martes, 31 de diciembre de 2013

Mis series de 2013 (II)

5. Mad Men

La Mujer. Punto.

Este año le salieron a la serie de Weiner las primeras críticas de calado real. Algunas tenían razón, otras simplemente le tenían ganas al padre de la criatura. Mad Men no fue la mejor serie de 2013, pero sigue jugando por el título. Le faltó este año un “EL capítulo” y lo perdido que estaba Don Draper le pasó factura al primer tramo de temporada, pero joder, Mad Men sigue siendo una gozada, sobre todo sus guiones (y Elisabeth Moss DIOSA).

4. Game of Thrones

Secretos de moda ¡Jo qué noche!

Esta tercera temporada ha sido sin duda la mejor de Game of Thrones. La que menos aristas ha tenido (aunque tuvo tramas más flojas que otras) con los Lannister capitaneando el barco (para mi regocijo) y una Khalisee recuperada para la causa. Hasta Jon Snow me pareció más interesante. Lo mejor, como siempre en GoT, los fascinantes juegos de poder. Ah, y claro, la puta Boda Roja (vaya trabajo de dirección el de Nutter en ese capítulo…), que ya es historia de la televisión.

3. Borgen

#perrasnórdicas, de mayor quiero ser danés

Tercera mención a Dinamarca (<3 <3 <3) en esta lista. Directo desde Copenhagen llega el mejor drama político de la televisión desde The West Wing. BOOM. Ala, ya lo he dicho. Borgen seguía en sus dos primeras temporadas los pasos de la líder de un pequeño partido que por una serie de acontecimientos llega a convertirse en PM. Seguía. La tercera temporada ha jugado con otro molde y hasta aquí puedo leer. Ese triángulo complejo y peligroso compuesto por política, medios de comunicación y familia sigue funcionando a las mil maravillas. Borgen es una serie que radiografía la política y la sociedad danesas (escandinavas me atrevería a decir) y se las presenta a un espectador que cree inteligente. Y esa postura, la de confiar en la inteligencia del espectador es digna de ser aplaudida. También la de defender una televisión pública de calidad e independiente o la de meter el bisturí en el anquilosado sistema de partidos.

2. The Good Wife

Y todo saltó por los aires

Lo malo de tomar en consideración el año natural en lugar de la temporada televisiva es que muchas veces no sabes que estás analizando, en el caso de The Good Wife el segundo tramo de su 4ª temporada y el primero de su 5ª. Por suerte ambos son la ostia. Así, sin más rodeos. Pero con lo que los críticos y los espectadores se están quedando es con el arranque de esta temporada. Simple y llanamente soberbio, con boda roja florickiana incluida. Si gente como Shonda o Sutter se sacan los giros de la manga, los King se los trabajan durante 15 capítulos. Por eso The Good Wife está aquí, porque ninguna serie cuida su escritura como ella. Alicia no es la buena esposa del título, hace tiempo que ha dejado de serlo, mucho más del que nos pensábamos, está jugando ya en la misma sucia liga que el resto. Y amo eso tanto como la amo a ella.

1. Breaking Bad

Nada que añadir

Curiosamente es la primera vez que escribo sobre la segunda parte de la última temporada de Breaking Bad. Esa puta locura. ESA PUTA LOCURA. Sí lo había hecho (a mis amigos, lo siento fellas) sobre Ozymandias. Cosas como “posiblemente el mejor capítulo que haya visto en mi puta vida” o “han cogido un poema del puto Shelley y han hecho el capítulo central de la serie sobre él, sobre sus cimientos, joder, putos genios” (sí, uso mucho puto, lo sé). Y casi todo es aplicable a la recta final en general. La perfección era esto. Sembraron durante un lustro y ahora se han hinchado a recoger. El tiempo nos lo dirá, pero empiezo a ver meridianamente claro que Breaking Bad es una serie de las grandes de la historia teniendo unos niveles de calidad medios distintos a los de sus rivales. The Wire y The Sopranos mantenían más o menos el tipo en todas sus temporadas (para gustos colores) pero, seamos sinceros, la primera temporada de Breaking Bad simplemente “está bien” y la segunda “está muy bien”, el resto, bombas cada vez de mayor alcance. Yeah science!

domingo, 29 de diciembre de 2013

Mis series de 2013 (I)

10. Bron/Broen


En verano vi The Bridge, la adaptación yankee de esta serie sueco-danesa (<3) y como me gustó mucho y todo el mundo (entiéndase mi TL) me bombardeó con lo buena que era la origina, decidí hacer trampa y ponerme a ver directamente la segunda temporada. Sí, soy un chico muy malo. El resultado es que Bron/Broen me encantó. El caso (con un poso de terrorismo medioambiental y crítica al sistema productivo occidental) me parece muy interesante, la imposible pareja protagonista también y sobre todo me pareció brillante como son capaces de construirles un mundo y una personalidad compleja a todos los personajes accesorios de la trama criminal. Ole. Nos llevan años de ventaja.

9. The Killing


Si arriba escogí la original sobre la copia, ahora me quedo con la copia porque la original, la danesa (<3) Forbrydelsen, no la he visto aún, aunque le tengo muchas ganas a su segunda y tercera temporadas. Yo soy de esas personas que defendió siempre a The Killing perdonándole las trampas baratas de guion por la atmósfera y la química de los protagonistas. Esta tercera temporada ha elevado el tono (salvo por el derrape final) yendo a lo importante del caso y al fondo de la psicología de Linden y Holder. Netflix la ha resucitado por segunda vez para una última temporada. Gracias.

8. Shameless US


Otro remake yankee, en este caso de una serie británica de culto. Mi gran lugar feliz. Los Gallagher me alegran el corazón mientras se enfangan en el lodo descongelado de Chicago. Hay risas, hay amor, hay humor negro, sexo, muerte, drogas y pobreza cool. No se puede pedir más. Bueno sí, que Fiona e Ian encuentren a alguien que los quiera y los cuide como ellos se merecen.

7. Treme


Última temporada de una de mis series favoritas, Treme, una panorámica del New Orleans post-Katrina bañada en música. Una de las series que más me duelen y que más disfruto. Pocas galerías de personajes tan rica y trabajada hemos visto en televisión. Tiene ya un lugar entre las grandes. David Simon, sigue así.

6. House of Cards


Esta terrible trama político-criminal lideró mi clasificación de rookies, aquí se conforma con el sexto puesto, ya se sabe, hay que respetar a nuestros mayores. Pocas series me han atrapado tanto este año, la devoré cual hiena comiendo la carne de su víctima. Frank Underwood estaría orgulloso de mí, no hay ni un solo depredador en la televisión actual a su nivel.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Las rookies de 2013 (II)

5. Rectify

Nunca se olvida como andar en bici

Sundance Channel ha irrumpido en el mundo seriéfilo con Top of the lake y Rectify, difícil edificar una imagen de marca tan nítida con tan poco. Profundizando en ese género-concepto-corriente-estilo narrativo que es la slow tv, esta serie sigue los pasos de un chico que sale del corredor de la muerte tras muchos años. Es una serie contemplativa, casi conceptual. Magnética.

