos culebronescos que le adjudican sus detractores son ciertos) Masters of Sex ha gustado mucho, aunque sus detractores la odian mucho. Lo mejor, la trama de Allison Janney (y devolvernos a la mejor Allison Janney).

2. The Americans

Una caliente Guerra Fría

Algunos la acusaron de fría y aburrida. Yo prefiero verla como una serie compleja y sutil. Los primeros tres capítulos me costaron, a partir del cuarto todo fue amor y devoción. The Americans es una serie sin apenas aristas, digna sucesora de Justified en FX. Si le sumamos a lo mucho que me gusta a mí el mundo del espionaje, los conflictos ideológicos y maritales de una pareja de espías rusos en la USA de Reagan, lo único que podía pasar es que yo amara esta serie. Y sí, la amo.

1. House of Cards US

El Mal les desea un Feliz Año Nuevo

Si The Americans es una serie sin aristas, estable, rotunda, House of Cards US es todo lo contrario. Llena de altibajos, de momentos pasados de rosca, estamos ante un producto excesivo, apabullante. La House of Cards británica me fascinaba en su cruel retrato de la ambición sin medida. Esta versión americana me parece más humana, y quizás menos cínica. Kevin Spacey está inmenso, para bien y para mal. Y técnicamente (que era dónde patinaba la british) joder, ¡qué burrada!

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