4. Orange is the new black

Yo de mayor quiero ser negra

La reina del bing watching televisivo de 2013 fue Orange is the new black, que además aprovechó la escasez seriéfila veraniega. La serie femenina coral más interesante y poliédrica de la televisión. Es en su retrato de este grupo de criminales dónde la amiga Jenji Kohan da el do de pecho. El equilibrio entre drama y comedia es digno de aplaudir. Y después, claro, el capítulo de la gallina y la secuencia que pone fin a la temporada.

3. Masters of Sex

Johnson y Masters

Para salvar a Showtime de sí misma llegó Masters of Sex, o cómo investigar, hablar y vivir en torno al sexo en los años 50. Delicada, moderna (en muchos sentidos), graciosa y muy accesible (los elementos culebronescos que le adjudican sus detractores son ciertos) Masters of Sex ha gustado mucho, aunque sus detractores la odian mucho. Lo mejor, la trama de Allison Janney (y devolvernos a la mejor Allison Janney).

2. The Americans

Una caliente Guerra Fría

Algunos la acusaron de fría y aburrida. Yo prefiero verla como una serie compleja y sutil. Los primeros tres capítulos me costaron, a partir del cuarto todo fue amor y devoción. The Americans es una serie sin apenas aristas, digna sucesora de Justified en FX. Si le sumamos a lo mucho que me gusta a mí el mundo del espionaje, los conflictos ideológicos y maritales de una pareja de espías rusos en la USA de Reagan, lo único que podía pasar es que yo amara esta serie. Y sí, la amo.

1. House of Cards US

El Mal les desea un Feliz Año Nuevo

Si The Americans es una serie sin aristas, estable, rotunda, House of Cards US es todo lo contrario. Llena de altibajos, de momentos pasados de rosca, estamos ante un producto excesivo, apabullante. La House of Cards británica me fascinaba en su cruel retrato de la ambición sin medida. Esta versión americana me parece más humana, y quizás menos cínica. Kevin Spacey está inmenso, para bien y para mal. Y técnicamente (que era dónde patinaba la british) joder, ¡qué burrada!

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Las rookies de 2013 (I)

10. Brooklyn Nine-Nine

Andy Samberg es mi rey de la comedia

Tiene un humor muy blanco, sí. Pero me parece una serie con mucho encanto que ha logrado una buena dinámica de grupo y que tiene un protagonista con mucho carisma. Sí, sé que mucha gente odia a Andy Samberg, pero yo soy un poco muy fan de sus exageraciones. Es la única sitcom de esta lista, así de mal está el género.

9. Hannibal

En la boca del lobo
Hacer una serie tan oscura e insana como esta en una network tiene mucho mérito. Que una operación tan arriesgada te salga bien, más. Hannibal, además de ser una de las series mejor dirigidas (y fotografiadas) de la televisión actual es un cuento perverso que te mete de lleno en un truculento camino hacia la locura. Fue de menos a más hasta embriagarnos. Muchas ganas de ver la segunda temporada.

8. Orphan Black

Una de las grandes parejas cómicas (y múltiples) de este año

Esta serie ha sido uno de mis grandes placeres seriéfilos del año. Me lo he pasado como un enano en esta historia de conspiraciones imposibles hecha con cuatro duros pero con mucho humor y con Ella. La Diosa revelación del 2013: Tatiana Maslany.

7. Dates

El mejor trabajo de Geraldine Chaplin fue parir
Vi Dates en modo bing watching en un tren de larga distancia a través del estado español. Y me tocó. Es divertida, es graciosa, es tierna, es cruda y es inteligente. Este baile de citas no podría estar mejor escrito e interpretado ¡qué delicia!

6. Please like me

Ti, déixate vir

Se nos dijo que era la respuesta australiana a Girls en clave gayer, y algo de eso hay. Su protagonista, al igual que Lena Dunham, hace un yo me lo guiso, yo me lo como, y el personaje que se guarda para sí es igual de repulsivo, y aún así tenemos que amarlo en su maldad cotidiana y excentricidad pasada de rosca. Alrededor un grupo de personajes con mucho encanto. Please like me es televisión de autor. Y muy buena.

martes, 24 de diciembre de 2013

Acabando el año. Treme 4x03

TREME - Dippermouth Blues


La "magia" del cine

Llegamos al final del año 2008. Entre las celebraciones del año nuevo, la esperanza, se cuela una terrible y húmeda sensación de derrota, de cansancio. Sobrevivir cansa. Perder una y otra vez y aún así tener que levantarse, también. A nuestros personajes les falta dinero pero se mantienen firmes en su esencia, en la esencia de si mismos, de su ciudad, de su forma de vida. Frente a la corrupción de dentro y las injerencias de fuera, frente a la adversidad, lo único que les queda es ser fieles a sí mismos. Sí, la defensa de la esencia, es uno de los anclajes de New Orleans como mundo de vida y de Treme como serie.

A partir de aquí, alguna pincelada de las tramas hasta el 4x03
La muerte es un tema que el cine y la televisión (y por supuesto todas las artes en general) han tratado profusamente a lo largo de los años. Es normal, la muerte es un elemento fundamental de nuestras vidas. El fin. El fin de verdad para los que se van y un fin de ciclo, de época, de estado emocional para los que se mueven a su alrededor, para los satélites del planeta que implosiona. Treme que siempre ha sido un relato centrado en el discurrir de la vida de un grupo de personas, ha jugado con la muerte desde su primera temporada con el suicidio de uno de sus protagonistas. Si aquella vez vimos la destrucción mental y emocional de un hombre, ahora vemos la destrucción física de un hombre que no está preparado para morir. "Cuando caer es todo lo que nos queda, claro que importa como cae un hombre" es una frase que siempre me ha parecido fascinante aunque soy incapaz de recordar dónde la la leí o escuché. El Jefe Lambreaux quiere caer sin arrodillarse, seguir siendo fiel a sí mismo, sacando a su banda de indios en el Mardi Gras por las calles de New Orleans. No puede hacerlo, pero morirá en el intento, porque caer es todo lo que le queda, por eso cose, impasible ante su deterioro físico. No puedo arreglar su cuerpo pero sí puede mantener su alma en pie. 

El imparable camino hacia la muerte del Jefe Lambreaux y sus seres queridos está siendo el motor de esta última temporada de Treme. La secuencia en la que su hijo y su mujer embarazada (con plano incluido a la barriga creciente de esta) se cruzan con un funeral (al estilo New Orleans, con música y un grupo de gente bailando) me revolvió el estómago. No pude no pensar en Stroheim y Greed (1924), y esa secuencia de la boda de los protagonistas con una marcha fúnebre colándose por una ventana. ¡Vaya maestro del encuadre! Pero lo que allí era una advertencia del destino (o incluso una condena) aquí no es más que el recordatorio de que la vida se acaba para unos y sigue para otros, que una vida es un mundo pero que el mundo no es una vida, aunque se construye sobre estas.

Su vida es lo que DJ Davis quiere emplear para mantener en pie el mundo al que ama. Sí, la esencia de ese mundo. Si malvivir dentro del sistema no lo cambia quizás haya que convertirse en el sistema. Ante la muerte de los locales de música de New Orleans, habrá que luchar por abrirlos de nuevo. La música no solo es hacer música, ni tocarla, la música es también luchar porque otros la hagan y la toquen. La vida no es solo vivirla, es también generar nueva vida, no en el sentido estricto de engendrar hijos, de la reproducción, sino en el sentido de afectar otras vidas generando sentimientos. Al Jefe Lambreaux apenas le queda cuerpo, pero está cosiendo un traje lleno de sentimientos.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Temor es todo lo que me queda

TOM À LA FERME


Tom no millo


A veces se produce una brecha en medio de la noche, un sudor gélido se escurre por las sábanas, y uno, sin saber muy bien por qué, siente miedo, soledad, y quizás incluso algún atisbo de locura. El canadiense Xavier Dolan ha tejido, en su cuarto trabajo, una pesadilla, una película caótica. Un arrebato de cine, o post-cine, o post algo, un ejercicio narrativo absurdo, un desgarro. Tom viaja al Quebec profundo para el funeral de su novio. Todo lo que pasa desde que entra en la granja que da título a la película es una paliza, o un reto, o ambas cosas. Dolan busca que el espectador se rinda. Nada tiene sentido en una película sin género, que no es ni un drama psicológico, ni un thriller terrorífico, ni un noir enfermizo. O es a la vez las tres cosas, o no es ninguna de ellas en absoluto. 


Si sus tres películas anteriores funcionaban por acumulación en lo visual, el Dolan de Tom à la ferme se ha despojado del manierismo de antaño, la puesta en escena es limpia, de encuadres perfectos, dibujados con una enfermiza obsesión por la centralidad en el plano. Y sin embargo es una película desenfocada, ahogada en miseria, autodestructiva. La autodestrucción como concepto vital, como algo intrínsecamente humano está presente en todo el cine de Dolan. Todo hombre ama lo que más daño le hace, y desea lo que más teme. No somos más que prisioneros que arrastran su alma, que construyen sus propias celdas para encerrar todo aquello de ellos mismos que temen, para encerrarse a sí mismos. 


Las películas de Dolan aterrorizan usando códigos totalmente irreales para retratar pulsiones humanas muy plausibles. Ese es su secreto, pocos autores actuales piensan en imágenes como lo hace él, para bien o para mal, o sí, para ambas. Al mismo tiempo que su forma de dirigir se va despojando de elementos, depurando, las hojas de sus guiones se llenan de borrones. Sus otras películas eran una idea, Tom á la ferme es un conjunto de retazos de ideas, de esas que solo nos permitimos tener cuando una pesadilla nos apalea en medio de la noche, cuando la frontera entre lo consciente y lo inconsciente es difusa, cuando tenemos miedo, no de los otros, sino de nosotros mismos.+

miércoles, 18 de diciembre de 2013

El sexo es relevante

MASTERS OF SEX


Diosa y Masters

Masters of Sex ha sido la revelación del otoño, el gran estreno de lo que va de temporada televisiva (sí, creo que es mejor que Orange is the new black) y quizás el mejor estreno del año (House of Cards, The Americans y alguna serie no americana, tendrán algo que decir al respecto). Montado el hype y otorgados todos los cargos cual Khaleesi de las series nuevas que es, ha llegado el momento de decir que Masters of Sex es una serie deliciosa. Siempre he creído que el concepto delicioso además de mariconero y rimbombante no significaba nada, pero es que no se me ocurre otro adjetivo, Masters of Sex es una delicia, divertida, ágil, profunda, estable, redonda… Podría seguir lanzando piropos, Lizzy Caplan y Allison Janney se los merecen todos, pero voy a destacar tres cosas que han marcado la primera temporada de la nueva serie de Showtime, y que la convierten en una serie relevante en el panorama actual.

1. El sexo (faltaría más)
Masters of Sex se lo jugaba todo en la forma en que decidiera tratar y retratar el sexo. Está en su título y entorno a él gira la serie, lo cual es ya de por sí una novedad, un acto de valentía. Y ha caído de pie. La serie de Michelle Ashford (¡bien!l as showrunners en los dramas del cable brillan por su ausencia) trata el sexo con delicadeza pero sin rodeos, de forma natural, sin aspavientos pero configurando el acto sexual como un acto humano relevante. El sexo es importante, el sexo no es “sólo sexo”, un planteamiento que se ha instalado en nuestra sociedad, en la que hemos vaciado al hecho sexual de contenido, como si el sexo fuera equiparable a tirar la basura o tomarse una caña. Intentando borrar los prejuicios y los tabúes en torno al sexo hemos terminado por emborronarlo. Pocas cosas hay más hermosas y profundas que el sexo en la vida de los seres humanos. Pocas son tan complejas, configuradas por tantos factores internos y externos, físicos y emocionales, que surgen en las entrañas o que vienen del cerebro. El sexo es importante, por eso es importante investigar sobre sexo, hablar sobre sexo ya no sólo desde el humor (eso siempre), sino de forma seria, como elemento fundamental de nuestra vida que es, y practicar sexo. Y todo eso se narra en Masters of Sex con mucho cuidado pero sin tapujos, abordar el sexo como epicentro, devolviéndolo a un lugar de relevancia es sin duda el gran éxito de la serie.

2. El punto de vista femenino
Reto a quién sea a que analice el sexo en las series de la sacro santa HBO, por ejemplo. Lo que se encontrará, además de que es bastante superficial, es que está planteado desde una perspectiva masculina (todo esto no se aplica a Girls, claro), lo cual explica quizás por qué es tan superficial, por lo menos si hacemos caso a Masters of Sex que en su season finale nos deja claro que las mujeres son sexualmente muy superiores a los hombres (como hombre eso me está atormentando profundamente, jamás llegaré a experimentar el sexo en toda su grandeza y complejidad… es duro de cojones). En cambio el sexo (y la serie en general) en Masters of Sex se aborda desde una perspectiva femenina, son ellas las que más disfrutan, son ellas las que dirigen, son ellas las que llevan el mando, las que entienden y experimentan el sexo con más libertad (esto es muy interesante) y pasión. En esta serie los hombres van siempre a caballo de las mujeres, desconcertados, moviéndose a trompicones. Frente al monolito gris que es William Masters (un sólido Michael Sheen), tenemos a ese ciclón de entrega, alegría, pasión que es Virginia Johnson (maravillosa, carismática y atractiva Lizzy Caplan). Y esta ecuación es extrapolable a todas las relaciones entre hombres y mujeres de la serie. Ellas son el corazón (lo cual pasa en muchas series) pero también la cabeza (y aquí es donde radica la novedad), son el motor del cambio.

3. La homosexualidad
Masters of Sex ha abordado la cuestión homosexual, en una época en la que estaba hasta penalizada, a bocajarro, lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta que a lo largo de su carrera Masters y Johnson realizaron numerosos estudios al respecto. Por cierto que no lo había dicho, Masters of Sex es una serie muy coherente, lo cual en tiempos de Sutter’s, Shonda’s, Homeland’s etc. es de agradecer. La homosexualidad, el sexo y el amor gay, han dado a la serie alguno de sus momentos más emotivos, también alguno de los más crudos. Yo destacaría ante todo la normalidad con la que es tratado el tema, lo cual no reste ni un ápice de dramatismo, porque al fin y al cabo ser homosexual en Missouri no debe ser fácil aún hoy en día como para serlo en época de Eisenhower. Se plasman en la serie la negación, la aceptación, el miedo, la ira, el intento de cambio, el sacrificio y hasta la autodestrucción. Pero, tan importante como abordar la homosexualidad en los 50 desde el punto de vista del hombre homosexual , es abordarlo desde el punto de vista de la mujer heterosexual que descubre un día que su marido es un queer. Ese vacío que siente esa mujer que ha entregado su vida a un hombre que no puede amarla, ya lo había plasmado Todd Haynes en Far from heaven (película con la que la serie juguetea de vez en cuando, véase el fontanero negro de Libby), pero aquí está incluso más matizado, narrado con aún más precisión.


Allison Janney rompiéndome el corazón y van...

Y hasta aquí, podría haber hecho un post analizando las tramas y los personajes (¡qué reparto más bien escogido oiga!) pero creo que es más interesante hacer un post que no cuente nada para que los que no ven la serie puedan leerlo y quizás verse atraídos por estas cuestiones y decidan ver la serie. De verdad que merece la pena, además de ser una serie profunda es una serie muy divertida, los capítulos se pasan volando, ríes, sufres. Lo tiene todo, esperemos que Ashford siga conduciendo la serie con tanta precisión y cariño en su segunda temporada. 9 meses y restando.

lunes, 16 de diciembre de 2013

En esta ciudad. Treme 4x02

TREME - This city


Esta secuencia fue puro amor

El segundo capítulo de la última temporada se llama This city. Como la canción de Steve Earle que es el gran hit de Annie y su banda en la serie. Una canción perfecta para hablar de la New Orleans post-Katrina. Ha sido un capítulo duro. Yo no he podido parar de repetirme todo el rato en mi cabeza "en esta ciudad", haciendo un mix con el "en este país" de Larra que tan bien conocemos y padecemos día tras día. En esta ciudad la corrupción galopa a sus anchas y a las personas les llega el agua hasta la barbilla. En el mejor de los casos. En esta ciudad nada funciona, el sistema está quebrado. En esta ciudad todo lo que queda es luchar día tras día por sobrevivir.

Red lights! Algún que otro espoiler hasta el 4x02 de Treme anda suelto
El jefe Lambreaux se está muriendo. Si en el anterior capítulo parecía (he aquí la clave) que la vida le sonreía por fin, nos han dado el mazazo en este capítulo, justo al inicio, un golpe seco, rotundo. Su cáncer es incurable, deja la quimio y emprende el trayecto final de su vida. A lo largo del capítulo lo acompañamos en un hermoso paseo por su pasado, por su infancia, por su matrimonio, por una New Orleans que ya no existe... El tacto, la delicadeza, el cariño con el que han tratado el tema ha sido un gustazo, un gran éxito narrativo, una vertiente del relato muy emotiva y conseguida.

El otro golpe emocional del capítulo es el que sufre Antoine con el asesinato de una de sus alumnas. Un desolador retrato de la violencia, de la miseria humana. La criminalidad en New Orleans siempre ha sido uno de los elementos que con más dureza ha mostrado la serie, y esta muerte sin sentido (se produce tras una concatenación de malentendidos en un mundo violento) lo evidencia. Ver a Antoine, el corazón y la alegría de la serie, destrozado, hundido en el pesimismo, produce un gran impacto en el espectador. Es lo maravilloso de una serie que ha cuidado a sus personajes como ninguna otra. Los ha dotado de tantas capas que son palpables, y sus miserias también. Sus miserias se acurrucan a nuestro lado.

Para terminar, y volviendo un poco al inicio, voy a destacar en tercer lugar cómo la corrupción sistemática de la policía resquebraja no solo la ciudad, sino las vidas humanas. Todo marchaba bien entre Toni y Terry, y sin embargo la corrupción con la que tienen que luchar día tras día acaba entrando en su hogar, en su corazón, en sus pensamientos, nublándolo todo, hasta el cariño. Siempre me ha maravillado como Treme muestra la corrupción como un monstruo que arrasa todo a su paso, que lo enfanga todo hasta convertir, sí, a esta ciudad, New Orleans, en una ciénaga dónde las personas buenas tienen que malvivir porque no se les permite que encuentren la salida a su laberinto de problemas. Ha sido un capítulo duro y triste, sentido y bello. A ver que nos depara el 4x03 que emitió ayer HBO. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Heridas que no se cierran

12 YEARS A SLAVE


Fassbender - Ejiofor, un duelo interpretativo de primer nivel

Muchos creyeron que la elección del primer presidente negro de los Estados Unidos ayudaría a borrar la aberración que fue la esclavitud, sin embargo, lo que hizo fue mostrar al país, a través de cientos de comentarios y actos racistas, que la herida negra seguí abierta, y aún supuraba. Quizás haya heridas que nunca se cierran porque son tan hondas ni todos los puntos del mundo pueden hacer que cicatricen. Todo el debate sobre el racismo que trajo consigo la elección de Obama ha saltado al cine en los últimos tiempos. Si el año pasado el Lincoln de Spielberg  y el Django Unchained de Tarantino, dos cineastas blancos, ponían la cuestión sobre la mesa, este año recogen el testigo dos películas dirigidas por cineastas negros como Lee Daniel’s The Butler y la favorita a día de hoy para ganar el Oscar a la mejor película, 12 years a slave, que se ha estrenado este viernes en España. Un film duro, contundente, rodado con elegancia por el británico Steve McQueen (Hunger, Shame), de una textura muerta muy insana (esos árboles oscuros, ese cielo apagado), aséptico y analítico, con diálogos medidos al milímetro, que perdurará en la memoria por su relevancia ya no solo estrictamente cinematográfica si no también sociocultural.

El film narra la historia de Solomon Northup (un fantástico Chiwetel Ejiofor), un hombre libre, violinista, ciudadano del estado de New York, que es raptado y vendido a un terrateniente sureño. Durante 12 años, un hombre no fue nada más que un objeto, una propiedad, una situación amparada por el derecho creado por los hombres (no toda ley por el hecho de ser ley es democrática, un debate muy actual) escudándose en la falsa voluntad de Dios. Y a su alrededor, antes y después de él, cientos de miles de humanos nacieron, malvivieron y murieron siendo esclavos, sin ser capaces de escribir su destino, reducidos física y metafísicamente. Y los blancos que no estaban de acuerdo miraron hacia otro lado, y los negros libres también miraron hacia otro lado, (la secuencia de Solomon y su familia en la tienda es una buena muestra de ello, por mucho que él defienda tímidamente al esclavo que irrumpe en la tienda ante su amo). Aquello que dijo Roosevelt de que sólo hay que tener miedo al miedo mismo. Nadie hacía nada porque todo el mundo tenía miedo.

A este respecto, McQueen y el guionista John Ridley plantean, inteligentemente, un juego de espejos entre la esclavitud negra en América y el exterminio judío en Europa. A los judíos los asesinaban en cámaras de gas, a los negros los asesinaban lentamente días tras día, hasta alcanzar una muerte por asfixia vital en forma de agotamiento o enfermedad a causa de las pobres condiciones de vida. Esto ha llevado a que no poca gente hable de 12 years a slave como “la película definitiva sobre la esclavitud” o “La Schindler’s list de la esclavitud” o (quizás la más acertada de todas) “La The Pianist  de la esclavitud”. Puestos a buscar similitudes del cine de McQueen casi mejor que con Polanski que con Spielberg (y no es una crítica velada al cine de Spielberg, uno de los más grandes directores vivos). A ambos los une esa idea de que “el diablo está dentro de uno mismo”. Y aquí es cuando saltamos al personaje más interesante de la película, el esclavista Edwin Epps, que encarna con vehemencia Michael Fassbender, que no deja de ser un pobre diablo corroído por la confrontación entre sus deseos y sus creencias. Es un buen ejemplo de la banalidad del mal (la secuencia de la pelea-persecución con Fassbender revolcándose en el barro junto a los cerdos como perfecta recreación simbólica del concepto) de la que hablaba Hannah Arendt al abordar el nazismo. El sistema esclavista no se sustentó en grandes y perversos hombres, si no en gente así, de ideas cortas, de miedos profundos.

La conformidad de los hombres buenos permitió que la ira de los malos cosificara a seres humanos, reduciéndolos a unidades de producción e intercambio comercial, que hacían funcionar a un sistema económico, el esclavista, tecnológicamente rudimentario (Solomon planteando la circulación a través de barca para ahorrar costes temporales frente a la estrechez de miras del personaje de Paul Dano), anclado en la inmovilidad absoluta que castigaba a aquel que destacara (todos sus compañeros advierten a Solomon de que si quiere sobrevivir debe jugar a ser uno más de la manada, no demostrar ningún tipo de nivel intelectual), porque ¿cómo va a ser una cosa más valiosa que su amo?


La guerra de secesión americana terminó en 1865. 90 años después Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un autobús a un ciudadano blanco. En 2008 un negro ganó las elecciones presidenciales. Y sin embargo sigue habiendo racismo en América y el dolor por los terribles hechos del pasado. Y aquí aún hay cargos públicos que tienen fotografías del Caudillo en sus despachos y muertos en cunetas, y mucho odio y mucho miedo en nuestros corazones. Quizás debamos de dejar de creer en que todas las heridas cierran con el tiempo, quizás sea el momento de analizarlas hasta lo más hondo, como hace Steve McQueen en 12 years a slave, para, desde el conocimiento y la proximidad, poder convivir con ellas, y así convivir entre nosotros.

sábado, 14 de diciembre de 2013

La aliasización de Escándalo, la escandalización del Show de Coñi y Panetone y el Globo de esta última

SCANDAL / NASHVILLE


Connie pensando en un pueblo de Texas de cuyo nombre no quiere olvidarse

Esta semana ABC, la cadena de las señoras de Omaha (el equivalente americano a las señoras de Cuenca españolas), ha mandado a sus palacios de invierno a dos de sus culebrones más ilustres, el Scandal (Escándalo) de Shonda Rhimes y el Show de Coñi y Panetone ambientado llamado muy originalmente Nashville. Lo ha hecho firmando dos capítulos muy pasados de rosca (marca de la casa), pero para sorpresa del personal Nashville le ha ganado la partida a Scandal en cuanto a cuota de locura en los minutos finales. Lo cual no hace más que confirmar lo que veníamos viendo a lo largo de esta temporada, Nashville se está escandalizando, y le está sentando muy bien eso de abrazar definitivamente su condición de culebrón trash bañado en bourbon y antidepresivos.

En la capital del gran estado de Tennessee todo el mundo se acuesta con todo el mundo, la traición está a la vuelta de la esquina, los personajes que se incorporan cada vez son más tróspidos, los líos familiares más imposibles, las tramas político-empresariales más absurdas y la música... la música bien, gracias, es lo único serio de la serie. Es tan de agradecer el mal gusto de los estilismos y los giros narrativos como el buen gusto de la selección musical.

Tras coquetear con la idea de ser una obra televisiva seria a lo largo de su primera temporada, y fracasar en el intento, reconforta ver como definitivamente saben qué serie quieren hacer. O más bien que serie quieren hacer todos los involucrados menos Connie Britton, que está redefiniendo el concepto de conducir con el piloto automático. Ante la negativa de Kyle Chandler, Jason Katims y Peter Berg (entre otros) a hacer la película de Friday Night Lights (clear eyes, full hearts, can't lose!)que cerraría el círculo cine-tele-cine, Connie Britton, hasta el coño, ha decidido ser más Coñi que nunca, lo cual podría parecer malo, pero en realidad no lo es, no necesitamos que se tome en serio a sí misma, la diva (sin voz) del country Rayna James no es un personaje serio.

En las antípodas parece estar su co-protagonista, Hayden Save the cheerleader Panettiere, Panetone para los amigos. Si Coñi está atrapada (todo por la pasta) en una serie que no le gusta y en un personaje que no comprende (¿puede alguien hacerlo?), Panettiere, que sí sabe cantar, está en su salsa, con una carrera a la deriva tras la debacle que terminó siendo Heroes, Nashville es su bote de salvación, y se está agarrando a él como el tigre Richard Parker en Life of Pi (Lee, 2012). Y por segundo año consecutivo, la HFPA (la asociación de la prensa extranjera en Hollywood, VVC, Viejos Verdes y Corruptos para nosotros) la ha nominado al Golden Globe a mejor actriz de reparto. Y este post pretende ser un for your consideration de su candidatura. ¿Por qué? 1. Por el bien de las risas. 2. Porque realmente se lo merece teniendo en cuenta que sus rivales son una señora de un telefilme que nadie ha visto ni nadie verá; Janet McTeer, tan cargante y poco creíble como siempre en ese error bbcero que fue The White Queen; Sofia Vergara por hacer de herself y Monica Potter por interpretar en Parenthood a la líder política, madre amantísima, entregada esposa y survivor sin igual, Kristina Braverman... NO. Esta categoría es el gran cuadro de estos Golden Globes y viendo la fauna, casi que el mejor ejemplar es Hayden Panettiere, que saca adelante con mucha entrega a una especie de Taylor Swift que intenta tomarse en serio a sí misma.

Kerry Washington en el baño tras el final de la gala de los Emmys

Nominada a un Golden Globe, pero como protagonista, está también Kerry Washington, la divarraca negra televisiva definitiva. Y su Olivia Pope no da patadas (aún) pero cada día su laberinto personal se parece más al de Sydney Bristow en Alias (JenniGa, siempre en nuestros corazones... NO). Shonda ha decidido esta temporada que ella pervivirá dónde otros perecieron (véase Mike Kelley en la segunda temporada de Revenge): en las macro-conspiraciones con elementos familiares de por medio, el modelo Alias. Para ello ha fichado a una actriz seria, Khandi Alexander, y ha abandonado lo procedimental. ¿Acierto o error? Aún es muy pronto para sentenciar. A mí siempre me ha parecido que lo más divertido de Scandal son los líos político-sexuales patilleros, las tramas de supuesta dimensión política ridículas y los affaires sexuales expuestos ante una prensa que más que nunca es un cúmulo de ratas. 

Pero he de reconocer que al contrario que Revenge, Scandal está sabiendo llevar con cierto interés la trama de la organización ultrasecreta mumala. Lo mejor de la temporada, además de cada aparición de Mellie (Diosa), ha sido la trama de Lisa Kudrow, que aún siendo generalmente absurda era interesante y entretenida. Quiero aclarar que cuando digo "lo mejor" no quiero decir bueno, quiero decir divertido. Scandal no es una serie buena aunque el AFI (American Film Institute) la juntara en su lista de las 10 mejores series del año con 9 genialidades. Scandal es un producto muy loco, muy absurdo, muy gracioso, muy adictivo y muy insustancial aunque Shonda crea estar haciendo lo contrario. Un día dije que Scandal era Gossip Girl meets The West Wing, y lo mantengo, aunque cada vez con menos cantidad de la segunda y más cantidad de Alias.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Una princesa prometida en cada cápsula

THE CONGRESS




Robin Wright, has arruinado tu carrera, tuviste el mundo a tus pies y tus malas decisiones te han llevado a la irrelevancia, la más cruel de las pesadillas para un actor de Hollywood. Algo así es lo que le escupe Harvey Keitel a una Robin Wright de cristal en el arranque de The Congress, la nueva película de Ari Folman, el director de la hermosamente desgarradora Waltz with Bashir (2008), ese documental animado que me dejó estupefacto hace ya 5 años en el mismo teatro en el que vi hace unos días The Congress. Mismo teatro, lado contrario, aquella vez a la derecha, esta vez a la izquierda, sí, recuerdo exactamente dónde estaba sentado aquel día, el lugar dónde ese impacto me revolvió las tripas. Si en Bashir, Folman retrataba un acontecimiento histórico (la guerra israelí-libanesa) y sobre todo el peso de la culpa de un pueblo, en The Congress plantea un futuro distópico para hablarnos del peso de nuestra culpa futura. El escapismo como leitmotiv de un mundo en constante huida de sí mismo.

Los grandes estudios digitalizan a los actores para poder hacer películas con ellos pero sin ellos, películas irreales, impalpables. A esa primera revolución le siguen otras, primero la animada, después la química. Al final de la escapada sólo nos quedan las drogas para soñar que somos quienes no somos, para soñar que aún somos alguien. Folman trenza así una distopía aterradora, psicotrópica, pero sobre todo hipnótica, como si mientras la viéramos nosotros estuviéramos también drogados. El devenir de la narración puede ser criticado, es tramposo y caótico, Folman salta de idea en idea sin posarse demasiado en ninguna, en constante aleteo. Más que con La Verdad, que es hacia dónde nos empuja la película en su tramo final, yo me quedo con El Ser. No ser para ser eterno, no ser para no sufrir, no ser para no ser consciente. Obviamente pura subjetividad, como la obra poética que es, The Congress te puede llevar en múltiples y muy contradictorias direcciones. No hay decisiones buenas ni malas, esto no es la carrera de Robin Wright. Solo hay que entregarse al juego.

lunes, 9 de diciembre de 2013

No podemos, pero seguimos intentándolo. Treme 4x01

TREME - Yes we can can


New Orleans celebrando la victoria de Obama en 2008

Cuando pensé en hacer el blog la verdad es que no contemplé la posibilidad de ponerme a hacer recaps, básicamente porque tampoco suelo leer esa clase de post, pero como soy una veleta que se mueve por impulsos he decidido que los últimos cuatro capítulos de Treme se merecen el esfuerzo. Obviamente este recap llega tarde, ayer se emitió ya en HBO el segundo episodio, pero es que no he podido verlo antes por entre otras cosas, la segunda temporada de Bron/Broen, que me ha enganchado cosamala. Venga, al lío.

Treme nunca se ha caracterizado por construir prólogos pre-opening muy definidos, sino que simplemente presentaba un par de secuencias iniciales introductorias. Todo muy sencillo. Eso lo han rompido en esta season premiere, cuyo título, Yes we can can, no podía ser más preciso, David Simon y compañía utilizan los primeros 7 minutos de capítulo para contar, sin estridencias (faltaría más hablando de Treme) el desarrollo de la jornada electoral en la que el primer negro de la historia fue proclamado presidente de los Estados Unidos de América. Acompañamos a los personajes a las urnas (o no, en el caso del Jefe Lambreaux, desilusionado, descreído, que intenta vivir a pesar y al margen del sistema) y a las fiestas espontáneas de celebración. Visto este prólogo con la perspectiva que nos da el tiempo, no podemos dejar de observar lo naif que fuimos, lo inocentes... Millones de americanos creyeron que estaban cambiando el sistema, pero era el sistema el que se estaba apoderando de sus ansias de cambio. Como siempre en Treme, todo es un juego de optimismo/desilusión, derrota/esperanza.

Red lights! Puede haber algún espoiler sobre como les va la vida a mis chicos de New Orleans tras la victoria de Obama
Despachada la elección de Obama, que funciona también como coordenada temporal para los espectadores, nos encontramos con los personajes más o menos en el mismo punto en el que los dejamos, anclados en esa ciudad paralizada post-Katrina, o más bien en el paso siguiente, la derivación lógica de lo visto en la season 3. La chef Janette (que ha sido siempre mi debilidad personal) ha abandonado la pesadilla-franquicia en la que se había embarcado la temporada anterior para volver al inicio del relato, a abrir un pequeño restaurante en un barrio especialmente deprimido. DJ Davis, tras romper todos los puentes con los jefes, las emisoras, los patronos, va artística y profesionalmente a la deriva. Annie se debate entre la satisfacción que le producen su banda y su música y la ambición de aspirar a algo más. El constructor (y especulador) tejano Nelson Hidalgo ha perdido millones con la caída de Lehman Brothers y la crisis financiera, pero aún sigue intentando medrar entre las ruinas de las catástrofes y su gusto (musical, culinario) sigue intacto. La pareja Toni Bernette - Terry Colson sigue luchando, desde la abogacía ella y desde la policía él, contra la podredumbre del sistema, solos (acompañándose el uno al otro) ante el peligro, o más bien, ante el silencio del poder. Sonny vive felizmente casado con su chica coreana, pero la tentación que supone la música sigue revoloteando por su cabeza. El músico Antoine sigue siendo Antoine, es a la vez el ancla y el alivio cómico de la serie, muchas cosas pueden pasar en las calles mal asfaltadas de New Orleans, pero Antoine Batiste será siempre fiel únicamente a sí mismo. LaDonna sigue empeñada en agarrarse a una vida que ya no existe, a su bar, a su ciudad, cueste lo que cueste, aunque eso implique abandonar a sus hijos a cargo de su ex-marido.

Y, llegados a este punto, el único al que la vida le va claramente mejor es al Jefe Lambreaux. De entre un mar de personajes intrínsicamente optimistas, justamente al más negativo es al que mejor le van las cosas. Aparentemente el cáncer está remitiendo, tiene trabajo, su grupo de indios se mantiene al pie del cañón, a sus hijos les sonríe la vida (Desmond va a ser padre y NYC sigue reclamando su regreso), y oh, sorpresa (la única que los guionistas plantan intencionadamente en el capítulo, dejándola para los minutos finales), LaDonna y él están juntos, más allá de la diferencia de edad, han solapado sus soledades para crear una relación muy tierna, muy sincera, muy intensa. Esto obviamente no viene de la nada, se ha ido preparando a fuego lento a lo largo de toda la tercera temporada, por eso ahora, con la relación en marcha nos sentimos tan a gusto, era algo que nuestros corazones deseaban tanto como los suyos, porque al fin y al cabo no ha habido personajes más escupidos por la vida en Treme que LaDonna y Lambreaux.
Fin de los posibles espoilers

Dos hombres, dos discursos

Ya para terminar, esta serie sobre distintas personas deambulando (el verbo no está escogido al azar) por New Orleans podría por mero concepto ser una historia de vidas cruzadas al modo de la fundacional Short Cuts (Altman, 1993), y sin embargo aquí las interacciones entre los personajes son mucho más orgánicas y a la vez más indelebles, puesto que no marcan profundamente el devenir del relato, están ahí pero casi no se notan, son completamente naturales, alejadas de una gran trascendencia dramática (ej: pequeños encuentros que cambian una vida). Y creo que el inicio de la recta final ha influido en esta cuestión, puesto que en este capítulo hemos tenido muchas interacciones, algunas de ellas primerizas, aunque el tono ha sido el mismo. De entre todas me quedo con la relación imposible entre dos personas tan extremas como DJ Davis y Nestor Hidalgo. Ambos se conocen en el debate ciudadano sobre la pertinencia de un museo-auditorio del jazz en Treme y la preocupante desaparición de los clubs del barrio. Nestor está metido en el proyecto urbanístico del museo, Davis totalmente en contra, pero en vez de enfangarse en una discusión irresoluble, Davis se lleva a Nestor a conocer los clubs, a vivir los clubs, los lugares de donde emerge la melodía de New Orleans. Simon enarbola así una apasionante defensa de la comunicación como principal herramienta para conocernos, para encontrarnos en nuestros desencuentros. Hay que seguir intentándolo.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Proyecto EFA

EUROPEAN FILM AWARDS


Esta noche se celebran en Berlín los premios de la Academia europea de cine, los EFA, ese desastre, esa oportunidad perdida anual. Como tengo intención de hacer un post no tanto destrozando a los EFA, como sobre todo proponiendo un modelo diferente, voy a guardarme las críticas hoy, o lo intentaré. Cuando se anunciaron las nominaciones en vez de hablarse sobre las candidatas y favoritas toda la conversación giró sobre el affaire Adèle, la ganadora de la Palma de Oro en Cannes está nominada en mejor película y mejor director sin ser elegible. Tengo unas normas, si no os gustan, tengo estas otras. La Academia publica antes de las nominaciones una lista con las película elegibles del "año" (los EFA no se mueven por año natural, sino por un espacio totalmente arbitrario), es decir aquellas que cumplían los requisitos de estreno en varios países europeos etc. Adèle no los cumplía porque no se había ni estrenado en Francia aún. Pero en una norma antinormadora se permite a los votantes escribir el nombre de películas y profesionales de las mismas aunque no estén dentro de la preselección. El resultado ha sido que La vie d'Adèle, la película europea del año (natural), por el simple hecho de ganar en Cannes, fue nominada en película y director, aunque no en actriz y guion. Se ha creado así una sensación de inseguridad e injusticia, cuando las normas no las respetan ni quienes las hacen...

Como a pesar de ser un desastre yo creo en la utilidad e incluso necesidad de unos premios que reconozcan al mejor cine europeo del año (ojalá que fuera el natural) me propuse ver el trabajo de todas las nominadas. Puedo decir satisfecho que he hecho pleno en guion, actor y actriz. En película solo me ha faltado Adèle, porque Vértigo (su distribuidora española) se negó a que fuera exhibida en Cineuropa y Cinesa no la trajo a nuestros multicines chonis de centro comercial. Y en director me ha faltado además del amigo Kechiche, el director sueco Jan Troell. A partir de aquí voy a repasar las 5 categorías (y señalar cuales hubieran sido mis candidatas de entre las preseleccionadas), dejando de lado animación, documental y ese invento ideado para premiar a Almodóvar este año que es mejor comedia, porque no he visto a las candidatas (salvo The Congress que merecía más nominaciones) y porque no entiendo por qué esas sí se dan en la gala y en cambio fotografía o música no.

Guion

Me has enseñado tú, has sido mi maestro para hacer sufrir,
si alguna vez fui malo lo aprendí de ti


Carl Joos y Felix van Groeningen por The Broken Circle Breakdown
François Ozon por Dans la maison (debería ganar)
Tom Stoppard por Anna Karenina

Giuseppe Tornatore por La migliore offerta
Paolo Sorrentino y Umberto Contarello por La grande bellezza (ganará)

Al no tener premios anteriores que configuren una carrera hacia los EFA, tampoco se tienen referencia sobre qué películas son las favoritas. En principio hay 3 vías, la victoria de Adèle en película y director, y los triunfos más o menos claros de The Broken Circle Breakdown o La grande bellezza. En guion me apunto a creer que ganará la película de Sorrentino más por amor que por otra cosa, creo en lo que a ella respecta que combina secuencias muy elegantes, con diálogos muy punzantes, muy negras, muy finas, con otras de un humor demasiado burdo. Como ya dije cuando hable de Cineuropa, a mí no me entusiasmó The Broken... y no creo que esté especialmente bien escrita. Tampoco estoy de acuerdo con la nominación al guion de La migliore offerta, una película de misterio tan obvia desde el inicio es que adolece de un serio problema de guion. Me sorprendió para bien la nominación del gran Tom Stoppard por Anna Karenina, yo no lo hubiera nominado porque creo que la adaptación carece de continuidad narrativa y profundidad dramática, pero me parece un esfuerzo digno de ser reconocido. Y dejo para el final uno de mis guiones favoritos del 2012 en clave mundial, el que escribió François Ozon adaptando una obra de teatro de Juan Mayorga, para Dans la maison. El cinismo era esto, si en La migliore offerta detectas todos los engranajes, en Dans la maison pasa todo lo contrario. Es un thriller de autor de primerísimo nivel, con diálogos y secuencias cargadas de tensión, un enfrentamiento dialéctico sin descanso entre un profesor, el embaucado, y un alumno, el embaucador, a través de unas redacciones literarias cada vez menos inocentes e irreales.

Mis nominados:
Ari Folman por The Congress
Pam Katz y Margarethe von Trotta por Hannah Arendt
Tobias Lindholm por Kapringen (A Hijacking)
François Ozon por Dans la maison
Razvan Radulescu y Calin Peter Netzer por Pozitia Copilului (Child's Pose)

Actor

La vita è bella

Jonah Heldenbergh por The Broken Circle Breakdown
Jude Law por Anna Karenina
Fabrice Luchini por Dans la maison
Tom Schilling por Oh boy
Toni Servillo por La grande bellezza

La fuerza con la que Anna Karenina irrumpió en las nominaciones sorpredió a mucha gente, aunque nunca debería tomarse a la ligera el poder de los clanes nacionales en la Academia. En el plano personal, ver el trabajo de Jude Law reconocido me alegra un montón, creo sinceramente que en la Karenina de Wright hace una de las mejores interpretaciones de su carrera. El físico de Jonah Heldenbergh es muy imponente, y en las partes alegres de TBCB resulta magnético, pero en las partes más dramáticas (y esta película tiene muchas, demasiadas) no está a la altura. Tom Schilling interpreta en Oh boy a un veinteañero a la deriva en un Berlín en blanco y negro, y logra captar la fragilidad y el desconcierto, pero también los sueños rotos y una cierta nadería. Fabrice Luchini es uno de los grandes actores del cine francés de los últimos años, un animal, y en Dans la maison dibuja un brillante retrato de la obsesión más insana y peligrosa. Para el final me guardo mi apuesta personal y también una de las mejores interpretaciones del 2013 (por poner un ejemplo, Tom Hanks está genial en Captain Phillips, pero Servillo se lo come). En La grande bellezza Toni Servillo interpreta a un dandy que escribió una novela hace 30 años, que se codea con la clase alta romana y que salta de fiesta en fiesta y de recuerdo en recuerdo. La nada más absoluta salpicada de melancolía.

Mis nominados:
Pilou Asbæk por Kapringen (A Hijacking)
Jude Law por Anna Karenina
Fabrice Luchini por Dans la maison
Søren Malling por Kapringen (A Hijacking)
Tom Schilling por Oh boy
Toni Servillo por La grande bellezza

Actriz

Hannah Arendt fumándose la vida

Veerie Baetens por The Broken Circle Breakdown
Luminita Gheorghiu por Pozitia Copiluliu (Child's Pose)
Keira Knightley por Anna Karenina
Barbara Sukowa por Hannah Arendt
Naomi Watts por Lo imposible

Las favoritas en esta categoría son a priori Veerie Baetens por su retrato de una madre y una mujer destrozada por la enfermedad de su hija y Luminita Gheorghiu que interpreta magistralmente a una madre posesiva y controladora de clase alta empeñada en salvar a su hijo contra su voluntad. En torno a la maternidad gira también el impactante trabajo de Naomi Watts en Lo imposible. En cambio, Keira Knightley fotografía la locura en la Rusia zarista con mucha solvencia y con también muchos de sus habituales tics, mereció más suerte en la carrera por los Oscar del año pasado. En último lugar, Barbara Sukowa encarna a Hannah Arendt, una mujer que nunca tuvo hijos, una de las más grandes pensadoras del Siglo XX, durante un momento complicado de su vida, el juicio en Israel al dirigente nazi Eichmann, la confección de su Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal y las consecuencias que para ella tuvo su publicación. La película y la interpretación de Sukowa son dignas de ser vistas. Unas maravillas.

Mis nominadas:
Luminita Gheorghiu por Pozitia Copiluliu (Child's Pose)
Keira Knightley por Anna Karenina
Barbara Sukowa por Hannah Arendt
Robin Wright por The Congress
Naomi Watts por Lo imposible

Director

Sorrentino en batín acolchado

Pablo Berger por Blancanieves
Abdellatif Kechiche por La vie d'Adele

François Ozon por Dans la maison

Paolo Sorrentino por La grande bellezza

Jan Troell por Dom över död man
Felix van Groeningen por The Broken Circle Breakdown


No puedo hablar del trabajo de Abdellatif Peor Europeo Vivo Kechiche, pero tras todo lo leído sobre Adèle, pocas dudas me quedan de que si venciera no sería injusto. Nada puedo decir tampoco sobre Jan Troell y su película. van Groeningen dirige con solvencia The Broken Circle Breakdown, pero lo hace sin demasiada personalidad, en una película en la que debería rebosar. Lo mejor de Blancanieves es la maravillosa dirección de Berger, si The Artist bebía del cine mudo americano, Blancanieves lo hace del expresionismo alemán, y funciona porque dota a la película de ese tono pesadillesco tan marcado. En cuanto a los otros dos contendientes me resulta muy difícil decidir cual me gusta más, si la puesta en escena precisa y ágil de François Ozon o los suntuosos movimientos de cámara de Paolo Sorrentino. Dos propuestas tan diferentes y tan cuidadas, cualquiera de los dos sería un gran ganador, pocas dudas quedan ya de que son dos de los grandes autores europeos del cine actual.

Mis nominados:
Pablo Berger por Blancanieves
Ari Folman por The Congress
Tobias Lindholm por Kapringen (A Hijacking)
François Ozon por Dans la maison

Paolo Sorrentino por La grande gellezza

Joe Wright por Anna Karenina

Película

¡Qué bien pega el sol en esta vetana!

Blancanieves
La grande bellezza
La migliore offerta
La vie d'Adèle
Oh boy
The Broken Circle Breakdown

Todo lo que voy a decir sobre Adèle es que la única película de 2013 que tengo más ganas de ver es The Wolf of Wall Street de Martin Scorsese. La migliore offerta es un thriller que no por ser obvio deja de ser magnético, gracias a la dirección de Tornatore y a pesar del guion de Tornatore, sin duda uno de los grandes éxitos comerciales del cine europeo de este año (natural). Oh boy es la cuota de la mafia cinematográfica alemana, ¿quiere decir eso que es una mala película?, no, en absoluto, es una película con mucho encanto, pequeña pero muy bien contada, triste y melancólica. Habrá que seguirle la pista a su director (es su ópera prima), a ver si Alemania encuentra por fin a un autor de relevancia. The Broken Circle Breakdown, un desolador retrato de como la enfermedad de su pequeña hija afecta a un matrimonio ha generado pasiones allí por dónde ha pasado, a mí me parece una película excesiva en su carga dramática, interesante pero nada más que eso, la más floja del grupo. La forma de Blancanieves me parece maravillosa, pero el fondo me deja frío, creo que es una película dotada de mucha personalidad pero no creo que sea una película redonda, ni que sea capaz de trascender más allá de ser un meritorio ejercicio estético. 

Por el camino se han quedado la danesa Kapringen, la versión oscura (y realista) de lo que nos cuenta Captain Phillips, la brutalidad de la piratería y el papel de las grandes empresas, Anna Karenina dirigida por un Joe Wright más desatado que nunca, Hannah Arendt, que sobrevive a una dirección muy convencional gracias a un guion lleno de ideas y conflictos muy interesantes, la israelí The Congress, una distopía sobre el devenir tecnológico y escapista de la humanidad, y una de mis películas favoritas de 2012, Dans la maison, que si hubiera concursado el año pasado sería una favorita clara al premio y que este año se ha quedado fuera de película, porque al fin y al cabo es una película ya amortizada, dado que su carrera comercial terminó hace casi un año. La que sí está es La grande bellezza, y ojalá gane, a pesar de alguno de sus fallos, es un retrato preciso de una Europa a la deriva (transcurre en Roma pero podría situarse en Madrid o en Paris) y de la banalidad en la que instalada gran parte de la sociedad, y en especial sus capas más altas.

Mis nominadas:
Anna Karenina
Dans la maison
Hannah Arendt
Kapringen (A Hijacking)
La grande bellezza
The Congress